viernes, 27 de junio de 2014

Sendereando y subiendo a primera

A pesar de la esperada (no por deseada pero sí anunciada)  eliminación de España al menos tuve la inmensa alegría de ver a un Córdoba de Primera. Sí señores, si me permitís este pedazo de off topic aquí en medio lo cuelo… después de¡¡ 42 años!! y de manera sorpresiva (hace dos meses estábamos más cerca del descenso que del ascenso)  se puede decir que ¡¡somos de primera!!. Muchos años viendo cómo penaba en 2ªB y ahora a recibir al Madrid, al Barsa o al Athletic. Además el Madrid ha vuelto a ganar la Champions y España (aunque por pocos días) es Campeona del Mundo: si hace 20 años alguien me hubiera dicho que está conjunción planetaria  se iba a producir algún día hubiese puesto en cuestión la salud mental, el estado etílico, el psicotrópico o todos a la vez de quien me lo dijera. Y sin embargo ¡¡existe!! Joder, que el Marca ya ha puesto el escudo del Córdoba en la Liga BBVA (el mismo que el de à côté).

Off-Topic aparte (que nos quiten lo bailao), la semana  pasada fue de transición por las secuelas de la carrera del sábado anterior. Sólo salí a correr un día a un ritmo muy tranquilo. Me metí en Pilates y GAP (muy cañero) con la intención de seguir fortaleciendo esos músculos de los que hay que tirar en el monte.

EL jueves estuvimos con los enanos en el camino de Schmidt, una ruta que va de Navacerrada a Cercedilla. Despechados porque no nos habían invitado a la coronación, “la reina y yo” decidimos irnos a la sierra a dar una vuelta, aprovechando que curiosamente ese día era festivo en Madrid. Para mi satisfacción personal  muchos madrileños pensaron lo mismo, lo que confirma una vez más que la gente no es gilipollas por mucho que intenten tratarla como tal.

Sensei Óscar me estuvo instruyendo sobre aspectos de las carreras de montaña y una de las cosas que más me gusto (aplicamos los filtros que queremos) es que para carreras largas hay que tener un poco de chicha. Sí, señores, apretarse un bocata de panceta con pimientos no es bueno sino que es hasta recomendable. Al fin y al cabo nos pegamos mucho tiempo en el umbral aeróbico donde se tira de ese depósito de grasa que con tantos homenajes nos cuesta llenar.

A pesar de la instrucción sigo midiendo las semanas en kilómetros en lugar de desniveles  ¿seré un mal alumno o un Lord Sith?

Aprendiz de runner de montaña en una "master class"



Un paseo por el Río Lobos (Soria) con los enanos completó el senderismo semanal, aunque entre el calor y una amenaza de tormenta tuvimos que emprender la vuelta anticipadamente. Por cierto, hay que ver que el mundo está lleno de gilipollas. Hay una fuente en el aparcamiento donde lo normal es beber agua y, si puedes, refrescarte. Nosotros estábamos en ello cuando una familia llegó chillando "agua, agua..." Cada uno de ellos debía pesar más que nosotros 5 juntos (de gordos que estaban yo creo que no podían ni abrazarse y seguro que no cogían un ascensor juntos no por seguridad sino por volumen). No sólo bebieron agua sino que les faltó enchufar el lavavajillas porque estuvieron mucho tiempo refrescándose, jugando con el agua, "limpiándose las manitas" porque la niña tenía barrito en las uñitas (joder con el campo, que tiene arena y bichos, menuda guarrada). Tuvimos que coger la posición al estilo Lebron James para llenar las botellas de agua porque el niño con la camiseta de un colegio de Villanueva del Pardillo (Umenuda metáfora) no paraba de salpicar al grito de "¡¡Papá, mira qué fresquita!!". 

El domingo, en Riaza, a las 07:45 estaba dándole ya. A eso de las 08:30 estaba en la plaza de Riofrío donde a esas horas unos abuelos estaban montando un tinglado con una sábana, unas flores y unas velas. Me preguntaba qué coño estaban haciendo tan temprano, justo lo mismo que podían preguntarse ellos al ver a un pollo corriendo con una mochila en su pueblo.

