sábado, 19 de julio de 2014

Ensayo Final, perespectivas Desafiío Somiedo

La preparación de mi primer trail de verdad (46km, 5.000 metros de desnivel) la voy a cerrar con seis entrenos en montaña, uno de ellos en competición (18 km, 800 D+).

El domingo fui capaz de despertarme antes que mi hijo mayor. Pronto, muy pronto. No eran ni las siete y a las 07:30 ya estaba saliendo con mi camiseta de compresión que ni al puto bipolar de Lobezno le sienta tan bien como a mí.
Ultra-runner con bastones en forma de garras y camiseta de compresión


EN un recorrido ”clásico” fui hasta Riofrío (1.300m) y desde allí a Piedras Llanas (1.500m) donde metí una variante, la de ir a Martín Muñoz de Ayllón (1.200m) en un descenso de la muerte de 300 metros en 2,7kms (los 150 primeros en unos 700-800 metros) con un montón de pizarra suelta la pizarra, la amiga de los niños. Esa variante la “descubrimos” la semana anterior con los enanos.

Vistas hacia Martín Muñoz de Ayllón

Todo lo que baja sube, y al llegar al pueblo me di la vuelta e inicié el ascenso. Con un calor que ya empezaba a apretar a pesar de ser sólo las 09:00 e ir por la sombra, el consumo de agua se disparaba (menos mal que llevaba dos litros en la joroba) . Comiendo gominolas, almendras y alguna que otra pirula de sales (menudo descubrimiento) los kilómetros caían sin parar.

Y qué decir de las zapatillas, las Salomon XT-Wings… que se agarran más que un chotis. Estoy encantado con ellas. Ligeras, transpirables, flexibles, cómodas…dentro de que son unas zapatillas de montaña.

A esas horas, por esos sitios, te encuentras más animales que personas. Recapitulando: a un kilómetro me encontré con un par de perros tremendos (desconozco las raza) que me acojonaron; menos mal que el pastor que iba con ellos los detuvo con un chiflido. Muchas ovejas. Vacas a punta pala a lo largo del recorrido. Cigüeñas cazando algún ratón. Una jabalina con sus cuatro jabatos que sí que me acojonaron de verdad ya casi de vuelta, y es que estos animales son extremadamente defensivos y agresivos cuando hay crías cerca. Que se cruce un bicho de estos gruñiendo con sus más de 100 kilos te hace pararte en seco.



¿Personas? El pastor del principio, un viejete con traje mimeta y cuatro runners que, además, iban juntos por una pista forestal.

El resto de entrenos… por Las Tablas y Valdelatas y sobre 8-9 kms dos ó tres días a la semana. Corriendo por la mañana es lo máximo que puedo correr si quiero entrar a mi hora. Alguna clase de GAP y de Pilates por aquello de tonificar lumbares, abdominales, glúteos y cuádriceps.

Sé que no es mucho bagaje para lo que se avecina. Leyendo vuestros entrenos subís (y bajáis) al Everest varias veces. Si el maratón nos pone a cada uno en nuestro sitio la montaña dicta sentencia.

Me gusta ¿correr? Por la montaña. Me gusta respirar, sentirme vivo. Gritar mentalmente un “¡Sí se puede!” y comprobar que no tenemos más límites que los que nos queramos poner. Sentir cómo cambia la temperatura en sólo cien metros de altura. Oler a pino, a jara, a roble, a campo…

Ahora bien… me he dado las suficientes duchas de realidad como para saber que el coche escoba y yo vamos a tener una dura pugna por ver quién entra antes.

Mi táctica va a ser la del Cholo, paso a paso, la de ir llegando sucesivamente a los distintos controles horarios y decidir si seguir o no. Son 3 (km 14, km 21 y km 37), que en realidad serían dos porque el del 37, con 9 km cuesta abajo hasta meta, casi que no cuenta. Serán, pues tres “mini-trails” de 14, 7 y 16 kms.


