jueves, 30 de octubre de 2014

El corredor en el club de pádel o-sea

Antes de apuntarme al gym tuve una primera experiencia algo traumática en esto de los vestuarios colectivos. Me apunté a un club de pádel. “¡¡Ya era hora!” “Con todo lo que rajabas del pádel y vas y te apuntas!”. Dejadme continuar, coño, que un defecto que tenemos es que no dejamos hablar en general.

Sí, me apunté  a un club de pádel PEROOOOO sólo para usar el vestuario, complemento circunstancial que cambia todo el sentido de la frase.

El precio era baratito si sólo entraba al vestuario, lo que estaba muy bien.

Lo primero que me sorprendió fue el tipito apolíneo o silfídico que gastan los padeleros en general, versión pija urbana de las raquetas de playa con la gitana o el toro estampado de toda la vida pero que por arte del birbilirloque se metamorfosea en una pala un poco más ancha y de 60 pavos p’arriba. De hecho pensé que me cobraban tan poco porque abarcaba la mitad que la mayor parte de todos ellos. Al tener una talla 48, pensé, mi consumo de agua debía ser de por lo menos la tercera parte de estos padeleros. Y es que los abdominales, más que para rallar limones los tienen para robarlos (escondidos) en el Mercadona.

Me sorprendió también el equipo que hace falta para “jugar” una hora al pádel. Tres raquetas, dos polos (uno con un caballo y otro con la banderita de España), dos pantalones (uno corto y otro largo por si refresca), gafas de sol polarizadas, cinta para el pelo, gorra sahariana, muñequeras, sudadera “por si refresca”, funda para móvil de 600 pavos, seis paquetes de pelotas, toalla grande (para la ducha) y pequeña (para el sudor, nos ha jodido mayo con las flores), albornoz, pantunflas, los mandos del Scalextric y una estampa de Nuestra Señora de la Cabeza, patrona de Andújar por aquello de dame-lo-que-no-tengo. Ah, y la espada láser por si se caldean los ánimos, que todo el mundo sabe que es un deporte de alto riesgo.

Para movilizar tamaño equipaje, por supuesto, hay que maniobrar antes de entrar en el aparcamiento (perdón, en el vestuario). Ah, si llueve (aunque sea orballo) no se juega, que la lluvia en Madrid mata. Para la transpirenaica que se apretó Kilian desde Fuenterrabía a la Costa Brava hizo falta menos equipo.

Y yo con mi mariconera del Kipsta, donde caben las zapatillas, el champú+desodorante, banda HRM más la mochila de travesía de niños con la toalla-tanga superabsorbente del Decartón, las mallas cortas y la camiseta.

Todo este equipo, al final, implica que cuando juegan cuatro amigos al pádel tengan que delimitar un perímetro de seguridad en el vestuario fuertemente protegido con alambres de espino en forma de convoy de mochilones colocados en batería a lo largo del pasillo que ríete tú del check-point Charli de Berlín ¿se nota que estoy leyendo “El Umbral de la Eternidad?”. La comunicación tiene que hacerse a grito pelado, enumerando glorias pasadas y vacilando con la camiseta que nos regalaron de un campeonato de pádel del hotel “all inclusive” de Gandía donde pasamos el verano, más meritorio a su entender que el IM de Lanzarote. Y es que el todo incluido es para alicatadores de extrarradio, pero para nosotros los pijos existe el “all inclusive”.

Una maquina de bebida isotónica (hay que recuperar) colocada al lado de otra de envasados en la que lo más equilibrado que  había era una palmera de chocolate.

También me llamó la atención en que para “hacer deporte” haya que ir en un coche lo más grande posible a con una pegatina de Tarifa Surf (haría falta una tabla tipo carguero para que no se hundiese con estas sílfides) y otra de Pádel Lobb. La medalla del Rocío en el retrovisor es opcional. Si no tienes un coche de más de dos toneladas no te permiten entrar al aparcamiento, oye.

