martes, 24 de diciembre de 2013

Carrera de la Solidaridad 2013 (Infantil)

Si hay una excusa que nos impulsa a apuntarnos a una carrera es que ésta sea solidaria. Nos gusta correr, somos animales gregarios y, como tales, nos gusta reunirnos con otros congéneres con las mismas inquietudes. Y si, además, la inscripción se destina a algún fin solidario mejor mejor que mejor.

Hacía tiempo que los enanos nos andaban pidiendo que les apuntásemos a una carrera. Eso de correr un rato, pasar por la “salida”, por la “meta”, el recuerdo de la carrera y su lata de bebida isotónica  tiene su aquel. Calentar antes (aunque vayan a correrse 500 metros) ponerse el dorsal, colocarse en la salida.. son actos que se incluyen en un incipiente ritual que con el tiempo es como el Rexona.

Los apuntamos un par de semanas antes a esta carrera que se celebra en la Casa de Campo. Al ser a las 11:30 no había que madrugar mucho, por lo que la logística podía ponerse en marcha sin problemas.

Pensando en que la Casa de Campo podía estar petada (hacía buen tiempo, era la hora del paseo, había carrera…) intentamos salir con tiempo. Llegamos sobre las 11:00, justo cuando la carrera de 10km estaba terminando.

¿Petada? Al contrario; de hecho creo que fue una de las veces que menos problemas hemos tenido. Sea por las compras navideñas, por el frío que hizo los días de atrás o porque las 11:00 de la mañana es “temprano” para según qué gente (a las 11:00 yo me he tomado el segundo desayuno de los hobbits), el caso es que no había casi nadie.

Las carreras infantiles empezaron a su hora. No había muchos niños y las distancias eran muy asequibles (1.500 metros para cadetes, 1.200 para infantiles, 500 para benjamines y 200 para prebenjamines). Sin aglomeraciones las salidas y las llegadas fueron muy rápidas.

En definitiva una carrera muy recomendable. Perfectamente organizada, sin aglomeraciones, un marco incomparable… vamos que si la organizan el año que viene repetiremos si los virus y los elementos no lo impiden.

A las 12:00 habíamos terminado ¿y qué mejor que hacer sino darse una vuelta por el lago y tomarse un aperitivo en “El Urogallo”? Pues eso, añadiendo momentos al ritual. QUe no todo va a ser correr, y la paella o el pollo frito que te ponen con la cerveza de este sitio son incomporables. Unas Mahous generosas, tres refrescos y una ración por 10 pavos; vamos que si pedimos un par de rondas más casi que comemos.

En cuanto al aspecto deportivo anda algo parado y no precisamente por estas fechas tan entrañables. Un dolor que no se va en el tensor fascia lata me está haciendo ir más despacio y corriendo menos. Me hace andar como Chiquito en ocasiones y he tenido que aparcar la bici para ir a trabajar. Lo que no consiguieron los elementos lo ha logrado un músculo tan pequeño y aparentemente inútil como éste. Y el fisio, que me ha dicho que repose. Vi las estrella con ese dedo que pasaba por todo el contorno del músculo, menudo cabrón. En fin, que a veces hay que parar para llegar más lejos.

Felices fiestas a todos


jueves, 5 de diciembre de 2013

El comienzo del comienzo

Comienzo a preparar el maratón de primavera. ¿Pronto? Es posible, depende también cuál sea serán 16 ó 18 semanas. Por lo pronto el de Sevilla no es porque ni es en primavera ni hay dorsales. El punto de partida lo he puesto en la Media de Córdoba de la semana pasada; ahora toca subir progresivamente el kilometraje, la carga, las tiradas largas…

Por primera vez me he prometido a mí mismo que no me voy a engañar. No voy a meter series en mis entrenos. No voy a ganar, no disfruto con las series. Si voy con alguien y nos picamos sí que puedo ponerme a 3:45 min/km en tramos de mil metros varias veces. Pero en solitario no hago esas cosas. Y es que pienso que es más divertido disfrutar de esos momentos tan intensos en compañía que en solitario. No está mal, un propósito de año nuevo cuando se está terminando éste.

Para empezar la semana pasada fue muy suave; sólo salí tres días y uno de ellos porque en el gimnasio no había nada programado a las horas a las que fui. Y, como un autómata, salí a correr disfrutando de uno de esos días de invierno mesetario en los que no corre nada de aire pero que brillan sin una nube.

Los tiempos, discretos, a 4:45. Tres entrenos prácticamente calcados no así la progresión (en el último tenía prisas por llegar y bajé de 4:15 los últimos tres kilómetros).

El rodaje del domingo, bien abrigado, fue algo lento. Y es que los que habían triunfado en el maratón de Donosti no tenían cuerpo para rodar muy rápido. No digo mucho a conciencia porque al final se apretaron quince kilómetros como unos campeones, pero rápido rápido no fue precisamente.

Después hice lo que llevaba muchos años sin hacer: jugar tranquilo al BA LON CES TO. Un uno contra uno, sin prisas, sin más interés que hacer una filigrana, meter una canasta imposible o rememorar el “sky-hook” que si salió alguna vez fue más fruto de la casualidad que de la técnica. Una serie de tapones seguidos hizo que me acordara de que no estaba en una cancha de Harlem ni jugaba contra Barkley sino con mi hijo mayor. Algún 21, entradas a canasta... Primera lección: no se tira a cuchara (es de los tiempos de Buscató), que te clavarán a tapones. Lo mejor de todo es que la epicondilitis no dio señales de vida ni entonces ni después; parece que el colágeno ése funciona.

Fruto del rodaje, de la pachanga o de todo, el domingo por la tarde tenía una ligera molestia en el abductor. Manda huevos, 21 km a 4:24, dos platos de albóndigas con caldo y 400 kms de vuelta y como una rosa el domingo anterior. Rodaje pisando huevos a 5:18 y molestias. “Eso es asín” como dirían los sevillanos esos.



En cuanto a esta semana aún va floja en kilómetros, pero no en intensidad.  El lunes spinning paea que descansara la pierna. El martes quería ir tranquilo pero esto de tener los dos primeros kilómetros de tu recorrido habitual con un perfil descendente es muy peligroso porque a nada que se te den un poco bien te puedes flipar y mandar a la mierda todos tus planteamientos previos. 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Media Maratón de Córdoba 2013, la crónica

Tal y como os comenté la semana pasada, uno de mis patrocinadores tuvo a bien obsequiarme con un dorsal para la Media de Córdoba. Una marca de bebidas norteamericana que serigrafía multitud de nombres en sus latas me preguntó si quería correr y contesté sin más y sin mucha esperanza de correrla. Total, quedaban dos ó tres semanas.