No voy a correr cuesta arriba. Nada. Mejor dicho, no quiero correr cuesta arriba, porque luego la realidad puede ser otra. Voy a intentar correr cuesta abajo… y a ver hasta dónde llego. En el km 21,5, en Saliencia, tengo hora de cierre en 4:30 por lo que ésa será mi primera referencia.

viernes, 11 de julio de 2014

Que viene, que viene... el verano

Supongo que a todo el mundo que trabaja le pasa lo mismo con las vacaciones, que cuando están ahí cerca no terminan de llegar.

Ahora que queda poco estoy más en modo vacaciones que otra cosa. Hay veces que casi salgo en chanclas. Cuando el jefe me da los buenos días casi le pido una jarra helada de cerveza, un espeto y morralla (en Málaga hay que pedir morralla para que te pongan chanquetes o, más propiamente, pez plata). El MP3, muy listo él, ya no pone a la Creedence y su “Have you ever seen the rain” sino que selecciona insistentemente grandes canciones (melodía de ironía por favor) como el La, la,la Leego (Chaquira), Ole Ola (JLo, Pitbull).

Por cierto, hablando de lluvia, de menuda chupa me libré el jueves. Mirando por la ventana a mediodía vi que hacia el este estaba claro, así que cogí el petate de emergencia (ese equipamento básico que tengo en el curro por si acaso) y me fui a Valdelatas. En la salida me encontré con un compañero que iba a hacer el mismo recorrido y fuimos juntos. Tranquilos, sin pausa, un poco más rápido él y lento yo, andando en un par de cuestas como entrenamiento de los famosos Ca-Cos.

El camino estaba perfecto. Ni duro como estos días de atrás ni blando como en pleno invierno. Vamos, perfecto. Además, con toda la lluvia, el campo olía muchísimo a campo; menuda perogrullada, pero a 9-10 minutos corriendo desde una oficina en Madrid es más un lujo que una evidencia. Habiendo llovido tanto y con expectativas de seguir lloviendo no había ni dios por el monte. Y lo disfruté muchísimo. Nos cruzamos con un zorro, un conejo y algunos pájaras de buen tamaño que mi ignorancia y miopía me impidieron reconocer.

Cuando coronamos la valla que da a la salida de Alcobendas y yendo en paralelo a la vía de servicio de la carretera que va a Alcobendas (donde está el Decartón) vemos hacia el este una nube como la de Mordor o más negra pero sin el ojo que todo lo ve. Volviendo empiezan a caer algunas gotas y apretamos algo más; total, el trabajo Ca-Co ya estaba hecho y nos podíamos permitir alegrías como ir a 4:30.


Se preparaba una buena granizada... hay que darse prisa


A eso de las 15:15 dejamos de correr y, al salir del vestuario, se desató una granizada tremenda. Granizos como cojinetes modelo “borroka eguna” que luego me enteré que provocaron el corte momentáneo de la M40 con el consiguiente atasco. Y es que no hay nada como ir en bici para llegar pronto a cualquier sitio.

La salida del domingo la tuve que abortar y es que llovía tela marinera cuando tenía que salir. Además no tenía ni ropa adecuada y, arriba en la montaña, había que intuir su forma porque estaba muy cubierta. Dejo, pues, sólo un entrenamiento más para Somiedo que se me irá a 25 kms. Confío en que con ese entrenamiento y las cervezas del chiringuito sea suficiente para terminar dignamente. Mejor dicho, para terminar.

Me reconforta saber que mi Sensei particular ha terminado el GTP por delante de muchos profesionales andando en todas las subidas (y corriendo como un gamo en las bajadas). Ah, me ha aconsejado ir con camiseta de compresión, y yo, obediente como pocos, me he comprado una con la que se me nota toda la tableta de chocolate... y el melón, y el paquete de colacao porque de sugerente tienen poco estas camisetas, cagüenlaputa, cuánta pasta se ahorraría Seguridad Social en Rayos X con una simple camiseta de compresión.


En cuanto la pinta de cara a la playa, como cualquier otro runner, parezco una orca: cabeza, pescuezo, piernas hasta el tobillo y mangas negras como los cojones de un grillo. Espalda, pecho, piernas hasta donde la malla deja de existir y tobillo blancos como la teta de una monja. 


runner buceando después de un año corriendo en manga y mallas cortas