¿Y los estiramientos? Los del pádel cometen la temeridad de no estirar después de “hacer deporte”. ¿Hay necesidad?  Yo, a mi pesar, estiro menos de lo necesario (siempre tenemos la sensación de estirar menos de lo necesario) durante cinco minutos. “¿te pasa algo?” me preguntó la de recepción u estirando isquiotibiales con los pies en forma de cuatro. “no, es que yo soy así de estirado” le contesté con un juego de palabras que no sé si llegó a pillar. Y es que la pobre se enteró el mismo día (porque yo se lo conté) que el carril bici estaba en esos arbolitos que hay al otro lado de la calle. Mucha información que procesar, que la dejé hiperventilando con ese caudal de información..

¿Qué hay del nivel de los jugadores? Si hablas con cualquiera todos te dirán que son de “nivel medio”. ¿Nivel medio? ¿Como el nivel medio de inglés que dicen tener todos los españoles porque se aprendieron en el colegio la letra del “Yellow submarine”. En el running al menos tenemos medidas absolutas como “Mejor Marca Personal”, “ritmo de competición”; somos lentos, muy lentos o keniatas pero si nos preguntan por nuestro nivel respondemos por algo que sea tan interpretable en cualquier parte como el Sistema Métrico Internacional.

Por otra parte siempre está una de las eternas cuestiones; junto con el “¿quiénes somos?¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?” (grande Siniestro) está la CUESTIÓN POR ANTONOMASIA: el pádel: ¿juego o deporte? Sin lugar a dudas es juego; he visto a jugadores de dominó echar la caja de pesicolas (el seis doble) con más ahínco y resolución que un revés liftado en el pádel. ¿se suda jugando al pádel? Hay quien sí y hay quien no, depende del calor que haga, que el efecto Camacho aún perdura en nuestras retinas.

Pero una razón definitiva por la que no juego al pádel es que veo menos que un gato de escayola. Llamadlo coquetería o comodidad, el caso es que con mi miopía me comería hasta las bolas ésas del Pilates con dos cuernos y los ojos de Bob Esponja. Eso y una aprensión hiperbólica a meterme nada el ojo como una lentilla hacen que vaya con los ojos apretados como los de un oriental estreñido en plena faena más por la falta de visión que por el esfuerzo.

Paradojas de la vida, hay huevos para apretarse un maratón pero no para meterse el dedito (la puntita) en el ojo. Por mucho que diga mi padre que “un tío se arranca el ojo, le pone la lentilla, le echa el líquido y se vuelve a poner el ojo pero no dice no puedo, no puedo”. Yo no puedo, y es que hice la mili en el arma de Ingenieros y no en el de Infantería “Lepanto” nº 2.


Al final me invitaron a irme. Problemas para pagar (para uno que quiere pagar y lo sabotean), unos vestuarios manifiestamente mejorables, ausencia absoluta de corredores y la apertura de un gimnasio “low cost” cerca hicieron el resto. Eso sí, un año después todavía me mandan invitaciones para apuntarme a cuquitorneos de pádel.

jueves, 23 de octubre de 2014

El gimnasio y el corredor

Que para ser un corredor de larga distancia durante mucho tiempo hay que ir al gimnasio es algo conocido. Por mucho que “no pesen los años sino los kilos” el caso es que las recuperaciones se hacen cada vez más largas. ¿O acaso las resacas no duran más de una mañana pasada una cierta edad?

El caso es que por las diversas lesiones (leves todas ellas) de los dos últimos años y a una necesidad perentoria de contar con un vestuario para cambiarse (la principal) terminé apuntándome al gimnasio hace un año. El precio además ayudó, que es un “Low cost” de estos que tienen ducha de milagro.

Mi primer día en la sala de pesas (ahora es musculación) lo recuerdo horrible y aburrido. Subiendo y bajando mancuernas con movimientos rayanos en el onanismo, tíos sudados con ropas apretadas mirándose al espejo más que la madrastra de Cenicienta (¿era Cenicienta la del espejito?), las cintas de correr pilladísimas a pesar de ser uno de esos días esplendorosos de otoño y unos gritos de los cachitas del gimnasio que parecían que estaban matando a un cochino en cada serie del press de banca.

