miércoles, 29 de enero de 2014

¿Rodaje rápido o salida larga?

Qué gran día para rodar el domingo pasado. Nada de frío (para estar en enero), nada de viento y un sol que animaba a estar en la calle. Ni una sola nube en el cielo y un amago de niebla que se batía en retirada a eso de las 09:00 hacían que el sol brillase aún más.

Después de tres ó cuatro fines de semana “malos” parecía que parques y carril-bici iban a petarse como finalmente ocurrió. Por lo que salí un poco antes para aprovechar.

Solo, con casi todos en la Media de Getafe, salí a mi ritmo. Con el MP3, y con el objetivo de no pasar de 140ppm, me fui por Villarrosa, Silvano, la Alameda de Osuna, El Capricho y el Juan Carlos I.

Después de unos días corriendo por Valdelatas, el perfil descendente y compacto de este recorrido debía parecerle suave a mi patata, porque si no  no me explicaría que me fuese a 4:54 los siete primeros kilómetros con unas cómodas 134ppm (FCmáx 162).

¿Qué hacer? ¿Mantener el ritmo cardiaco?¿la velocidad? No estoy haciendo series como mejorar tanto la velocidad; tampoco creo que mi ritmo de maratón esté en 5:00. A lo mejor en 5:15…en llano. O, simplemente, que hay días que te sale todo.

Decido meterme en El Capricho, metiendo cuestas, curvas y cambios de dirección. La velocidad baja (5:20) y el ritmo cardiaco sube algo (142ppm). Otra vuelta al Capricho, que hay que disfrutarlo hasta el fin de semana que viene e igual. Seguía todavía en 5:05 y las pulsaciones seguían controladas en 139ppm. ¡¡Oh!! Que llevo 14 kms, hay que volver, que no quería hacer medio maratón todavía y si me descuido lo sobrepaso.

Me vuelvo por el JC1 y se nota ya movimiento. Hay más gente corriendo y algunos demasiado monos como para llenarse de polvo del parque los zapatos… ¡¡coño, que este fin de semana era FITUR!! Quién lo ha visto y quién lo ve… hace unos años había hordas de patilleros (esos que van a arramplar con todo por la patilla) que petaban el aparcamiento a las 09:00 y este año había sitio de sobra a las 10:30…y más tarde también. ¿Seguro que estamos saliendo de la crisis?

Mi vuelta por el JC1 hace que vaya más rápido. Por instinto acelero progresivamente; clavo los parciales a 4:40-4:45; el inconsciente me juega seguramente una mala pasada porque esos ritmos eran los habituales en tantas salidas a mediodía. Y la música.

Correr con música, sin duda, influye en los ritmos. Con una lista de reproducción más bien ecléctica (por no decir inclasificable), con el único patrón común de que son cañeras o motivadoras y son las que podemos oír en cualquier carrera. Sin embargo, si te pones en modo off y te dejas llevar (lo normal en un rodaje) la consecuencia es que te salen unos ritmos más rápidos de los deseados.

¿Correr con otro tipo de música? ¿Clásica? No, pero no pondré el “Resistiré” del Dúo Dinámico (soy más del “Resistiré” de Barón Rojo). ¿New Age? No, yo corro y ésa es música de ascensor. ¿Ligera? Joer, eso es para las discotecas de Benidorm en Febrero. Me quedan pocas opciones, la verdad.


¿Próximas carreras? Fuencarral, en dos semanas. No es precisamente una carrera para hacer marca pero seguro que no la haré. Los del equipo querían correr una media al ritmo del más lento y han quedado en que sea ésta; total, mejor que sea en una dura que en otra más susceptible de ser disputada. Y mejor que sea así, que me conozco; por mucho que uno diga que “no voy a disputar una carrera” el caso es que casi siempre se disputa. Qué fáciles que somos, joer. Así de paso disfruto de un paseo por El Pardo en forma de rodaje. No la he corrido nunca, peor las referencias que tengo es que es dura (sobre todo al final) y que hace un frío de cojones.

jueves, 23 de enero de 2014

Corriendo por Valdelatas

"Cuando estás a punto de morir es cuando te sientes más vivo" (Finn McMissil, Cars 2)

Menuda frase para una película de niños ¿no? ayer me le recordó mi hijo mediano. Y es que cuando uno lo da todo es cuando más satisfecho se queda.

