viernes, 21 de octubre de 2011

Bíceps femoral derecho

Las lesiones musculares se deben, por lo general, a una carga de ejercicio inadecuada por lo prolongada, a un esfuerzo explosivo, a una falta de estiramiento después de “hacer deporte”, a un descanso insuficiente o a una mezcla de todo.
 
El bíceps femoral derecho es el músculo de moda. Todas las lesiones de los futbolistas son en el citado músculo, otrora isquiotibial, a secas. Da igual que el afectado salga cojeando y agarrándose de la entrepierna como Piqué (tenía entendido que en esa zona estaban los aductores, pero bueno, se ve que los jugadores del Farsa tienen isquiotibiales en lugar de aductores), cuya falta de descanso, por lo visto, se debe a que se quedó leyendo a Tolstoi hasta tarde.
 
Como toda moda, ésta es efímera por naturaleza. Hace unos años se pusieron de moda los “virus estomacales”. Daba igual que el jugador no jugase o llegara tarde al entrenamiento, que la lesión era la misma, “virus estomacal”. Cuando Guti cerraba Pachá y llegaba borracho al entrenamiento siempre tenía ese “virus estomacal”; vamos, que el tío echaba la pota en la primera carrera de todas las copas que llevaba encima.

El viernes pasado me toco a mí, bíceps femoral… izquierdo, para dar lo nota. Al día siguiente de hacer series, ¡crack! Pinchazo y para casa. Como siempre, estas cosas te pillan a tres ó cuatro kilómetros, con lo que tuve que troticochinear hasta llegar a la ducha.
 
Por supuesto que no fui a la carrera del domingo. Nada de “si hay que ir se va, pero ir pa’ ná es tontería”; quita, quita, hay más carreras que chorreras, ya habrá otra, que son ganas de romperse como el chileno del Barsa por andar haciendo el gilipollas.
 
El martes intenté una carrera suave (empecé a 4:40-4:45), por aquello del mono, y me he tenido que volver, así que toca descanso unos días ¿hasta cuándo? El síndrome de abstinencia dictará, que el otoño (ahora sí) es una época ideal para correr.

viernes, 14 de octubre de 2011

¿¿Otoño??

Desde el equinoccio de otoño han pasado tres semanas, y todavía el termómetro no baja de 30ºC a mediodía. Sigue haciendo calor, mucho calor, para correr a gusto a mediodía. De “veranillo del membrillo” nada de nada; el membrillo ya está casi todo recogido, y hemos tenido días en Julio más frescos que estos.
 
Lo de correr de madrugada lo estoy intentando dejar, y es que mientras no cambien la hora a finales de mes todavía es noche cerrada cuando salgo y hasta que vuelvo a casa no empieza a clarear. El otro día estuve a punto de hostiarme precisamente por pisar mal. Debido a la falta de visibilidad pisé un bordillo y por poco me hago un esguince. De hecho tuve molestias un par de días por esa mala pisada.
 
Afortunadamente no pasó nada. Qué poco glamuroso hubiese quedado hacerme un esguince en el carril bici. En el curro, los compañeros se lesionan esquiando en los Alpes o en Baqueira (Candanchú no tiene nivel a pesar de estar en la misma cordillera, Valdesquí es “de pobres” y el Xanadú… vade retro Satanás, qué vulgar, esquiar al lado del Zara).
 
Y es que correr de noche por sitios tan poco iluminados como el JC1, con miopía y sin gafas o lentillas supone jugarse la integridad física salvo que te roben la cartera. Además, qué coño, amparados en la nocturnidad los coches se saltan los semáforos por el artículo 33 porque no te ven o no te quieren ver, que tienen más prisa que nadie, que no hay trabajo más importante que el de ellos o que ningún niño llega tarde al cole (a las 07:30) como el de ellos. Llevo sin ir con auriculares una temporadita porque con ellos sería una ameba: sin sentido de la vista ni del oído, sólo me quedan el gusto, el tacto y el olfato como medios de interpretación de la realidad (aunque, bien pensado, hay muchísima gente con estudios o políticos –disyuntiva voluntaria- que ni ven la realidad, ni oyen a la gente, ni tienen tacto, poseen un gusto pésimo y manifiestan un olfato nulo en sus quehaceres diarios).
 
Con todo, he podido salir a correr dos días esta semana, y con bastantes buenas sensaciones. Una sesión de 8 kms en el umbral anaeróbico, a 4:35 (si quito el último km serían 4:32) y otra de series, a 3:59 (eso sí, sigo con tres repeticiones). Y las dos a mediodía, con un par, con sus veintiocho-treinta graditos, que se note que uno es más cordobés que un perol en Los Villares.
 
¿Próximo reto? Otra carrera “Simpa” que “la cosa está muy malita”, la del CSIC, este domingo. A ver si llego a 43:00.
 
