Semana breve en cuanto a salidas pero intensa en
todo lo demás. Sólo salí tres veces en las que noté que las molestias en el
isquio siguen remitiendo aunque no desaparecen. Dos salidas intersemanales de
10 kms a 4:50 y 4:37. La primera de ellas, además, luchando contra los
elementos en forma de frío, viento, lluvia y nieve. A diferencia con el Duque de Medina-Sidonia al mando de
la Invencible yo no culpé a los elementos de lo que puede parecer un mal
entreno. Al contrario, lo considero muy
meritorio dadas las condiciones adversas. Y satisfactorio, que me lo pasé muy bien. Y es que pienso que
cuando corremos con lluvia, barro o con todo a la vez dejamos salir a ese niño
que llevamos dentro amordazado que disfruta saltando en los charcos, llenándose
de barro o mojándose con la lluvia sin
miedo (inducido) a mancharse o mojarse.
El domingo rodé poco más de 18 kms a 5:09, pero
con los cuatro últimos a 4:59. De pulsaciones bien, quizás algo subidas (142),
pero bien. El isquio no empezó a molestarme hasta dos kilómetros antes de
terminar pero controlado en todo momento, de ahí que mantuviese el ritmo.
En mi recorrido habitual por los parques de
Hortaleza y Barajas (el expansionismo hortalezano se atribuye como propios el
JC1 y su anexo de El Capricho), di una vuelta de más en este último. Me encanta
El Capricho para correr. A pesar de sus cuestas y de lo umbrío que es, en un
día de invierno como los que vivimos es perfecto para correr, a la par que
idílico y bucólico con sus estatuas, chorritos o patitos. Abren a las 09:00 y a
las 09:30 aún no hay nadie. Con tantos y tan grandes árboles el viento
desaparece, los coches de las autovías y vías rápidas que lo circundan ni se
oyen y el frío se ve amortiguado por el manto de las hojas de los árboles.
Y cuando escribo nadie es que, aparte de los
seguratas, no hay nadie. Qué gusto da correr así, ver cómo las ardillas se
sobresaltan a tu paso, oír pájaros por doquier, algún pato despistado
chapoteando… qué pena que sólo abran los fines de semana, porque aúna las
ventajas de correr por un bosque con la cercanía de tenerlo al lado de casa.
Lo que sí estoy notando es que los propósitos que
inundaron los parques ahora madrugan menos para correr o directamente no
madrugan. Ellos se pierden los amaneceres tan espectaculares que estamos vi-viendo.
Simplemente im-presionante el espectáculo de ver la sierra nevada reflejando el
naranja intenso del alba.
Como colofón de la ciclogénesis del fin de
semana, este martes anunciaban nieve en cualquier cota de la Meseta.
“Prepárense porque puede nevar”. En
invierno. “Utilicen el transporte público”. Ni puto caso, que lo usen los
demás, que yo voy calentito en mi mole de dos toneladas. Luego nos quejamos
cuando se colapsa la A-6 y nuestro flamante Q-7, un engendro de más de 2.500
kgs, no es capaz de circular con un poco de hielo con su pretencioso aire de
todoterreno. Eso y mandarle a Teta-5 el vídeo grabado con el “esmarfon” de lo
mal que lo estamos pasando y que nadie viene a rescatarnos.
Por la mañana caía esa lluvia que en cualquier
momento se podía convertir en nieve, y en eso se convirtió a a las 09:30
durante quince minutos. Después, la lluvia. Decepción en casa porque los enanos
se las prometían muy felices cuando vieron por la ventana del cole que empezaba
a nevar.
A mediodía ni rastro de nieve. La lluvia,
incluso, desapareció brevemente y el viento con ella. ¿Una carrerita? ¡Cómo no!
Hay que aprovechar que no hay viento.
EL cielo parece claro pero por el oeste se
ciernen unos nubarrones negros. Me pongo el impermeable y me echo en el
bolsillo la gorra Goretex del Decartón por si acaso. Y salgo.