Sin embargo, oh, sorpresa, me dijeron que había sido agraciado con un dorsal. Era una buena señal, había que hacerle caso a los astros y correrla.

Con tan poco tiempo de antelación tampoco cabía prepararse nada; voy a pelo. Mis amigos de Córdoba no corrían, no iba a ir con nadie conocido.
EL día de antes, celebración familiar y yo con dieta especial. Especial porque tenía todo lo que me gustaba: panceta, chorizo, Mahou clásica…. Total, proteínas, lípidos y carbohidratos para una carrera con frío.

La carrera empezaba a las diez de la mañana, cuando el sol empieza a desperezarse (que no a calentar porque la temperatura rondaba los 6-7ºC). Con “sólo” 4.000 inscritos (pocos para una carrera en Madrid, muchos en Córdoba), la salida fue rápida y sin muchas aglomeraciones. Mi idea al principio era dejarme llevar, a ver cómo me encontraba y decidir sobre la marcha qué ritmo llevar.

Con un perfil netamente descendente (no hay grandes cuestas en Córdoba), dejándome llevar por el Parque Cruz Conde, Avenida del Aeropuerto (en Córdoba somos así, no tenemos aeropuerto comercial pero tenemos avenidas del aeropuerto, la ONCE está en “Vistalegre” y el cementerio es de “Nuestra Señora de la Salud”), Conde Vallellano, Puente Nuevo y Avenida de Granada, en los tres primeros kilómetros “volé” a 4:15 y 4:11. Tocaba girar y dirigirnos hasta el Arenal, a la espalda del Arcángel. Con unas pulsaciones controladas (como un reloj entre 152-153ppm, de un máximo de 155ppm), los kilómetros se iban sucediendo con unos ritmos sostenidos y regulando. Con un ritmo de 4:35 en mente, el saco se iba llenando progresivamente sin necesidad de recurrir a él en ningún momento. Los kilómetros se sucedían entre polígonos. La subida hasta Carlos III hace que tenga que bajar un poco el ritmo. Sin embargo noto que voy mejor que los demás. Se trata de una subida de 1,5 kms o así muy suave pero que se deja notar al final. Km12, poco más de la mitad y ¡¡allí están ellos!! Mi familia al pleno, allá en las Ollerías después de una bajada en la que aprieto. Orgullo conyugal, paterno/materno filial con muchos cruces, “choca esos cinco” y p’alante. Cruzando el vial nos dirigimos a la Avenida del Brillante, la peor parte en  mi opinión. Es una subida sostenida de alrededor de 1,5 kms que se me hacen más largos de lo esperado. De hecho son los dos kilómetros más lentos, ya que me salen a 4:30. No obstante cada vez adelanto a más gente y los que me adelantan son compañeros de carrera, de estos con los que vas adelantándote sucesivamente.
Km 15 último avituallamiento y ¡¡naranjas!!! De verdad, qué gran idea la de dar esta fruta. Fresca, de asimilación inmediata y semicortada en cuatro cuartos. Toca bajar por Arroyo del Moro con un viento de frente bastante frío. Entre el perfil más benigno, la naranja y que ya quedaba el último cuarto de carrera “vuelo” nuevamente, 4:18 y 4:19. “¡¡¡Jooooooooooose!!” ahí estaba el Neke, con la familia al completo, que me vio, me gritó y le devuelvo el saludo. Ni lo había visto entre las pulsaciones y la miopía. Veo que el 1:34 lo tengo prácticamente en el bolsillo y aprieto. No pensaba ni de lejos verme en ésta por lo que quedándome cuatro kilómetros aprieto. Por la carreta de Almodóvar doblamos para dirigirnos nuevamente hasta la Avenida del Aeropuerto y meternos en el Parque Cruz Conde. Mantengo en el 18 (4:24), aflojo en el siguiente en mi afán por regularme y que el lumbar no salga al hiperespacio y encaro los dos últimos kilómetros… aprieto, voy al tope de pulsaciones (por encima de 160) y recupero muchas posiciones ¡4:19! En el 20, ¡4:23! En el 21 con una subida que no termina hacia El Fontanar. Entro en la pista de atletismo y acelero... adelanto a unos cuantos que se dejan llevar y los últimos doscientos metros los hago por debajo de cuatro minutos viendo que el cronómetro está en 1:33. “¡¡Tooma!!”.
Al final 1:33:16. ¡¡MMP!! Que tampoco es mucho decir porque en carreras oficiales ésta es mi quinta Media (dos en Madrid, otra en La Latina y otra en Segovia, facilitas y planas todas por los cojones) y no son comparables. De lo que sí me encuentro satisfecho es de la capacidad para leer una carrera de esta distancia. Siendo mi rodaje tipo de 15-17 kms, media maratón es un rodaje con mucha más gente, algo más rápido y un poco más largo. Saber (como sé) apretar, reservarte, regularte… ayuda mucho. Ver cómo vas de menos a más, adelantando posiciones hace que te convenzas de que tu táctica es la adecuada. ¿Podría haber ido más rápido? Sin dudas, pero no creo que ganase más de un minuto en total sin petar. Después de unos pocos años corriendo sabes dónde puede estar el punto entre petar y darlo todo. Bueno, en el maratón nunca se sabe.
¿Capacidad de mejora? Sin lugar a dudas. Aún haciendo una carrera perfecta en términos de contemporizar y adaptar tus ritmos a la carrera, me faltan esos entrenos de calidad que tan poco me gustan. Puedo correr rápido, meterle caña, pero no consigo que me ilusionen las series. Lo que sí saco en claro es las 3:30 en un maratón es algo al alcance.
En cuanto a la organización de la carrera empecemos por la parte positiva…
Se trata de una carrera excelentemente organizada, la mejor de las que he corrido sin lugar a dudas. No hubo que esperar por el dorsal ni en el ropero. La bolsa es más que correcta para lo que hay hoy en día (camiseta técnica, camiseta cervecera –un plus y pantalón de atletismo) por sólo 14 pavos. ¡ah, la medalla te la dan antes de correr. Además hay cena de pasta y fruta incluida en el precio para corredor y acompañante. A la llegada te dan el agua y la bebida isotónica habituales, bocata, refresco y, atención señores ¡¡un cervezón como un cortijo!! ¡¡Sí, el sueño hecho realidad!! Una cerveza nada más terminar, ahí, antes de recoger la ropa del ropero. Esto sí que es atención al corredor.
Y sigamos por la negativa… el recorrido (que por lo visto va a cambiar). Siendo como es Córdoba una de las ciudades más bonitas del mundo mundial te mandan por un polígono, por las afueras…sin pasar por sitios vistosos. Vale que correr por la judería no es aconsejable (empedrado, calles estrechas…) pero de forma testimonial se podría pasar por ejemplo por el Puente Romano: una foto desde la Puerta del Puente o desde la Calahorra con un Guadalquivir cargado de agua sería uno de los mejores carteles posibles. Pasar por la Ribera (absolutamente plana), por Conde Vallellano, Paseo de la Victoria, Ronda de los Tejares, Cruz Conde, Tendillas… le daría una vistosidad que muy pocas carreras puedan tener aunque quisieran. Además la animación de las calles ayuda mucho al corredor. Afortunadamente para la edición del año que viene se quiere cambiar la salida hasta el Paseo de la Victoria, lo que le daría más vistosidad. En Segovia se pasa por el centro y se termina debajo del acueducto aparte de pasar por polígonos y barrios periféricos, pero en el centro te da un subidón que no veas pasar entre un público que te jalea.
Sé que hay condicionantes de logística, desniveles mínimos, distancias entre salida y llegada o permanencia del circuito que condicionan mucho la homologación del recorrido pero ahora que se está planteando la posibilidad de organizar un MA-RA-TÓN habría que repensarlo. Este tipo de eventos mueve mucha gente y mucha pasta en un fin de semana como para cuidar estos detalles (que son los que te hacen triunfar como prueba)  y el homenaje gastronómico posterior.

