miércoles, 25 de mayo de 2016

Carrera Liberty 2016, mi crónica

No tenía pensado correr esta carrera. Ésta ni ninguna otra. No tenía ganas de competir desde MAPOMA (tengo pendiente una crónica). Pero hace 3-4 semanas un amigo me ofreció un dorsal de gañote sin ser fotocopiado ni robado de wallapop… una empresa se lo ofreció para sus conocidos.

Y, claro, como para tantas otras cosas, a un dorsal no se le puede decir que no. Bien sea por superstición o por premonición, el caso es que cuando a un corredor le ofreces un dorsal lo deja todo y va. Da igual que sólo cueste diez euros, lo importante es el detalle.

Después del “maratón blues” la vuelta a los entrenos ha sido progresiva. Lenta. Con pocos kilómetros. Sin llegar a la velocidad de crucero de 40-50 kms semanales. Sin rodajes o de poca distancia (15 kms). Y de velocidad, poquita. Hay que oxigenar.

Con este bagaje me presenté el domingo al lado del Palacio de los Deportes. Odio los apellidos comerciales de sitios tan emblemáticos con nombres comerciales. Joder “Palacio de los Deportes” es ya de por sí un nombre mítico y evocador que nada tiene que ver con la mierda ésa del “Barclaycard Center”. ¿Os imagináis dentro de veinte años discutiendo sobre qué concierto fue mejor si el de Estopa en el BC Center o el de Manolo García en el CukiMonster Center o el de Auryn en el Chupiguay Center? En fin, todo por el “branding”.

Mis sensaciones y mi idea era hacer en torno a 42:00-43:00. Perfil exigente con cinco kilómetros de subida tendida desde Cibeles al Bernabéu ¿premonición de algo grande el sábado?, sensaciones de semanas anteriores… me invitaban a ser prudente.

Sin dilaciones me meten el cajón de sub40 “porque tú lo vales” me dicen los compañeros. Y allí que me pongo con morlacos de estos que salen en estampida como ñúes. El cajón, sorprendentemente, se respetaba a pesar de no tener ningún control… parece que algo estamos madurando.

Perfil de la carrera


Pistoletazo de salida y estampida. Salida muy rápida… joder, en el cajón en el que estaba como para no… Goya es una calle ancha. Alcalá también… y cuesta abajo. Me dejo llevar por la cuesta abajo y la manada. ¿Rápido? Rapidísimo. Primer kilómetro 3:30. Segundo 3:40. Oh, oh… algo falla. No puedo ir tan rápido. No puedo venirme arriba. El correr no son matemáticas, en un sentimiento como el Atleti, pero algo de planificación hay que tener porque las consecuencias se pagan. En el km3, a la altura de Colón, noto que no voy tan bien. Voy al 100%. Aún así sigo por debajo de 4:00. Conscientemente bajo el ritmo… en el 4 el flato hace acto de presencia... me tengo que parar 15-20 segundos a la altura del Museo de Ciencias. ¿Sigo o no sigo? Joder, todavía por debajo de 20:00, “vamos Jose.. no estamos para 40:00 pero sí para 42:00” Sólo quedaban 6. 20:15 en el km5 y ya se vislumbra el Bernabéu. A 4:15-4:20 iba bien. A pesar de notarme mal notaba como adelantaba a muchos corredores. La cuesta de Concha Espina… matadora pero la supero con una dignidad que no me la esperaba.

Ya en Príncipe de Vergara casi todo es cuesta abajo. Pero en la única subida otra vez... el flato. Esta vez ando 20-30 segundos. Consigo sacar la energía de reserva como el Terminator y me pongo en marcha. Llevo 30:30 en algo menos de 7,5 kms. Me queda claro que no voy a bajar de 40:00 pero los 42:00 están ahí a huevo. Plas, plas… 4:10 el 8, 3:54 el 9 y 3:50 el 10, esprintando y todo durante 500 metros. Tiempo total 41:09.