El martes volví a correr por Valdelatas, que me tiene alucinado. Entre autopistas (Carretera de Colmenar, M40, etc), una subestación eléctrica, barrios periféricos desarrollados en plena burbuja existe un reducto de bosque mediterráneo por donde hacer el cabra con la MTB, ir con los enanos a un área recreativa, pasear o correr. Pese a que reúne todas las condiciones para estar transitado al lado de barrios que supuestamente no tienen servicios (que se vayan a un barrio periférico de verdad, a ver qué servicios tienen y cuáles no), oficinas (Timofónica está a menos de un kilómetro), una Universidad (la Autónoma) y un cuartel el caso es que a mediodía sólo me he cruzado con militares de los que sólo saludaba el sargento que cerraba el grupo.

Por situaros, es un espacio cercado a la izquierda por la carretera de Colmenar y al norte por la Autónoma y el Club de Tiro de Cantoblanco.

Vale que el acceso desde Las Tablas no hace presagiar nada bueno (se pasa por la carretera que va a Alcobendas, ésa donde está el Decartón), por una subestación eléctrica y un camino que parece un vertedero pero “enllegando” a la puerta todo cambia.

Por lo visto tiene unas dimensiones de 300 hectáreas. A un lado encinas, a otro pinares; “entrambos” vaguadas con dos ó tres arroyos. Se huele a jaras y cantueso, las piñas están ahora “reventás” de piñones (es la época) y, a pesar de la miopía, llegué a ver alguna seta. Se oyen los pájaros o alguna oveja cuando tres minutos antes estábamos esperando a que el hijoputa del Q7 se dignara en pararse en un paso de cebra para dejarnos pasar (se ve que cinco ó diez tíos como carros corriendo a mediodía con ropa fosforita son más difíciles de ver que un urogallo).

Entrando por el camino eléctrico (el del sur) hay una bajada de casi un kilómetro en el que es muy fácil fliparse y cargarse los cuádriceps; a partir de ahí, y olvidándose de un camino que sigue de frente y que no tiene salida, se gira a mano izquierda y empieza lo bueno; subidas y bajadas cortas que son el preludio de una subida muy larga (unos 500-700 metros). Tras una meseta de otro tanto hay dos opciones: girar a la izquierda y, por otro camino, volver hacia donde entramos o… sí, girar a la derecha y tras un descenso tremendo con la reductora puesta alargar tres kilómetros más el recorrido. De fondo el "skyline" de Madrid, presidido por las torres de Mordor, perdón, de la antigua Ciudad Deportiva.

Tenía tiempo, así que opté por ir con un compañero de esos que corrían antes de que hubiese distintos tipos de pisada que me llevó en volandas. Pisando senderos apenas distinguibles, cubiertos de hojas de pinos iba encantado con lo que veía. Dos ó tres arroyos (o el mismo pasado varias veces).


Al final los diez kilómetros que pensaba hacer se convirtieron en casi catorce; el ritmo tranquilo que pensaba llevar se quedó en el país de los propósitos pero es que me dejé llevar. Por el entorno y por el día, que, también hay que decirlo, era espectacular: unos diez grados, sol, sin apenas viento y con la atmósfera limpia por las recientes lluvias… un lujo que había que disfrutar. El ritmo, como comprenderéis, fue lo de menos. Con toboganes y el suelo húmedo lo mismo me salían a 5:50 que a 4:30. Al final 4:57 con el corazón en la boca y la sensación de haberlo dado todo.

martes, 21 de enero de 2014

Consolidando entrenos

Semana de consolidación la pasada. Por un lado he podido salir sin molestias un día después del rodaje del domingo. Y lo que es mejor, sin consecuencias. Con más miedo que vergüenza salí en plan conservador el lunes a correr ocho kilómetros con la reductora puesta, y al final fui bajando los parciales kilómetro tras kilómetro a medida que respondía la pierna derecha al ritmo de David Guetta (a qué extremo hemos llegado).

Confirmación además de que el Pilates y el running son complementarios. Más allá del coñazo de las abdominales (salvo para Ánsar y CR7 no conozco a nadie que disfrute con ellas), con el Pilates se trabaja la zona abdominales a fondo. Y el lumbar. Y se tonifica el tren inferior. “He tonificado músculos que jamás imaginaría”. En consecuencia también al día siguiente tenía molestias que “jamás imaginé” en el glúteo sobre todo y en menor medida en la fascia, pero esa clase de molestia que tienes después de haberlo estirado bien.