Salgo a correr con un aire limpio consecuencia de
haber estado toda la mañana lloviendo. Y con muchos charcos y barro
consecuencia también de dicha lluvia.
El isquio no me molesta aún por lo que decido ir
algo más rápido, 4:50, 4:40, 4:45, 4:33. Bueno, “decido” a lo mejor no es el
verbo correcto, sino que debería ser “me dejo llevar”. Paso por el lago del JC1
cercano a la salida de la Avenida de Logroño y noto alguna gota. El ritmo se
incrementa y el goteo se convierte en chorreo, por lo que saco la gorra y me la
pongo. Empieza a hacer más aire justo cuando tengo girar y empezar a subir
dirección noroeste, pegadito al Campo de golf “público” del Olivar de la
Hinojosa.
La lluvia se convierte en esa aguanieve que
cuando te cae es dura y que inmediatamente te resbala y se funde por el camino.
Noto los golpes en la visera de la gorra (menos mal que me la he traído, porque
en las manos sin guantes molesta un poco), los ritmos bajan pero me gusta
mucho. Estoy disfrutando con la nieve; al fin y al cabo, y para desgracia de
los enanos, en Madrid nieva una ó dos veces al año como mucho, por lo que hay
que verlo como una circunstancia excepcional con lo que disfrutar en lugar de
lamentarse por nuestra “mala suerte”.
En el JC1 no hay casi nadie, diez personas como
mucho. Me cruzo con muy pocos runners. Nos saludamos con esa mirada de
complicidad con la que no decimos nada pero viene a querer decir “joer, hoy sí
que estamos pocos”.
Al final me salen los diez kms a 4:45. A pesar de
las circunstancias me voy acercando a mis registros habituales pese a que las
molestias en el isquio siguen ahí aunque ya menores.
La “nevada” dura menos de un cuarto de hora pero
sigue lloviendo. Llego a casa con las mallas llenas de barro y con un subidón
por las circunstancias de la carrera. Cuando llego a la oficina mis compañeros
(y compañeras) juran en arameo porque la “nevada” les ha pillado a la hora de
la comida y se hacen cruces por cómo volverán a casa en su coche. Como si no
estuviéramos en alerta naranja ni lo hubieran anunciado.
Algunos no entienden cómo puedo salir a correr
con “este tiempo” y yo no puedo entender cómo vienen en coche “con este
tiempo”. La diferencia está en que yo disfruto como un enano corriendo “con
este tiempo” y ellos se encabronan conduciendo “con este tiempo”.
Semana chunga en muchos sentidos la que se
termina. Afortunadamente el fin de semana ha enderezado una semana que parecía
torcida. Entre otras actividades estuvimos en La Caja Trágica (perdón, la Caja
Mágica, que me traiciona el subconsciente) viendo el España-Croacia del Mundial
de Balonmano, y hay que ver lo complicado es explicarle a unos niños que
dejarse ganar contra Croacia puede ser bueno de cara a los cruces pero pésimo
en cuanto a la imagen que damos, que al fin y al cabo es lo que queda. La
sombra de la duda siempre persigue a selecciones como Grecia, Serbia o la misma
Croacia por pensar más en los cruces que el partido siguiente.
La mochila sigue ahí, algo más escuálida, y sólo
me queda un kilo para que vacíe del todo el lastre navideño.
En el aspecto deportivo personal sigo sin
arrancarme con las series que pretendía hacer. Tampoco estoy yendo a ritmos
altos. Y es que tengo esa molestia ahí en el isquio que no termina de irse.
Además el aire que nos ha acompañado esta semana tampoco es que haya ayudado mucho.
Ciclogénesis se llama ahora a un tiempo de perros
como el de la semana pasada. Todos y cada uno de vosotros habéis corrido
cayendo chuzos de punta, con un frío del carajo o soplando un viento del copón.
