Llevo dos semanas con un amago de entrenamiento
cruzado. Aunque aún sea pronto para evaluar si los resultados, las primeras
sensaciones son que sí se puede correr sin que el piramidal moleste mucho.
En estas dos semanas he salido cuatro veces en
bici a entrenar, unos 20 kms cada vez (47-52 minutos en total). Las
velocidades, entre 23 y 25 kmh, no es que me den precisamente para participar
con un mínimo de dignidad en cualquier modalidad triatleta pero estamos en
ello. Mi hándicap (y mi fuente de mejora) es que no consigo acercarme ni por asomo
a la cadencia mítica de 90 vueltas por minuto ni cuesta abajo. Cuesta arriba
como que no, me falta cuádriceps, me falta glúteo, me faltan riñones para
ponerme de pie y meterle caña a los pedales. Y cuesta abajo me falta valor: es
ponerme a 45-50 kmh y entrarme el canguelo.
Tengo un compañero en la ofi de estos que cuando
les da por una afición se equipan como el mejor y que se atreve a dar consejos
(la ignorancia es atrevida). A este compañero también le dio por comprarse una
bici en su momento (de montaña, porque en Alcobendas si no tienes una muntein
no puedes ir en bici, con pedales automáticos para no perder cadencia en el
carril-vieja los fines de semana) y me suelta “es que si llevaras pedales
automáticos irías más rápido” .Del transportín, el soporte para la silla del
enano, el candado o los guardabarros no se percató, ni tampoco de su palpable
sobrepeso, sólo de los pedales convencionales. Claro, y cada vez que vengo en
bici tengo que cambiarle los pedales.
Aunque fuesen semiatomáticos me niego a a
gastarme 200 pavos en unos pedales (para que me los roben cuando aparque en la
calle) y en unas zapatillas. Además, qué coño, seguro que me hostio por no
tener la costumbre. Cuando en mi próxima vida me plantee hacer un Iron Man
entonces, y sólo entonces, me plantearé equiparme para tal. Pero para vacilar
me basto con mi equipamento actual, que a más de uno hiperpuesto le he pasado
yendo yo con traje y corbata (y no veais cómo se pican).
Aparte de mi reincorporación a las salidas en
bici ¿alguna vez llegué a incorporarme? He salido a correr a ritmos discretos…
en la medida que para rondar los cinco minutos voy disparado de pulsaciones (en
torno a 150ppm). El parón post-maratón y la llegada efectiva de la primavera
(calor, sangre aún espesa, etc) han tenido su efecto en ritmos lentos con un
esfuerzo considerable.
No obstante ayer salir con los compañeros del
Muro a rodar y volví bastante contento por varios motivos: fue mi primer rodaje
en condiciones desde MAPOMA (15 kms), a un ritmo cómodo (5:25 min/km y 133ppm)
y el piramidal ni lo noté hasta al km 14. Ah, lo mejor de todo fueron los
churros que me apreté después de correr sin ningún tipo de remordimiento ni
miramiento.
Mis recientes y persistentes problemas de
lesiones me han hecho replantearme la forma de entrenar. En realidad nunca ha
sido un entrenamiento muy metódico sino más bien impulsivo. Que me tocaban las
pelotas pues le metía caña (esto es fácil cuando corres a mediodía). Que pasaba
una noche toledana y el cuerpo me pedía suavidad, pues un ritmo más tranquilo.
Que tenía más tiempo pues alargaba la carrera hasta convertirla en minirrodaje.
Eso sí, el rodaje dominical no me lo he saltado salvo contingencias.
Dentro de la anarquía táctica al menos había una
planificación estratégica que me hacía incrementar tanto el kilometraje como la
intensidad de cara a los maratones de estos dos últimos años.
A modo de propósitos de “maratón nuevo” pretendo:
Aparecer por el gimnasio. Dice mi fisio que mi pierna izquierda tiene
menos masa muscular que la derecha y que eso hace que al pisar se debilite
más, lo que redunda en lesiones a largo plazo. Y yo, que soy un depravado
economista que carece de conocimientos médicos, le tengo que dar la razón
por el conocimiento que se le supone.
Al menos este verano alternar la carrera con la bici; no mucho tiempo,
porque la hora de la comida da para lo que da, pero al menos espero
realizar un ejercicio aeróbico que no implique tanto impacto sobre las
articulaciones y que de paso me permita fortalecer el glúteo e,
indirectamente, descargar del trabajo al piramidal.
¿Hacer series? No, de momento. No me gusta hacer series. Me aburren.
