viernes, 30 de mayo de 2014

Primera incursión en la montaña

El domingo pasado hice mi primera incursión en lo que pienso que es un trail de cara a mi bautismo de fuego del día 14.

Intenté salir “pronto”, pero no fue hasta las 08:30. Craso error. Porque en la montaña hay que estar cuando la abren Un error menor fue que hasta donde empezaba de verdad el sendero había dos kilómetros: antes, terreno urbano y asfalto. Más errores… el calzado: pensaba que las botas de trekking era suficiente pero no contaba con que son pesadas para correr, son demasiado impermeables y la suela se gasta más que los neumáticos de agua de un F1. Ah, se me olvidaron los bastones que me había dejado Óscar.

Obviando todas estas cantadas (preludio de la de Iker), el resto creo que me salió bien. Mochila con el peso estimado de lo que llevaré. Hidratado. Con alimentos. Corriendo cuando se podía y caminando cuando picaba par arriba. Y el pulsómetro configurado con frivolidades como la altura o la inclinación.

La previsión era de sol, nueves, lluvia, viento y meteoritos  (por predecir que no quede), por lo que llevaba de todo.

Me metí por un sendero que descubrimos hace un par de semanas y que se mete por un robledal que está ahora frondosísimo; tanto que hacía hasta frío. Partiendo de 1.200 metros enseguida me planté en los 1.400 con la flora cambiando casi por completo. Cuando más picaba el terreno salí a una pista que va desde Hontanares hasta Riofrío y Riaza y decido seguirla. Camino rápido, 6-7 kmh, con un perfil del 6-7% y corro en los falsos llanos. De vez en cuando hay que vadear  algún arroyo que con mis botas parezco un basilisco.

Prosélito de los trails con sus botas goretex pasando por un arroyo

Llego a Hontanares en medio de olores intensísimos a primavera acentuados porque estaban talando unos pinos; es lo que tiene madrugar. Aún no son las 09:15 y casi he llegado a mi objetivo, el mirador de Piedras Llanas a un kilómetro escaso y cien metros más de desnivel que los cubro dignamente.

Voy a un ritmo bastante más alegre del que me esperaba. Disfrutando del paisaje, de los olores y sobre todo del silencio. Y es que siempre hay un hortera con el Máxima FM en cualquier sitio a partir de las 11:00. O un “me aburro” o un “el tata me ha pegado” o “hay una mogggca” (así en madrileño).

Voy tan bien que incluso puedo hablar por teléfono sin parecer Golum. Y ”corono” después de ocho kilómetros en un mirador desde el que se entiende la expresión de "Ancha es Castilla". Toca volver, que son las 09:30. Llego nuevamente a Hontanares y busco el sendero que baja a Riaza… pero un río baja por él: no way, mate. Como seguro que me pierdo por el camino de ida tengo que bajar por la carretera, una de las más bonitas que he visto porque se va literalmente por un túnel de robles.

Sin caer en la “trampa” de correr en las subidas pronunciadas llegué a casa después de 15 kms y casi 500 metros de desnivel. Sé que es muy poco y que me queda poco margen de maniobra. Para el domingo que viene le tengo echado el ojo a un cortafuegos con ojos golosones que hará que haga unos mil metros de desnivel con dos ó tres subidas.

Y por  la noche prolongamos nuestra semana deportiva con la final de la Champions. Siendo más merengue que Bernabéu un pelín de amargura me quedó. Y es que mi hijo mediano es colchonero. Sí, como el del anuncio. Y, claro, en una final como ésta la euforia tras el gol de Ramos no puede ser completa si ves que tu hijo no lo pasa digamos bien (vamos, que las pasó putas). Menos mal que podía decir eso de “no pasa nada, la liga está ganada”. Mucha psicología, mucho el año que viene, que si la Liga son 38 partidos y la Champions 13…

Desde entonces me he comprado unas zapas de trail de verdad, unas Salomon XT-WING3 que por lo visto son un pepino y suben solas. Las he probado en Valdelatas y he comprobado que se agarran más que un chotis. Llegué muy cansado para un triste ritmo de 5:19 pero es que me metí por todas las cuestas y cortafuegos de Valdelatas.

El domingo pienso madrugar (a ver si un día puedo ganarle a mi hijo mayor, que madruga más que el hambre). También me llevaré los bastones y hasta que no llegue a los 1.000 metros no lo dejo.

