jueves, 26 de abril de 2012

Sensaciones sobre MAPOMA 2012



Más allá de la crónica de la carrera del otro día, ahora pienso escribir de las sensaciones que tuve ese día. 

El post anterior lo dediqué a la crónica de mi primer Maratón. De lo que no escribí fue de las sensaciones. Bueno, sí que las dejé fluir, pero no incidí en ellas por no hacerlo demasiado coñazo.

Cuando hablamos con profanos o iniciados de cómo llevamos al límite nuestras propias fuerzas lo lógico es que te digan ¿por qué pasarlas putas? ¿qué te lleva a hacerlo?.

Las sensaciones que viví fueron intensísimas. Ese día y los anteriores. Antes, durante y después de la carrera. El momento de ponerse el dorsal, el de despedirse de la familia. Hablar con la gente con la que has coincidido preparando el maratón, bien en persona o a través de los blogs. Desearse suerte. Empezar a andar antes de correr. Ver cómo te anima gente que te conoce de la bulla de la Feria (es decir, de nada). Cómo van sonando en el pulsómetro los parciales por kilómetro, cómo vas de pulsaciones.

Escuchar el "Inmigrant Song" te da alas. El paso por el centro de Madrid es inenarrable. Acostumbrado a correr por parques y jardines, tanta gente te da alas, de verdad.

Empiezas a sentir molestias en el isquio, en la rodilla, en el gemelo. Sabes que es pronto para tener esas molestias y que yendo por asfalto el desgaste muscular es menor. No son dolores, son nervios. Lees en la camiseta de delante “El dolor es pasajero, la gloria es eterna” y tiras para adelante.

Pasas la primera media maratón. Bueno, ya me queda menos de la mitad, y voy ligero como una moto, potente como un camión. Ves como algunos corredores se paran con sus familias, sus amigos, conocidos, seguidores… y  ves cómo tíos y tías como carros se emocionan. Normal, es su día. Muchas carreras en solitario, mucho parque, mucha “soledad del corredor de fondo” y hoy tienes seguidores.

Conforme pasan los kilómetros vas notando cómo se te cargan los músculos. Cómo el gemelo puede contraerse hasta tener el tamaño de una canica de duro de las de antes. Cómo las articulaciones empiezan a dolerte. Pero estás subiendo Garabitas y no es tan duro como te habían contado.

En la Casa de Campo no hay actuaciones, no hace falta. Sólo hay ánimos. Y réflex. Y corredores caminando. Y apretar de dientes al grito de “por mis cojones”.

Y qué decir de los últimos ocho kilómetros. Parezco nuevo, joder. Son sólo ocho mil metros, algo que me lo hago tranquilamente. Pero qué va, mi cuerpo no es capaz de mantener el ritmo. Ni siquiera de correr sin parar. Es curioso como en estas situaciones tu cuerpo llega a ser más inteligente que tu mente y te ordena dejar de correr. Y andas. Ves el reloj y piensas, todavía obcecado, “voy en tiempo, un minuto y vuelvo a correr un kilómetro”. En realidad son dos minutos, y vuelves a correr, pero medio kilómetro. Sigues yendo en tiempo, la gente te anima. Los corredores tiran de ti. “Venga, que estos siete los hacemos juntos” “Venga, vamos”. Pero a los quinientos metros o no puedes tú o no puede el otro.

Poco a poco llegas como puedes al kilómetro 40, y es ahí donde se activa la reserva como la de Terminator en su lucha final contra el T-1000. Y corres. Corres porque quieres que los tuyos te vean, porque quieres pasar por meta. Porque te has preparado durante meses y años, no sólo durante dieciséis  semanas. Corres.