En definitiva, una carrera totalmente recomendable por la organización, el perfil y, por supuesto, la ciudad.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Sorpresas te da la vida: Media Maratón de Córdoba 2013

No pensaba competir de aquí a fin de año. Había por ahí una Media Maratón por Carabanchel a la que le había echado el ojo después de que (otra vez) se me escapase la de Moratalaz. Sin embargo uno de mis “patrocinadores” ha tenido a bien regalarme un dorsal para la Media Maratón de Córdoba que se celebra este fin de semana.

Nunca la he corrido. Ni cuando corría por Córdoba porque se me antojaba una distancia inasumible ni después por cuestiones de logística o por imposibilidad sobrevenida (que me enteraba después, vamos). Escéptico de mí porque lo más que me ha tocado ha sido una primitiva de sesenta pavos, decidimos correrla.

El recorrido es muy suave, los desniveles no son ni mucho menos prolongados. Córdoba no es una ciudad en la que haga mucho viento  al estar abrigada por Sierra Morena. Si llueve suele venir por el oeste, una lluvia “cálida” por venir del atlántico.  A finales de otoño, si hace sol, es fácil que se lleguen a 15-20 de máxima. Y, qué coño, habiendo corrido en La Latina con -4ºC con viento y con los toboganes de la Casa de Campo y Aluche, la carrera parece más bien “facilona”. Entrecomillo lo de “facilona” porque no existen carreras fáciles ni difíciles sino ritmos intensos o tranquilos. Es, pues, una carrera perfecta para hacer marca, comer de puta madre y conocer una ciudad Patrimonio de la Humanidad-Pata Negra (hay un puente de hierro en Baracaldo que también lo es).

Desde el punto de vista turístico-deportivo es una carrera “panorámica”. Sin pasar por el casco histórico como la de Segovia sí que se puede apreciar una perspectiva muy amplia de la ciudad, ya que una vez pasado el Puente Nuevo (uno construido en los años 50 que sigue siendo el “Puente Nuevo” a pesar de después se construyeron tres más... pero es que era el primero que se construía desde el Puente Romano).

No ha habido, pues, preparación alguna para la carrera más que nada porque me enteré hace unos días. La semana pasada salí tres días a correr. El lunes 4:40, el miércoles 4:32 y el jueves 4:35. Ésta me la he tomado con tranquilidad por si acaso. No es que pretenda hacer una marca de relumbrón pero oportunidades o posibilidades de correr una carrera plana como ésta tengo pocas.

¿Estrategia? Mi idea es salir a 4:40 y a ver qué pasa. SI me noto con fuerzas apretaré un poco más para tratar de ir a 4:35 y en los tramos más generosos a 4:30. Quiero estar en torno a 1:36-1:37.

El lunes tocó carrera a mediodía.  Suave porque el instinto me hace regularme en esta semana previa a la carrera. Suave porque estaba también pendiente de las cimas de la sierra recién nevadas. Y suave porque tampoco tenía mucha prisa por volver; al fin y al cabo la diferencia entre meterle caña y tomárselo con tranquilidad no suele superar los tres minutos. 4:50 de media, más rápido de lo que esperaba pero mucho más lento que los ritmos de la semana pasada.


Entre tanto, el martes tocó Pilates, el miércoles probé qué era eso del Body Combat y ayer me metí en spinning en la búsqueda de la perfección cruzada. La primera impresión es que el Pilates es más útil para el “running”; sin embargo el BC es más útil para el coco; al fin y al cabo somos mucho de “visualizar” o, como dirían en “Los Serrano”, de “sodomizar”. Y es que una hostia bien dada al aire te tiene que quitar toda la mala leche que te sube durante el día. ¿El spinning? es útil para el glúteo/piramidal, pero teniendo en cuenta que hago casi una hora en bici de verdad desplazándome por Madrid su aportación marginal es claramente decreciente. 

viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Dónde está mi queso?

A finales del siglo pasado (qué viejuna suena esta frase) se puso de moda un libro de autoayuda llamado “¿Dónde está mi queso?” que seguro que conocéis la mayoría. Básicamente de lo que trataba era de una fábula en la que unos ratones vivían de puta madre porque tenían todo el queso que querían gracias a unos investigadores que se lo proporcionaban a discreción. Sin embargo, un buen día, deciden putearlos y quitarles el queso. Los ratones, hambrientos, tienen que buscarse la vida para conseguir un nuevo queso u otra alimento aún mejor. Lo que era un puteo puro y duro se les presentaba como una oportunidad… joder, sí que es actual el puto libro… vivíamos felices con nuestro queso sin molestar a nadie; de repente alguien decide que hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades” y nos quita el queso diciéndonos que es bueno para nosotros porque así tenemos un incentivo para progresar y realizarnos buscándonos la vida. Todo ello, adornado con un pizca de filosofía zen que nos dice que en chino mandarían las palabras “crisis” y “oportunidad” significan lo mismo y voilá, moto vendida.