49 kilómetros en total, quince más acumulados que
en enero de 2012 (110 frente a 95, parte positiva) repartidos en dos salidas de
10 kms, una de 12 kms y el rodaje de 17 kms. Los ritmos, sin embargo, siguen
sin bajar. Con el viento no me apetece (ni puedo, hay que ser francos) correr
entre 4:30 y 4:40, mis velocidades en las que me muevo en entrenos en el umbral
anaeróbico, de ahí que me haya quedado entre 4:50 Y 5:00. Además, qué coño, no
quiero forzar la máquina por el riesgo de lesión. En alguna de las salidas pesó
más el mono por salir que la razón que invitaba a descansar y ya se sabe que la
mayor parte de las veces nos dejamos llevar por al instinto.
Lo mejor del rodaje fue comprobar que, a pesar
del viento, puedo rodar a 5:10-5:20 a un buen ritmo cardiaco, 140ppm (sobre una
FCMáx de 163ppm). Aún es alto, tengo que bajarlo y probar a ir a 5:15-5:20,
ritmo al que debería ir para bajar de 3:45. Teniendo en cuenta, además, que
gran parte del mismo lo hice por los toboganes del Pinar de Conde Orgaz, todo
llenitos de barro, quiero pensar que pude hacer alguna pulsación de más que en
circunstancias competitivas no las he de considerar.
Desde hace un par de meses notaba “algo” en la
rodilla izquierda que no lo sentía en la derecha. No era un dolor, pero sí una
molestia que aparecía en frío y, ocasionalmente, en los rodajes largos. Y uno,
que no es precisamente hipocondriaco, empezó a preocuparse.
La pierna izquierda… ésa cuyo isquio se me queja
de vez en cuando.; ésa con la que piso más fuerte que con la derecha, y no es
una metáfora.
Además, hace tres años me hice una prueba de
esfuerzo en Oberón en la que el médico, con tocarme la rodilla y girarla un
poco me dijo que podía tener el cartílago desgastado, por lo que me recomendó
que tomase Condrosán. Gilipollas de mí me compré ese medicamento sin consultar
al médico de cabecera. Y, claro, al ver que era un medicamento indicado para la
artrosis fui a ver al médico de cabecera. El hombre este no es la alegría de la
huerta. De hecho es un gilipollas de cojones y te habla con una vehemencia que
no sabes si es Dios o Alá el que te está dictando los Nuevos Mandamientos o el Corán o el Marca, pero
el caso es que me dijo “¿piensas arriesgarte a los posibles efectos secundarios
de un medicamento? ¿te duele? Lo más probable es que se te inflamen los
tendones y te rocen con la rótula, pero si tuvieses una condro te dolería
muchísimo, y no te duele ¿no?” “Pues no, ahora no me duele”.
Y esta conversación cayó en el olvido hasta que
empecé a notar “eso” de lo que escribía antes, esa pequeña molestia en frío.
Glups.
Aprovechando que tenía
que ir al trauma por otra historia, le conté los síntomas. Aparentemente no
tenía ningún tendón ni ligamento jodidos, pero por si acaso me mandó que me
hiciera una resonancia magnética. Le conté la historia de la prueba de esfuerzo
“¿y quién te lo hizo, Rapel?” “Bueno, llevaba una bata, pero era blanca” –le
dije- “Es que para decir que tienes el cartílago desgastado no hay otra forma
que con una resonancia” En fin, que me hice la resonancia. Una semana después,
con los resultados en la mano, fui nuevamente a verle. Y, sorpresa” estaba todo
en orden. La rótula, perfecta, tendones, ligamentos y cartílagos también. ¿Qué
fallaba? Un quiste (ganglión) emplazado justo debajo del ligamento anterior
cruzado, al lado de la rótula, por lo que la molestia tenía una causa real pero
no para preocuparse. Uf!.
La primera semana preparatoria de MAPOMA 2013 la
cierro con 37 kms distribuidos en dos salidas de 10 kms y un rodaje de 17 más
una salida en bici de 19 kms. Además la mochila navideña se ha visto aligerada
en medio de los dos kilos que pude pillar.