Que por la noche Álvaro te pida que le cuentes un cuento en el que él y sus hermanos corren con su padre un maratón, entran en Retiro y después se aprietan un helado “te llena de orgullo y satisfacción” y le emplazas a que repita lo mismo dentro de quince años. Que te pida la medalla y vaya todo el camino con ella puesta todo orgulloso hace que se te caiga el moco. Que Pelayo insista en correr contigo justo en el momento que le ves y tú haces la pose del Discóbolo porque el cuádriceps tiene la misma maleabilidad en ese momento que el mármol.

Cuando hablo de correr no hablo solamente de tiempos, ni de distancias. Hablo de sensaciones. De superarte a ti mismo, de ser tú tu rival a batir. A pesar del agotamiento y de que te duelen hasta las pestañas empiezas a pensar en el siguiente. No estará tan mal cuando muchos repiten ¿no? Y es que sarna con gusto no pica. Como dice Risco “corro maratones porque es la mejor forma de preparar un maratón”. Amén, amigo.

martes, 24 de abril de 2012

¿ECHAMOS OTRO? Crónica de MAPOMA 2012


Como era de esperar, la noche de antes no dormí mucho. Madrugón aparte, los nervios hicieron que el sueño fuese bastante ligero. Pero bueno, descansar descansé. Después de un buen desayuno me fui hasta el metro donde habíamos quedado. Los que nos estrenábamos parecíamos unas viejas, con dolores ficticios en cualquier parte del cuerpo, pero expectantes ante lo que se avecinaba.

Después de dejar la mochila en el ropero que estaba justo al lado de la salida (por los cojones) nos dimos un bonito y bucólico paseo de unos tres kilómetros por el Retiro, Puerta de Alcalá y Cibeles hasta la salida. Por el camino los efectos de la hidratación se dejaron notar, ya que tuve que entrar a boxes tres veces. Me dirijo a mi “cajón” pero eso era Sodoma y Gomera, por lo que me cambio al siguiente. Y después al otro. Quedan diez minutos para salir y me entran ganas de mear nuevamente. A esperarse, chaval, que como salgas no entras.

Y empiezo a correr. Pese a que había “pensado” salir esos cinco primeros kilómetros a 5:25-5:30 me salen a 5:01. Voy algo subido de pulsaciones, 145ppm, pero de sensaciones me encuentro estupendamente, por lo que mantengo el ritmo. El ambiente es indescriptible. Muchos corredores y mucha gente animando a propios y extraños a los lados. Turistas sorprendidos por el espectáculo esperan sonrientes para pasar, pero me imagino que con el tiempo cambiarían de actitud por la tardanza del paso de tantos corredores.

Sigo bien los cinco siguientes, que hago a 5:15 porque tengo que hacer una parada técnica. De pulsaciones voy igual, a 148ppm y con toda la subida hecha.

Los espectadores se concentran en torno a las salidas de metro y puentes,  y siguen animando. Cuatro Caminos y Raimundo Fernández Villaverde están petados, al igual que el recorrido por Chamberí. Mantengo mi ritmo, a 5:05 y 149ppm. Las pulsaciones no terminan de bajar, pero por lo menos no suben, y me tomo el primero de los tres geles que me había llevado.

Nos metemos por la parte que más me gusta, Fuencarral, Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, Mayor, Palacio Real… y claro, los hago a 5:03. Las pulsaciones se me van a 152ppm. Mala cosa, me acerco a ese punto de no retorno donde empiezo a acumular ácido láctico. Pero el subidón que me da con tanta gente animando me pone la piel de gallina, me sale ese sudor frío de las emociones. Y no me encuentro mal, al contrario. En Ferraz me dan el primer Powerage, y un voluntario me da la botella, detalle que agradezco porque soy incapaz de beber en vaso durante la carrera. El paso por el medio maratón lo hago en 1:48. Muy rápido, pienso, tiempo proyectado de 3:36-3:40.

Intento regularme en la bajada hacia el Parque del Oeste y el Paseo de la Florida, y los hago en 5:05. Las pulsaciones, pese a la bajada, no disminuyen, y ya están en 154. Nos disponemos a entrar en la Casa de Campo y me encuentro bien.