Que sí, que las clases se petan de señoras respetables de cierta edad pero aguantan que no veas. Además hay tres modos para cada ejercicio: modo señora (fácil), modo metrosexual (doliendo un poquito pero haciendo la posturita) y modo Macho-Camacho. ¿Cuál elegir? El Macho-Camacho, que de bajar siempre hay tiempo. Para mi sorpresa estoy mejor de lo que esperaba: descartando la coordinación motora (nunca haré el Moonwalk, ni falta que hace), la ejecución de los ejercicios la salvo con mucha dignidad.

EL miércoles, y con una lluvia que al final se contuvo, fui por Valdelatas. Es increíble que al lado de la M40, de una subestación eléctrica  y de horribles urbanizaciones diseñadas con AUTOCAD en las que lo único que cambia es el mando a distancia del garaje  haya un chaparral como éste. Con algún pino intruso hay unos toboganes muy divertidos tanto para correr como para ir en MTB. Joder, que se corre entre ovejas, oliendo a campo de verdad. Para los que no lo conozcáis, está por debajo de la Autónoma y EL Goloso. Y ya, al otro lado de la carretera de Colmenar está el monte de El Pardo. Qué pena tener que volver porque con gusto hubiese dado la vuelta larga.

Al final me salieron casi doce kilómetros a un ritmo más rápido del inicialmente previsto pero es que el efecto manada es muy poderoso; a ver quién es el que deja de tirar en las cuestas arriba, sobre todo porque desconociendo el recorrido es muy fácil desorientarse. Y a la vuelta, y cuesta abajo como que no se retiene.

Doblete el jueves aprovechando que dan malo para los próximos días; ni me acordaba qué era eso de correr dos días seguidos y esta semana ya llevo dos en apenas cinco días. Con un inicio tranquilo me fui acelerando poco a poco y terminé con sensaciones de fuerza que no tenía desde mediados de Noviembre. Y, como no hay dos sin tres, el viernes salí a correr porque el plan alternativo era apretarse un hamburguesón a mediodía y como que no. No es que fuese una salida al uso (sólo ocho kilómetros) pero entre la mala leche que me quité (mucha) y las grasas saturadas que no me apreté mereció mucho la pena.


Y para rematar el rodaje semanal que por primera vez en mucho tiempo (años) lo hice el domingo por la tarde. La pereza y una lluvia intensa me hicieron desistir por la mañana pero “se abrió un claro entre las nubes, volvimos a ver el sol como dos presos comunes en el tejao de un prisión” el domingo por la tarde y allá que salí. Me sorprendió la cantidad de gente que corre a esas horas; más bien me sorprendió la cantidad de gente que corre. No sé si es que nos concentramos por el mal tiempo del fin de semana o es que, simplemente, los que salimos a las 08:30-09:00 de la mañana somos pocos en comparación al resto. Animado por tanto ambiente el caos es que el rodaje me salió más rápido que otros, 5:00 clavaos. También pienso que influyó el hecho de que saliera sin guantes y cuando el sol se fue tuve que apretarlos porque el frío hacía que se me durmieran las puntas ¿pardillo o falta de costumbre?

Al final me salieron 55 kms acumulados; teniendo en cuenta que hace un mes estaba de reposo por la jodida fascia lata es todo un logro.

sábado, 11 de enero de 2014

Adiós, dolor, adiós.

"Parecía que no les importaba el rápido paso de los años,  y aquellos seres encerrados en una tienda,  sin duda medían la vida por varas, no considerando que alguna vez llegarían al final de la pieza" ("El 19 de Marzo y el 2 de Mayo", Benito Pérez Galdós).

Al fin vuelvo a escribir, pero es que entre la fascia lata, vacaciones y un inicio de año un tanto achuchado en el curro he tenido poco tiempo para escribir y para entrenar. Y es que si no hay nada que contar tampoco es plan de escribir por escribir.