Después de 1.100 metros de desnivel en 21,8 kms, a las 10:10 estaba de vuelta (es lo que tiene madrugar). Sí, lo sé, es poco desnivel para tanta distancia, pero a esas horas uno sólo se cruza con vacas por esos caminos (y encima huyen las cobardes al verte), por lo que a lo mejor no es buena idea correr el riesgo de hostión por meterse por caminos de esos que molan (sale el momento valiente de Jose).


 A eso del mediodía volví a ver a un grupo de abuelos montando otro chiringuito idéntico: ¿van a invocar a algún espíritu? ¿estarán celebrando el solsticio de verano coo en Stonehenge y no me he enterado?¿van a vender móviles robados? No, según me dijeron en la carnicería era que estaban preparando la procesión del Corpus. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Trail Challenge Riaza 2014, mi crónica


Al final llegó mi bautismo en esto de las carreras de montaña. La cena del día anterior no fue precisamente equilibrada (fútbol, cervezas y picoteo). Si, además, te dan un repaso tremendo (sin actitud no se puede ir por la vida) y tienes que explicarles a tus hijos que lo normal es que nos volvamos en cuartos de final (o antes) y no que ganes la final (los pobres sólo han visto ganar a la Selección) entonces es cuando te vas con mal cuerpo a dormir.

La hora de salida era las 11:30, por lo que por una vez no puse el despertador sino que éste vino a despertarme “no quiero dormir más”. Desayuno tranquilo, completo y paseo hasta la Plaza Mayor. Joder, hasta preparé las cosas con tranquilidad sin ese “joder” que se suele soltar a las 07:30 porque no eres capaz de enhebrar el dorsal con la camiseta (más que nada porque no tenía el dorsal).

Desde primera hora noté que hacía calor mientras íbamos hacia la salida. ¿Me llevo los bastones? Pues sí, hay que habituarse a ellos pese a que la distancia no los haga necesarios.

Los macho-camachos de la carrera de 70 kms nos llevaban dos horas y media de ventaja y salimos unos 300 corredores con puntualidad. Acostumbrado a carreras familiares de 3.000 corredores, ésta me parecía una reunión de amigos ya que podíamos entrar y salir del arco de salida sin problemas.

Iba tranquilo ya que el recorrido me lo conocía en su práctica totalidad salvo por el ascenso a La Buitrera. Corriendo desde el principio (cuesta abajo todo el mundo sabe correr), sin embargo a la primera cuesta todo cambia aunque sigo corriendo. Sin embargo, ante la constatación de que el andar en una carrera se veía con toda la naturalidad del mundo decido salir de mi armario runner y camino. Primer prejuicio runner que salta por los aires.


Dejamos el asfalto y nos metemos por la senda. Ahora empieza lo bueno

A los 500 metros de la salida nos metemos por la senda que nos llevará a Hontanares entre jaras florecidas, robles y un pinar. A pesar de que tenemos que subir, el ambiente es bastante distendido. En esta primera parte hay que subir unos 200 metros en 3 kms, con lo que se puede caminar rápido o correr lento, según gustos. Opto por lo primero. Además voy bien de tiempo según la “planificación” mental que tenía construida desde mi ignorancia en ir a 8 min/km en este tramo (7:20 de media, 23:00 en total en el km 3). Intento dejar ese ángel runner tocapelotas de lado y pongo el pulsómetro en modo tiempo total-distancia, despojándome de pulsaciones y distancia última vuelta.

Sin prisa, sin pausa llego a la pista que va de Riofrío a Hontanares, territorio de sobra conocido, donde me echo para adelante y me sale un kilómetro en 5:20 con sus toboganes pero pica para arriba y meto la reductora hasta la ermita ¿seguro? No, el ramalazo runner me sale doscientos metros antes del avituallamiento y me pongo a correr: dignidad ante todo, antes muerto que sencillo.