Menuda chapa… me he ido por los cerros de Úbeda para hablar de los nuevos recorridos que estoy encontrando para correr por Las Tablas, Sanchinarro o Fuencarral. Acostumbrado al Flor de Esgueva de los parques de Hortaleza y Barajas con sus recorridos de más de 20-25 kms sin salir de parques ni repetir por ninguno y con una accesibilidad prácticamente inmediata, correr por esta zona se antoja más Philadelphia, El Caserío o queso de Burgos, que dan el pego pero poco más.

La búsqueda del parque perfecto me ha hecho descubrir el queso de bola  Pilates. Sí, lo sé, desde fuera suena menos varonil que los grandes éxitos de Miguel Bosé interpretados por Ana Torroja. Desde el más absoluto desconocimiento parece que entra más dentro de la categoría “juego” o incluso “baile” que ejercicio, pero qué va. Es tan cañero como uno quiere (más bien puede) que lo sea; uno se pone los límites. Para empezar hicimos unos ejercicios de tonificación/estiramiento del tren inferior. Coño, que sentía cómo ese piramidal que me castiga se dejaba domeñar (qué ganas de utilizar esta palabra) pasando de rugir a maullar tiernamente. Luego lumbares, los sufridores de tanto impacto tras muchos kilómetros de carrera. Joder, que se queda bien y todo. Finalmente abdominales… tan intensos como largos. Entre saludos al sol, flores de loto y posturitas de pequeño saltamontes se me pasó rapidísima la clase. “¿Alguno se queda a Combat?” preguntó la monitora. Y la presupuestación a medio terminar, manda huevos.

Tarareando “Seré tu amante bandido, bandido… huracán, huracán abatido” me fui al vestuario volando; eso sí, mentalmente, que luego se le cae a uno la pastilla de jabón y no veas.  Volviendo en bici al trabajo se me escapaba un “El corazón que a Triana va nunca volverá Sevilla con qué pasión te enamorará y te embrujará… Sevilla… bandido ¡ay!¡ Muero yo por ti! Tu paloma fui…”

Al hacer mínimo 17 kms en bici saboreando una rica torta del Casar también estoy notando cómo los cuádriceps están más fuertes y torneados o que el piramidal se me carga menos como consecuencia de una mayor tonificación del glúteo.

Y es que siempre hay que tratar de ver el lado bueno de la vida sin perder nunca el sentido crítico. Adaptarse o morir, darwinismo en estado puro.

Deportivamente llevo dos entrenos saliéndome, y es que una revisión médica me ha confirmado que cardiacamente estoy hecho un toro. Será que "sodomizo", será que el pilates ha sido mano de santo, el caso es que dos días seguidos me han salido 10 kms a 4:32 y 4:35, esta última reteniéndome al principio. La semana que viene más, que hay novedades.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Esos grandes amaneceres de otoño...

Revisando mis entradas pendientes me he dado cuenta de que me dejé ésta en el tintero... y no quisiera por lo bien que lo pasé; es de hace un par de semana. Espero que os guste como yo la disfruté...

A unas horas intempestivas para el nuevo horario salí a rodar para despedirme de mis rodajes riazanos hasta la próxima. Fiándome de la previsión (soleado, con una mínima de ocho grados) me fui con unas mallas, camiseta de manga corta y otra de manga larga “por si acaso”.  Y pasé más frío que pelando nabos (los nabos se recogen en diciembre).

Eran las 07:40 (de la nueva hora) cuando empecé a correr. Hacía un frío de cojones y lo que debía ser el rocío estaba helado por mor de la temperatura. El sol se vislumbraba allá por el Pico del Lobo con un rojo intenso que prometía un día claro. Con dirección norte me dirigí hacia Riofrío. Un viento del sur, enfriado por la sierra, me daba en la cara y en las manos y se me encogían como pocas veces.

EL sol aún no terminaba de asomarse y por tanto seguía en penumbra hasta que di la vuelta poco antes de llegar a Riofrío. Una vez que doy la vuelta y miro hacia delante veo una mancha blanca brillante. ¿Acaso se ha levantado bruma en la llanura castellana? Desde el cruce con la carretera de La Pinilla se puede comprender en toda su extensión el dicho “ancha es Castilla”, abarcando la vista tierras de Segovia, Burgos, Soria o Guadalajara. Toda ella tenía un blanco intensísimo. Conforme iba bajando, con el sol proyectando ya mi sombra a una gran distancia, fui comprendiendo lo que pasaba: era la helada la que hacía refulgir la luz del sol que recién salía. Por minutos este blanco se iba desvaneciendo hasta desaparecer. La humedad pasaba ahora a mostrar unos colores intensísimos a los campos amarillos, marrones o verdes que se sucedían.

Por medio de un robledal que se resiste a perder sus hojas en este otoño tardío pasé al lado de un prado aún en penumbra pero sobre el que en ese momento empezaba a dar el sol. Unos caballos pacían tranquilamente y la luz empezaba a reflejarse con fuerza sobre el hielo sobreexponiendo la imagen hasta tal punto que los árboles y los caballos eran meras sombras.
Andaba flipado con lo que venía viendo. Una de mis aficiones es la fotografía, como sabéis, y una mañana como la de ayer te proporciona muchas ocasiones de hacer esa foto perfecta. Eso sí, hay que madrugar, tener paciencia y experimentar con filtros y contrastes extremos de luminosidad. Como decía Picasso “la inspiración existe; el único problema es que te tiene que pillar trabajando”.

Con el flipe los ritmos se aceleraron; de un 5:00-5:10 inicial me fui progresivamente hasta los 4:40-4:30 con los que terminé. Aún no eran las nueve, hora de apertura de la carnicería, y estuve haciendo algún kilómetro de más hasta esa hora. Cuarto de lechazo al morral y para el horno, que también nos teníamos que despedir gastronómicamente en forma de lechazo.


A las 09:15 estaba de vuelta a casa, con el rodaje y compra hechos (es lo que tiene el cambio horario). Un día de 25 horas, todo un regalo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

OT: El Samsung Galaxy Y es una castaña (y tiene más humedades que la Cueva de Altamira)



Quien me conoce sabe que no soy precisamente un friqui de los cacharros tecnológicos. Vaya por delante que cada uno puede gastarse su dinero en lo que le dé la gana, que para eso es suyo y se lo ha ganado.

Precisamente por lo que cuesta ganar el dinero veo una salvajada gastarse 700 pavos en un cacharro que, aparte de para hablar por teléfono y mandar gilipolleces por el guasá tiene poca utilidad marginal adicional (al menos para mi particular curva de la demanda), más que nada porque hay que cambiarlo cada dos años porque ha salido el modelo 5c de (c de chupiguay) o no se puede actualizar el nuevo sistema operativo( qué cosas pasan cuando muerdes la manzana).
Joder, que con 600 pavos te compras una bici cojonuda que te dura toda la vida y que te garantizan el cuadro de por vida. Si, además, eres un temerario o un perroflauta te puedes ahorrar el abono transporte (como yo).