Al menos he tenido tiempo para leer y he de decir que estoy enganchado a los Episodios Nacionales que, dicho así, suena a algo decimonónico y desfasado y nada más lejos de la realidad. Uno lee “La corte de Carlos IV” y se da cuenta que en dos siglos nuestra clase política no ha cambiado nada: medrar a la sombra del poder es fácil si tienes a quién arrirmarte; las intrigas palaciegas, las  puñaladas traperas, la memoria de pez colectiva, la saña con la que se pisotea a ídolos caídos… Frases como la anterior nos recuerdan la cantidad de gente que vive esperando no se sabe qué o esperando a no sé cuándo como la capellanía del tío de Inés, presunto paisano de Godoy. Hay que disfrutar de lo que tenemos y luchar por ello; nadie va a darnos nada y menos ahora.

¿Se nota que me gusta Galdós? ¿O Baroja? ¿O Víctor Hugo? ¿O Tolstoi o Doostoievski? 

Que me voy por la tangente... La fascia lata… ese músculo tan desconocido como hijo de puta cuando se manifiesta.  Y, como las hemorroides, debemos sufrirlo en silencio porque una vez que empezamos a hablar de “ello” empiezan a salir otros afectados. Por lo que tengo entendido, junto con el aductor proporciona estabilidad movimiento motor. Junto con éste viene a formar una “V” invertida que envuelve el recto anterior, cuádriceps… y todos esos músculos que están por ahí (corregidme la barrabasada, que hablo de oídos). De hecho al principio pensé que era un dolor de aductor.

Después de una visita al fisio en la que vi las estrellas, éste me confirmó lo que pensaba: una inflamación de la fascia lata. ¡¡Cómo puede doler tanto que te toquen este músculo con saña!! Reposo casi total. De entrada nada de venir en bici a currar: 17 kilómetros son casi una hora a un ritmo ligero como para andar con tonterías. A tomar por culo también el spinning, qué carga este músculo. Ah, y nada de ibuprofeno, a soportarlo a pelo, que lo carga el diablo. Las fiestas, además, mitigaron el síndrome de abstinencia. Al final once días de reposo que vinieron muy bien. Hasta que el 31 de Diciembre decidí que ya era suficiente, que llevaba corriendo unos pocos años ese día como para dejar de hacerlo en este año tan.. entrañable (por los cojones). Doce kilómetros por Córdoba que me supieron a gloria... por notar cómo no se cargaba, por ir tranquilamente a un ritmo cómodo, por ver cómo amanecía, por ver cómo la piedra caliza refulgía mientras mi sombra se proyectaba al infinito, por correr en Córdoba. Una horita en total en la que el ritmo (5:10) fue lo de menos.

De vuelta a la rutina, y con roscones de por medio, tocaba evaluar daños. La lorza sólo ha crecido un kilo (y eso que he comido como un cerdo), por lo que la operación bikini este año parece más fácil de lo normal. Pero es que tiene truco, yaque los dulces no son precisamente mi debilidad. Sí lo es la cerveza del chiringuito y los espetos de sardinas, o los chanquetes, o la paella “Verano Azul”; la de Septiembre sí que es jodida de quitar.

También tocaba empezar a correr, sin prisa pero sin pausa. Mi particular calendario maratoniano decía que tenía que correr el fin de semana entre 15 y 16 kms. Por si acaso me quedé en 14 cuando el aductor empezaba a avisarme ya en el km 10 cuando estaba saliendo del Pinar de Conde Orgaz. Y menos mal; seguramente pude ir más rápido (5:15) o más lejos porque los compañeros fueron a correr “un poco más” pero yo me olí la tostada y ese “poco más” fueron 23 kms de nada.

Esta semana, por fin, he podido correr dos días seguidos si bien no por decisión propia. Y es que tenía programada una clase de Pilates pero un “porcierto” (todo junto) con la chaqueta puesta me hizo que me la perdiera con gran dolor. Sí, no suena muy masculino eso de que me gusta el Pilates pero qué queréis que os diga.. tampoco eran muy masculinas las mallas y pocos runners se ven ya con un meyba. Además el Pilates es todo lo duro que uno quiera (o pueda).

De momento ni la cantidad ni la calidad de los kilómetros son dignas de contar. Sí que vuelvo a correr sin consecuencias, lo cual sí que es digno de mención. Disfrutando de correr sin molestias. Y pensando que que me voy a adentrar por Valdelatas, que el otro día me pusieron los dientes largos los compañeros que se adentraron por ahí. Qué fáciles somos los runners, coño.