Siguiendo consejos de mi “entrenadora personal” (ella prefiere llamarse “Coach” pero para ser un coach tienes que vivir en California o cobrar por ello y así te puedes llamar entrenador, míster, coach o bombero torero), empecé a meterme por esa puerta oscura que separa al mundo masculino de la “sala Musculación” del más “femenino”.

Así estaba la monitora en la puerta de la Sala de Actividades captando prosélitos


Para que la transición no fuese muy traumática empecé por el Spinning. Duré tres clases intentando cogerle el gusto. Para empezar el monitor se pone a chillar “¡Vamos equipo, hoy lo vamos a conseguir!” Te subes, te bajas del sillín… Te dicen que te pongas a 120 revoluciones según el cacharro y sabes positivamente que no estás pasando de 70. Algún maillot del Tinkoff pero predominan pantalones de fútbol o del Domyos. Sin luz, con un pantallón con imágenes idílicas y el Hey Brother a todo trapo sólo faltaba una barra donde pedir un copazo, porque las bicis tenían en el hueco para el vaso de tubo. Para todo eso prefiero irme a Valdebebas (que no hay ni Dios) a zumbarle a mi bici que con 29 pulgadas, tres platos 28/38/48 y ocho piñones 11/32 se le puede sacar unas velocidades más que decentes.

Mi siguiente prueba fue el Body Combat del que guardo un mal recuerdo. Vale que en esa época tenía tocado el tensor (aún no lo sabía) y que no es precisamente la mejor actividad por las extensiones que se hacen de las extremidades. Al ver las estrellas en una de esas patadas estuve a punto de dejarlo. Y los gritos.. a ver… esos gritos que se estilan en el combat yo los reservo para goles como el de Mijatovic (la Séptima), Ramos (la Décima)  o Iniesta (huelga comentario) y no para una extensión cualquiera. Mi coach dice que hacía mal los moviemientos, que tenían que se r progresivos, vale… pero hasta aprenderlos no quería jugar con las lesiones en un momento que empezaba a preparar otro maratón. Eso sí, los tracks (no, no son canciones) me los bajo para ponérmelos cuando corro porque son muy cañeros.


El siguiente paso fue el Pilates de mi vida. Con más vergüenza que decisión me metí un día y me di cuenta que no era una copa de Veterano. Era el único tío. Y la verdad es que me encantó. Según iba contando la monitora, era un ejercicio de tonificación muscular con los que fortalecía el tren inferior, lumbares y abdominales, justo lo que necesitaba compensar. Controlando la respiración y apretando el abdomen (importante) el ejercicio podía ser muy intenso. Y no, no es de “señoras de más de 40” porque hay que estar muy fuerte para aguantar el modo macho-alfa, que el Pilates es como el FIFA 14, con modo principiante, experto y Pro. Desafortunadamente esa clase que tenía los miércoles a las 13:30 la quitaron y pusieron otra que fue mi siguiente paso en el descenso a los infiernos.

El Body Balance. Aquí sí que es difícil ver a un chico. Lo conocía de vistas porque mi santa lo hizo una temporada. Básicamente son posturitas y, según mi santa y mi “coach” es una mezcla de Pilates, Yoga y Tai Chi. Los ejercicios de tonificación, hay que decirlo, son flojitos pero…está el tema del equilibrio. Para los que tenemos garrotes en lugar de piernas esto es difícil; difícil de cojones. Imaginaos la estampa: echa el pecho hacia delante, abre los brazos, echa una pierna para atrás (totalmente recta) y aguanta… si tienes cojones… te recuerdo que estás apoyado sobre una pierna y todo tu peso hacia delante… bien, ahora gira a un lado: si no te pegas un ostión es que eres un puto hacha. Sigo yendo por el tema del equilibrio aunque si se tercia una carrerita lo dejo para la semana siguiente.
A ver si tienes huevos de hacer esto sin ostiarte ni romperte