EL caso es que a mediados de año, y como consecuencia de que mi Nokia antiguo petó, me compré un teléfono “inteligente” (es curioso, por lo visto los aparatos han adquirido un atributo tan humano como la inteligencia a la par que los humanos lo estamos perdiendo). No era el más fardón del mercado pero es que me negaba a gastarme un pastón en un cacharro que cabe en un bote de colacao pequeño (hay que llenar muchos carros en el Mercadona para llegar a los 600 pavos).

Después de navegar un poco encontré lo que en ese momento y, por comparables, consideré una “ganga”. Por 89 pavos me compré un Samsung Galaxy y-S5360. Más feliz que una perdiz (sarcasmo) me di de alta por primera vez en mi vida como cliente de contrato y tarifa de datos, con dos cojones, por nueve pavos al mes más IVA (lo que se dice tirar la casa por la ventana).
Cargué de música el teléfono, le compré una funda y empecé a salir a correr con él resguardado (infeliz de mí) en una funda de neopreno. Con eso y con el guasá me sentía estar construyendo el siglo XXI… hasta que a los cinco meses el teléfono empezó a dejar de oírse salvo con los auriculares. A veces se oía y a veces no, cuando a él le salía de los cojones porque para eso los tenía y era inteligente.

Afortunadamente el teléfono estaba en garantía y lo llevé al servicio técnico. El chaval, al abrirlo, vio una gota “ a este teléfono le ha entrado humedad”. Menudo lince.
-          “Sí, hoy he estado corriendo”.
-          “Será eso, hay que protegerlo”
-          “Llevaba una funda de neopreno”
-          “Qué raro, yo también corro con el teléfono y no le ha entrado humedad”
-          “¿Cuánto corres tú?”
-          “20-25 minutos” todo orgulloso, empleando la unidad absoluta del tiempo en lugar de la relativa de minutos por kilómetro.
-          “Eso lo hago yo para calentar antes de empezar a correr”.


Al abrir el teléfono vio una pegatina que estaba teñida de lila (otra metáfora). “¿Lo ves? Éste es un chivato de que le ha entrado humedad”. “¿Por correr? No me jodas, ¿es que Samsung no diseña sus productos para que no le entre el sudor?” Por lo visto no. Abrió el teléfono y me enseñó dónde había tenido un cortocircuito, señales de óxido…. A ver, que no estaba siendo pesca submarina ni hice un descenso por aguas bravas. Sólo he corrido, y me dicen que no me lo cubre la garantía.

Casi todas estar marcas emprenden campañas con fotos de pivones corriendo y eslóganes tan sugerentes como “siéntete libre”, “a tu aire” y polladas varias.

Supongo que el resto de fabricantes serán igual de hijos de puta. Yo, por si acaso, he vuelto a Nokia. En los tres años que llevo corriendo con música no ha fallado por humedades. Se me ha caído al váter, lo he sacado y al par de horas estaba funcionando. Más de uno se haría el harakiri con el cuchillo jamonero si el Aifon 5 megachupi se le cae a un charco.


Usuario de IPhone5 cuando le cae una gotita de lluvia a su tesoro

De todo esto saco unas conclusiones y una reafirmación:

-          El Samsung Galaxy es una puta mierda.
-          El Samsung Galaxy es más delicado que Gareth Bale, que se jode con un par de carreras.
-          No merece la pena gastarse el dinero más de lo necesario en unos cacharros que cuando se joden la carga de la prueba se invierte: eres tú quien tiene que demostrar tu inocencia y no al revés.
-          Si quieres fiabilidad y durabilidad cómprate un Nokia; son menos fardones pero no te sientes sodomizado; pagas por lo que recibes.


jueves, 24 de octubre de 2013

Descubriendo el Parque Forestal de Valdebebas

Continúo con mi proceso de adaptación al nuevo entorno para correr. Gracias a uno de los comentarios en el bolg (gracias, “Anónimo”), el viernes me dirigí hasta Sanchinarro y, desde allí, crucé el puente con Valdebebas.

Conocía la zona de ir con la bici, si bien desde hace un año que no pasaba por allí. Entonces la calle se cortaba en una rotonda justo en ese puente por arriba y por abajo en otra rotonda que enlazaba Las Cárcavas con la Ciudad Deportiva.

Bordeando el futuro Parque Forestal de Valdebebas, con los dientes largos de “corriendo espero al parque más quiero” pasé como dije por el borde Norte de Las Cárcavas, barrio rebautizado como Valdebebas Oeste por motivos de mercadotecnia. Al llegar a la rotonda de abajo, sorpresa, vi que estaba abierto el paso y continué. Con casi cinco kilómetros recorridos debería haber dado media vuelta pero… era viernes, hacía un tiempo cojonudo (ligera brisa del sur), un camino terroso pero duro, casi plano, nuevo, qué coño con una ligera bajada me fui animando y tiré para delante. ¡¡Oh, sorpresa!! ¡¡Es la Ciudad Deportiva!! En medio de una planicie aún por urbanizar di una vuelta hasta que me di cuenta de que ya eran 6,5 kms los que llevaba corriendo. Había que pensar en dar la vuelta. ¿Por dónde? Si le doy la vuelta bordeando el parque no tengo ni idea de dónde voy a salir ni cuántos kilómetros van a salir (dicen que va a ser tan grande como la Casa de Campo). Una cosa es tomarse un ratito más y otra es meterse 15-17 kms a mediodía. Además, qué coño, no llevaba ni agua ni geles de ningún tipo, por lo que la cordura hizo acto de presencia y di media vuelta retrocediendo sobre mis pasos.

Buscando los senderos paralelos a las aceras iba disfrutando del camino. Veía el parque cerrado con ganas de meterme; alguna puerta abierta para entrada y salida de los vehículos… uyuyuy…. Pero, por lo visto, hasta Abril de 2015, unas semanas antes de las elecciones municipales (qué casualidad) no se abrirá. Eso sí, sólo una parte, que hay que esperar a inaugurarlo dos veces.
Corriendo como en “El Señor de los Anillos” por los senderos de la línea de aguas de los montes de Sanchinarro (¿se nota mi origen cordobés?) me iba acercando a mi punto de partida. Lo que había previsto que fuese una relajada carrera finisemanal se convertió en un semirrodaje de 12 kms a 4:40 min/km de ritmo.