Dado que en el rodaje de la semana anterior noté
cómo se cargaba el isquio izquierdo de mis desvelos nocturnos, mi cuerpo
serrano me pedía suavidad, mimos e ir poco a poco. Y uno, que es un caballero,
no pudo resistirse. El martes diez kilómetros a 4:56. EL miércoles,
envalentonado, incrementé el ritmo hasta 4:49 para los mismos diez kilómetros a
148ppm. El jueves tocaba descanso pero viendo el día que hacía decidí
convertirlo en descanso activo y con la bici me fui hasta el JC1. A 128ppm hice
18,5 kms, a 23 kmh. Los que conocéis este parque sabéis que el fin de semana
suele estar petado y que no es aconsejable ir en bici a meterle caña ya que
puedes provocar un accidente, pero a mediodía, entre semana y en invierno sólo
hay runners y algunos grupos de estudiantes escaqueados bebiendo litronas lo
que lo hace muy recomendable para ir en modo “plato grande/piñón chico”.
El sábado, finalmente, salí a rodar. Sin ninguna
molestia hasta el km 15, pude ir a un ritmo medio sostenido de 5:00 y con
142ppm. Sé que no es mi ritmo de maratón, que voy demasiado subido de
pulsaciones, pero quería aprovechar que rodaba a nivel del mar en Gijón en un
recorrido prácticamente plano para ir algo más rápido y, de paso, probarme de
cara a mi pretendido maratón de finales de año.
Lo malo: tengo que cuidar el isquio, con mimo.
Afortunadamente el voltarén hace milagros sobre todo en frío. ¿Será dóping? Por
si acaso me dejaré ganar en MAPOMA porque quiero, que estos keniatas están muy
delgados y muy necesitados.
Lo bueno: Dado que tengo los registros del año
pasado, veo que los rodajes los hago algo más ligeros de pulsaciones y más
sistemáticos en cuanto al ritmo. Los clavo.
Tengo que rodar más lento para seguir probándome,
lo sé. A 5:15-5:20 ando entre 136ppm-140 ppm hasta el km 17-20. Más allá lo
desconocido, pero de mantenerlo estaríamos hablando de una marca proyectada de
3:40-3:45.
Creo saber en qué fallé el año pasado, el ritmo
demasiado alto (hasta la entrada a la Casa de Campo en el km 26 iba a 5:03 y 150ppm, sobre
un FCmáx de 166ppm), probablemente un desayuno insuficiente (al fin y al cabo
se requieren entre 2.500 y 3.500 calorías, con un consumo medio de 60-80/km) y
el efecto psicológico de algún rodaje más largo (hice trece rodajes y, salvo
uno de 28 kms, dos medias maratones en entreno y otro en Segovia el resto se
quedaron entre 15 y 18 kms). Los dos primeros son fácilmente solucionables,
mientras que para el último hace falta tiempo. Nada más y nada menos.
Cuando
empezaba a currar tuve uno de los jefes que más me ha marcado por sus
conocimientos, trato y frases categóricas. Ya con el cambio de siglo era
escéptico en todo lo concerniente al ladrillo y al modelo de negocio
que se estaba gestando basado en el apalancamiento sin poner ni un puto
duro por parte de los gestores de este sector en ese momento y por
extensión a toda la economía en años posteriores.
Si
entonces nos asombraba con sus argumentaciones, en plena borrachera
crediticia nos acordábamos de él y desde que pinchó la burbuja no
hacemos sino ratificarnos en lo certero y visionario que era su
criterio.
Pienso
que si en el sistema crediticio en general y el de las cajas en
particular hubiese habido el 10% de su conocimientos no estaríamos ni
mucho menos como estamos. Eso sí, no tendríamos el abandonado AVE de
Albacete a Toledo, ni aeropuertos fantasmas o de diseño ni el túnel de
la M30, ni Palacios de Congresos sin congresos por doquier.