Conforme a lo previsto me tomo el segundo gel, antes de llegar al Lago, y empezamos a subir Garabitas que no me sienta nada mal; de hecho recupero más de 100 posiciones. Me regulo, haciendo una media de 5:28 y las pulsaciones que se van a 159ppm. Me empiezan a doler las articulaciones, lo normal, y noto cómo el gemelo derecho se me sube, por lo que aflojo el ritmo hasta que veo a una voluntaria que me enchufa un pelotazo de reflex. Qué gran invento el réflex, sobre todo a esas alturas de la carrera.

Antes de la salida nos ofrecen un gel que está, pongámonos poéticos, asqueroso. Puede que tuviera glucosa por un tubo, pero la textura lo hacía intragable: era como el relleno del Twix, por lo que a esas alturas lo tuve que escupir como pude.

Es el km 32 y voy a 5:10; he subido y bajado Garabitas sin secuelas en forma de bajada de ritmo, y encaro a la salida animado porque quedan menos de diez kilómetros y voy bien…  o eso creo. Hasta el 34 todo bien, incluso el 33 lo hago a 5:13, pero en el Paseo de la Ermita del Santo me encuentro con ÉL.

El tío del mazo es un hijoputa. Y un maricón de mierda. Y todo dicho desde el cariño y manteniendo el tono irónico de este blog. Es un hijoputa porque te pega con todas sus fuerzas, impidiéndote correr como quieras. Y un maricón de mierda porque te ataca cuando menos te lo esperas, donde menos te lo esperas y por la espalda. A mí me ataco a la salida de la Casa de Campo, donde estaba escondido agazapado como Viriato a la espera del paso de las legiones romanas.

Como dice Óscar, es como si alguien te agarra y tira de ti hacia él, pese a que tú quieras seguir. Pero es que además te hace un placaje. No tenía fuerzas para seguir. Mi cuerpo decía que naranjas de la China comunista, y mi cabeza me decía “venga, cabrón, que siete kilómetros los haces con la misma”. Pero qué va; la materia gris que me quedaba de guardia me ordenó combinar el paseo con la carrera. Vale, anda dos minutos y corre tres. Paso el puente de San Isidro corriendo…como Chiquito, con los pies pegados al suelo y pensando “No puedor, no puedor”. Paseo Imperial, Acacias… parecen la cara norte del Annapurna. Las zapatillas me pesan com plomo, pero no hay ningún sherpa que me las lleve. Sigo caminando dos minutos y corriendo tres, aunque, sinceramente, no sé en qué modo iba más rápido. Los corredores nos animan “vamos, con dos huevos, que ya llegamos”. Los espectadores mucho más “¡¡venga, chavales., que sois unos campeones, que lo tenéis hecho, que eso de ahí es Atocha!!”. Sé que es Atocha, pero está cuesta arriba, ¿acelero? No, voy a 6:52 de media. Cuando corro animo a otros que van tan mal como yo, que a su vez me animan cuando me rebasan doscientos metros más adelante.

Alfonso XII. Qué putada de calle. No puedo subir corriendo el primer tramo, lo hago andando. Km 40 y, a la vista de la Puerta de Alcalá aprieto el culo empiezo a correr a la velocidad PSC (Por mis Santos Cojones). Poco antes de entrar al Retiro km 41. La velocidad es lo de menos, me vengo arriba. El público ruge, o eso me parece a mí. Después de 41 kms estos ánimos te hacen sentirte indestructible. Se te olvida que el gemelo lo tienes a la altura de la rodilla y que se ha dado la vuelta, que los cuádriceps están a mitad de recorrido o el dolor en el tendón de Aquiles, que a pesar de que lo tienes más caliente que el cenicero de un bingo te empieza a doler mucho.

