El verano pasado leí “Nacidos para correr”. Sí,
ya sé que gramaticalmente sería más correcto decir “este verano”, pero es que
queda tan lejos que para mí ya se encuentra en esa nebulosa que incluye todos
los recuerdos convenientemente filtrados por esa amnesia selectiva con la que
hemos sido dotados y que nos permite evolucionar sin mirar atrás más allá de lo
necesario.
Llevo tiempo queriendo escribir sobre este libro
porque me gustó muchísimo pero con tantos marcadores que metí junto con la
falta de tiempo hacen que tenga el tema un poco aparcado, si bien
inconscientemente he ido opinando del libro.
¿Por qué corremos? En uno de los pasajes del
libro el autor nos revela que, de forma individual, corremos para canalizar las
reacciones más primarias. Corremos cuando experimentamos una explosión de
alegría, cuando sentimos pavor, cuando nos invade la rabia o cuando hay un poco
de todo.
Es por ello, y ya es cosecha propia, que al
segregarse endorfina mientras se corre uno termine con una sensación de trabajo
bien hecho o de tensión aliviada rápidamente nada más terminar que le impulsa a
querer volver a correr al poco tiempo.
Sí, nos volvemos adictos a las endorfinas ¿y quién
no? Al fin y al cabo la llaman “la hormona de la felicidad”. Cuando uno se
acostumbre a tal torrente de endorfinas pararlo en seco supone la aparición de
un síndrome de abstinencia que hace que tengas unas ganas tremendas de salir a
correr en cuanto puedas. Tantas que, normalmente, sales más rápido de lo
habitual de después de un periodo de abstinencia. Las lesiones musculares las
solemos llevar bastante mal, en la medida que la vitalidad es la habitual pero
no se puede.
“Si no se puede, no se puede”, como diría Rajoy
pero ¿cómo se puede estar sin poder? En fin, que me voy por los cerros de
Úbeda.
Las endorfinas, además, no sólo las genera
el ejercicio. Respirar hondo, correr por
un pinar, por un parque como El Capricho en otoño, por la Quinta de los Molinos
en primavera con su intenso olor a miel de almendro o La Casa de Campo forma
parte del cóctel. La lluvia en la cara, un amanecer o un atardecer en un día
despejado le añaden unas notas de color rojo intenso con las que disfrutamos
cuando podemos. Pisar una alfombra de nieve, correr en la playa o por medio del
campo también te proporciona unas sensaciones tan efímeras como imborrables.
Por eso cuando viajamos echamos siempre las zapas
“por si acaso” … nos lo perdemos.
De forma colectiva, y sigo con el libro, la
sociedad corre cuando se enfrenta a momentos de catarsis, normalmente
relacionadas con severas crisis económicas. El autor revela tres momentos
álgidos donde correr se puso de moda: en los años 30 (Gran Depresión), época en
la que se pusieron de moda las carreras transcontinentales (costa a costa) en
EE.UU, en los años 70, con el fin de la Guerra en Vietnam y las sucesivas
crisis petrolíferas, época en la que aparecieron términos como “jogging” o
“footing”. La tercera es ésta que vivimos, que el autor la localiza
primariamente en el impacto que supuso en la sociedad estadounidense el 11-S
(nuevamente lo de correr por rabia o miedo).
Me parece una explicación bastante sólida. Cuando
todo iba bien te consideraban poco menos que un gilipollas o un paria si no te
ibas una semana a Baqueira, otra a hacer “esnórquel” a Punta Cana y entre tanto
a jugar al pádel a ser posible con un mochilón donde por espacio se podía meter
una familia un verano entero con tabla de surf incluida. Correr era de pobres
en 2005. Pero ahora que pintan bastos, ah, amigo, es fashion. Para empezar no
se corre, sino que se hace running. Somos tan estúpidos que hemos pasado de no
hacer nada a ser “runners” con un “personal Best” en 10.000 metros “sub60”.