La carrera me dejó un sabor agridulce. Por un lado hice mejor marca de lo que esperaba (41:09 frente a 42:00) con un circuito exigente en el que otras veces había hecho 41:50. Pero por otro el hecho de tener que parar un par de veces me dio un poco de rabia… quién sabe si me hubiera regulado un poco mejor hubiese bajado de 41:00. En fin… que no hay que comerse la olla… un marcón (para mí) en una carrera exigente. Lo mejor de todo las dos cañas de después, a las 10:00 AM. Y es que pocos sitios como una cervecería tradicional de Madrid para tomar una Mahou canónica.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Athleisure: Los leggins son el chándal del siglo XXI

Después de una temporada (larga) desconectado paso a ponerme al día... cambios, muchos cambios pero no por ello he dejado de pensar, escribir (menos) o correr.

Por una vez parece que soy un trending setter sin saberlo. Bueno, yo o cualquiera que corra… porque por lo visto ahora lo que se lleva es el athleisure, una tontería del primer mundo que consiste en disfrazarte como si fueses el puto campeón del Iron Man de Hawai para ir a comprar el pan. Vale que Carmena sea la madre de Islero (no te lo perdonaré jamás Carmena), pero las calles de Madrid aún no están tan mal. Coño, que sale en el Vogue ése .

Pero si hasta hay un código de estilo (dress code, si os sentís más cómodos).

Cuando empecé a ponerme mallas hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana mi mujer me mandó a ponerme un meyba encima (por si no sois de Córdoba… un pantalón corto). Y hoy ya veis, las mallas, que de por sí son algo más que explícitas tienen hasta transparencias y son de colores claros, que vaya tela que pinta tienen algún@s cuando el sudor hacer acto de presencia. Puedes ir al Mercadona, a misa o hasta el Congreso que nadie te va decir nada (qué gracia me hizo Bono -exministro- cuando le oí decir que en el Congreso ahora se exige menos etiqueta que en un chiringuito de playa).

Nótese que escribo mallas y no leggins porque aún no sé la diferencia entre unas y otras. Bueno, sí... unas mallas no cuestan más de 50-70 lebros en su gama más alta y por los leggins te pueden pedir lo que quieran. Siendo igualmente de Nike, Asics, Kalenji o Nisu.

Mi mujer, que se fija en todo, dice que cuando va a nadar los sábados por la mañana las mamás (una madre se autodenomina “mamá” aunque la prole tenga la edad legal para votar) van más preparadas que las hijas a clases de natación. Su outfit (para que veais cómo domino esto del mundo it girl): mallas drifit con más colores que el botiquín de Pocholo, zapatillas pro-nation fluo, cortavientos técnico (que transpire, por favor, ceñido y, si va a juego con los cordones y la goma del pelo mejor). Al principio pensaba que se iban a hacer unos 8x1000 RC 90’’.


Ante todo naturalidad... mamá con el bocata de nocilla diciéndole a la niña que todas sus amiguitas ya están en el agua.

Pero que va… mientras la niña nada (tercera persona del singular del verbo nada) ella…. nada (adverbio de cantidad). Bueno, maticemos… nada no, palmerón de chocolate mientras lo damos todo con el whatsapp, que no veas el consumo de glucosa intensivo que se da cuando uno está en el grupo de “mamás del cole” un sábado por la mañana entre fotos de bomberos, deberes de los niños, gifs de gatos o elementos varios que nunca hemos recibido ni nunca hemos enviado.

Esto para mí es chandalismo puro y duro. Sí, esa prenda que ahora no es cool y que sólo lo usan los Camela y los preventivos de Alcalá Meco.

Como un gen recesivo a la espera de que se den las circunstancias para brotar ahora ha explosionado. Se han apuntado las hijas de las madres chandalistas del siglo XX. Porque, “¡A numerarse!” como se decía en la mili… Que levante la mano quién no haya salido en chándal a la calle más allá del contenedor de basura.

Ah.. porque algo falla cuando en el Juan Carlos I (parque periférico de Madrid, en el distrito de Barajas) se ve a un niño con una bici de Bob Esponja, su hermanita con la bici de la Barbie y su mamá que va más puesta que Jeaninne Longo. O su papá que lleva una bici de carbono. Ríete tú de Rayo MacQueen.