La semana posvacacional empezó con
calor. Con mucho calor. Lo que viene a ser Julio en el interior peninsular.
Después de una semana en la que la principal preocupación era beberse una
“udos” cervezas a veintitantos grados de temperatura ambiente(es lo que tiene
el microclima malagueño), la vuelta a la realidad se manifestó cruel en forma
de camisa abrochada hasta el cuello y unos mocasines que me empeñé cerrar con
el velcro chanclero, la inercia playera.
Tres carreritas intersemanales a
ritmos discretos (el chiringuito tuvo sus efectos secundarios en forma de un
kilo en la lorza y casi 5:00/km) y a unas horas en las que para despertarse hay
que avisar antes a la Comunidad de Vecinos para no sobresaltar a nadie.
El domingo, sin embargo, hice uno de
esos rodajes de libro. Tanto por los tiempos como por el recorrido. Salí por
Riaza (Segovia, en la frontera con Madrid y Guadalajara en la Sierra de Ayllón).
Dado que iba a hacer calor me llevé el cinturón de hidratación, ése que es de
frikis según mi mujer pero que viene tan bien cuando el calor y la sed aprietan
en medio del campo. Salí un poco más tarde lo que esperaba pero aún era
temprano, y es que me entretuvieron con los encierros de Pamplona.
Con todo, poco antes de las 08:30 ya
estaba en marcha. Dándole una vuelta al pueblo como calentamiento me dirigí por
la carretera de Riofrío hasta el cruce con la carretera que lleva a La Pinilla.
Hasta ahí, cuatro kilómetros, iba a 5:10. El día aún era fresco, unos 15-18º. A
la sombra se estaba de escándalo y de vez en cuando corría un aire de lo más
agradable. Al sol no tanto. A pesar de la hora y la altitud (1.100 mts sobre el
nivel del mar) ya hacía calor.
Volviendo al pueblo, a 4:51 con perfil
descendente, giré por una carretera que lleva al albergue por la que podía ver
los casoplones que hay por ahí (mucho madrileño con pasta). Mi intención era
meterme por un camino que se dirige a la Ermita de San Benito pero sobre la
marcha pesó tanto el perfil del camino (con muchos toboganes) como la ausencia
de sombras en los dos primeros kilómetros (el resto permanece aún ignoto para
nosotros). Así que seguí de frente internándome por un robledal frondoso.
“Quinientos metros y me vuelvo” Esto es chulísimo, un ratito más. “Otros
quinientos”. Cayó un kilómetro y medio en realidad. Un perfil ascendente y un
firme irregular hicieron que fuera a 5:03, un ritmo más que bueno en
comparación con los primeros kilómetros y es que me flipo yo sólo.
Con diez kilómetros del tirón era el
momento de beber agua y disfrutar del paisaje. Respirar hondo… qué olores, qué
sonidos (ninguno, en realidad, solo los pájaros y mis pisadas), qué paz. Este
es uno de esos momentos que todo runner se regala a sí mismo. No suelo hacer
fotos cuando corro. Entre que me da pereza y que no he tenido un “esmarfon”
hasta hace un mes no lo he considerado necesario, pero esta vez quería dejar
constancia de dónde había estado (que luego se piensan que he estado en el
Bingo).
Emprendo la vuelta y, casi sin darme
cuenta voy subiendo el ritmo hasta un meritorio 4:43 en los cinco kilómetros
que me quedaban. El cuerpo me pedía más, llevaba tres ó cuatro semanas sin
rodajes y éste era uno de esos en los que más se disfruta. Pero también me
pedía llegar pronto a casa para comunicar mi “descubrimiento”. Y es que un
paseo por un robledal de dos km de largo, casi plano y con río donde tirar
piedras es muy tentador.
¿Qué si hay cuestas en Riaza? Un
huevo, por doquier. ¿Qué si las subo? Me abstengo de momento. Las cuestas de
Madrid son una mariconada al lado de éstas, no me extraña lo aguerrido del
carácter segoviano, que son capaces de sacarse un ojo, ponerle la lentilla y
volvérselo a poner para hacerlo con mayor precisión y no andar a tientas. Tengo
ganas de subir a Hontanares, a La Pinilla… pero más adelante. La verdad, os
admiro a los que os apretáis un MAM o el GTP. Ya sé que el comer, el rascar y
el escalar todo es empezar pero las pendientes positivas pueden conmigo aún.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo me extraña que tirases de móvil e inmortalizases el momento... a ver quien es el valiente con un mínimo de sangre runnera en sus venas que se atreve a decir que no entran ganas de corretear por el camino de la foto....
Eliminartu lo has dicho... todo es empezar, eso sí una vez que empiezas.... esto es el cuento de nunca acabar ;-)
buen entreno socio
Vaya panorama guapo guapo... y si llevas Smarfon de obligatoria parada para disfrutar. A veces hay que pararse para darse cuenta de por donde estamos pasando, vamos enfrascados en ritmos, pulsaciones, respiracion y nos perdemos "el alrededor"...
ResponderEliminarMenos mal q con esos ritmos las pendientes positivas no se te dan bien... te veo en el MAM pero ya... o de futuro GEPETERO...
si quieres q te diga la verdad en los rodajes me dejo llevar. prefiero ir a un ritmo cómodo y mirar los parciales cuando pita. Pero sobre todo ir cómodo.
EliminarNo, no me veo aún por ahí arriba. Pero "la cabra tira al monte"!.
Buenos lugares para correr. Valió la pena comprarse ese esmarfon.
ResponderEliminar¡Feliz regreso al mundo de los mocasines!
Gracias por la bienvenida. Sí, hay q disfrutar con esos sitios --
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