martes, 14 de agosto de 2012

Símbolos y simbología


Vivimos en un mundo de símbolos. A pesar del pretendido relativismo  moral, religioso e ideológico manifestado a través del multiculturalismo teórico, el buenismo de la alianza de civilizaciones y el intencionadamente discutido y discutible concepto de nación, al final se nos ve el ramalazo que escondemos con el mantra de lo políticamente correcto.

¿Por qué este rollo? Si el otro día visteis toda o parte de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres se escenificó cuál es la competición por antonomasia de los Juegos. Por mucho medallero y mucha polla en vinagre con la que nos han machacado continuamente estas dos semanas, al final el atletismo, que se desarrolla en el Estadio, es el deporte rey. Y dentro de éste el maratón es la competición que marca el final de los Juegos.

Los que miden el éxito o el fracaso deportivo por un horroroso cuadro de Excel con un montón de colorines y banderitas seguramente no se han enterado de nada.  Lo que queda, al final, es un producto más, fácilmente vendible a los deportistas de salón que lo mismo siguen la lucha grecorromana, la natación, el atletismo, el judo o el Taekwondo sin diferenciar entre ellos. Pero da igual, con un cuadrito de colorines se pueden hacer todos los ejercicios de patrioterismo posibles. ¡¡Yo soy español, español!! ¡¡Puta pena, joder, que los putos kazajos tienen seis oros, qué cabrones!!

Sin embargo, a pesar de las gilipolleces de las tabulaciones, en el COI y en la IAAF siguen quedando románticos que con estas escenificaciones establecen toda una declaración de principios de cuál es el deporte rey de los Juegos.



Con 26 deportes (y 39 disciplinas deportivas), casi trescientas competiciones y once mil deportistas, el reconocimiento último se lo lleva el maratón en el Estadio Olímpico. El resto de competiciones se desarrolla en sedes alejadas. La entrega de medallas también, marcando claramente cuál es el deporte protagonista. El resto de deportistas (que no atletas, porque atleta sólo es el que practica atletismo) sólo pisan el Estadio en las ceremonias de apertura y clausura.

En el aspecto deportivo personal, parece que el espíritu de Mo Farah me ha poseído. Por segunda vez he conseguido bajar en una salida de calidad bajar de 4:30. La primera fue a 4:29, cuando estaba preparando MAPOMA, y ésta a 4:26 con 154ppm (90% de la FCMáx). No es que me obsesione el tema, al contrario, más que nada porque hasta que no veo que llevo buen ritmo en el km 3 ó 4 no decido si meterle algo más de caña o sencillamente seguir a buen ritmo. Todo ello a las 07:30, viendo amanecer en el JC1 con la temperatura más baja que la semana pasada, todo un lujo. Esto y el chute de endorfinas es con lo que me quedo.

El domingo el rodaje lo hice a 4:54, demasiado rápido para mis ritmos habituales (5:00-5:15), de ahí que las pulsaciones fuesen un poco más altas de lo normal (¡42ppm). Probablemente la expectativa del combinado piscina-cervezón influyó en que fuese más rápido.

viernes, 10 de agosto de 2012

Espíritu Olímpico


El fin de semana pasado noté un fervor olímpico desbordado. Como si se tratase de una nueva operación bikini o una época de propósitos, el caso es que el JC1 estaba petado el domingo bien temprano.

Como casi todos los domingos de verano, salí a eso de las 08:30, que hay que aprovechar que no hace tanto calor y que precisamente por ese calor hay que ir después a la piscina.

Buscando la sombra como los perros, me fui por Villarrosa y el carril bici hasta El Capricho. Es impresionante la frondosidad de este parque en verano. Apenas hay sol, lo que lo hace perfecto para correr si no es porque sólo abre los fines de semana. Para entrar, además, no puedes llevar bicicletas, ni balones ni calcetines blancos. Abren a las nueve, y a esa hora estaba como un clavo. Hasta que me fui, seis kilómetros más tarde, era el único visitante. “Buenos días”, me daba palo cruzarme con los jardineros sin saludarlos.

Los patos se asustaban al notar mi presencia, y los gorriones ni te cuento. Entre la humedad y la frondosidad de la vegetación es fácil que haya más de cinco grados de diferencia con el exterior.

Volviendo para casa por el JC1 noté, como contaba antes, que había mucha más gente corriendo que cualquier otro domingo a esas horas. ¿Émulos de Usain Bolt que se habían empalmado con la carrera del día anterior? ¿Operación bikini una semana antes de irse a la playa por haber reventado el susodicho probándolo? ¿salida tempranera para ir a la piscina después o ver la maratón femenina? 