Voy buscando con la poca vista que me queda a la familia. Por lo visto se puede pasar por meta con los enanos en brazos o corriendo. Me pego a la izquierda porque pienso que pueden estar ahí, pero no los veo. Soy un pardillo porque he dado por hecho que si un tío sin dorsal no puede pasar un enano de 4 años (casi cinco) tampoco puede, pero qué va, parece que nos conceden el pequeño capricho (y gran honor) de poder entrar en meta con ellos.

El arco con el cronómetro se ve a lo lejos. No me duele nada, pero no puedo ir más rápido. Un arco, otro arco… 3:51:45 tiempo neto, justo en el punto medio del rango que me había planteado como objetivo, de 3:45 a 4:00. Me siento Gebreselassie; total sólo nos separan una hora y cincuenta minutos y un tono uun poco más oscuro de piel.

Me pongo a andar como un autómata, me tomo dos powerages del tirón y cojo un tercero. Recojo la medalla y me tiro a ¿estirar? No tengo fuerzas ni para eso. Sólo quiero llamar a mi mujer y verlos a todos. Al final están a 30 metros, me han visto pasar y yo no. El año que viene cruzo la meta con los enanos.

Dicen que uno es maratoniano cuando habiendo terminado uno empieza a pensar el siguiente, y yo estoy pensando en el siguiente.


Me queda hablar de las sensaciones de la carrera, que haré en el siguiente post.

Enhorabuena a todos por vuestros tiempazos.

jueves, 19 de abril de 2012

NO va más


Después del rodaje del domingo, y hasta la carrera, no voy a correr más. No es que no me apetezca, pero es que no quiero que una inoportuna sobrecarga me joda lo que he estado preparándome estos tres meses y medio. Esta tarde, además, voy a por en dorsal y la Bolsa del Corredor.

Mi naturaleza analítica me impulsa a interpretar todo lo que he entrenado y ahí van algunas pinceladas:

  • He hecho un total de 635 kms desde Enero frente a 438 kms que hice el año pasado hasta el 10 de Abril antes de mis 26 kms en MAPOMA, casi un 50% más. ¿Son muchos o son pocos? Son los que he podido hacer, en ocasiones robándole tiempo a mi familia que lo han entendido y a quienes se lo agradezco enormemente.
  • Han sido 50 salidas frente a las 40 del año pasado, un 25% más. La diferencia se explica principalmente en los rodajes, ya que este año he hecho una media de 19,6kms en 11 rodajes y el año pasado fueron 14 rodajes con una media de 14,4 kms.
  • No he hecho series, pero a cambio he alternado salidas a ritmos anaeróbicos de 9-10kms con ritmos entre 4:30 y 4:40 (tres series de 3.000 sin descanso, con dos cojones) con otras  a ritmos menos vivos, de 4:45-5:00.
  • Tampoco he ido al gimnasio a fortalecer ningún músculo. Me da una pereza de la hostia. Poder ir a mediodía a casa, ponerse las zapas y a correr es todo un lujo del que no quiero prescindir. Además, meter un día más en el entrenamiento me supone desatender otras necesidades. Cuestión de prioridades, no todo es running.
  • En total he corrido a 4:58, frente a 5:02 del año pasado. Como todas las medias son odiosas, en la medida que siempre hay un cabrón que se come nuestro medio pollo, pienso que lo más útil es centrarse en los rodajes, que nos da una aproximación más real de lo que se puede esperar en competición. En 2011 rodé a 5:12 mientras que este año he ido a 5:14, lo cual lo doy por positivo dado que he hecho 5 kms más por salida y he tratado de contener los ritmos (si excluyo la MM de Segovia la media se me va a 5:17).
  • No he seguido una dieta muy estricta. Mejor dicho, no he seguido ninguna dieta. Si hay que apretarse un cocido, se aprieta. Si juega el Madrid y hay que apretarse dos Mahous, pues p’adentro. No he llegado al punto de ver un plato con un 30% de hidratos, 20% de grasa y 50% de proteínas en lugar de un chuletón con patatas.
  • Pese a ello mi mochila se ha aligerado en tres kilos desde el 7 de enero, cuando ventilamos el último Roscón. Esto, pese a no ser muy significativo, se ha materializado en alguna talla menos en los vaqueros y en el traje de romano por eso de que la grasa que se pierde ocupaba más espacio que el músculo ganado. Lo que no se retira es el flotador ni el pellejo abdominal, pero eso creo que viene de serie.
  • Este año, como el pasado, el Madrid juega con el Farsa, con lo que eso de irse tempranito a la cama lo veo complicado. Además, qué coño, seguro que no dormiré bien por los nervios el resto de la noche, pero me iré pronto a dormir los días de antes. Esperemos que se repita el resultado del año pasado (1-1). Lo que no haré será apretarme dos hamburguesas con queso y tres Mahous, como entonces.