El Pilates al que no pude ir lo he sustituido por GAP. No, aún no voy con las medias de rejilla, pero todo se andará :D!! en serio, es un ejercicio súper-cañero. Se hacen las abdominales que normalmente no se hacen por falta de ganas, para qué decir que no tengo tiempo cuando siempre se puede correr un kilómetro menos. Se trabaja el glúteo que de otra forma me da pereza al igual que las sentadillas. A ver si así supero las agujetas que tenía el domingo pasado en el culo.

martes, 20 de mayo de 2014

Dos tazas de café: Desafío Somiedo 2014, Trail Challenge Riaza 2014

SI antes hablo… ¿recordáis que hace bien poco decía que “de momento” no me atraían las ultras que os estáis preparando? Pues me voy a tener que tragar mis palabras. Las malas compañías han  hecho que me pique el gusanillo y que me tome dos tazas del tirón.

Cuánta filosofía hay en el dicho: "Nunca digas de este agua no beberé, este cura no es mi padre ni esta polla no me cabe"

Yo andaba feliz como una perdiz con mis carreritas mañaneras en plan tranqui hasta Septiembre y va Óscar y me suelta el jueves de sopetón que se ha apuntado a una carrera de 86 kms en Somiedo, que si me apunto. Ignorante de mí empiezo a preguntarle cosas de logística del tipo “¿y cómo te la preparas?” “¿cuánto tiempo te dan para terminar?””¿qué equipo necesitas?” como veis, desde el principio podría haberlo cortado de raíz con un “que te den” o un más polite “me estoy quitando”. Y es que en cierta forma si hay predisposición puede haber entendimiento. No, no penséis mal con lo del entendimiento, que mi mujer estaba presente e, incluso, me animaba.

Por lo visto ahora está de moda no sólo correr ultras sino organizarlas y si puede ser más bestia que la del pueblo de al lado mejor, que los de Villarriba de siempre han sido más cagones que los de Villabajo.

Da la casualidad que por esas fechas estaremos por ahí, por lo que la logística no se ve condicionada.

“Oye, que si quieres hay una prueba sencillita de sólo 46 kms, por si quieres iniciarte”. 46 km con un desnivel de 5.000 metros. “Que no tienes que correr, que con ir andando basta”. ¿Andando? Tiro del cálculo mental que ahora no se lleva porque es más cómodo darle a un icono en el teléfono y me salen 5-6 kms/hora de media. Nótese cómo cambio de mis min/km a los km/hora sin ningún tipo de rubor. Me lo pienso…. “¡qué es más fácil de preparar que un maratón!”.

Casualmente dentro de un mes hay dos ultras en Riaza, uno de 70 kms y otro de 18 kms, la “ocasión perfecta” para probar. Me pongo a ver recorridos y falta por pasar por el Annapurna (que seguramente estará en obras): Pico del Lobo, Puerto de la Quesera…. Y del equipamento necesario flipo: agua a discreción, vendas, una manta élfica, raciones de combate suficientes como para aguantar dos semanas tras las líneas enemigas en Normandía, una espada láser, bastones... joder, te recomiendan que lleves dinero ¿habrá algún cabrón que lleve una baraja y monte una timba de póker?

Para probar, sólo para probar, me he apuntado a la de 18 kms que sólo tiene 800 metros de D+ ¿veis qué dominio tengo ya de vuestro código secreto? El recorrido me lo conozco: de Riaza a Hontanares por una senda por la que fuimos el otro día con los niños quienes dieron un por culo que no veas (todo sea dicho); de ahí bajada hasta una vereda que lleva al pueblo y subida a Riofrío desde donde se vuelve nuevamente a Riaza, camino que lo hicimos con los enanos el año pasado. Hay cuestas del copón.. hacia arriba y hacia abajo y falsos llanos por los que se puede correr.

Hay un límite de 3:30 horas para terminarlo, límite que pienso apurar. Quiero aprender pero también quiero disfrutarlo. Nunca he hecho una carrera con este desnivel. Tampoco he corrido una carrera que no esté masificada (en Madrid carreras de 2.000 corredores son “familares”). Del equipo no tengo ni idea salvo que hay que ir con unas zapas de trekking; por conocerme el camino sé que hay muchas regueras y el firme está muy suelto (joder, lo normal en el campo en Junio).

Y el sábado me vine arriba (y no precisamente por la liga del Atleti… cómo la disfrutó mi hijo mediano) y me apunté al …”Maratón Desafío Somiedo”. Con dos cojones.Tres puertos, 5.000 metros de desnivel y nueve horas para terminarlo (como veis me fijo en el límite, si es que soy un mantaca). Afortunadamente tuve la sangre fría de no pinchar en el de 86: por mucho que me diga Óscar que me acompaña no me fío de mí mismo.

