jueves, 28 de junio de 2012

Sube la mano y grita gol


Estos días de exaltación patriótica me estoy hinchando de calor y de otras cosas asociadas a un torneo como la Eurocopa. Parafraseando a  Homer Simpson ¿qué es un partido sin cerveza, palomitas, hamburguesas…?

A pesar de las horas a las que salgo, la temperatura (21 grados) y el sol que está en todo lo alto invitan más a tomar una cerveza que a correr. Si no fuese por ese hijoputa de ángel bueno tocapelotas que tenemos en nuestro hombro derecho (menuda metáfora ¿por qué todo lo supuestamente bueno y tocapelotas está en la derecha?) y que nos dice “desayuna cabrón, que hay que ir a currar”  igual me tomaba un cervezón a la vuelta. Pero claro, en medio ayunas, después de correr, tomarse una cerveza seguro que llegas al curro con más ganas de reggaeton que de aporrear el teclado.

Ayer 21 grados en el JC1 nada más entrar, con dos cojones. Al menos la sensación no era tan agobiante como con 20-22 grados de otras carreras a mediodía. Puede que sea porque esté más descansado, porque a pesar de la temperatura hay algo del frescor de la noche, que me arrimo a los aspersores más que el Juli o porque vea la cara de mala ostia de la peña en su atasco diario de la M40.

El caso es que las carreras me están saliendo mejor que otros años, con mejores sensaciones y tiempos. Los esfuerzos, en términos de pulsaciones, son similares, pero me noto más rápido. Gracias al Excel y a mis manías puedo ver que estoy corriendo a  4:45 este año frente a 4:52 del pasado, con 146 ppm frente a 147ppm del año pasado. He tenido salidas incluso a 4:31 y 4:35. ¿Será doping una Cruzcampo edición limitada con la cara de seis jugadores de la Selección? ¡¡Que me tuve que comprar 18 para que me dieran una bufanda para el fresquito de Junio!!
  
Lo malo de estos días es que me paso toda la carrera canturreando “Sube la mano y grita gol”. Manda huevos; uno, que siempre ha sido más del “Enter Sandman” que del “Corazón Partío” resulta que a los 38 me estoy volviendo un moñas. Como me lean mis colegas de Córdoba se descojonan y con razón.

Y el domingo un deja vu: piscina por la mañana y por la tarde a preparar el partido. A ver como le explico a los enanos dentro de un par de años que lo normal no es ganar Eurocopa y Mundial, que lo normal es pasarlas putas con la República Checa en la repesca, como en la Euro 2008. “¿Cuántos mundiales ha ganado Malta, Papá?” “Ninguno” “¡¡Qué malos!!” “Pues sí”, “Pero como ganen uno nos pillan”. No lo había pensado yo así; pero siempre nos quedará que una vez les metimos Doce.