Con el GAP (glúteo-abdomen-piernas) di un salto de calidad. Fue un viernes que no tenía ganas de correr y me metí a ver qué era eso. Se trata de un ejercicio muy intenso en el que se trabaja sobre todo los abductores (glúteo, sí, pero también el piramidal y el tensor), el cuádriceps y, en menor media, aductores y gemelos. Justo los que necesitaba reforzar en mi transición al trail (eso sí que es el lado oscuro). Aparte los abdominales. Además, a finales de Mayo que me metí sólo había máquinas del gym que metían mucha caña, y es que el pescado de la operación bikini ya estaba vendido. Mi coach me advirtió de que me podía afectar al tensor pero nada de nada; hay que entenderla: lleva con el tensor fastidiado mucho tiempo y la hipocondría se desarrolla en estos casos.

Otra actividad que la tengo pendiente por falta de horario es el “Stretching”. Según mi coach son estiramientos, lo cual me vendría muy bien. También sería interesante el Yoga, que el Pilates y el Balance beben de él pero igual, los horarios no son compatibles.

En cuanto a las que no haré (de momento) está el Body Pump. Mientras tenga GAP lo prefiero a las pesas porque estamos como al principio.

¿Y qué decir de Zumba o Shbam? Os contestaré a la gallega ¿habéis visto bailar a Robocop? Pues a mi lado parecería Joaquín Cortés. Tengo menos sentido del ritmo que Alkorta cuando jugaba contra Romario. A ver, no es que tenga nada en contra de Ricky Martin, del perro o de la mermelada o de Enrique Iglesias. Tampoco tengo nada en contra del reguetón. Ni siquiera de bailar. Pero todo junto, en estado sobrio y sin una copa en la mano como que no. Que mi coach dice que es muy divertido y aeróbico, pero mi ideal de bailar es cantar el “thunderstruck” con los dedos índices y meñique levantado moviendo la pierna izquierda que “más que baile es un temblor entre el monillo y la paraplejia”.

¿Y vosotros? ¿os habeís pasado al lado oscuro? ¿conocéis alguno más oscuro aún que no haya citado?

lunes, 20 de octubre de 2014

Carrera CISIC 2014, crónica

Al final la disputé. Salvo lesión compromisos con alguien, no conozco a ningún corredor que no salga a disputar ninguna carrera. Ni siquiera en ese “Medio Maratón a ritmo de Maratón” que se aconseja correr 3-4 semanas antes que al final nos dejamos llevar por el ambiente/euforia/dorsal/manada. Joder ¿no os suena a eso de “venga, la última y nos vamos” y terminar seis horas después haciendo la coreo de “Paquito el Chocolatero”, una conga o similar?

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas pero es una gilipollez. No son buenas si no te va bien pero si te va bien por supuesto que son buenas; que se lo digan a Ramos y a su minuto 93. Mi segunda participación en esta carrera la califico como de muy buena. Y eso que no hice MMP (41:53) pero cuando corres más rápido de lo que piensas te quedas la sensación de haber triunfado.

Esta vez me tocó recoger el dorsal cerca de la entrada del CSIC (no del Ramiro) y pasé por la Residencia de Estudiantes; menudo sitio con pedigrí por donde pasó lo más ilustre de la Cultura Española de los siglos XIX y XX  (Lorca, Dalí, Unamuno, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Alberti…).

No fui a rodar pero fui rodando…en bici. Con 6-7 kms desde casa ésta era, en mi opinión, la mejor opción. 20 minutos, sin transbordos ni espera y aparcamiento en la puerta. En pleno veranillo del membrillo un poco de aire fresco en la cara a esas horas se agradece.

Muchos corredores habituales, de esos que se apuntan por costumbre desde hace años y se conocen el exigente recorrido e instruyen a sus Paddawan: “no te flipes con la bajada” se oye sin parar.