Dos
de las frases que nos marcaron fueron “el papel lo aguanta todo”, que
fue lo que marcó todo lo anterior como modelo de negocio ruinoso (¿nueve
millones de pasajeros entre Albacete y Madrid? Eso significa que en
días laborables se tendrían que desplazar de Albacete a Madrid 36.000
personas a currar para cubrir costes… hasta que se cerró porque RENFE
palmaba 18.000 pavos al día sólo por los trenes, sin tener en cuenta
amortizaciones ni pagos de deuda… en fin). Su
alter ego, más mundano, tenía como máxima uno más zafio y explícito
pero no menos lleno de significado, ese "a la mujer y al papel hasta el
culo le has de ver".
Otra
de las frases que nos marcó nos la dijo después de Reyes cuando le
preguntamos por lo que le habían dejado los Magos. “La consabida corbata
y la consabida camisa”.
¿Qué
le puede pedir un runner a los Reyes Magos? Si se porta bien le pueden
traer un los “consabidos” pulsómetro, ropa técnica, zapatillas, una
inscripción para el maratón de NY, Londres, París… Salvo las
inscripciones (que sus majestades no saben tramitar porque muchas veces
no están disponibles en esas fechas tan entrañables), el resto de
material me lo han venido regalando en estos años porque no me he
portado bien, sino lo siguiente. Tan bien me he portado, tanto las he
usado y tanto me han gustado que incluso han repetido. Saben que conmigo
este tipo de cosas son un 1 fijo. Pese a que las corbatas y las camisas
las uso aún más no me hacen ni la décima parte de ilusión que lo que me
traen habitualmente.
Peaso zapatillas, Supernova Glide 4
Por
algo será que se dice “feliz como un niño con zapatos nuevos”? Igual
con los runners, que somos felices con un par de zapatillas nuevas y nos
da un subidón cuando nos pegamos unas semanas con ellas, todas
nuevecitas, limpias. Tanto nos gustan que las miramos cuando corremos,
que evitamos el barro para mancharlas. Si llueve nos ponemos las viejas
pese a que tengan menos tracción que es más necesaria en esos días.
Irracional ¿no? En fin, que os puedo contar.
Inicio
mi preparación para MAPOMA con dos kilos en la mochila y ganas de ver
si soy capaz de bajar de 3:45. Si no me vuelvo a hostiar contra el tío
del mazo seguro que puedo.
Como suele suceder en estas fechas, todos solemos
hacer en mayor o medida un análisis del pasado y proyectamos nuestros deseos en
forma de propósitos para el siguiente.
En el aspecto cuantitativo, he corrido 1.900
kilómetros cuando me había planificado 1.800 (150 kms/mes), mi récord
absoluto. Entre la preparación de
MAPOMA, que supuso que hiciera 693 entre enero y abril frente a una media de
500 de años anteriores y la tendencia en forma de ola que ello supuso, he hecho
300 más que en 2010. No cuento 2011 porque entre Agosto y Noviembre padecí las
consecuencias de varias lesiones en el isquiotibial izquierdo, periodo en el
que hice 300 kilómetros frente a una media de 550-600 de otros años.
En el aspecto competitivo he dado un “gran salto
hacia delante”, y es que he tirado la casa por la ventana:
He corrido mi primer maratón, terminándolo en 3:51 (podéis ver la
crónica entre la lista de los posts más leídos). El darme de bruces contra
el muro me ha supuesto aprender un par de lecciones que espero me sirvan
para futuros maratones, y es que correr maratones es la unica forma de
preparar maratones.
Como preparación del maratón he corrido un medio maratón oficial
(alguno más en forma de rodaje), el de Segovia, en 1:38. El haber ido muy
por encima del ritmo estimado de maratón y haber llegado entero y con
fuerza a meta quizás haya sido una de las causas de que haya sobreestimado
mis fuerzas en un maratón.
Con el virus competitivo inoculado, me he apuntado a tres diezmiles,
donde he dejado mi MMP en 41:50.
Como guinda he corrido una San Silvestre de 6.000 metros, en el que
corrí a 4:08 si le hago caso a la organización o a 4:01 si le hago caso el
Garmin; en cualquier caso mejoro lo anterior.