Toca ahora la parte más dura. Estamos a 1.400 metros y hay que subir a 1.900… en poco más de 3 kms. Al principio hay que pasar por uno de esos pinares donde los pies se hunden entre arena y humus. Avanzo en fila india no menos de lo que haría en solitario. Poco a poco vamos saliendo del pinar y el paisaje se vuelve más agreste, cada vez con menos árboles y más pizarra suelta donde las zapas se ponen a prueba. Hay momentos que me acuerdo de las tres cervezas del día anterior pero no creo que me lastrasen ¿no sería que en ese momento la inclinación fácilmente podía ser del 20-25%? Esa parte runner (más bien ese pitido Garmin) me dice que hago dos kilómetros en 16.22 y 16:54; me queda casi un km para coronar y la media está en 10 min/km. Como los grandes ciclistas (Perico eras el puto amo en el último kilómetro) me pongo a correr cuando veo que el puerto está ahí… pero me detengo a echar unas fotos a unos 200 metros de la cima; aún así hago ese último km de subida en 11:29 en el que incluso adelanto a unos pocos.

A 1.900 metros, Riaza abajo y el Valle del Duero al Fondo: Ancha es Castilla

Me pongo en modo runner, acelerando para coronar corriendo


Sin embargo… todo lo que sube tiene que bajar. Y aquí llega el momento "lindo gatito" de Jose. A ver… uno no es que sea precisamente valiente cuesta abajo (de hecho soy más bien cagón). En entradas anteriores le echaba la culpa a la miopía como se la podía echar a Zapatero o a Yoko Ono. Pero no, a pesar de llevar gafas nuevas el cerullo apretao estaba ahí. Las piedras sueltas parecía que quemaban como brasas por la forma de correr que tenía. Piedras muy sueltas en medio de regueras que me llegaban por las rodillas ¿es esto lo que los ultras llamáis “bajada técnica”? Dos kilómetros en lo que lo único que veía eran mis pies, las piedras de delante y como mucho la curva siguiente.

Poco a poco van desapareciendo las piedras dando paso al camino. He bajado dos kilómetros a una estratoférica media de 8:40, “pa habernos matao” mientras oía en mi mente “para ser un corredor de primera aceleeera, aceleeeeeeeeeeera” Pues no, no quiero meterme un hostión; a pesar de llevar unas tiritas de Rayo Macqueen (que, como todo el mundo saben cortan las hemorragias con más precisión que un bisturí de grafeno) no estoy por la labor de estrenarlas. Riofrío ya se ve y me  permito correr y beber a la vez.

En Riofrío me tomo con calma el avituallamiento. Frutos secos, bebida isotónica, membrillo… y una fuente en la plaza que echa el agua como los botijos de mi pueblo, helada, helada. Me mojo la cabeza, la gorra, los brazos. Quedan seis kilómetros y estoy en 2:02… otra paja mental runner  me dice “¿a que no hay huevos de bajar de 2:40?” , como si importase un minuto más o menos. Vamos a intentarlo. Me aprieto una pirula de sales y me piro.

El último tramo me lo conozco bastante bien: tiene unos 100 metros de desnivel negativo con algunos repechos considerables pero negativo al fin y al cabo. Bastantes piedras pero asequible. Me noto la articulación de los dedos gordos de los pies cargadas y sobre todo los noto hinchados (se mascaba la tragedia en forma de ampolla); los tobillos los siento al borde del colapso, tan acostumbrados ellos a correr en terrenos más estables. Me salen dos kilómetros a 6:08. “¡Sí, se puede!”. Sólo queda remontar una vega pedregosa de un par de kilómetros y ya está. Ando, corro y adelanto a gente, 7:02 y 7:14… pues va a ser que sí… echo un vistazo al reloj y llevo 2:34 acumulados. Esto está hecho… o casi: invoco al espíritu runner que vive en mí y le digo “ahora sí, chaval, dalo todo”.  Dentro de que era una carrera de 300 corredores adelanto a 5 ó 6… veo q voy a 4:30 y sigo acelerando.

