miércoles, 27 de noviembre de 2013

Media Maratón de Córdoba 2013, la crónica

Tal y como os comenté la semana pasada, uno de mis patrocinadores tuvo a bien obsequiarme con un dorsal para la Media de Córdoba. Una marca de bebidas norteamericana que serigrafía multitud de nombres en sus latas me preguntó si quería correr y contesté sin más y sin mucha esperanza de correrla. Total, quedaban dos ó tres semanas.

Sin embargo, oh, sorpresa, me dijeron que había sido agraciado con un dorsal. Era una buena señal, había que hacerle caso a los astros y correrla.

Con tan poco tiempo de antelación tampoco cabía prepararse nada; voy a pelo. Mis amigos de Córdoba no corrían, no iba a ir con nadie conocido.
EL día de antes, celebración familiar y yo con dieta especial. Especial porque tenía todo lo que me gustaba: panceta, chorizo, Mahou clásica…. Total, proteínas, lípidos y carbohidratos para una carrera con frío.

La carrera empezaba a las diez de la mañana, cuando el sol empieza a desperezarse (que no a calentar porque la temperatura rondaba los 6-7ºC). Con “sólo” 4.000 inscritos (pocos para una carrera en Madrid, muchos en Córdoba), la salida fue rápida y sin muchas aglomeraciones. Mi idea al principio era dejarme llevar, a ver cómo me encontraba y decidir sobre la marcha qué ritmo llevar.