La salida es rápida y limpia, y es que un una calle de cuatro ó cinco carriles como Serrano no puede ser de otra forma. Como siempre, hay que esquivar a mucha gente mal colocada pero se hace sin problemas.

Mi idea original, bajar de 43:00, suponía bajar de 4:10 en los tramos de bajada y aguantar a 4:30 en las subidas porque llano, lo que se dice llano, en esta carrera poco. Los tres primeros kilómetros los clavo a 4:08 (frente a 3:53 en 2012) pero me encuentro bien de pulsaciones. En Recoletos giramos para llegar hasta Colón en una subida que todavía no se nota. Justo a partir de Colón la subida ya empieza notarse en forma de ritmos (me voy a 4.20). En esos momentos tiro de oficio o, más bien, el oficio tira de mí… 4:21, 4:22, 4:26 del 4 al 6 y empiezo a adelantar a más corredores de los que me adelantan. En el Bernabéu me vengo arriba y paso a 4:16… sólo me queda un repecho en Alberto Alcocer y sigo aligerando: 4:09. Me encuentro bien y en los dos últimos kilómetros acelero: 3:59 y 3:53!! Al final 42:14, puesto 357 de más de 7.000. Pues menos mal que no iba a disputarla pero es que la segunda parte se me ha dado de puta madre; de hecho hice el mismo tiempo en los primeros cinco que en los siguientes, 21:07, precisión suiza travestida de cordobesa.


Aunque resulte paradójico, los diezmiles se me siguen haciendo largos que un maratón. Tienes que salir enchufado, andar pendiente de los ritmos, de los demás corredores y dándolo todo desde el principio. Nada (o casi nada) de regularte, sólo lo mínimo para no petar en esos fatídicos kilómetros del 6 al 8. En esta carrera, al menos, se corre muy bien y cómodo por lo ancho del trazado y la experiencia de los corredores. ¿Seguiré corriendo diezmiles? Probablemente, aunque sólo he corrido seis. Además en éste la chispa de la vida me regaló el dorsal y, como dice Javi, a un dorsal no hay que hacerle un feo. Y es que sigo sin ver eso de levantarse a las siete para correr sólo diez kilómetros. Eso sí, el empujón que se le da a la autoestima entrando en un selecto percentil 95 no tiene precio. Sigo siendo un manta; siempre lo seré. Sigo sin hacer series y no creo que las haga al correr más por sensaciones que por objetivos. Si hago MMP estupendo, si no la hago pues también. Por otra parte lo tengo difícil si me apunto a una carrera cada dos años y, como en este caso, seis días antes.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Corriendo con lluvia y Carrera CSIC 2014

Después de meses sin  llover apenas la lluvia ha vuelto a Madrid. Con ella el número de gente corriendo ha descendido.

Te miran mal cuando sales a correr con lluvia. Más que mal con ese aire de “y el loco éste… seguro que se coge una pulmonía”.

Tengo que confesar que cuando está jarreando no salgo a correr en ese momento; me espero un rato porque Madrid no es el Caribe ni la borrasca de las Azores es un Tifón de Categoría 4, por lo que esperando un rato todo vuelve a la calma. Que sí, que los runners somos muy espartanos pero yo al menos soy de la Nueva Esparta, de esos espartanos de aluvión.

EL jueves pasado me cayeron chuzos de punta. Iba a Valdelatas feliz como una perdiz en un receso de la lluvia cuando vi una nube negra de por el oeste digna del mismísimo Mordor. Como suele suceder en estos casos, se puso a jarrear de improviso justo en el punto más alejado. En ese momento, como les digo a los escépticos, sólo cabe seguir corriendo, relajarse y disfrutar porque  te vas a mojar de todas formas. Estaba justo dando la vuelta a seis kilómetros y medio del curro.