Runner en Las Tablas gritando "Eureka" al encontrar ese camino deseado

Más feliz que una perdiz por el redescubrimiento de un nuevo sendero/alternativa me volví al curro.

Y es que el espíritu aventuro sigue en pleno desarrollo. Más por necesidad que por vocación (como la mayoría de los aventureros), ando metiéndome por caminos a la búsqueda de ese vergel desconocido. Valdelatas me pilla un poco lejos para una salida estándar de 10-12 kms pero no cejo en el empeño.

Las Tablas tendrá mucha urbanización mona de cinco alturas con “pistadepádelypiscinaosea”, mucha avenida ancha y muchos parques infantiles prefabricados pero sitios chulos donde correr tiene más bien pocos: o están muy bien escondidos o yo no los encuentro (por si acaso "sigo buscando" como en las tapas del danone de los '80). Entre semana se ven pocos runners y poco acostumbrados a devolver el saludo ¿qué coño os cuesta ser educados?  que es gratis saludar y genera una complicidad implícita. En el JC1, a mediodía, aunque sea se devuelve un saludo tipo señal de mus.

martes, 15 de octubre de 2013

Hayedo de la Pedrosa

El domingo fuimos al Hayedo de La Pedrosa después de que volviese de rodar por Riaza. El cambio de temperatura me pilló con unas mallas piratas (sigo intentando verle la utilidad a algo que se queda a medio camino entre las mallas largas y las cortas), una camiseta de manga larga y otra corta. A 1.100-1.200 metros de altura, con aire del noreste, el cielo encapotado y cuatro grados de temperatura el choque térmico fue cuanto menos llamativo (el jueves corrí con 25ºC).

Fue uno de esos rodajes en los que uno no para de encontrar razones por qué correr: quince kilómetros a un ritmo más que decente (4:55 min/km) entre robledales que empiezan a amarillear,  cruzándome con más vacas que personas (hasta el detritus en forma de mina antipersona tenía su encanto)… alguna liebre suelta y ¡¡un zorro cazando a un pájaro cuando iba a beber en plan “El hombre y la tierra”!!.

Después de apretarme un café (qué bien sienta después de correr) con un buen pan de pueblo mojado en aceite virgen extra sin filtrar de Montemayor (Córdoba) nos fuimos a La Pedrosa, a diez kilómetros de Riaza y bajo la protección del Pico del Lobo, justo en la triple frontera de Segovia, Guadalajara y Madrid.

La Pedrosa forma junto con el Hayedo de Montejo (Madrid), el de La Tejera Negra (Guadalajara) y alguno más entre Castellón y Tarragona, los bosques de hayas más meridionales de la Península, vestigio de las últimas glaciaciones. Han pervivido gracias a su aislamiento y a su localización umbría en zonas montañosas que han podido tener un microclima.

Probablemente el de La Pedrosa sea el menos conocido de los tres. El de la Tejera Negra es el más grande, sí, pero… fue talado a matarrasa en los años sesenta, brotando con posterioridad nuevas hayas qye son las que pueden verse hoy día. En Madrid todo se magnifica y eso hace que el de Montejo sea “lo más de lo más”. Los dos comparten la obligatoriedad de adquirir un pase (gratuito, eso sí) para visitarlos, lo que los convierte en piezas codiciadas de los “yo-estuve-ahí”.

Es muy pequeñito y escarpado, pero se pueden ver ejemplares de cientos de años. Retorcidos, recubiertos de musgo, con un dedo de hojas en el suelo que hacen que se hundan los pies el entorno es precioso. Un sitio idílico por donde pasear (hay que tener buenas piernas, que es muy escarpado), echar fotos, vigilar que los niños no de despeñen muchas veces o las tres cosas a la vez mientras uno está convencido de ver a Sam Sagaz yendo a lomos de Bárbol.








Al poco de llegar me encontré en una situación surrealista, propia de estos tiempos.

Una pareja con un niño, “yo-estuve-allí-y-lo-cuelgo-en-mi-facebook-para-que-os-muráis-de-envidia” muy educadamente, me preguntó que dónde estaba el aparcamiento del hayedo.

-          “No hay”.
-          “Pero si ponía que había aparcamiento en la Tejera Negra”.
-          “Uy… esto es el hayedo de La Pedrosa; la Tejera Negra está en Guadalajara y hay que reservar ¿no te habrás equivocado de nombre?”
-          “No, si he reservado”
-          “Pues estás un poco lejos; tengo un mapa en el coche, si quieres lo miramos”.

Efectivamente estaba un poco lejos. Tenía que terminar de subir el puerto, bajar y luego bordear toda la sierra hasta la Tejera Negra. Eran las 12:00 y tenía por lo menos una hora de viaje o más. Y desde el aparcamiento hasta el hayedo había un par de kilómetros o así andando… vamos, que iba a verlas de lejos y poco más. Joer, yo cuando quiero ir a un sitio de estos madrugo, para poder estar pronto, verlo y, si no me gusta, volverme pronto.

Cuando estaba dándole las indicaciones otra pareja “no-sin-mi-GPS” nos preguntó si iban bien para el hayedo…

-          “Ya estás en el hayedo”
-          “¿El de la Tejera Negra? El GPS me dice que dé la vuelta, que Cantalejo está a 100 kms”
-          (Entro en bucle) “Estás en el Hayedo de La Pedrosa, el de la Tejera Negra está en Cantalojas, Guadalajara, no Cantalejo, Segovia”.


Tienes dos por el precio de uno ¿qué más quieres? bájate, míralo y sigue tu camino. Es como si yendo a Granada para ver la Alhambra te equivocas, te metes en Córdoba y, en el Patio de los Naranjos le preguntas a alguien que dónde está el Sacromonte; ya que la has cagado aprovecha tu error, disfruta lo que ves y sigue luego, que probablemente no vuelvas a pasar por ahí ¿no?

Supongo que al final se fueron juntos ¿llegarían antes de la hora de comer? andaría la cosa así, así… mientras tanto nosotros nos quedamos tranquilamente en La Pedrosa. Muy poca gente y un lugar totalmente recomendable. Además, a diez kilómetros, uno puede apretarse un buen lechazo, un buen cochinillo o un buen solomillo de ternera segoviana regado con un buen ribera ¿quién puede resistirse?. Yo no.

martes, 8 de octubre de 2013

Cambios

Semana de cambios la que estoy viviendo. Más que “semana” es un punto y aparte.

Tal y como comenté el mes pasado, desde principios de mes he tenido que cambiar mi rutina de entrenamiento como consecuencia de una mudanza laboral.

Como muchos de vosotros que corréis a mediodía, he tenido que empezar a pagar un gimnasio para usarlo como vestuario; afortunadamente el precio es de “amigo”.