Con un perfil netamente descendente (no hay grandes cuestas en Córdoba), dejándome llevar por el Parque Cruz Conde, Avenida del Aeropuerto (en Córdoba somos así, no tenemos aeropuerto comercial pero tenemos avenidas del aeropuerto, la ONCE está en “Vistalegre” y el cementerio es de “Nuestra Señora de la Salud”), Conde Vallellano, Puente Nuevo y Avenida de Granada, en los tres primeros kilómetros “volé” a 4:15 y 4:11. Tocaba girar y dirigirnos hasta el Arenal, a la espalda del Arcángel. Con unas pulsaciones controladas (como un reloj entre 152-153ppm, de un máximo de 155ppm), los kilómetros se iban sucediendo con unos ritmos sostenidos y regulando. Con un ritmo de 4:35 en mente, el saco se iba llenando progresivamente sin necesidad de recurrir a él en ningún momento. Los kilómetros se sucedían entre polígonos. La subida hasta Carlos III hace que tenga que bajar un poco el ritmo. Sin embargo noto que voy mejor que los demás. Se trata de una subida de 1,5 kms o así muy suave pero que se deja notar al final. Km12, poco más de la mitad y ¡¡allí están ellos!! Mi familia al pleno, allá en las Ollerías después de una bajada en la que aprieto. Orgullo conyugal, paterno/materno filial con muchos cruces, “choca esos cinco” y p’alante. Cruzando el vial nos dirigimos a la Avenida del Brillante, la peor parte en  mi opinión. Es una subida sostenida de alrededor de 1,5 kms que se me hacen más largos de lo esperado. De hecho son los dos kilómetros más lentos, ya que me salen a 4:30. No obstante cada vez adelanto a más gente y los que me adelantan son compañeros de carrera, de estos con los que vas adelantándote sucesivamente.
Km 15 último avituallamiento y ¡¡naranjas!!! De verdad, qué gran idea la de dar esta fruta. Fresca, de asimilación inmediata y semicortada en cuatro cuartos. Toca bajar por Arroyo del Moro con un viento de frente bastante frío. Entre el perfil más benigno, la naranja y que ya quedaba el último cuarto de carrera “vuelo” nuevamente, 4:18 y 4:19. “¡¡¡Jooooooooooose!!” ahí estaba el Neke, con la familia al completo, que me vio, me gritó y le devuelvo el saludo. Ni lo había visto entre las pulsaciones y la miopía. Veo que el 1:34 lo tengo prácticamente en el bolsillo y aprieto. No pensaba ni de lejos verme en ésta por lo que quedándome cuatro kilómetros aprieto. Por la carreta de Almodóvar doblamos para dirigirnos nuevamente hasta la Avenida del Aeropuerto y meternos en el Parque Cruz Conde. Mantengo en el 18 (4:24), aflojo en el siguiente en mi afán por regularme y que el lumbar no salga al hiperespacio y encaro los dos últimos kilómetros… aprieto, voy al tope de pulsaciones (por encima de 160) y recupero muchas posiciones ¡4:19! En el 20, ¡4:23! En el 21 con una subida que no termina hacia El Fontanar. Entro en la pista de atletismo y acelero... adelanto a unos cuantos que se dejan llevar y los últimos doscientos metros los hago por debajo de cuatro minutos viendo que el cronómetro está en 1:33. “¡¡Tooma!!”.
Al final 1:33:16. ¡¡MMP!! Que tampoco es mucho decir porque en carreras oficiales ésta es mi quinta Media (dos en Madrid, otra en La Latina y otra en Segovia, facilitas y planas todas por los cojones) y no son comparables. De lo que sí me encuentro satisfecho es de la capacidad para leer una carrera de esta distancia. Siendo mi rodaje tipo de 15-17 kms, media maratón es un rodaje con mucha más gente, algo más rápido y un poco más largo. Saber (como sé) apretar, reservarte, regularte… ayuda mucho. Ver cómo vas de menos a más, adelantando posiciones hace que te convenzas de que tu táctica es la adecuada. ¿Podría haber ido más rápido? Sin dudas, pero no creo que ganase más de un minuto en total sin petar. Después de unos pocos años corriendo sabes dónde puede estar el punto entre petar y darlo todo. Bueno, en el maratón nunca se sabe.
¿Capacidad de mejora? Sin lugar a dudas. Aún haciendo una carrera perfecta en términos de contemporizar y adaptar tus ritmos a la carrera, me faltan esos entrenos de calidad que tan poco me gustan. Puedo correr rápido, meterle caña, pero no consigo que me ilusionen las series. Lo que sí saco en claro es las 3:30 en un maratón es algo al alcance.
En cuanto a la organización de la carrera empecemos por la parte positiva…
Se trata de una carrera excelentemente organizada, la mejor de las que he corrido sin lugar a dudas. No hubo que esperar por el dorsal ni en el ropero. La bolsa es más que correcta para lo que hay hoy en día (camiseta técnica, camiseta cervecera –un plus y pantalón de atletismo) por sólo 14 pavos. ¡ah, la medalla te la dan antes de correr. Además hay cena de pasta y fruta incluida en el precio para corredor y acompañante. A la llegada te dan el agua y la bebida isotónica habituales, bocata, refresco y, atención señores ¡¡un cervezón como un cortijo!! ¡¡Sí, el sueño hecho realidad!! Una cerveza nada más terminar, ahí, antes de recoger la ropa del ropero. Esto sí que es atención al corredor.
Y sigamos por la negativa… el recorrido (que por lo visto va a cambiar). Siendo como es Córdoba una de las ciudades más bonitas del mundo mundial te mandan por un polígono, por las afueras…sin pasar por sitios vistosos. Vale que correr por la judería no es aconsejable (empedrado, calles estrechas…) pero de forma testimonial se podría pasar por ejemplo por el Puente Romano: una foto desde la Puerta del Puente o desde la Calahorra con un Guadalquivir cargado de agua sería uno de los mejores carteles posibles. Pasar por la Ribera (absolutamente plana), por Conde Vallellano, Paseo de la Victoria, Ronda de los Tejares, Cruz Conde, Tendillas… le daría una vistosidad que muy pocas carreras puedan tener aunque quisieran. Además la animación de las calles ayuda mucho al corredor. Afortunadamente para la edición del año que viene se quiere cambiar la salida hasta el Paseo de la Victoria, lo que le daría más vistosidad. En Segovia se pasa por el centro y se termina debajo del acueducto aparte de pasar por polígonos y barrios periféricos, pero en el centro te da un subidón que no veas pasar entre un público que te jalea.
Sé que hay condicionantes de logística, desniveles mínimos, distancias entre salida y llegada o permanencia del circuito que condicionan mucho la homologación del recorrido pero ahora que se está planteando la posibilidad de organizar un MA-RA-TÓN habría que repensarlo. Este tipo de eventos mueve mucha gente y mucha pasta en un fin de semana como para cuidar estos detalles (que son los que te hacen triunfar como prueba)  y el homenaje gastronómico posterior.