AL doblar para entrar a la plaza veo un 2:38  en el cronómetro que me pone pimpón y entro… en 2:38:44. Puesto 168 de 244.

No sé si el puesto es bueno o no. Tampoco sé si puede considerarse como una aproximación para mi próximo trail, ya serio, de 46 kms y 5.000 metros de desnivel. De hecho pienso que estaré más cerca del coche escoba que del percentil 10 por una mera cuestión de selección natural ya que para apretarse 46 kms hay que ser un puto máquina o tener un punto chalado.

Lo que he aprendido es que hay que comer como un vikingo en la montaña. Y si los bastones tienen modo arpón por si un muflón despistado se cruza por el camino mejor. El Garmin me decía que había consumido 2.000 calorías (que supongo calculará en función de la distancia recorrida y la altura ganada) en 18 kms, cuando en llano no suelen llegar a 1.000.

Y vamos con las consecuencias: los cuádriceps duros como piedras. La yema de los dedos gordos de los pies más rojas que La Pasionaria y el lumbar como el de Piqué el día de antes (hasta las farolas me regatean). Aún así me lo pasé muy bien y estoy muy contento, y es que pare esto hay que tener un punto masoca.


martes, 10 de junio de 2014

Cateto a babor

Reconozco que soy poco de gimnasio. Me da una pereza terrible hacer esas repeticiones interminables con aparatos y ponerme a hacer posturitas delante del espejo en plan Cobra Khan para llegar a un orgasmo cuántico al contemplar mis músculos o, lo que es más preocupante, los ajenos.

De cara a preparar un trail ¿es bueno subirse a una cinta? ¿Alguna máquina alternativa tipo elíptica? Es que el otro día me subí a una cinta y lo puse al tope de inclinación (un genérico “15”). Lo que no sé es si esta cifra representa el ángulo (15 grados) o el desnivel (notoriamente superior). Iluso de mí se lo pregunté a un monitor y lo tuve que reiniciar a pesar de que era humano; normal, tanto pensar en mancuernas, barras, cardio o pectorales si le pides algo mínimamente técnico peta el pobre.

¿Me podéis ayudar? Reconozco que ni  la trigonometría ni la geometría eran mis fuertes; era más de Matemáticas II; desde entonces me gusta la estadística (qué depravado) y, lo que nunca pensé, la Econometría la entiendo y hasta se me da bien. Y quince años después de terminar la carrera puedo afirmar que sí que sirve y tiene aplicación.

Mi duda: La distancia en un trail ¿cómo se mide? ¿sobre la distancia recorrida -la hipotenusa- o sobre la horizontal –el cateto o proyección sobre el mapa. No, no me he fumado nada ni he mezclado medicamentos caducados con alcohol.

Dudas existenciales aparte, me he instalado definitivamente en el entreno mañanero. El cuerpo no pide desniveles a las 08:00. He ido un par de veces en coche a trabajar pero voy a seguir en bici. Aparte de la mala hostia intrínseca gano poco a nada yendo en coche, pero es que en bici, además llego con el metabolismo en modo ejercicio  con lo que gano en eficiencia. Transición rápida en el aparcamiento (haciendo el Supermán, Clark Kent sí que es un “trending setter”)) y a correr. Tengo que currarme la transición de verdad en la que tendrá mucho que ver cómo traer la ropa de curro bien doblada.
Runner de oficina preparándose para salir. Ya en los 80 había camisetas de compresión.


Me apetece mucho el trail del sábado, a ver cómo se da. De cómo salga dependerá mucho el ánimo con el que encare el Desafío Somiedo. Seguro que pecaré de pardillo cienes de veces pero para eso corro el sábado, para aprender.

miércoles, 4 de junio de 2014

Segunda excursión a la montaña

No, no me he equivocado con el título. La palabra “excursión” está deliberadamente escogida. Y es que el domingo intenté realizar la salida “seria” que la semana pasada no tuve. Para empezar a las 08:00 estaba dándole. Con mis nuevas zapas, que desde un primer momento me demostraron que tenía un pepino en cada pie. Y con los bastones.. momento bastón… a ver cómo la planteo ¿dónde puede llevar uno los bastones sin que por ello pierda la hombría? Vale que poco a poco con las mallas, las camisetas de rejilla y la ropa ceñida la línea se haya difuminado un poco, pero hay líneas rojas por las que no puedo pasar.