Al ir a casa hasta ahora no pagaba a mediodía (bueno, sí, que Gas Natural se alegraba cada vez que me veía volver y no precisamente porque despertase sus instintos más básicos).

De momento estoy ensayando caminos alternativos que merezcan la pena. Acostumbrado como estaba (y estoy) a los parques de Hortaleza en los que una ardilla puede correr medio maratón sin salirse del parque, correr por las anchas y desangeladas avenidas alrededor del Distrito C me parece horrible.

Ayer la carrera me llevó a La Moraleja Green Osea por la avenida de Europa, horrible camino donde los haya. Hoy he ido por el carril-bici, le he dado la vuelta al Distro C por el costado de un campo de golf(os), he seguido por el carril-bici hasta el túnel de Fuencarral y he bajado pegadito la valla por un camino de lo más parecido a un parque, sin pasos de cebra ni hostias.

Para la próxima tengo en mente rememorar mi primera gran salida pre-maratón yendo hasta el Shangai (un vivero, mal pensados, manda huevos con el nombre por otra parte) y de ahí por un sendero en medio de sembrados, chabolas y otro campo de golf.

¿Comer? De la tartera y como un perdigón, engulle que luego las piedras del buche molerán la comida tragada casi sin masticar. El menú, afortunadamente, es de casa.

¿Lo peor que voy a llevar? A corto plazo ese ratito que pasaba a mediodía en casa con los enanos. A medio plazo la rutina de hacer pequeños recados a mediodía que facilitaban mucho la logística familiar. Y a largo plazo los entrenos en época de calor (mayo-septiembre). El vestuario lo abren a las 10:00, por lo que sólo me queda el mediodía. Soy incapaz de correr con más de 25-27ºC.

Muchos de vosotros pensaréis que siendo más cordobés que un flamenquín con salmorejo tendría que estar acostumbrado al calor pero no lo estoy. Una cosa es vivir con calor (haces tus recados temprano, vas por la sombra como los bombones, bajas las persianas a mediodía –que para eso se inventaron y no para dormir-, te hidratas… pero no haces el gilipollas a mediodía, que los golpes de calor son muy jodidos) y otra muy distinta es desarrollar una ventaja adaptativa al medio como los quechuas del altiplano. Para eso hacen falta muchas generaciones expuestas a las mismas condiciones.

Por lo demás… Septiembre lo cerré con récord mensual de septiembre de kilómetros (174) y Octubre lo he empezado algo flojo. Llevo dos fines de semana sin rodar. Y éste fue por un problema en el abductor. Me gustaría decir que fue la consecuencia de uno de los múltiples ultras que hay ahora. Pero no, fue ¡¡¡durmiendo!!! ¿o es dormido? Ya sabéis que no es lo mismo estar jodido que jodiendo. Sí, mientras dormía noté como el abductor se me tensaba.

Estaba profundamente dormido (es decir, durmiendo) cuando noté ese "clack" que hace que se te suba el abductor a la altura de la cintura. Coño, que me tuve que poner de lado para levantarme ir como Chiquito para buscar un ibuprofeno ora andando ora reptando. Afortunadamente al par de horas sólo me molestaba al hacer alguna torsión forzada y a mediodía nada de nada.

¿Conocéis algún itinerario chulo por la zona?


viernes, 27 de septiembre de 2013

Apurando el membrillo

El veranillo del membrillo está haciendo que aún madrugue para correr.  Hace dos semanas hice una intentona de correr a mediodía pero lo pasé tan mal que casi digo “never, never, never…” como dijo el Florentino.

Al igual que los últimos años, a finales de septiembre nos encontramos con unas temperaturas “inusualmente” altas (¿por qué son “inusuales si se repiten año tras año?) que hacen que las tardes de septiembre los parques y jardines rocen el lleno para disfrute de los enanos: Octubre, con su frío y el cole por las tardes, está a la vuelta de la esquina y hay que aprovechar.

Sigo madrugando para correr. Sigo disfrutando de esos amaneceres espectaculares llenos de colores con la consciencia de que me quedan pocos; pocos ahora y pocos de ahora en adelante. Ahora salgo casi de noche, los primeros kilómetros lo hago en penumbra y con ropa clara para que los amables conductores se paren si tienen un buen día en los pasos de peatones

Eso sí, el fresquito de septiembre sí que se hace notar por la mañana; esos 12 grados se disfrutan mucho corriendo. Y en Riaza mucho más, que ya ando pensando si ponerme o no alguna manga larga.


Algún día subiré corriendo al mirador de Piedras Llanas. Curioso nombre

Hasta la semana pasada no me encontraba con la velocidad suficiente como para afrontar un 10.000 ya que a duras penas llegaba a correr mis 9-10 kms de rigor por debajo de 4:45. Hoy, sin embargo me han salido a 4:32, con los cuatro últimos a 4:28. Como colofón el “Eye of the Tiger” me ha sorprendido en los últimos quinientos metros; ni que decir tiene que el kilómetro final (a pesar de ser cuesta arriba) me salió a 4:20. El “rodaje” del domingo, además, se me fue de las manos hasta los 4:47. El genio ése adormilado se ha despertado y ya está por ahí comiéndome la oreja. Que “nunca me llevas a ninguna carrera”, “Yo quiero oír a David Guetta en el cajón de sub40, no viendo los patos del JC” y lindezas de esas tan románticas con las que a veces nos sorprende.

Esto me hace plantearme correr algún 10.000 en Octubre, probablemente la carrera del CSIC si es que quedan plazas. El buen sabor de boca del año pasado puede hacer que me haga repetir, la fecha también, la camiseta de la carrera es un plus… y algún medio maratón en Noviembre. En 10.000 no estoy para bajar de 41:50 pero sí de 43:00. Y ya en Noviembre plantearme bajar de 1:35 en Media Maratón. Tampoco es que tenga muchas referencias; de hecho no he corrido recientemente medias maratones sin la sombra de ningún maratón detrás: Segovia 2012, 1:38 y La Latina 2013 (con el piramidal dando por culo, valga la redundancia) 1:39 como aperitivo de sendos MAPOMAs. La anterior, Madrid 2010, 1:37. Joder, pues sí que he corrido pocas oficiales… eso sí, en entrenos llevo unas pocas: entre tiradas largas premaratón y rodajes de 16-18 kms.



viernes, 20 de septiembre de 2013

Equinoccio de otoño

Hay veces que uno no necesita una razón para correr. Simplemente te lo pide el cuerpo, sales y ya está. Sin metas.  Sin ritmos predefinidos. Aunque no pongas el despertador madrugas o el despertador de la casa de ocho años te hace madrugar con un “no quiero dormir más”.