En definitiva, una carrera totalmente recomendable por la organización, el perfil y, por supuesto, la ciudad.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Sorpresas te da la vida: Media Maratón de Córdoba 2013

No pensaba competir de aquí a fin de año. Había por ahí una Media Maratón por Carabanchel a la que le había echado el ojo después de que (otra vez) se me escapase la de Moratalaz. Sin embargo uno de mis “patrocinadores” ha tenido a bien regalarme un dorsal para la Media Maratón de Córdoba que se celebra este fin de semana.

Nunca la he corrido. Ni cuando corría por Córdoba porque se me antojaba una distancia inasumible ni después por cuestiones de logística o por imposibilidad sobrevenida (que me enteraba después, vamos). Escéptico de mí porque lo más que me ha tocado ha sido una primitiva de sesenta pavos, decidimos correrla.

El recorrido es muy suave, los desniveles no son ni mucho menos prolongados. Córdoba no es una ciudad en la que haga mucho viento  al estar abrigada por Sierra Morena. Si llueve suele venir por el oeste, una lluvia “cálida” por venir del atlántico.  A finales de otoño, si hace sol, es fácil que se lleguen a 15-20 de máxima. Y, qué coño, habiendo corrido en La Latina con -4ºC con viento y con los toboganes de la Casa de Campo y Aluche, la carrera parece más bien “facilona”. Entrecomillo lo de “facilona” porque no existen carreras fáciles ni difíciles sino ritmos intensos o tranquilos. Es, pues, una carrera perfecta para hacer marca, comer de puta madre y conocer una ciudad Patrimonio de la Humanidad-Pata Negra (hay un puente de hierro en Baracaldo que también lo es).

Desde el punto de vista turístico-deportivo es una carrera “panorámica”. Sin pasar por el casco histórico como la de Segovia sí que se puede apreciar una perspectiva muy amplia de la ciudad, ya que una vez pasado el Puente Nuevo (uno construido en los años 50 que sigue siendo el “Puente Nuevo” a pesar de después se construyeron tres más... pero es que era el primero que se construía desde el Puente Romano).

No ha habido, pues, preparación alguna para la carrera más que nada porque me enteré hace unos días. La semana pasada salí tres días a correr. El lunes 4:40, el miércoles 4:32 y el jueves 4:35. Ésta me la he tomado con tranquilidad por si acaso. No es que pretenda hacer una marca de relumbrón pero oportunidades o posibilidades de correr una carrera plana como ésta tengo pocas.

¿Estrategia? Mi idea es salir a 4:40 y a ver qué pasa. SI me noto con fuerzas apretaré un poco más para tratar de ir a 4:35 y en los tramos más generosos a 4:30. Quiero estar en torno a 1:36-1:37.

El lunes tocó carrera a mediodía.  Suave porque el instinto me hace regularme en esta semana previa a la carrera. Suave porque estaba también pendiente de las cimas de la sierra recién nevadas. Y suave porque tampoco tenía mucha prisa por volver; al fin y al cabo la diferencia entre meterle caña y tomárselo con tranquilidad no suele superar los tres minutos. 4:50 de media, más rápido de lo que esperaba pero mucho más lento que los ritmos de la semana pasada.