Perfil de la MDS


No he entrenado ninguna ultra. Me gusta ir por la montaña, por lo que estoy convencido que voy a disfrutar si es que no hay ampollas ni rozaduras de por medio. No me pongo más límites que el del coche escoba porque sería absurdo y temerario ponerse un límite temporal exigente cuando ni lo he entrenado antes ni lo vaya a entrenar mucho a partir de ahora ni sepa a qué me expongo.

El perfil de la de 18 kms de Riaza es calcado al inicio de la de Somiedo por lo que podré hacerme una idea de lo que me espera y, si se tercia, repetir algún fin de semana más por aquello de entrenar.

Perfil del trail de Riaza (el denenas, de 18 kms).


En fin, yo, que la mañana de San Isidro Labrador tenía pensado salir en plan tranqui con la bici, me veo con la bici pinchada sin salir y apuntándome por la tarde a un trail de 18 kms y dos días más tarde a otra de “sólo” 5.000 metros de desnivel; cómo cambia el cuento. Panda de cabrones, que me habéis liado.

Eso sí, el chuletón cuando termine no me lo quita ni Dios; me da igual la hora, pero a mi lado Erik el Rojo después de descubrir Groenlandia va a parecer más vegano que la del Masterchef.

viernes, 16 de mayo de 2014

Correr en verano

El calor ha venido y nadie sabe cómo ha sido. De sopetón, como suele suceder, nos encontramos con 30-32 grados a mediodía. Hace un par de semanas era un gustazo correr por Valdelatas en plan tranqui. La hierba alta como pocas veces. Las amapolas rojas como sólo ellas florecen dos ó tres semanas al año. Conejos, zorros, ovejas…

Desde el puente de Mayo hemos vuelto a Riaza. Este año no hay nieve a estas alturas, pero lo anormal fue el año pasado, que cayó una nevada del copón el 28 de Abril. Al menos hemos podido salir por el camino de la Ermita de San Benito sin problemas. Y cómo cambia la naturaleza en pocos kilómetros: a 1.200 metros de altura los robles ya tenían las hojas brotadas, pero a 1.400 metros, cuatro kilómetros más arriba, aún estaban pelados. Seguro que el fin de semana siguiente ya están todos brotados.

Calor, qué hacer con calor para correr. Hasta el año pasado lo tenía fácil. Salía a las 07:40 y a las 08:30 estaba de vuelta en casa y me daba tiempo a llegar al curro a las 09:00. Este año no, ya que el curro está más lejos. Tengo cuatro opciones:

1.- Dedicarme a la vida contemplativa en forma de spinning, GAP, Pilates y carrera en cinta a mediodía… desde Mayo a Septiembre.

2.- Marcarme un duatlón: correr por la mañana y, sin cambiarme, agarrar la bici y ducharme nada más llegar a la ofi. Otra variante es hacerlo al revés: venir antes a currar, cambiarme y a correr desde el trabajo.

3.- Venir corriendo con la muda en una mochila. Esta opción implica que o me traigo otra muda para volverme corriendo (doblete y con el calor de las 18:30-19:00) o me toca 50 minutos de transporte público. Además de la ropa de curro hay que traer gafas (de lejos veo menos que un gato de escayola), teléfono, la cartera y los donuts. Vamos, me río yo de la mochila de combate de las maniobras de la mili, de lo pesada que parecía y de lo liviana que la veo ahora.

El problema de las dos últimas es que el traje de romano es un coñazo y logísticamente supone una complicación mientras que la primera me atrae poco (habrá que ver si puedo aguantar corriendo en cinta durante cuatro meses). Iré probándolas a ver si encuentro un punto de equilibrio: siempre se puede tener una reserva de corbatas genéricas y unos zapatos neutros del fondo del armario (que no fondo de armario).

Me decantaré por la variante bici+correr, más práctica y menos estresada que el resto. ¿Germen de triatleta? No; son sólo 6 kms de bici y 10-12 corriendo. Y nadar, que no me atrae nada”.


No tengo a la vista ninguna carrera por la época del año en la que estamos. Empieza la temporada de montaña, una modalidad que “todavía” no he probado. Aunque en principio me atrae, sólo viendo vuestros entrenamientos me echa para atrás. Y también un poco el equipamento “necesario”. Joder, que la mochila de la 101ª Aerotransportada tiene menos cosas.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Análisis y sensaciones Maratón París 2014.

