Que correr está de moda desde
hace dos ó tres años no es ninguna novedad. A todos nos han respondido alguna
vez cuando decimos que corremos algo del estilo “claro, es que correr está de
moda…”. En estos días de Septiembre todos
los parques están petados de gente y, por lo visto, hasta en los blogs para It
Girls se hablan de estiramientos (en lugar de tarjeta de crédito), tipos de
pisada (más allá de tacones altos o planos) o zonas aeróbicas/anaeróbicas (en
lugar de de centros comerciales).
El look runner ahora es “trendy”.
EL chándal con tacones ha sido desterrado a Alcalá-Meco y a la casa de la
Pantoja (tanto da), pero en cambio el Mercadona está cada vez más lleno de
mallas (oh, no, que hay que llamarlas leggins!!) y zapatillas microperforadas
que dan el pego y no precisamente de la marca Hacendado.
Es “cool” llevar zapas de correr. Qué bien, ya era hora de ser
“fashion” sin morir en el intento, y es que me resisto a tirar esas zapas con
las que he pasado tanto tiempo juntos.
Prototipo de Pegasus... menos mal que rebajaron un poco el tacón después
EL chándal tenía su aquel y daba
su juego por los amplios tallajes y colores disponibles. ¿Cómo olvidar el de la
mili, ese verde picoleto con la rojigualda bajando por el brazo y la pierna a
imagen y semejanza de Adidas? Pero las mallas, ah, amigo, nos empeñamos en
meternos en una XXS y pasa lo que pasa, que algunas parecen que en lugar de
piernas tienen el dos de bastos debajo de la cadera. Y no pasa nada porque el color
negro adelgaza ¡ja! Adelgaza el que gasta calorías más de las que se mete, que
eso de que me cambia el metabolismo suena a que el perro se comió los deberes (así
estaba de gordo el puto perro).
¿De verdad que no tienen a nadie que les
quiera y les diga cómo les queda? Que el fetichismo hay que dejarlo para casa colgado
entre el disfraz de enfermera y el del bombero machoman. Y es que los
borrachos, los niños y los leggins no mienten.
Pasa lo mismo que con el tanga o
el turbo en la playa, qué puta manía con ponerse una prenda que no va a verse
porque la lorza lo tapa. Mi santa dice que a lo único que se puede aspirar es a
que no te quede mal. Y tiene razón (como siempre).
Y para los que se atreven a dar
el primer paso…cualquier pelagatos tiene un “personal trainer” que le oriente
en esto del correr, de los estiramientos y para que le ponga un “target”, lo
que viene a ser un objetivo. Pero ¿qué coño es un personal trainer? Un “personal trainer” puede ser cualquiera hoy
en día. Basta con hacer un curso CCC o apuntarse (de verdad) a uno de la Junta
de Andalucía. Por lo visto hay cursos de 100-150 horas para los que no te piden
ni el carnet de la biblioteca ¿biblioqué? en los que se aprende sobre
nutrición, biomecánica, técnicas de entrenamiento y marina mercante ¿quién
quiere estudiar Medicina o INEF un porrón de años pudiendo hacer un curso on-line
de personal trainer con un 80% de descuento de Groupon?
Con este curriculum hace un par
de meses en el gimnasio se me presentó un Personal Trainer para “orientarme” en
mi entrenamiento mientras tenía la cinta al máximo de inclinación en mi
preparación para Somiedo. Empezó diciéndome que me tenía que poner un “target”,
que la cinta estaba bien para “empezar a correr” para que había que ir
poniéndose metas alcanzables.
Por vacilarle (y ponerle a
prueba, que soy un poco cabroncete) le dije que ya lo tenía, el UTMB. “Es que
hay muchas carreras de montaña últimamente, ésa no la conozco”. Vale que, como
dice mi padre, las iniciales son como los cuernos porque sólo las entiendo
quien los pone, pero os podéis hacer una idea de la idea que podía tener.
En lo que viene a ser entrenos
sigo revisitando Valdelatas. Los caminos están aún duros aunque las últimas
lluvias están dejando los charcos que no se irán hasta mayo. Ya huele a pino y
las lagartijas se están escondiendo. Los militares están volviendo a correr a
mediodía porque se les está acabando la jornada continua. Me cuesta bajar de
cinco minutos el kilómetro pero es que no hay apenas rectas por los caminos de
tierra de Las Tablas. Estoy disfrutando que no veas con esto de correr por el
monte a mediodía viendo zorros y conejos; tanto disfruto que cuando vuelvo al
curro parece que he hecho la Spartathlon.