Me imagino que un poco de todo. El caso es que ninguno de los que corríamos teníamos ni el estilo ni la gracilidad ni el tipito ni por supuesto la velocidad de los keniatas/eritreos/etíopes que habían corrido el 10.000 la noche anterior.

Al final, y para ser pleno verano, me salió un rodaje más que decente de algo más 15 kms a 5:02. Eso sí, con dos paradas técnicas para beber, que el Lorenzo picaba que no veas.

martes, 7 de agosto de 2012

Se me volvió a romper el Garmin


Definitivamente me ha mirado un tuerto con el pulsómetro. Mira que no conozco a nadie que me hable mal de los Garmin, pero en año y medio se me han roto dos. El primero fue en Septiembre del año pasado, y se me cayó desde una mesita de noche y se jodió la pantalla. Por lo visto estaba practicando deporte de alto riesgo ahí, entre el despertador y la lamparita y la garantía no me lo cubrió. El caso es que los enrollados del servicio técnico me ofrecieron uno nuevo a “precio de amigo”, 150 pavos.

El nuevo funcionaba como el antiguo, es decir, estupendamente. Hasta Junio, que empecé a notar que se le formaban unas gotas de condensación en la pantalla. Gilipollas de mí, pensé que era lógico con la diferencia de temperaturas entre el curro (con su aire acondicionado) y la calle, a treinta grados. En las dos semanas de vacaciones, sin embargo, las humedades fueron a más. Tanto que no me dejaban ver la pantalla. La carga de batería no duraba nada, y la vida útil de la batería me daba “-1%”, como si eso fuera posible. Bueno, sí, que según nuestros mandamases crecemos un “-1%” y no bajamos. Tampoco sube el paro, sino que se “desacelera la creación de empleo”, como si en algún se haya acelerado.

Puestos al habla con el servicio técnico me dicen que es un defecto de fabricación, y que se lo tengo que enviar para que me lo reemplacen. Contándoles la película anterior me dicen “Uuuuuuuyyyyyyyyy, pues habría que ver si te lo cubre la garantía, porque ésta sólo dura seis meses en el caso de las reparaciones”. “A ver, chaval, tú no me reparaste nada el año pasado, me vendiste a 150 pavos un GPS nuevo” “Ya pero tú aceptaste las condiciones de reparación, que tienen una garantía de seis meses” “Sí, las de reparación tienen seis meses de garantía, pero las de venta son de dos años, y tú me vendiste uno nuevo”. “Bueno, mándanoslo”.

Al cabo de una semana me vuelven a mandar otro nuevo, esta vez sin pagar.

¿Qué puedo decir con mi experiencia? Pues que mientras no se rompen los Garmin funcionan de puta madre. Son precisos, fáciles de manejar y son mucho más baratos y cómodos que los Polar. Subrayo lo de “mientras no se rompen” porque el Museo Británico tiene tablillas babilónicas más robustas que el Garmin


Un cacharro que se vende como un complemento ideal para un “Ironman” no da muestras precisamente de ser “Ironmade”, sino más bien “Shitymade”. Además, en el Servicio “Técnico” tienen al mono de Los Simpsons que, una vez pasado el periodo de garantía, te escribe diciendo que “el precio fijo de reparación es de 110 euros más 10 de envío más IVA”, tenga lo que tenga. Que sí, que lo he visto:





Mientras tanto he estado corriendo con el Kalenji de nueve pavos, ése que uso para ir a la playa o a la piscina. Algún que otro día incluso sin él. Corriendo por sensaciones he tardado lo mismo y en un par de salidas se me ha quitado el tic de mirar la muñeca para ver los ritmos. Con unos recorridos predefinidos y con unos ritmos controlados, es fácil clavar los tiempos.


Tres salidas de diez kilómetros a 47:40, 48:00 y 48:05.  Otra más a 45:50, siendo consciente de estar metiendo caña. Y un rodaje de trece kilómetros a 5:00 “o así”, yendo más tranquilo.

El caso es que cuando, por inercia, hacemos los mismos recorridos tampoco es tan necesario un cacharro de estos. Por muy analítico que uno sea, si no hay tiempo para el análisis, tampoco es que me aporte mucho tener en la base de datos 90 veces el mismo recorrido de diez kilómetros entre 46:00 y 49:00 con los parciales por kilómetro si no voy a analizarlo. Con el tiempo, a lo que le doy más importancia es al comentario “lluvia”, “frío”, “calor”, “viento”, “solo”, “en grupo” para poder comparar la progresión. Otra cosa es con las carreras, los rodajes en los que sí varío mucho más, las series o cuando salgo fuera.

Al final es como el cerebro, que sólo usamos el 10% de sus capacidades y algunos ni eso. ¿O no conocéis a más de uno que tienen un GPS para correr en la cinta del gimnasio?. Pues lo mismo con el cerebro e Interconomía.