Mecánicamente te pones la ropa de correr, te atas las zapas y sales a correr con la música en modo aleatorio.

Hoy ha sido uno de esos días. Temperatura perfecta (12ºC), sin viento. Al despuntar el alba en ese momento del equinoccio en el que la salida del sol por un noreste que está cada vez más al sur se solapa con el ocaso de una luna llena pletórica de luminosidad.

La infinita variedad cromática del cielo al amanecer se une al cielo aún oscuro que envuelve a la luna. Y todo esto con sólo girar la cabeza.

La soledad reflexiva en el parque compartida con otros runners, los patos, las ardillas, la humedad. La burbuja de silencio en medio de carreteras atestadas en plena hora punta.

Suenan canciones como “Fortunate Song”, “Sultans of swing”, “Crazy in love”  o “Entre dos tierras”; plagios como “Viva la Vida” o aberraciones como “Feel this moment”, “Hello”, “The edge of glory” o “Stronger” que pongo sólo para correr.

De verdad, no pretendo hacer proselitismo aunque lo parezca, pero hay veces que no hay que buscar argumentos para correr sino para no hacerlo.

Por lo demás…

Agosto (qué lejos quedas ya, cabrón) lo cerré con 133 kms acumulados (récord, personal) de carrera más algunos de senderismo y Septiembre lo he empezado fuerte en carga de kilómetros (llevo 125 hasta hoy). Algún rodaje que se me ha ido de las manos tiene la culpa. Eso sí, no tengo el “punch” que tenía a finales de Julio cuando me salían rodajes de 16-17 kms a 4:45. No, ahora no puedo.


¿Algo a la vista? En Septiembre y Octubre no creo que me apunte a ninguna carrera, que hay que aprovechar que vamos a Segovia. En Noviembre está la Media de Moratalaz que aún no he corrido. ¿Más adelante? Hay alguna idea por ahí que bien vale una misa y que iré desgranando próximamente (más que nada porque aún no hay nada decidido).

viernes, 13 de septiembre de 2013

Running 2.0

No por inesperado, a finales de mes se me presenta un cambio total en la rutina habitual y, con ello, en todos los aspectos logísticos, familiares y deportivos.

En lo meramente deportivo, los últimos siete años lo he tenido “fácil, no, lo siguiente” (¿quién habrá sido el perla que ha puesto de moda esta coletilla tan absurda como estúpida y pegadiza para enfatizar el superlativo?): viviendo cerca del trabajo (o trabajando cerca de casa) he podido ir a casa a mediodía, ponerme las zapas (bueno, y las mallas más la camiseta, que el último que corrió con corbata fue “Con la muerte en los talones”) y a correr. Comer como un perdigón (engullir picoteando compulsivamente, que las piedras del estómago procederán a moler la comida ingerida), cafelazo de máquina al llegar y todo en 1:45h. Fin de la historia.


Runner corriendo cuando está hasta arriba de trabajo


Cuando apretaba el calor (de Mayo a Septiembre) madrugaba un poco y a las 07:30 ya estaba dándole, con tiempo para ducharme  y estar como un campeón a las 09:00 aporreando el teclado.

Me ahorraba (me ahorro) una pasta con esta organización, ya que muchos “runners” os veis obligados a pagar 50 pavos de media al mes si la única hora que tenéis disponible es la del mediodía (algunos afortunados tienen el abono vestuario en Madrid)

 En verano, además, con la carrera mañanera se eleva tanto el nivel de endorfinas que los marrones del curro tienen color de rosa por la mañana y hasta parece que huelen bien, si bien es cierto que conforme pasa el día se tornan hacia su verdadero color y olor.

Sin embargo, como he escrito antes, todo esto cambiará. Me cambian el centro de trabajo más al norte de la capital, a seis kilómetros de casa. Con ello no podré ir a casa a mediodía a cambiarme para entrenar, por lo que tendré que buscar una alternativa. Me considero una persona positiva en tanto en cuenta miro alrededor y me doy cuenta de que no me puedo quejar de nada, que soy un afortunado por todo lo que tengo y hago. Puedo ir en bici a currar tranquilamente, ya que hay carril-bici directo e, incluso, el tráfico rodado de entrada a los barrios periféricos no es muy intenso. En total no creo que lleve más de veinte minutos el recorrido. Me sigo ahorrando el abono transporte que, por otra parte, no me soluciona mucho por estar configurado radialmente (sí, en los barrios periféricos también sufrimos el centralismo). El coche, por otra parte, tampoco es una alternativa mínimamente racional: pudiendo llegar en veinte minutos puerta a puerta es de género tonto perder más del doble de tiempo más pasta más la mierda en forma de emisiones por andar en un atasco. Además, qué coño, se me va a poner un culito respingón que no veas.

Pese a que no comeré en casa sí que comeré comida de casa, en fiambrera (venga, vale, empleo el palabro bárbaro…en un “tupper”).

Durante la “temporada” mi estampa habitual será la misma que la de un pionero, con las alforjas llenas con la mochila para entrenar y la comida de mediodía. El Winchester del 73 me lo dejo en casa porque lo usaría en un arrebato 

Mi única duda es qué hacer los meses de más calor, de mayo a septiembre. A pesar de ser más cordobés que un flamenquín con salmorejo correr con calor no lo llevo bien.

Correr por las mañanas no es una opción muy viable, ya que por motivos logísticos antes de las 07:40 no empiezo a correr. Teniendo que estar a las 09:00 vestido de romano, duchado y con veinte minutos de camino las cuentas no salen ¿correr por ahí? Es una opción. Una alternativa aeróbica es rodar los fines de semana y salir en bici entre semana; total, ya que tengo la bici… es una opción, pero una hora en bici da para poco. ¿Apuntarme a un gimnasio? Sólo hay dos, el de Hortaleza y otro de una cadena al lado de Timofónica. ¿Qué hacer? Musculación lo  descarto, es aburrido de cojones y una epicondilitis me lo echa para atrás ¿Clases dirigidas? Dependería del horario, y sólo me atraen algunas más cañeras tipo Body Combat o Pump. ¿Spinning? No, por favor, con 15-20 kms diarios de bici como mínimo los ritmos me los pongo yo en función de la prisa que lleve. ¿Natación? Va a ser que no, de momento. El arrebato triatleta me duró lo que tardé en enterarme que la distancia a nadar era de 1.500 metros. ¡¡uf!!.


¿Alguno entrenáis a mediodía a la hora de la comida? ¿Cómo lo lleváis en verano?