Entre tanto, el martes tocó Pilates, el miércoles probé qué era eso del Body Combat y ayer me metí en spinning en la búsqueda de la perfección cruzada. La primera impresión es que el Pilates es más útil para el “running”; sin embargo el BC es más útil para el coco; al fin y al cabo somos mucho de “visualizar” o, como dirían en “Los Serrano”, de “sodomizar”. Y es que una hostia bien dada al aire te tiene que quitar toda la mala leche que te sube durante el día. ¿El spinning? es útil para el glúteo/piramidal, pero teniendo en cuenta que hago casi una hora en bici de verdad desplazándome por Madrid su aportación marginal es claramente decreciente. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Dónde está mi queso?

A finales del siglo pasado (qué viejuna suena esta frase) se puso de moda un libro de autoayuda llamado “¿Dónde está mi queso?” que seguro que conocéis la mayoría. Básicamente de lo que trataba era de una fábula en la que unos ratones vivían de puta madre porque tenían todo el queso que querían gracias a unos investigadores que se lo proporcionaban a discreción. Sin embargo, un buen día, deciden putearlos y quitarles el queso. Los ratones, hambrientos, tienen que buscarse la vida para conseguir un nuevo queso u otra alimento aún mejor. Lo que era un puteo puro y duro se les presentaba como una oportunidad… joder, sí que es actual el puto libro… vivíamos felices con nuestro queso sin molestar a nadie; de repente alguien decide que hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades” y nos quita el queso diciéndonos que es bueno para nosotros porque así tenemos un incentivo para progresar y realizarnos buscándonos la vida. Todo ello, adornado con un pizca de filosofía zen que nos dice que en chino mandarían las palabras “crisis” y “oportunidad” significan lo mismo y voilá, moto vendida.

Menuda chapa… me he ido por los cerros de Úbeda para hablar de los nuevos recorridos que estoy encontrando para correr por Las Tablas, Sanchinarro o Fuencarral. Acostumbrado al Flor de Esgueva de los parques de Hortaleza y Barajas con sus recorridos de más de 20-25 kms sin salir de parques ni repetir por ninguno y con una accesibilidad prácticamente inmediata, correr por esta zona se antoja más Philadelphia, El Caserío o queso de Burgos, que dan el pego pero poco más.

La búsqueda del parque perfecto me ha hecho descubrir el queso de bola  Pilates. Sí, lo sé, desde fuera suena menos varonil que los grandes éxitos de Miguel Bosé interpretados por Ana Torroja. Desde el más absoluto desconocimiento parece que entra más dentro de la categoría “juego” o incluso “baile” que ejercicio, pero qué va. Es tan cañero como uno quiere (más bien puede) que lo sea; uno se pone los límites. Para empezar hicimos unos ejercicios de tonificación/estiramiento del tren inferior. Coño, que sentía cómo ese piramidal que me castiga se dejaba domeñar (qué ganas de utilizar esta palabra) pasando de rugir a maullar tiernamente. Luego lumbares, los sufridores de tanto impacto tras muchos kilómetros de carrera. Joder, que se queda bien y todo. Finalmente abdominales… tan intensos como largos. Entre saludos al sol, flores de loto y posturitas de pequeño saltamontes se me pasó rapidísima la clase. “¿Alguno se queda a Combat?” preguntó la monitora. Y la presupuestación a medio terminar, manda huevos.

Tarareando “Seré tu amante bandido, bandido… huracán, huracán abatido” me fui al vestuario volando; eso sí, mentalmente, que luego se le cae a uno la pastilla de jabón y no veas.  Volviendo en bici al trabajo se me escapaba un “El corazón que a Triana va nunca volverá Sevilla con qué pasión te enamorará y te embrujará… Sevilla… bandido ¡ay!¡ Muero yo por ti! Tu paloma fui…”

Al hacer mínimo 17 kms en bici saboreando una rica torta del Casar también estoy notando cómo los cuádriceps están más fuertes y torneados o que el piramidal se me carga menos como consecuencia de una mayor tonificación del glúteo.