Me lo he pasado de puta madre entrenando, leyendo cómo lo estáis preparando (especialmente a los que, como yo, os “estrenáis” en la distancia) y he conocido a mucha gente del barrio con los que correr. Lo que antes era un buen rodaje de quince kilómetros ahora me lo aprieto tranquilamente para desayunar. A buen seguro repetiré el año que viene, no sé dónde, porque ayer mi agente me estaba organizando la agenda de 2013 con el Maratón de París con alguna visita comercial a Eurodisney o a la Place Vendôme: es lo que tiene ser una estrella (en casa), que hay que cumplir con los patrocinadores. Y es que Pixar es mucho Pixar. 

miércoles, 18 de abril de 2012

Poniéndome guapo

Cuando uno se casa es normal que haga algunos de estos actos “antes de”

  • Hacer dieta desde seis meses antes. Bien la Dukan, la del cucurucho o la del melón, el caso es pasar más hambre que un caracol pegado a un espejo después de ir al Naturhouse de turno a que le peguen el sablazo por un papelito copiado y pegado de una dieta-milagro obtenida de Internet por un “dietista” que cobra (con suerte) como un becario.
  • Como complemento de lo anterior, a dar paseos por la ruta del colesterol más cercana a casa, que uno tiene que ser intrépido pero no estar hecho un David Crockett yendo a La Pedriza La Pedriza o a  Los Villares por La Cuesta del Reventón.
  • Ir a la pelu, a hacerse pruebas varias. El gran día, también, incluso con manicura.
  • Con tiempo suficiente (meses), ir a comprar a la ropa y los zapatos para “el gran día”. Andar por casa con los zapatos para acostumbrarse y que no salgan ampollas.
  • Ir a la lámpara, para salir moreno en las fotos.
  • Exfoliarse.
  • Hacerse una limpieza y blanqueado de boca/dientes. Como dicen los pingüinos de Madagascar para “Sonreir y Saludar”.
  • Ponerse un reloj de marca o un trucho de esos comprados en páginas chinas y que dan el pego.

Que levante la mano quien no lo haya hecho y encontraremos a un mentiroso. A pesar de que el Photoshop es más barato, cuando tenemos a la vista un evento tan importante reaccionamos con actos de esta naturaleza, tan irracional como humana.

Por eso esta semana yo también me estoy poniendo guapo:

  • Pienso ponerme a dieta… de carbohidratos para tener gasolina. Pasta, arroz, papas… me voy a hinchar como un globo.
  • Como estoy con el tapering, voy a dejar de correr esta semana.
  • He ido a la pelu, más que nada porque el pelo no me cabe en la gorra (o más bien al revés) y no conozco a Sergio Ramos para pedirle una de esas cintitas tan poligoneras que lleva.
  • Voy a ir al fisio, para que estire a conciencia los músculos.
  • Hay que cortarse las uñas de los pies.
  • En lugar de ponerme moreno en la lámpara me echaré crema solar. Cuatro horas al sol son muchas horas.
  • Con tiempo he comprado la ropa y las zapatillas, para irlas desgastando y que no me rocen ni provoquen ampollas. Obviamente son un misterio para todos, aunque como pista decir que no serán precisamente discretos.
  • Cargaré el pulsómetro a conciencia y le cambiaré la pila a la banda del pecho, que Murphy existe y llevo un año y media sin cambiarla.
¿Se os ocurre alguna analogía más? Y es que estoy en un "vivo sin vivir en mí y de tal manera espero que muero porque no muero"