No sabía dónde meter los bastones. La mochila no tiene nada para colocarlos y es demasiado pequeña para meterlos dentro. Me veía como un torpe que no sabía dónde llevar los bastones por lo que opté por llevarlos en la mano. Para mi tranquilidad, a eso de las 13:00 vi a un runner corriendo con los bastones en la mano, por lo que no lo hice del todo mal.

Esta vez no “perdí” tres kilómetros por asfalto/llano hasta llegar a la montaña. Fui directamente hasta la senda de la semana pasada y desde allí para arriba. Justo a las ocho de la mañana lo único que había en el campo eran vacas. En la cara norte de la Buitrera el sol ni se intuía entre la frondosidad del robledal. Caminando en las cuestas arriba y corriendo  en el llano/cuesta abajo ¿es bueno hacer esos cambios de ritmo o tienen que ser más sostenidos? Me planté en Piedras Llanas (+200m). Y ahí hay un cortafuegos de 60 metros de desnivel  con una hipotenusa de 300 metros. Y lo subo una vez. Y lo bajo. Y otra, y otra… así hasta tres veces. A 1.600 la vista de la meseta es espectacular. Llevo sólo diez kilómetros y algo más de una hora fuera.

Entre las subiditas, las bajadas y el GAP noto que el culo está cargadito. Sí señores. El viernes me metí en clase de GAP pensando que podría ser un buen complemento  a las salidas a la montaña. Y seguramente lo es, pero el domingo por la tarde tenía las pierna cargadas. Después bajé por donde había venido, esta vez corriendo porque el coche estaba a 1.200 metros y yo estaba a 1.550.

Cuando el sol empezaba a asomar en los caminos y en las veredas llegué al coche. Con los cuádriceps cargadísimos me puse a estirar y para casa. Había que sacar a los enanos por el mismo camino y coronar, que llevábamos dos semanas que por circunstancias no pudimos. Esta vez sí, llegamos hasta la pista que va de Hontanares a Riofrío y luego llegó la difícil decisión ¿deshacer lo recorrido -3 kms cuesta abajo-  o ir a Hontanares – 1.5 kms cuesta arriba- a apretarse un cervezón? Obviamente ganó lo segundo. Eso sí, a falta de 400 metros sí que deshice lo camindado (4 kms y -200metros) para recoger a la family en Hontanares. La cerveza de reserva me supo a gloria ¿y cómo no, con estas vistas?


Tomando una cerveza con estas vistas (queda poca nieve, que la foto es de Marzo)

Contando con que el Scattergories es mío y puedo sumar los 200 metros de esta segunda carrerita sí que llego a los 1.000 que me había propuesto. Soy consciente de que el bagaje que llevo es escaso, de ahí el nombre de “excursión”. Pero no dejan de ser sólo 18 kms. El camino, más o menos, me lo conozco  y creo que andaré con tiempo para que no me cierren el control (son 3:30 horas), aunque tampoco me va a sobrar mucho. Para lo que sí llegaré justito será a Somiedo, y es que tres puertos son palabras mayores.


De aquí a la carrera del día 14 no voy a tener salidas de mención, por lo que la carrera del domingo fue mi (único) test antes de la carrera. Pese a lo escuálido de la preparación estoy seguro de que me lo voy a pasar bien; pasé de 1.200 a 1.600 metros a un ritmo más o menos cómodo. Otra cosa es llegar hasta 1.900 metros…. Y bajar, que uno no es que sea precisamente valiente ante los caminos empinados ¿tendrá algo que ver la miopía? Seguro.