Lo paso mal. Aún sabiendo que es la forma más rápida y efectiva de mejorar
tiempos no voy a caer en la trampa de pasarlo mal un día a la semana para
mejorar ¿cuánto? ¿cinco segundos por kilómetro como mucho? No, por favor,
de lo que se trata es de correr y de disfrutar corriendo, no de correr
algo más rápido que yo. No soy keniata, no tengo 25 años, no como de
correr… por lo que no quiero “sodomizar” durante días porque el miércoles
tocan series. Prefiero “Dexter”, “Homeland” o “Game of thrones”.
Dice Yolanda que el maratón nos pone a cada uno
en nuestro sitio y es una verdad como un templo. Yo, además, pienso que se
corre como se entrena y que no podemos tener unas expectativas más optimistas
de lo que entrenamos: en un 10.000 vale, podemos ir 5 ó incluso 10 segundos más
rápidos de lo que esperamos y bajar un minuto. Incluso en una media maratón.
Pero en 42,195 no valen brindis al sol: vamos a recoger exactamente lo que
sembramos.
Con lo que me quedo es con que me gusta correr.
Más allá de un objetivo determinado me quedo con el vehículo. Disfruto
corriendo, madrugando para correr, viendo amanecer, sintiendo el aire en la
cara (el aire, no el viento), la lluvia, viendo la nieve en Somosierra, oliendo la primavera,
oír el crepitar de las hojas del otoño… y quiero seguir disfrutándolo.
Tonterías las justas.
“Cuidado con tus deseos porque pueden hacerse realidad”.
La verdad, no sé quién dijo esta frase pero ni
gúguel me la ha sabido responder. El caso es que para MAPOMA hizo frío, mucho
frío. De tanto pedirlo. A última hora decido ponerme la malla larga y una
camiseta térmica de manga larga debajo por si se cumplen las previsiones de
lluvia a mediodía y sensación térmica de cuatro grados.
Gracias a la des-organización de la Organización,
el puto desastre del ropero se convirtió en una insufrible espera que me jodió
esa horita que en teoría dedicamos a saludar a los conocidos, espantar miedos,
echar la última meada o estirar de puro nervio sobre el terreno.
Diez camiones puestos en dos hileras de cinco
originaron el caos organizativo. Este año pensaba que se iba a dar mejor que el
pasado, cuando nos dimos un paseo de dos ó tres kilómetros hasta la salida
desde el Retiro. Mi gozo en un pozo. El año pasado, con eficiencia militar,
había diez tiendas imperio donde en función del dorsal había que dejar la
bolsa. Caos a la salida y, sobre todo, caos a la llegada originado ya en la
salida, si no mirad el vídeo
No nos enteramos del minuto de silencio (nuestra guerra estaba en el ropero) y pasamos por el arco de salida a las nueve y
cuarto. No hay calentamiento sino carrera desde Cibeles a Colón.
La aglomeración de la salida ha desaparecido y
los pocos espectadores están plegando para irse a esperar a sus conocidos en
los distintos puntos de encuentro.
Este año decido no fliparme al principio y salgo
con el freno de mano echado. Mi intención es repetir el tiempo del año pasado
(3:51) sin petar en el intento. Y salimos lentos. Primer kilómetro a 5:40 y los
cuatro siguientes a 5:24 (el año pasado iba a 5:09 cuesta arriba) lo que se
traduce en un ritmo cómodo de 142ppm. Adelanto a bastantes corredores e incluso
al globo de las 5 horas ¿tan mal voy? Es posible (posición 8.104 masculina),
pero es que he salido a y cuarto.
Yendo en plan “amarretegui” aceleramos los
siguientes kilómetros con un perfil más benigno. EN el Bernabéu nos separamos
de los que van a correr 10k y se nota poco más que nada porque las calles son
más estrechas. Pillamos al globo de las 4:30 en el km 9, esto funciona porque
vamos a 5:14 sin que el pulso se acelere (144). Noto que adelanto a mucha gente
y en cinco kilómetros he remontado casi 700 posiciones (7462).
Me hidrato correctamente, a pesar de que no sudo.
Con las bebidas isotónicas ocurre el problema de siempre: no puedo beber en
vaso, pero según qué voluntario tampoco te dan la botella en parte lógico
porque luego se ven muchas por ahí tiradas con apenas dos tragos ¿para cuándo
botellas “de competición” de 20-25 cl como los quintos de Mahou? ¿para cuándo
una Mahou de competición en botella de plástico?.
El mal tiempo no arredra al público y me sigo
emocionando. En el km 10 pillamos a dos compañeros del barrio que nos
acompañarán hasta el medio maratón y la charla se anima, señal de que vamos
bien aún. Por Chamberí vamos como relojes, a 5:15 y con las mismas pulsaciones,
145. Con respecto al año pasado he perdido casi tres minutos y voy 4 ppm más
lento. Ya he recuperado otras 400 posiciones (7036). El piramidal me molesta
ocasionalmente por lo que me doy con un canto en los dientes.