martes, 19 de junio de 2012

Carrera Proniño 2012


Este fin de semana corrí la Carrera de Proniño, con llegada y salida en el edificio de Telefónica en Las Tablas (me niego a llamar “barrio” a una sucesión interminable de urbanizaciones cerradas de cuatro alturas de ladrillo visto con piscina y pádel).
Fiel a mis principios, me fui en bici tranquilamente. ¿Transporte público? No, gracias, después de la última subida, a dos pavos el trayecto sin consumición, se me antoja caro para hacer dos transbordos y tardar una hora. Veinticinco minutos, aparcando en la misma línea de salida y cuatro pavos a la buchaca (muchas gracias Esperanza, por preocuparte de nuestra salud). Lo del coche descartado, que cogerlo para evitarse la molestia de ir veinte minutos en bici es como ponerle a tus hijos una bolsa de plástico en la cabeza y encender el motor.
No me gustó nada Las Tablas. Siendo políticamente correcto, es una puta mierda. Para vivir allí tienes que actuar como uno de los pioneros que cruzaban el Mississipi en La Larga Carrera hacia el Oeste, con el carro pertrechado con todos los útiles necesarios para la vida: semillas, una vaca, un buey con su arado, dos cerdos, ropa, herramientas, una escopeta para cazar ciervos, una bayoneta por si entra un cuatrero en casa, pólvora y una brújula por si el GPS se queda sin cobertura. Porque más allá de algún que otro bar (cerrado) no hay nada más. Ni un chino donde comprar el pan de chicle que se pone como el mármol en dos horas. Nada. Vamos, que como te quedes sin papel higiénico un sábado, literalmente, la has cagado. O te limpias el culo con el periódico del día o con el Ipad si es que dejaste de comprarlo precisamente porque te habías gastado 500 pavos en un cacharro para no gastarte un pavo en el periódico.
No había muchos participantes, sólo 2.500, y asombrosamente, los cajones eran respetados. En el calentamiento me noto algo cargado el sóleo derecho (que exquisito me estoy volviendo). Diez minutos antes de la salida entro al cajón “¿nos metemos en el de menos de 40?” “vale, a echarle huevos”. Calor a las 08:45. “Vamos a pasarlas putas”.
La salida, como los buenos encierros de San Fermín, es limpia y rápida. Martín Fiz y Chema Martínez se me escapan porque yo quiero, ya caerán al final. Primer kilómetro en 4:02, segundo en 3:51. “Joder, voy más rápido que en las series”. Las pulsaciones se me disparan a 172 y tengo que bajar el ritmo porque si no, no llego y vamos cuesta abajo. El siguiente a 4:08 y las pulsaciones bajan a 164. Me encuentro mejor.
El barrio me sigue pareciendo horrible, no hay nadie animando, y la poca vida que se ve está encabronada porque los municipales no dejan pasar a los pocos coches que se ven y que, por lo visto, no pueden esperar los quince minutos que tardamos en pasar ni pueden dar la vuelta por donde han venido (por lo visto deben ir de gasolina como los aviones de Ryanair). Al final de una larga avenida giramos sobre nuestros pasos, acompañando al trazado del Tren de la Risa oficialmente denominado “Metro Ligero”. Ya voy a la velocidad de crucero, 4:14 y 4:13 en el km 4 y 5 respectivamente.
Calor, mucho calor, agarro una botella de agua, le pego un sorbo de camello y me echo el resto por encima. Sólo un contenedor amarillo para que tiremos las botellas vacías, ¡¡viva la sostenibilidad y el reciclaje!! “¡¡Mirad, una persona!!” “¡¡Joder, y un bar!” “¿Será un espejismo?” “¡Bah, está cerrado!” Llegamos al límite entre Las Tablas y Montecarmelo marcado por la vía de tren, y subimos una cuesta matadora del carril bici que no tenía más de treinta metros. Los dos siguientes los clavo a 4:20, y empiezo a hacer mis cálculos. Bajar de 42:00 es factible. Me hubiese gustado cantar eso de “Vamos muy  bien..” pero hubiese sido una mentira cochina. Iba bien de ritmo, pero las pulsaciones estaban en 168 desde el km 6. A pesar de ello, y quizás por ver el Distrito C en lontananza, el km 8 lo hago en 4:14, y el 9 en 4:18.
Mi deformada mente financiera hace unos cálculos rápidos: “si repites el último km bajas de 42:00”. En el 9,5 nos cruzamos con Chema Martínez, que está estirando y nos anima “¡¡Venga chavales, quinientos metros cuesta abajo!”. En realidad era alguno más, doblamos la curva y efectivamente era cuesta abajo. Aprieto las pestañas, porque el ritmo era imposible. Me dejo llevar. Veo el cronómetro borroso por mi miopía. Cuando alcanzo a atisbar los últimos números veo un 41:45 como un cortijo, y aprieto. Aprieto para pasar rápido. Una, dos, tres, cuatro alfombras azules. ¡¡41:55 según el cronómetro y 41:50 de tiempo neto!!. Mi posición general fue el 162º de 2.352, 86º de mi categoría.
Se trata de mi Mejor Marca Personal (para los cool fashion, “Personal Best”), y un minuto por debajo de mis previsiones de 43:00. Tampoco es que haya corrido muchos diezmiles (éste era mi cuarto), pero el anterior era de 2010 con 42:14 y encima fui descalificado por un problema del chip.
Me habían dicho que era una carrera rápida. Y una mierda como el sombrero de un picador. A lo mejor en Octubre puede que lo sea, pero en Junio no. ¿Y esos toboganes gratuitos de las avenidas fantasma? no hay nada más que ver el tiempo con el que terminó Chema Martínez, 31:05. O Martín Fiz, 33:26. O incluso Fabián Roncero, quien tocó pelo con 35:05. Joder, que el campeón del mundo de maratón (por equipos) “sólo” me sacó 41 segundos por kilómetro.
Salvo las zonas interiores del Distrito C, no había una mísera sombra. Los plátanos recién plantados apenas si dan sombra a los pocos gorriones que tienen cojones para salir con este calor. Como soy de los primeros en llegar todavía no hay aglomeraciones en el ropero, ni en la llegada y quedan bebidas frías.
Son las diez menos cuarto y toca esperar, que los enanos vienen de camino con su camiseta, listos para correr. Mientras tanto los castillos hinchables, rocódromo y tirolina ya han empezado a funcionar para amenizar la espera de los niños que han ido con sus padres a las ocho y media. Incluso el camión de bomberos empieza a tirar espuma desde la escalera desplegada. Y no, no hay ningún grupo de suecas bailando en la espuma con camisetas mojadas.
Después de que terminase una actuación de ¿un mago? Que contaba unos chistes malísimos empiezan las carreras de los enanos. Pelayo corre ligero como una moto, potente como un camión, acompañado de Rayo, Rey y Sigis en su dorsal. La medalla se la pone Martín Fiz, lo cual le hace más ilusión al padre que al hijo, quien sólo tenía ojos para la medalla y el refresco. Después corre Álvaro quien, tras una mala salida, llega de los últimos, pero se lleva su medalla igualmente. Una hora después tuvo un momento de pánico al pensar que había perdido la medalla, pero no, Martín la estaba guardando.
¿Lo mejor del día? Por supuesto que la sirena del coche de bomberos, que no paramos de hacerla sonar, y la espuma que tiraban. Y el “togogán”. Y el aquarius de después de la dura carrera de 200 metros. Y la medalla. Ah, por cierto ¿he escrito por algún sitio que hice 41:50? Bueno, eso también.