Y es que siempre hay que tratar de ver el lado bueno de la vida sin perder nunca el sentido crítico. Adaptarse o morir, darwinismo en estado puro.

Deportivamente llevo dos entrenos saliéndome, y es que una revisión médica me ha confirmado que cardiacamente estoy hecho un toro. Será que "sodomizo", será que el pilates ha sido mano de santo, el caso es que dos días seguidos me han salido 10 kms a 4:32 y 4:35, esta última reteniéndome al principio. La semana que viene más, que hay novedades.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Esos grandes amaneceres de otoño...

Revisando mis entradas pendientes me he dado cuenta de que me dejé ésta en el tintero... y no quisiera por lo bien que lo pasé; es de hace un par de semana. Espero que os guste como yo la disfruté...

A unas horas intempestivas para el nuevo horario salí a rodar para despedirme de mis rodajes riazanos hasta la próxima. Fiándome de la previsión (soleado, con una mínima de ocho grados) me fui con unas mallas, camiseta de manga corta y otra de manga larga “por si acaso”.  Y pasé más frío que pelando nabos (los nabos se recogen en diciembre).

Eran las 07:40 (de la nueva hora) cuando empecé a correr. Hacía un frío de cojones y lo que debía ser el rocío estaba helado por mor de la temperatura. El sol se vislumbraba allá por el Pico del Lobo con un rojo intenso que prometía un día claro. Con dirección norte me dirigí hacia Riofrío. Un viento del sur, enfriado por la sierra, me daba en la cara y en las manos y se me encogían como pocas veces.

EL sol aún no terminaba de asomarse y por tanto seguía en penumbra hasta que di la vuelta poco antes de llegar a Riofrío. Una vez que doy la vuelta y miro hacia delante veo una mancha blanca brillante. ¿Acaso se ha levantado bruma en la llanura castellana? Desde el cruce con la carretera de La Pinilla se puede comprender en toda su extensión el dicho “ancha es Castilla”, abarcando la vista tierras de Segovia, Burgos, Soria o Guadalajara. Toda ella tenía un blanco intensísimo. Conforme iba bajando, con el sol proyectando ya mi sombra a una gran distancia, fui comprendiendo lo que pasaba: era la helada la que hacía refulgir la luz del sol que recién salía. Por minutos este blanco se iba desvaneciendo hasta desaparecer. La humedad pasaba ahora a mostrar unos colores intensísimos a los campos amarillos, marrones o verdes que se sucedían.

Por medio de un robledal que se resiste a perder sus hojas en este otoño tardío pasé al lado de un prado aún en penumbra pero sobre el que en ese momento empezaba a dar el sol. Unos caballos pacían tranquilamente y la luz empezaba a reflejarse con fuerza sobre el hielo sobreexponiendo la imagen hasta tal punto que los árboles y los caballos eran meras sombras.
Andaba flipado con lo que venía viendo. Una de mis aficiones es la fotografía, como sabéis, y una mañana como la de ayer te proporciona muchas ocasiones de hacer esa foto perfecta. Eso sí, hay que madrugar, tener paciencia y experimentar con filtros y contrastes extremos de luminosidad. Como decía Picasso “la inspiración existe; el único problema es que te tiene que pillar trabajando”.

Con el flipe los ritmos se aceleraron; de un 5:00-5:10 inicial me fui progresivamente hasta los 4:40-4:30 con los que terminé. Aún no eran las nueve, hora de apertura de la carnicería, y estuve haciendo algún kilómetro de más hasta esa hora. Cuarto de lechazo al morral y para el horno, que también nos teníamos que despedir gastronómicamente en forma de lechazo.


A las 09:15 estaba de vuelta a casa, con el rodaje y compra hechos (es lo que tiene el cambio horario). Un día de 25 horas, todo un regalo.