¿Enlaza esto con la “burbuja runner” en la
supuestamente vivimos? Evidentemente sí. Aunque pienso que la burbuja se está
pinchando. Bien sea porque las carreras han proliferado como setas o porque se
han desmadrado con los precios o porque estamos hartos de pagar por algo tan
sencillo como correr, el caso es que salvo contadas excepciones las
inscripciones no se agotan en un par de días como hace un para de años. Todavía
uno puede inscribirse en la carrera del CSIC, acojonante, y eso que “sólo”
cuesta diez pavos. Hace un par de años anduve despistado, lo intenté una semana
después de que se abriese el plazo y no pude. ¿Y el por culo que han dado este
año con lo de Madrid corre por Madrid, que me han abraso por correo
electrónico?
Al final la razón prevalece, aunque lo que flote
sea la mierda.
Gran libro, he tenido que interrumpir su lectura dado que el regalo de mi SUEGRA es la biografía de David Millar, un "ex-dopao de cuidao".
ResponderEliminarSi bien en principio esta muy bien, creo que se enrolla demasiado a mi gusto con los Tarahumaras...
Respecto a lo de que la gente corre... la moda se instalara por las crisis, pero, pienso que los verdaderos corredores, los que lo hacemos a diario mientras otros van sucumbiendo al paso de los días, de los dolores y del "objetivo tableta veraniega",en definitiva los que corremos a diario lo hemos echo siempre...mas o menos en serio.
Q me vas a contar por las carreras, hoy se abría el plazo de inscripción de la carrera popular de Aranjuez, 14 €!!!!!!!!!!!!!!!!!!, si se mira el calendario 2012 para los últimos 3 meses, es la carrera mas cara de la C.Madrid incluyendo medias maratones. Lo siento pero no pago 14 pavos por correr, me los guardo para unas futuras zapatillas o para unos cuantos pañales, un puñetero abuso...
Un saludo maquina
ya verás como luego se "olvida" de los tarahumaras. No te cuento más. es la parte q más me gusta.
EliminarTambién leí el libro y me pareció fabuloso! y has dado en el clavo! ahora correr está de moda, pero como bien dices tampoco somos tan tontos, por ejemplo, carrera Trofeo José Cano, mejor conocida como Canillejas enviando emails para inscribirte a la carrera? cuándo se a visto eso? si antes las inscripciones se acababan el mismo día! lo mismo con el CSIC, etc..etc!
ResponderEliminarExcelente entrada!
bss
Tania
Grcs,
Eliminarquiero seguir escribiendo con él, de cómo nos venden la moto con las zapatillas, de la curva del rendimiento descendente (q quiero matizar).
Tienes razón con lo de que ahora no se agotan los dorsales tan rápido. No me extraña, con los precios que ponen a ver quién es el guapo/a que sigue apuntándose a tantas carreras. Calcula: las de por aquí no te bajan de los 15 euros, si corres una al mes (sin calcular las medias o alguna maratón que es donde te clavan) pues te sale por unos 180 euros al año en inscripciones. Una burrada.
ResponderEliminarA mi también me mandan publicidad por mail para inscribirme a carreras. Lo de la moda "runner" se ve más en primavera y en otoño, luego se meten a la sombra por el calor o debajo de la manta por el frío. ;-)
han estirado tanto el globo q se ha terminado pinchando. entre la pasta y q hay más carreras con un número limitado de dorsales cada vez más alto las cuentas no salen. ¿a qué me suena?
EliminarLo de la moda runner pasará aunque nosotros permanezcamos...quien sabe, igual dentro de 5 años se rían de nosotros cuando nos vean corriendo por un parque mientras la lluvia nos empapa. El tema de las carreras populares alucine cuando volví a correr y vi que se hacían carreras por todo y que encima estaban masificadas...yo en
ResponderEliminarmi caso no creo que corra mas de 3 al año...
yo he hecho cuatro diez miles en mi vida, cinco MMs y un maratón. Este año estoy q lo tiro, una media, dos diezmiles y MAPOMA. Y MAPOMA gratis. No, no me dejo engañar
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