lunes, 16 de abril de 2012

Hipocondria

En estos días pre-maratón pienso que los runners somos unos putos llorones de mierda, todo sea dicho desde el cariño. Estamos hechos unas viejas, llorando por dolores reales magnificados o inventados. ¿Qué la Pruden se queja de que tiene el cuádriceps sobrecargado? Pues la Ascen, para no ser menos tiene una amenaza de contractura en el isquio.

Nunca me he considerado un hipocondriaco, todo lo contrario. Pero desde la semana pasada, y a pesar del “tapering”, notaba una ligera molestia en el isquio izquierdo. Uy, uy, uyyyyy…que la estamos cagando…. Pero va a ser que no. Hablando con otros corredores parece que esta etapa de somatización es frecuente y ¿lógica? No mucho, pero sí humana. Todos, en mayor o menor media, tenemos estas sensaciones. ¿o es que acaso nos olvidamos de cuando decíamos “no tengo ni idea”, “me van a suspender”  un día antes de un examen?

Pero vamos a ver, si nunca me ha dolido la espalda durante o después de la carrera ¿por qué tengo la sensación de tener el lomo desgarrado? ¿por qué vemos un enemigo implacable en forma de virus cuando el vecino del quinto estornuda en su casa y lo oímos a través de esas paredes tan bien aisladas de la construcción española? Y es que nos asaltan los temores hacia cualquier contratiempo que nos impida correr. ¿Qué tu jefe te jode y hoy te has levantado con náuseas ¿estoy embarazado? Pues hombre, todo es posible, como dice Rajoy, pero teniendo en cuenta que cuando te joden normalmente te suelen dar por detrás y que tu último par de cromosomas es XY lo tienes complicado, y más ahora con los recortes en Sanidad y en las prestaciones “No necesarias”.

Si, además, lees cómo entrenan los keniatas (gracias, Sergio, por este post tan bueno) es cuando te das cuenta de que nos quejamos de vicio, que somos unos hipocondriacos. En fin, seis días para el gran día.

viernes, 13 de abril de 2012

Momento Full Monty

Full Monty es una peli con una gran carga de humor negro. Está ambientada en Sheffield, a finales de los 80 en pleno declive de la industria metalúrgica con el consiguiente incremento del paro y conflictividad social, algo que la hace desgraciadamente muy actual.

Qué os voy a contar de la peli. Si acaso recordar alguna escena mítica como la de la defensa del Arsenal en sus ensayos.


Palabra de honor que ayer no tenía pensado correr, a pesar de tener el día libre. El caso es que, por motivos que no vienen al caso, tuve que ir por la mañana al Retiro. A eso de los 09:30 con el día fresco, nublado veía a lo lejos a bastante gente corriendo por el Retiro y, claro, tuve mi momento Full Monty




Como para no tenerlo con semejante marco y en plena fase de “tapering”, con las endorfinas pidiendo guerra.

Así que cuando llegué a casa me puse las zapas y a correr a un ritmo algo más ligero que el de MAPOMA (5:09 y 135 ppm). En el km9 siento un pequeño pinchazo en el isquio. Vámonos pa casa, campeón, no hagamos el gilipollas a estas alturas. Más tarde, y hablando con un amigo, me comenta que le pasó lo mismo con la rodilla. ¿Sugestión? El caso es que parece que estoy “sodomizando” como decían en “Los Serrano”. Y hoy, hablando con un ex-mapomero, me he enterado que esto es habitual. Vamos, igual que el “no tengo ni puta idea” de antes de un examen. Llamémoslo miedo, duda o inquietud mezclado con un poco de base real (al fin y al cabo llevo casi un 20% más de kms hasta marzo que el año pasado (540 frente a 400).