Prometo que esta es la (pen)última entrada post-maratón París 2014.

Pasada la euforia postmaratoniana toca hacer análisis y recapitular sensaciones.

Sólo he corrido tres maratones y cada vez tengo más claro que no sé nada sobre correr maratones. Y que la mejor forma de aprender es corriendo más maratones. También estoy convencido de que antes o después te entra un pensamiento en verso del tipo “quién coño me manda apuntarme a un maratón; el año que viene se va a apuntar su puta madre; si es que soy gilipollas ¿para qué correr tanto?” o lindezas románticas similares fruto más de la acumulación del ácido láctico que de un pensamiento racional.

Tengo la suerte de no haber tenido lesiones serias hasta ahora (sobrecargas y nada más). También tengo la suerte de que me guste correr. Y también de tener tiempo para correr. Y, sobre todo, tengo la suerte de tener una familia que entiende que me gusta correr y me anima.

Sobre el papel el maratón de París es más”fácil” que el de Madrid. Subrayo lo de sobre el papel porque es muy difícil seguir el manual no escrito del perfecto maratoniano cuando se viaja.

Ese manual tiene un protocolo a seguir que, básicamente se resume así:

1.- Descansar los días previos e hidratarse.
2.- Ingerir hidratos de carbono para acumular el glucógeno que irá haciendo falta durante la carrera.
3.- El día de antes descansar aún más.
4.- Y minucias del tipo no estrenar ropa, untarse vaselina y/o ponerse un esparadrapo en los pezones, preparar la  ropa y la mochila el día de antes…
Como dicen más hijos es más fácil que cagar.

Sin embargo esta manual lo confeccionó alguien que es un cruce entre eremita, rico o residente en un pedregal. Porque un Maratón en París no se merece que descanses el día de antes. Si tienes las mismas inquietudes que una ameba (comer y hacer la mitosis) probablemente lo consigas pero dejar de ver sitios en París por descansar es descabellado.

Después de una Media Maratón a 1:33 en Córdoba en Noviembre pensé que mi tiempo podía estar en torno a 3:40. El perfil era idéntico al de París y la temperatura también, por lo que era factible. Además no me la preparé; de hecho dos semanas antes no tenía pensado correrla hasta que me regalaron el dorsal.

Con un perfil mucho más “benigno” que el de Madrid, sin embargo, empecé a notar que iba flojo mucho antes. Poco después de la Media Maratón, ese punto que define si vas bien o tienes que meter la reductora. En mis dos experiencias anteriores ese punto llegó en el 32 y en el 36. Decidí contemporizar para poder llegar.
Las trampas mentales de “kilómetro a kilómetro” las convertí en “milla a milla”, más benignas en términos numéricos pero mentiras al fin y al cabo. Y es que da lo mismo que digamos “voy bien” (cuando sabemos que no)  que “España va al volver a crecer el 1,50%” cuando venimos de una caída del 20% y cuatro millones de parados más.
Para volver a correr un maratón debemos
 tener un punto masoca porque si no no se entiende que queramos repetir las sensaciones. La euforia que se desborda cuando uno cruza la meta lo puede explicar, y eso es lo que hace grande al maratón.

El “Marathon Blues” no lo sufrí. Al día siguiente, como un campeón, estaba en la Gare de Lyon destino Eurodisney. En un arrebato tuve que salir detrás del pequeño y las piernas de cristal que sentía en las escaleras se curaron; y es que igual que para la resaca lo mejor es una cerveza bien fría para las agujetas nada mejor que una salida en frío digna de Bolt.


Paseos por París. Aprovechando el buen tiempo bocata en las tumbonas de Las Tullerías al ladito de la Rue de Rivoli y en marcha. O en la ribera del Sena. O un crepe en Montmartre. La primavera en París es más primavera. Un paseo largo, sin prisa y sin pausa se asemeja mucho a un rodaje.  Al final pueden salir los mismos kilómetros sin romper el umbral aeróbico pero terminando con la misma sensación. Una Orangina sabe y sienta como una bebida isotónica. Un cervezón al final del día sienta como Dios.

Este maratón no ha sido el que mejor he corrido pero en su conjunto es en el que mejor me lo he pasado. Por todo lo que le rodea, por la ilusión con la que lo preparamos y por cómo lo pasamos después, sin duda, será inolvidable.