Y empieza la mejor parte, la del centro. Pero
antes cometo un error fatal: parar a mear en unos WC que están en la acera…
cerrados con bridas. Literalmente pa mear y no echar gota. Ponen WC cerrados,
con un par. Me he despedido de Ángel diciéndole que lo pillo en un rato y al
final tengo que mear de aquella manera entre dos coches. A pesar de los
estrechamientos de Fuencarral, Preciados, Sol, Mayor, Palacio Real y su tan
amigable firme para las rodillas me acelero, 5:07 de ritmo. Me siento jaleado;
voy jaleado. En el 20 mantengo mi ritmo batanero de 5:21 que mantendré hasta el
28. El globo de las 4:15 lo cojo en Ferraz, antes del Medio Maratón donde sí me
dan el Powerade que bebo tranquilamente. Mi posición ya es la 6.897.
Retengo en la bajada al Parque del Oeste
probablemente demasiado ya que hasta la entrada de la Casa de Campo voy a 5:25
sin que se note una bajada del ritmo cardiaco. Es en este momento cuando estoy
más lejos de mi tiempo del año pasado (seis minutos más) pero sin embargo no
siento dolor muscular alguno más allá de los propios de llevar más de dos horas
corriendo. Continúo recuperando posiciones, ya estoy en la 6.370 y los zombies
de “walking dead” se multiplican. Empiezo a recortarme tiempo conmigo mismo y
no es que acelere sino que no desfallezco: los kilómetros en la casa de campo
me salen a 5:30.
Salimos de la Casa de Campo y tengo un deja vu:
ahí, agazapado estaba el hijoputa del mazo del año pasado. Al más puro estilo
Matrix le esquivo, le acribillo a balazos y sigo corriendo. A pesar del aire
serrano me salen dos kms a 5:20. Esta vez no me hice la trampa psicológica de
“venga, que sólo son siete kilómetros” para no desfallecer. No, esta vez me
planteé objetivos más cortos: “un kilómetro más para el 34, otro para el 35”. Al trantrán. Noto que se
me engarrotan las piernas pero me mantengo con un ritmo digno: 5:24 y 5:30 en
el 34 y 35. Escalo hasta el 6.098 y veo… ¡¡el globo de las 4:00!! Que salió un
cuarto de hora antes que yo. Sin obsesionarme (estaba a unos 300-400 metros)
mantengo mi ritmo. Acacias, Puente de Segovia.. vamos, la Ronda de Atocha y
sólo me queda una puta cuesta… pero la Ronda de Atocha se me hace eterna. Llamo
a mi mujer para decir que estoy en Atocha por donde paso sin bajarme. Pero
soy incapaz de hablar y correr en el 39 a la vez por lo que ando un poco, 6:27.
Contemporizo, trato de arrancar pero voy lento. En Alfonso XII oigo “¡¡ése
Muro, a echarle huevos!” y aprieto los dientes (el culo ya estaba que no pasaba
ni el rumor del viento) y mantengo si no el ritmo por lo menos la dignidad y
sigo corriendo. Aún Así en el km 41 estoy a 24 segundos de mi marca del año
pasado. ¡¡Sí se puede!!
Allí en la esquina, a 400 metros de meta los veo
a los cuatro. Me emociono, trato de correr más rápido por O’donnell pero qué
va. Los enanos tienen ganas de correr y salimos ¿corriendo? Andamos un poco,
que al mayor le “da flato”; nos ha jodío Mayo con las flores y el flato. El
mediano dice “¡¡Papá, acelera, que nos ganan, que voy como un Ferrari!!” y
apretamos.
Al final 3:54, dos minutos más que el año pasado
pero ¿a quién le importa? Al final de lo que se trata es de emular a Filípides,
no a Cronos. Y para siempre me quedará el recuerdo de cruzar con los enanos. El
año que viene espero a los tres en el mismo sitio.
La medalla me la quita el mediano como la Tarrés
se la quitó a una nadadora y se la pone. Unas liebres nos dan el globo de 4:00,
ése que no pillé, para los niños. Qué irónico, no soy capaz de pillarlo durante
42 kms y luego lo llevo “de la manita”.
Me siento, intento estirar pero consigo lo
contrario: los aductores se me suben hasta la mitad y tengo que empujarlos para
ponerlos en su sitio. Hace un frío de cojones, recojo la mochila rápido
(afortunadamente no me tocó el caos del vídeo de antes) y nos piramos. Tirito
por el frío, tirito porque probablemente esté algo desfallecido pero me siento
orgulloso por lo realizado con frío, viento (poco y al final) y, sobre todo, por
la entrada triunfal.