jueves, 14 de junio de 2012

Usos y costumbres


Con esto de la crisis, una de las buenas costumbres que perdimos en el curro el año pasado fue la de invitar a los compañeros en el cumpleaños. Bueno, no exactamente, pero es que durante un par de años compañeros de departamentos satélites venían a felicitar al paganini y llevarse de camino un par de minicruasanes, churros o chapata pal pecho y hasta el año que viene. Estos satélites, haciendo honor a su nombre, giraban y giraban pero nunca bajaban a la tierra en forma de estirarse por el cumpleaños, y es que llegamos a pensar que eran como Ana Obregón, que llevan 20 años sin cumplir años. Y claro, uno puede ser cumplido pero no gilipollas, por lo que decidimos dejar de invitar.

El caso es que, año nuevo, traslado de oficina y pérdida de contacto con estos tragacruasanes, decidimos reiniciar esta sana costumbre (por lo de hacer grupo, no por la cantidad de grasas saturadas que se ingieren). Ayer, sorpresa, cajón (de caja grande) de porras, churros y chocolate a las 11:00.

Y claro, uno que es más cumplido que un luto, no pudo decir que no (en realidad nunca lo digo, pero es que me gusta  hacerme de rogar, “¡¡anda tonto, que sé que te gusta!!”)… a tres porras remojadas en el correspondiente vasazo de chocolate (es que si no se me  pegan al gaznate y no bajan ni con sosa cáustica).

Dos horas más tarde tocaba carrerita porque para eso el calor nos está dando una tregua a pesar de que era 41 de Mayo. Y, como todo en la vida, el que la hace la paga.

Los primeros kilómetros empezaron bien, pero poco a poco empezó a pasarme como al lobo de los siete cabritillos, que empezaron a asomarme las patitas de los churros por el gaznate a medida que pasaban los kilómetros. Al final me sentía como cuando el cabrón del cabritillo le llenó (y cosió) el estómago de piedras, que hay que ser hjodeputa, por otra parte, ya que no se conformaba con rescatar a sus hermanos sino que le dejaba una bomba de racimo como si se tratase de un agente del Mossad.