Con lo que había caído ese día  y los anteriores los caminos de Valdelatas estaban ya blandos, con charcos y con barro en algunas zonas. Vamos, la delicia de los señores Ariel, Dixan o Colón. “Con la gorra calada y sin los guantes de seda” podía ver mínimamente sin las gafas. La tracción empezaba a alargarse con lo que metí la reductora y volví. Escuchando (que no oyendo) el "Have you ever seen the Rain" de la Creedence o (momento del que me arrepentiré) el "Play Hard" la lluvia era una agradable acompañante.

En la glorieta que une Alcobendas con Fuencarral (Montecarmelo y Las Tablas son Fuencarral, por mucho que digan los moradores de estos barrios de Autocad) los charcos ya eran gigantescos y las calles empezaban a colapsarse a mediodía. Es curioso… sólo hay charcos en las calles, no en los caminos. Tendrá algo que ver que las alcantarillas estén colapsadas de mierda por la falta de mantenimiento. Putos recortes…

Lo que llevo peor, sin duda, es el viento. EL domingo en Riaza aborté la salida porque literalmente podía salir volando. Las nubes se movían rapidísimo. Subimos a La Pedrosa  y de pronto llovía como hacía sol en cuestión de segundos.

Esta semana sigo corriendo a veces con lluvia y sin ella; llevo la mochila al curro algo más mullida con cortavientos y gorra.

Como novedad deciros que uno de mis patrocinadores en la sombra me ha regalado un dorsal para la carrera del CSIC. No pensaba correrla pero lo que es gratis tiene demanda infinita. Lo aprovecharé, que me dejó muy buen sabor de boca hace un par de años. Se trata de una clásica entre las clásicas y con un recorrido en mi opinión exigente: si bien los 3 primeros son cuesta abajo (Serrano hacia abajo, hasta la Biblioteca Nacional), sin embargo los cuatro ó cinco siguientes son cuesta arriba tendida por Castellana, justo entre el 6 y el 7 en los que psicológicamente dices “no puedo, estoy hecho una braga, bajo el ritmo, que le den”; los dós últimos, cuesta abajo, son para recuperar y la entrada en el Ramiro en plan “Carros de Fuego” aporta un punto de solera que pocas carreras tienen. Ah, te dan camiseta de manga larga de buena calidad, que para el invierno viene bien.


Lo que es seguro es que no me acercaré a la marca de entonces, 41:50, dándome con un canto en los dientes si me quedo en 43:00. Entre que me falta ese punch de velocidad y que llevo sin disputar un diez mil dos años (precisamente en el CSIC) lo albergo grandes esperanzas; de hecho estoy planteándome hacer uno de los dos trayectos (ida o vuelta) corriendo para convertirlo en un rodaje.

jueves, 9 de octubre de 2014

Media Maratón Solidaria Somosierra 2014

Tenía ganas de quitarme el mal sabor de boca que me dejó el abandono en Somiedo. Por eso me apunté a la Media Maratón Solidaria de Somosierra. Dura pero no técnica. Ni larga ni corta. Sin mucha logística porque desde Riaza sólo hay 20 kms… vamos, una carrera perfecta para ir asimilando de verdad lo que es un trail.

No me tocó madrugar más de lo habitual un domingo. A las 10:30 empezaba la carrera por lo que a las 9:15 ya salíamos de casa. Escribo “salíamos” porque se apuntó la familia. EL hecho de que hiciese bueno, de que fuese cerca y que el sitio lo mereciese les hizo apuntarse. Bueno, eso y que venían unos amigos.

Por casualidad aparcamos al lado de una ermita junto a la cual españoles y polacos se dieron pal pelo en la Guerra de la Independencia para gloria de Napoleón, qué listo el hijodeputa, hecho que documentó Galdós en su Episodio Nacional de “Napoleón en Chamartín” y que recomiendo a cualquiera que viva o conozca Madrid para conocer cómo era la ciudad hace 200 años.

