Si hay algo que la mayoría de los runners tenemos
claro es que nos podemos meter un homenaje de vez en cuando como si no hubiera
mañana sin temor a engordar. De lo único que nos preocupamos es de cenar ligero
la noche anterior a una carrera o entreno más que nada por descansar y no pasar
deliberadamente una noche toledana salvo requerimientos de los enanos.
Vamos, que el tema calórico de los alimentos nos
preocupa lo mismo que la velocidad a la que se expande el universo en el borde
exterior y si esta velocidad y su vectorial son constantes o no.
Vemos proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y
minerales a la vez que vemos también un delicioso lechazo hecho al horno de
leña en bandeja de barro con su punto justo de agua y sal.Por mucho que nos empeñemos no vemos a Satanás en
forma de Donut sino que proyectamos cinco minutos más de carrera y punto.
Comiendo de todo y comiéndomelo todo (sin
segundas), desde principios de año he perdido cinco kilitos. Quitando el
consabido kilo de los excesos navideños el neto 24 de Diciembre a 24 de Marzo
ha sido de menos cuatro kilos. El único secreto se llama parque, más kilómetros
y preparación de una maratón. Como en el un, dos, tres, 200 kms mensuales a 60
calorías por kilómetros son 12.000 calorías. ¿Muchas, pocas? Pongamos un caso práctico: un Donuts tiene
140 calorías… lo que hacen 85 donuts.
No me he privado de mi cervecita los fines de
semana (jueves a domingo) ni de los aperitivos ni de los ibéricos ni de
pizzas/hamburguesas los días de partido ni de lechazos ni de celebraciones. Y
es que somos carnívoros por naturaleza. ¿Alguien ha oído hablar de las jornadas
de la rúcula? Hay del pulpo, del cordero, de la tortilla de patatas o de los
callos ¿Se puede pedir forraje a la piedra en un restaurante? No, sólo vaca,
perdón, buey con sal gorda ¿Y un cocido de acelgas con su tocino de coliflor y zanahoria
ahora que hace frío todavía? Vamos, no me jodas, como una pringá comida en
sopas hay pocos placeres culinarios.
Vale que el sábado noche no nos pegamos una cena
a base de tacos, arrachera, cerveza desperado y tequilazos (Ayayayayayy, ayayay
mi amor…) porque el día siguiente en el entrenamiento lo pagaríamos, pero es
que de ordinario tampoco nos lo planteamos: si no corremos por el parque al día
siguiente puede que corramos ante un “dormir no quiero” a las horas del GP de
Australia, un chupete que se cae, una galleta gigante que nos persigue o a
preparar un chute de Dalsy/Apiretal según mercado. Por otra parte esa cena
valdría como comida sin los tequilazos.
Luego nos quejamos de que engordamos “si no como
nada” Tampoco haces nada, perla, que desde que te levantas tienes el culo
pegado a la silla, al sofá o al asiente del coche. “Si yo hago deporte, que
juego al pádel”. Vale, vas en coche a una pista de pádel que pagáis entre
cuatro, peloteáis una hora como Lilí Álvarez y después os tomáis un par de
cervezas con papas fritas en el tercer tiempo. Conozco gente que engorda con este juego, perdón,
deporte.
AL final, para adelgazar de lo que se trata es de
que salga más de tu cuerpo de lo que entra. Cualquier contable diría:
"Las existencias finales son iguales a las iniciales más las entradas menos las
salidas”. Un niño de tercero de infantil es capaz de hacerlo: una suma y
una resta que puede que sea sin llevar. Como dice Botín: “lo que no son cuentas
son cuentos”. Pues va a ser que sí, que si la abuela tuviese ruedas sería una
bicicleta. ¿O es al revés?