Para que luego diga el primo de Rajoy que el cambio climático es mentira. Eso y lo que la Botella va diciendo por ahí de la calidad del aire de Madrid hacen que Homer Simpson haga honor a su nombre (Homero) en comparación con estos perlas.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El día de la bicicleta

Una vez al año nuestros insignes mandatarios madrugan un domingo. Hacen todo lo que tienen que hacer antes de salir y se meten al coche oficial a eso de las 08:45. “¡Qué sacrificado es el mundo de la política!”, se piensan e incluso llegan a creer, porque les hace tener que madrugar cuando el resto de los mortales duermen (¿será porque están cansados después de currar como cabrones toda la semana? ).

Llegados a su destino en cinco minutos (es lo bueno que tiene vivir en el centro, que llegas en cinco minutos a todos los sitios, sobre todo si vas precedido y escoltado por sendas parejas de policías motorizados que sí están trabajando ese domingo), se bajan del coche oficial, por supuesto parado de aquella manera ¿quién tiene cojones de multar al jefe? Y el lacayo de turno le tiende una bici impoluta comprada el día anterior, con un casco a juego “súbase a la bici, señor alcalde” que suena igual que “bájese la bragueta, señor alcalde”. Las palabritas de rigor de que si Madrid apuesta por un medio de transporte sostenible como la bici, que si es ecológico y… que si su santa madre a caballo y a rodar por los raíles.

Para mayor gloria del Faraón se celebra “El Día de la Bici”, un día al año (que no hace daño) en el que se cortan calles, se movilizan el SAMUR, policía municipal, Bomberos, policía nacional (a caballo, que son más vistosos). ¡¡Coño!! Que sólo falta la Brunete con los Leopard en posición de combate. Como eso cuesta dinero, se le pega el sablazo a los amigos (esos del 3%), sablazo que es deducible, faltaría más, porque no son culpables de cohecho, no, son patrocinadores o, dicho más cool, “sponsors”. Hoy por ti mañana por mí.

Más allá de que suponga poder dar una vuelta tranquilamente por Madrid con los enanos por Madrid (es la única justificación que veo) y disfrutar desde la bici de un paseo que habitualmente es imposible realizar por no poner en peligro la integridad física familiar, no consigo ver carácter reivindicativo alguno en ir todos juntitos detrás del Fanfarrón y de la Botella, prietas las filas, a modo de “a mí mis valientes”. Con el día que hizo, soleado y con 25ºC, poder pasear en bici sin andar pendiente del tráfico se nos presenta como una oportunidad que no hay que desaprovechar cuando debería ser lo habitual.

No ayuda, además, que griten por megafonía que, a partir de las doce, se abre el tráfico rodado y que, llegada esa hora, los ciclistas tenían que buscar el camino más rápido de vuelta a casa. Como si soltasen a la Legión Cóndor o una nueva cepa de un virus letal. ¿Cómo coño se va a fomentar el uso frecuente de la bici si se disemina la semilla del miedo?

El día de la bici no es un día al año. No es el 2 de Octubre a las 09:00 del Retiro a Plaza de Castilla y vuelta. No. Es el día 3, y el 4, y el 5 (sin rima). Es en Noviembre, y en Diciembre, y en Marzo… ese día cualquiera la Botella y el Faraón siguen yendo en sus coches oficiales a pesar de estar a cinco minutos en bici del Palacio (donde duermen y también donde nos hacen creer que trabajar). Ese día no te cortan las calles para que puedas sacar la bici y te des tu paseíto globero. Tampoco hay SAMUR por las calles para atender a los ciclistas. Ni Bomberos. Ni Policía a caballo. Ese día los conductores están tan cabreados como todos los días contigo y con tu bici por el mero hecho de existir. Los autobuses siguen pasándose por el mismísimo forro las preferencias de paso cuando echan a andar. Ese día los taxistas son tan amables como cualquier otro día. Ese día te sigues tragando todos los humos del puto Cayenne de delante. Ese día no llevas ningún dorsal ni culotte para pasear, sino tu ropa de calle. Tampoco tienes donde aparcar “legalmente” la bici, porque un aparcamiento de bicis es gratis pero quita una plaza de ORA a los amigos, perdón, a los “sponsors”.

El día de la bicicleta es cualquier día, a cualquier hora y en cualquier momento que alguien coge una bici para ir a trabajar, estudiar, pasear, comprar o hacer lo que le salga de las narices.

Salir una vez al año no deja de ser hacerle el caldo gordo a la Botella y a Gallardón y a sus mensajes hipócritas. Pensar que con ello somos más sanos, más deportistas y que Madrid va a ser una ciudad “bike friendly” por obra y gracia del alcalde es como pensar que después de las elecciones no van a haber (más) recortes sociales y subidas de impuestos gane quien gane porque nos digan que son el partido del pueblo o que sean socialistas y obreros.