En el aspecto cualitativo he mejorado por
exposición mis rodajes, haciéndolos más largos y progresivos. He aprendido a
“sufrir” manteniendo ritmos altos en los diezmiles, reflejándose en entrenos a
umbrales anaeróbicos algo más rápidos. A pesar de que no le he prestado mucha
atención a la dieta se me está quedando un tipín que no veas: la talla 50 del
traje me queda un poco grande, los vaqueros me quedan más grandes y la talla M
de camisa me queda mejor que la L. El único pero es que no termino de ver eso
de las series.
Para 2013 me planteo:
Correr dos maratones, uno a principios y otro a finales de año. Serán
MAPOMA (donde pienso cruzar la meta con los enanos) y otro a elegir entre
Lisboa y Florencia, según lo que cueste la logística, porque no creo que
el señor Ryanair ni los señores hosteleros de la Toscana tengan mucha
piedad con una familia numerosa. Como siempre nos quedará París, lo dejo
para 2014.
En cuanto a diezmiles y medias maratones los que salgan, pero no más
de 3-4 en total.
Hacer series repetidamente, con el objetivo de bajar o acercarme a los
41:00 en 10.000.
No quiero ser muy
ambicioso más que nada porque el tiempo da para lo que da, por lo que no creo
hacer más kilómetros que en 2012, como mucho llegar a 2.000 por aquello de que
me he quedado en 1.900. Además, dicén que lo importante es la calidad y no la cantidad ¿no?
Pues eso, a portarse bien que si no los reyes nos traen carbón para que sus yernos coman jamón.
Hasta ahora nunca había corrido una san
Silvestre. Había corrido, sí, en San Silvestre, pero una carrera organizada
como tal no me lo había planteado.
Influyó mucho que el fin de año no lo pasábamos
en Madrid y que las San Silvestres de Córdoba o de Gijón tenían poco
kilometraje para mi gusto (tres y seis kilómetros respectivamente). También que
no soy muy amigo de pagar por correr, todo sea dicho. Pero este año tenía ganas
de darle en los morros en forma de tiempo a los pseudorunners que pululan por
la ofi y que se apuntan a la Vallekana para presumir luego de camiseta runner
en el túnel de autolavado o, en un alarde de esfuerzo físico, en la clase de
Pilates.
Hace un par de semanas habilitaron la inscripción
para la Carrera de Gijón, seis kilómetros y que por lo visto es la vicedecana
de las San Silvestres oficiales en España. Sólo costaba tres pavos, un precio
más que razonable por correr. Además vi que había carreras para los enanos de
800 metros. Como Gijón en Diciembre no es precisamente el Caribe nos abstuvimos
de decirles nada hasta un par de días antes por la previsión del tiempo. Viendo que daban
bueno se lo dijimos y los apuntamos. ¡¡Uf, 800 metros!!! ¡¡Lo que nunca he
corrido de mi vida!!! Pues hay que preparlos machotes. Y como Rocky III en las
playas de California con Apollo Creed allá que hicimos unas pocas series en la
playa que comenté en mi anterior spot. Además inspeccionamos el recorrido,
viendo donde podíamos atacar a 300 metros de la llegada.
(impagables los calcetines de rayas y la camiseta
de tirantes)
A última hora el medianito decidió que no corría,
que mejor se quedaba en casa viendo dibujos, y tampoco era cuestión de forzar.
Nos fuimos para el Muro, con los nervios a flor de piel, un tiempo perfecto para correr (algo más de 10ºC y nada de aire) y con los últimos
consejos antes de la carrera. En una decisión de la organización que no me
gusta en absoluto los padres pueden acompañar a sus hijos. No me gusta porque
hay padres que NO PUEDEN acompañar a sus hijos porque sus hijos corren más que
ellos y no hacen sino entorpecer a los niños que van detrás de ellos. Y porque quieren
inmortalizar ese momento “Carros de Fuego” con la cámara de video, al réflex,
lienzo, caballete y pinturas al óleo más unas tabillas para ir esculpiendo un
bajorrelieve poniendo en riesgo la integridad de todos (me extenderé en este
aspecto). Antes de tiempo se da la salida y, como siempre, los más lentos se
han colocado los primeros, a instancias de los padres, por supuesto. Hay que
esquivar. Como los niños van “de la manita de mamá” con ocho años buscamos el
pasillo lateral y nos ponemos a remontar. Hay un amago de chocar con el muro
pero es una falsa alarma. Nos reponemos sin apenas bajar el ritmo, curva,
contracurva y vemos la meta allá abajo tal y como habíamos inspeccionado.