A estas alturas poco más se puede mejorar. Simplemente calmar a ese ángel tocapelotas que nos decía “estudia más, que no tienes ni puta idea”. Un rodaje más el domingo y listo, Evaristo.

miércoles, 11 de abril de 2012

¿Conoces tu pisada?

No he podido resistirme...


lunes, 9 de abril de 2012

A vueltas con el tapering

Esto de leer blogs de otros runners hace que aprendas conceptos nuevos o, por lo menos, palabras nuevas. El otro día, leyendo el blog de "Motivación Runner"“ la palabra “tapering”. Anteayer también lo volví a leer en el de "La Pingüina veloz". Cateto de mí, pensé en dos posibles significados:

  • Acción y efecto de ir de tapas, o “tapeo”. Podría ser, ya que tenemos el “vending” para las máquinas de venta de cualquier cosa o el ya histórico “puenting” para tirarse de un puente atado de una cuerdecita ¿por qué no?-
  • Acción y efecto de llevarse el “tupper” o “táper” al curro para comer allí y ahorrarse los 9 ó 10 pavos del menú del día. Vamos, el bocata de siempre pero envuelto en un táper encajable en una cestita de diseño en lugar del menos glamuroso papel de periódico o aluminio, modelo obra.

Pues no. Gracias a Manuel y Yolanda me he enterado que la reducción en la carga de los entrenamientos tiene un nombre, “tapering”. Una vez leído el término me fui al sancta santorum, Google, para ver qué coño era eso del tapering, encontrando estos artículos:



En los planes de entrenamiento había visto que en los 2 ó 3 últimas semanas (sobre todo en la última) la carga se iba reduciendo de forma progresiva. Instintivamente pensé que podía deberse a que con esta reducción se trataba de ir minimizando el riesgo de lesión después de estar 10-12 semanas de trabajo intenso. Hablando en plata, para no cagarla por hacer dos kilómetros de más. Al fin y al cabo, por correr 3 ó 4 kilómetros más la última semana no va a mejorar nuestro umbral anaeróbico y sí que nos puede joder bastante en forma de contractura o sobrecarga.

¿Y qué tal mi fase de “tapering”? Bueno, hace un par de semanas hice tres salidas bastante tranquilas (salvo una, a 4:38 aún flipado por la media de Segovia, las otras dos a una media de 5km). El rodaje del domingo, de sólo 18 kms, lo hice a 5:19, y 135ppm, el 80% de mi FCMáx. Con esta media, mi tiempo final en MAPOMA estaría en 3:45. A este ritmo me encontraba bastante cómodo, aunque extrapolarlo a 24 kilómetros más pueda resultar aventurado. 3:50 quizás sea más realista (8 segundos más por kilómetro de “colchón”).

La semana pasada salí un par de veces, batiendo mi récord en una salida de 10 kms, a 4:28, y eso que quería ir tranquilo precisamente por el tapering. Pero ya se sabe, dos kilómetros iniciales buenos y, qué coño, “ligero como una moto, potente como un camión”, como dice Pelayo. Me imagino que influyó la situación pre-borrascosa (menor presión atmosférica), ya que llevo varias salidas a umbrales anaeróbicos a 4:31 (28 de Febrero), 4:32 (22 de Marzo), 4:35 (5, 8 y 13 de Marzo). Son “sólo” un par de segundos, pero al final lo que queda es que uno corre a “cuantro veintipico” en lugar de “cuatro-treintaypico”. No es lo mismo, no señor. ¿Y el rodaje? bien, muy bien, sólo quince kilómetros por Córdoba pero que me supieron a gloria, haciendo honor al día la Semana Santa en el que lo corrí y del que me explaré en el siguiente post.

lunes, 2 de abril de 2012

Media Maratón de Segovia 2012 (parte II)


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…

De la misma forma que el mejor manual de fotografía es un libro de pintura, el mejor texto de motivación “runner” puede ser de Machado, quien, por cierto, vivió en Segovia trece años. Ni títulos grandilocuentes como “Nacidos para correr” ni aparentemente intimistas como “De qué hablo de correr cuando hablo de correr”.