Los que corréis sabéis que, perfil de carrera, velocidades y ritmos cardiacos aparte existen otra serie de factores no medibles, y es que no es lo mismo comerse una frutita que apretarse una tostada con zurrapa un rato antes de correr.

Pero bueno, al final me salieron 10 kms a 4:53 y 150 ppm (90% FCmáx), a pesar de las porritas.

No obstante, y puestos a elegir, me quedo con la costumbre mexicana en la que los compañeros invitan a comer al compañero que trabaja el día de su cumpleaños, eligiendo él además el sitio.

viernes, 8 de junio de 2012

Calentamiento Global

Para que luego digan los apólogos del negacionismo que lo del calentamiento global no existe. Los "perroflautas" de la ONU, por lo que se ve, no deben tener ni puta idea, porque han hecho un estudio sin suficiente base histórica (sólo 49 años), ni extensa (el mundo mundial) ni homogénea. Mirad este cuadro. Ahora está en vosotros si necesitáis comer la fruta fuera de temporada traída desde el hemisferio sur, o si de verdad necesitáis un 4x4 para ir a cagar o poner la calefacción para poder estar en manga corta en invierno.



miércoles, 6 de junio de 2012

Solsticio de verano


Me gustan estos días de mediados de Junio. Se hace de noche a las diez y pico, y por la mañana amanece muy pronto. Si no fuese porque es muy probable que haya alguna ola e calor, el tiempo sería perfecto.

El tiempo aún no está tan reseco como lo estará el mes que viene o dentro de dos, en Agosto, y aún hay contraste significativo entre la temperatura diurna y la nocturna.

Alguno dirá que últimamente me repito más que el ajo con el temita de madrugar para correr, pero es que no dejo de flipar en mis salidas tempranas. Que te dé un sol que aún no calienta a las 07:30 a lo largo de un paseo por un parque recién regado más el relente de la noche te proporciona unas sensaciones muy agradables.

Se traspira mucho menos, ganando pues en eficiencia en la carrera. Las necesidades de hidratación, pues, son menores que por la tarde y mucho menos que a mediodía.

Además, al correr a 12-15º C (es la temperatura que veo en el termómetro a la entrada del parque) no se llega a tener una sensación de agobio térmico, y las pulsaciones no suben tanto como hace dos semanas.

Con respecto al año pasado me he dado cuenta de que “sí se puede” meter caña por las mañanas. Últimamente me han salido dos sesiones a 4:35 y a 4:33. Eso sí, a 153ppm (95% de mi FCMáx). Esto me lleva a plantearme como objetivo bajar de 43:00 en la carrera de dentro de dos semanas, si el calor lo permite.

El resto de salidas… tranquilas. El domingo aprovecho que El Capricho abre a las nueve y me meto ahí. De verdad, si tenéis la posibilidad de visitarlo o correr por él no lo desaprovechéis. Perderse por sus caminos todo sombríos a primera hora es todo un lujo (bueno, y más tarde también hay mucha sombra). Apagad la música. Escuchad vuestros pasos. Oíd vuestra respiración. No hay nadie, sólo los jardineros, que incluso te miran raro a esas horas de la mañana. Eso sí tened presente las peculiaridades de este parque: sólo abre los fines de semana, no se puede acceder con bicicletas (hay un “aparcamiento” del Cuéntame en la puerta), no se puede pisar el césped… vamos que como vayas con calcetines blancos igual ni te dejan pasar.

Lo único malo es que las ganas de tomarme una cerveza (“u dos”) no se me quitan hasta que puedo tomármela por la noche… doce horas más tarde. Y es que una cerveza helada en verano es la mejor hidratación posible (bueno, la mejor es la cerveza sin alcohol, pero por un 5,5% tampoco nos vamos a poner gilipollas, coño, que el metrosexualismo no está hecho para los runners); ni Gatorade ni Aquarius ni otras mierdas con sal y azúcar a precio de Rioja peleón. Lúpulo fermentado bien helado.