Pasamos un arco, otro y ¡¡¡llegamos!! Peaso de sprint de 200 metros que nos
hemos marcado, “recogiendo cadáveres” desfondados. La afición enfervorizada
ruge en la misma línea de meta. Lata de Acuario, chuches de regalo y para casa,
que está empezando a llover y no tenemos ropa de repuesto. Tiempo final: 4:33,
bueno, 4:30 porque lo paramos en la fila. Y es que los malos hábitos runners de
arañar 2 ó 3 segundos por las aglomeraciones de la llegada parecen tener un
trasfondo más innato que sociológico.
Mientras tanto ahora el que tiene que correr soy
yo. La salida está a unos dos kilómetros y son las 16:30, tengo media hora,
tiempo de sobra para ir a trote cochinero. EL cielo está ennegreciéndose, hay
marea alta que vierte sus aguas sobre el muro empapando al personal que pasa
por allí, lo normal al lado del Cantábrico, no sé de qué nos quejamos.
Llego con tiempo, me coloco de los primeros y con
el “Paradise City” entramos en calor. Con el “Enter Sandman” se bordea el
éxtasis colectivo y se da la salida. Hay mucha gente durante todo el recorrido,
y se nota. A pesar de la aglomeración del principio, el primer kilómetro me
sale en 4:01. La carrera se estira y hago el siguiente en 3:59 con las
pulsaciones disparadas a 168. Los dos kilómetros siguientes los hago a 4:03 con
algo de subida y callejeando por Gijón. Empieza a llover más intensamente. Sigo
jodido de pulsaciones, ya a 175. Sin embargo, y en la Avenida de Castilla el
trazado se hace más benévolo y con menos quiebros por lo que decido (más bien
intento) apretar a ver si rompo la barrera sicológica de los 4min/km. La lluvia
se intensifica pero no influye. Noto que adelanto a muchos más corredores de lo
que me rebasan, 3:59 y 3:59. Pim-Pim. Doscientos metros más de propina al mismo
ritmo, que la carrera mide algo más. Entro a 179 pulsaciones, totalmente
reventado y a cuatro segundos del objetivo sobrevenido de la ruptura de los 4
min/km. Esperaba haber hecho menos de 25:00 en 6.000 metros y me quedo en 24:45
en 6.200. Bien.
¡¡Cómo mola mi pistola!! Pienso. He podido hacer
seis kilómetros seguidos a 4:01. Tenía como referencia un ritmo de competición
de 4:11 en Proniño y CSIC, pero éste rompe todos los límites. Es cierto que
“sólo” son seis kilómetros, que el recorrido era prácticamente plano y que
estábamos a nivel del mar, pero creo que si hubiese sido en un recorrido
típicamente madrileño de 10.000 metros hubiese podido ir a 4:05-4:08,
referencia ésta última que tomaré como marca a batir en un futuro próximo ya
que ahora toca MAPOMA.
La organización de la carrera es cojonuda y hay
mucho ambiente dentro y fuera de la carrera, ya que estaba lleno de público
todo el trazado, algo que se agradece cuando venimos de entrenar en solitario.
De la música qué puedo decir: que te pongan a Metallica en el momento de la
salida hace que te salte el espíritu navideño y se salte una lágrima. EL precio
cojonudo para lo que hay. Por poner una pega: te cobran un depósito de cinco
pavos por el chip que luego te devuelven, pero es por poner alguna pega a una buena
organización.