Hacía fresquete al principio, 8-10ºC. Sin nubes, sin viento… una temperatura perfecta para correr o ir por el monte. “En mi opinión” Octubre es el mejor mes con diferencia para ir por el monte en Madrid. Los días aún son largos y, a nada que sale el sol, calienta y se puede ir en camiseta tranquilamente. Sigue apeteciendo horrores tomarse una Mahou en “El Urogallo” (bueno, eso incluso el 22 de Diciembre con lluvia). Tampoco hace calor por lo que no se suda tanto y la autonomía en las caminatas sube mucho. El paisaje cambia de un día para otro; incluso un mismo árbol tiene hojas verdes, amarillas y marrones. El azul del cielo es intensísimo, los atardeceres, por la humedad latente, son de un naranja intenso que ríete tú de las camisetas técnicas fosforitas.

Sobre la marcha Sensei Óscar me dice que la mochila no hace falta, que con los avituallamientos es suficiente así que, sin más, me desprendo de ella (se la encalomo a la jefa para más señas, en plan MonyPeny).

El primer kilómetro es de subida pura y difícil pero avanzamos ¿corriendo? El caso es no ser el primero en andar. Que sí, que todos hacemos CaCos, pero cuando salimos nos sale ese deje runner que nos embarga y antes muerto que sencillo. Enseguida se termina la pista de cemento y salimos a camino. Con algo más de 200 inscritos no se producen aglomeraciones, lo cual se agradece, que para algo estamos en el campo. Camino ancho, pulsaciones contenidas (alrededor de 135ppm), braceando… voy adelantando poco a poco a alguno que otro. Hay alguna bajada en la que puedo correr y corro. Pasamos por un pinar muy chulo en el que se puede correr (sigue sin gustarme el suelo blando de los pinares). En el km 5 avituallamiento justo antes de un ascenso tremendo… 300-400 metros en poco menos de un kilómetro y p’arriba. Entre jaramagos me decido a comprar una de esas medias de compresión cuya función principal es la de no arañarte los gemelos. Entre el km 7 y el 8 el paisaje ya es espectacular. Mirando hacia atrás Madrid, a la derecha Guadalajara con su Tejera Negra y de frente Segovia, más allá el Valle del Duero… pero porque sé que están ahí, que por mucho que nos empeñemos en dibujar rayas para las fronteras en los atlas en la naturaleza no he visto todavía ninguna. Foto de rigor, que no todo es trail, coño.

Vista hacia Madrid

Vista hacia Segovia (al frente) y  Guadalajara (a la izquierda)



Llego al km 9 a 2.148 metros en 1:15 y lo flipo. Hace fresco, los de la organización tienen unos chorizos y una morcilla por ahí colgados y nos dicen que son para el último, joder, si soy el último, que los de atrás me están persiguiendo. Unas risas. A pesar del buen tiempo no hay avíos para el perol que dice Costa, por lo que hay que bajar a por ellos y echárselos al hombro. Vaya, momento bajada… yo y mis cagadas, digo bajadas… piedra suelta, camino muy pendiente… bajo bien, mejor de lo que esperaba. Me adelantan unos pocos a una velocidad que piensas que se van a estampar en la curva, pero qué va. Todo está en la bajada. Afortunadamente las Salomon se agarran que es una maravilla y el camino se hace menos pendiente. 