Cuando uno va a alguna carrera, muchas veces lo de menos es la carrera en sí. De hecho la carrera puede llegar a ser una excusa, y no seais mal pensados.

Pienso que una carrera no debe dejar de ser lo que es, un medio para constatar y superar los límites de cada uno. Cuando la convertimos en un fin en sí mismo nos encontramos con que no disfrutamos de ella porque vamos más pendientes de los ritmos que de disfrutarla.

Lo de menos, pienso, es el tiempo que hagamos, salvo que sea para vacilar con Fernández, el de Contabilidad, que no es capaz de bajar de 1:50 por muchas mariconadas técnicas que se compre, mucho más caras que las mías, pero que son “la potencia definitiva del universo” que les hará igualarme. No digo que no sea importante, que lo es, pero hay otros factores alrededor que para mí hacen que el tiempo final pase a un segundo plano. Como todo en la vida, lo importante es disfrutar del momento, del recorrido, de la gente con la que vas. Cualquiera que haya corrido más allá de la nevera para coger una cerveza para poder criticar a Raúl con la garganta húmeda “éste viejo no tiene ni puta idea” sabe que hay carreras para disfrutarlas y carreras para hacer marca o “Personal Best”, (tal y como les gusta decir a los que confunden lo exquisito con lo gilipollesco).

Sé que para el profano esto puede resultar paradójico, que los términos “disfrutar” y “correr” son antagónicos a su entender como “político” y “honesto” lo pueden ser para mí.  

Es indescriptible ver cómo amanece sobre Segovia, con el sol de costado iluminando el Alcázar y la Catedral como elementos más visibles con la Sierra de Guadarrama al fondo con las cumbres nevadas, los campos recién sembrados de cereal y un cielo azul intenso (lo siento, el género masculino sólo distingue entre azul clarito y azul oscuro, los que vienen en unos plastidecores de 12).

Acostumbrado (y encantado) de correr solo o acompañado en silencio, cuando la gente anima a unos perfectos desconocidos aplaudiendo y gritando te pega un subidón que no veas. Aunque no vaya contigo también te pone la carne de gallina un grito “¡¡Artilleeeeeeeeros!! ¡Con dos cojones!!” cuando alguien ve pasar el estandarte de la Batería, con ésta detrás y que suena a algo así como "¡¡Espartaaanos!!¿Cuál es vuestro oficio?".



Después de hacer cientos o miles de kilómetros por parques, jardines, carriles-bici, calles, carreteras, canales, cañadas, veredas y acequias, enfilar los últimos metros esprintando para pasar por debajo del Acueducto es un momento irrepetible que hay que disfrutar.

¿Y cómo entra el cervezón de después? Pocas cervezas entran mejor que ésa que te tomas con tu familia o con los amigos a eso de las 13:00 un día de calor después de apretarte media maratón.¡¡joder qué sed!!.

Si llevas cuidándote un poco con la comida durante semanas, en las que, por lo visto, llegas a ver un 30% de carbohidratos saturados, un 20% de grasa y un 50% de proteínas en lugar de unas chuletillas de cordero con patatas ¿cómo te sienta el chuletón de después? Me autocensuro, que luego me cae un chorreo. El cochinillo del otro día me supo a gloria, y los judiones ni te cuento.

Hace un par de domingos disfruté muchísimo. Corriendo, sí, pero lo de menos fueron los 21,097 metros.