Me permito el lujo de mirar un kilómetro después… y lo flipo. Estoy disfrutando como un enano, soy consciente de que soy un privilegiado por estar corriendo ahí arriba, de poder verlo, de poder contarlo… y me acelero. A pesar de que me adelantan bastantes pillo a alguno que otro bajando y sobre todo en los llanos. Los cuádriceps los noto cargados y agradezco haber hecho GAP estos meses, que no sólo vale para tener un culo prieto y bonito. Desde el km 11-12 nos vamos alternando una chica que va cuarta y un chico que va con mochila y bastones ceñidos, dándonos relevos. Cuando parece que todo es cuesta abajo hay algún repecho en el que intento correr y casi lo consigo pero qué va. El camino de vuelta es mucho más tendido que el de ido (13 kms de bajada frente a 9 de subida), y es muy chulo. Sin darme cuenta (estaba corriendo por debajo de 6:00 desde el principio de la bajada) llegamos al último avituallamiento “sólo quedan cinco kilómetros” y para abajo. Hago cálculos rápidos, que llevaba 1:59 y me planteo bajar de las 2:30. “A por ellos, oéee”. Por primera vez hago un parcial por debajo de 5:00 y otro también.. quedan dos kilómetros y corriendo y todo soy capaz de hablar con la familia para que se vaya colocando cerca de la meta. Repecho inesperado (más bien olvidado) y cuesta abajo a tumba abierta… otra vez bajo de cinco minutos… hasta que veo a mi mujer, los enanos y dos amigos. Le doy la mano al pequeño (tres años) y nos lanzamos a tumba abierta en la medida que le dan sus piernas “¿vamos a entrar en la meta, papá?” “Sí””Vamos volando” Entre vítores enfilo la meta ¡¡nunca había entrado así!!

Al final 2:26, mucho mejor de lo que esperaba. Tanto en las subidas como en las bajadas fui más rápido de lo que esperaba. Sé que tengo margen de mejora, mucho. Sobre todo en las bajadas que tengo que ir perfeccionando. Contento por quitarme el mal sabor de boca, por el tiempo, por la carrera pero sobre todo por entrar con mis hijos en meta.


Una carrera muy recomendable, nada técnica, muy bien balizada y con avituallamientos más que correctos. La Organización impecable y los fines encomiables. Impresionante ver cómo corrían unos invidentes agarrados de una barra. ¿Repetir? Sí, si se puede sí. 

viernes, 3 de octubre de 2014

Los cuquirunners están de enhorabuena

Esta entrada es una continuación de la anterior fruto de la casualidad, os lo juro por Snoopy. En los periódicos digitales cada vez hay más entradas del tipo “correr es chupi”, “zapatillas cool para correr” o similares en los que una ¿periodista? más pija que Snoopy nos quiere enseñar cómo ha descubierto la pólvora en esto del running.

Una vez creada la necesidad (hay que ser guay) en el mercado objetivo (los pijos) hace falta darle la metadona y un lugar donde se reúnan para ver y ser vistos. Y ése sitio parece que ha llegado porque me ha llegado un correo invitándome a conocerlos (soy de un distinguido que no veas)… No pienso dar el nombre del sitio, pero está en una de las zonas más nobles de Madrid de ésas en las que hablar de dinero es ordinario.

Este sitio es guay porque ofrece la posibilidad de asistir tres días a la semana al Retiro (si eres guay sólo se puede correr en el Retiro) con un entrenador y otros cuquirunners. Te visten con la mejor ropa. Nutricionistas a tutiplén. Fisios. Puedes correr con un GPS lo más de lo más. Master classes con invitados de lujo. Visitas de profesionales (no dicen de qué tipo).

Y, por si eres un asocial, siempre te dan la opción de “entrenar de manera personal” como los parias.

Hace un par de meses un cuquirunner de estos que llevan tres días corriendo me preguntó sorprendido por qué llevaba un pulsómetro si con el Aifon (acabáramos) tenías una chupiapp que te medía lo mismo que el GPS y no perdías tiempo en “subir los tracks” ni en compartirlos con sus “followers”. Le respondí a la gallega “¿tú coges el Aifon cuando llueve?” “No, yo cuando llueve no corro” “Ahí lo tienes, crack, cuando yo corro llueve, hace frío o sol pero corro… y el GPS lo puedes llevar sin problemas”.

Cuquirunner de la rama "barefoot"


Espero que esta moda del cuquirunning se pase pronto; estos son los que inflan de verdad la burbuja porque si hay pasta para apuntarse a un club fashion cómo no va a haber para una carrera que haya elegido tu personal trainer en base a los objetivos que te había puesto.


Estoy seguro que hay campeones olímpicos que han necesitado menos parafernalia para ganar. Hay cosas que el dinero no puede comprar; para todo lo demás….