domingo, 30 de diciembre de 2012

Preparando una San Silvestre

Mañana nos estrenamos en una San Silvestre. En lugar de "la reina y yo" somos "los enanos y yo", para lo cual hemos tenido que preparar la distancia concienzudamente con series. La carrera de ellos tiene 800 metros, con un perfil netamente descendente. Rápido a más no poder, con una curva y contracurva justo a mitad de recorrido antes de una bajada un poco más acusada.

Hemos hecho cuatro series largas como cuatro cortijos..de 200 metros. Aparte hemos hecho unas pocas más cortas (de unos 50 metros) en las que no hemos medido el tiempo. En la playa de Gijón, con arena seca y húmeda, compacta. Con estos tiempos para el medianito: 1:40/1:17/1:18/1:30 (en la última chocamos contra el muro). 

Anteayer, además, corrimos por el recorrido tranquilamente. Y es que ochocientos metros, casi un kilómetro, son todo un mundo para siete años que no han corrido más de 300-400 metros. Lo hicimos sin problemas, dosificándonos. ¿Que notamos ese temido flato? No hay problema, reducimos el ritmo e incluso andamos si es preciso, pero nunca nos paramos. ¿Que rompe una ola y que casi salta sobre nosotros porque hay marea alta? Nos paramos a verla, no hay prisa.

Y hoy a cenar ligero y a dormir pronto, que nos han dicho que si queremos correr rápido tenemos que dormir mucho. Mañana comida ligera y poca siesta, que a las 16:15 es la salida de ellos y hay nervios. Lo que no sé es cómo me las arreglaré para verlos salir, llegar e ir después hasta mi salida a las 17:00, a unos 2,5kms de la meta. Bueno, sí lo sé, corriendo/calentando con el dorsal puesto.

Aprovecho este último post del año para desearos una feliz salida y mejor entrada del que viene. Esperemos de corazón que sea un buen año año para todos.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Menuda semanita


Después de ocho noches al fin ayer pudimos descansar todos en casa. “Enllegando” el otoño la solidaridad de las familias con niños pequeños para con los virus se torna proverbial a la par que es directamente proporcional al número de niños existentes en dicha familia. Y es que si un virus pasa despistado por la puerta se le invita sin más y acampa a sus anchas el tiempo que haga falta.

Al final tienen que venir los antidisturbios travestidos de amoxicilina a echar a unos incómodos okupas que se presentan como simpáticos mocos y devienen en unas otitis tocapelotas. Y es que la Convención de Ginebra solamente la tienen que ratificar el sistema inmunológico infantil, los EE.UU y otros países menores.


Todo esto tiene sus consecuncias sobre el des-canso que no lo es tanto. Madrugones, duermevelas, jugar a la oca, ver dibujos a horas intempestivas… cualquier cosa para que baje la fiebre.

Con este cuadro, los entrenos, lógicamente, pasan a un segundo plano, que hay que ahorrar fuerzas. Desde el puente de hace dos semanas sólo he salido cinco veces, un semirrodaje de 12 km a 4:54 (146ppm), una sesión de caña de España en la que batí mi MMP en entreno (10 km a 4:34) y…. ¡¡¡¡dos sesiones de series!!!!

Sí, compañeros del metal. Dos sesiones de series como dos cortijos después de un año. De momento han sido sólo tres repeticiones de mil metros con descansos de 1’:30’’. ¿Tiempos? En la primera: 3:46/3:59/3:58. En la segunda, con la lección aprendida: 3:51/3:54/3:46.

Mis fallos: sé que deberían ser más progresivas, pero el problema es que he hecho tan pocas que aún no sé dosificarme. Esto es de fácil solución, ya que se aprende. Como mi ritmo de competición es 4:11 (MMP en 10.000) esto significa que tengo que empezar más lento para poder terminar más rápido. Con esto podría incrementar el número ya que ahora son sólo son tres, pero hoy me he quedado con ganas de más, con lo que en próximas ediciones meteré una sesión más.

Ahora lo bueno. En las series que hice en 2011 las pasaba putas para bajar de 4 min/km . En estas dos sesiones he bajado holgadamente (3:54 y 3:50). En 2010 estaba por encima de esta barrera (4:07min/km).

En cuanto a las otras series, las que se ven con un cervezón y un plato de ibéricos, estamos enganchados a la séptima temporada de Dexter. Tenemos también en la nevera la segunda de Homeland y alguna más. A ver si con la cura de sueño recuperamos el tiempo perdido, que anoche nos quedábamos dormidos en el pincho de una pita.

viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Y tú no te mojas en bici?


Viernes laborable. Paros en el transporte público. Manta de agua. Colegios. Carreteras de acceso y calles de Madrid colapsadas.

El menda viene al curro (como siempre) en bici, sólo que con un cortavientos con capucha y un sobrepantalón. Tardo dos minutos más por ir más despacio por si la bici resbala. Llego y no hay nadie.

Pasa un buen rato y no llega nadie. Miro el reloj y no, no he llegado temprano, sino antes que los demás. Al rato empiezan a llegar con cuentagotas (nunca mejor dicho), como si el hecho de que llueva suponga una excusa para llegar tarde.

“¡Menudo atasco, cuánto llovía!”
“¡Uf el metro, puta huelga!”
“¡”Puta lluvia, cómo me he puesto, si llevaba paraguas”

Y la pregunta clave, con eso tono tan tocapelotas cuando, con soniquete de listo, te lanzan “y tú qué, hoy no habrás venido en bici, ¿no?”

“Sí, ¿por qué no?”

“Es que con la lluvia te puedes mojar” Menuda apreciación, es  una de las propiedades del agua. Podría  llover cerveza, pero no, hay que conformarse con agua.

Pues sí, he venido en bici, quedándome con ganas de decir “se viene de puta madre en bici cuando llueve y no me he mojado; no me he comido un atasco del copón (como tú), no me he mojado del coche al curro (como tú) ni del metro al curro (como tú), me ahorro la gasolina o el abono de transporte, la tintorería del traje lleno de barro y el gimnasio (no como tú).

De verdad, hay gente que por ir en bici te mira raro, incluso con compasión pero, teniendo la posibilidad ¿por qué no? Con mi burra de 16 kilos se mueve un cuerpo serrano de ochenta kilos; otros mueven dos mil kilos de acero para desplazar un cuerpo no tan serrano ¿Quién es el friki y quién el gilipollas? Eso sí, los folios que sean reciclados.

martes, 11 de diciembre de 2012

MMP en entrenamiento


Definitivamente me voy a pasar a las grasas saturadas. Puede ser que sean más malas que el tabaco que se mete Coentrao, pero para esto del correr son buenas no, lo siguiente.



Casualidad o no, hoy me he apretado un trozo enorme de Panetone de chocolate (“Panedoro” según la precisión de turno) cortesía del jefe y me he cascado después diez kilómetros a ¡¡4:24!!, sí, MMP en entrenos, rebajando mi anterior marca en cinco segundos, de 44:09 a 44:04. La anterior marca la hice cinco días antes de la carrera del CSIC donde hice 41:53 y me quedé a tres segundos de mi MMP oficial, por lo que a falta de ratificación oficial puedo aspirar con motivos fundados a rebajarla aún más.

Como buen español soy anárquico en la planificación y metódico en la ejecución, y es que la secuencia de los parciales ha tenido una frecuencia asombrosa:

Km
Parcial
            1
0:04:46
            2
0:04:29
            3
0:04:33
            4
0:04:03
            5
0:04:25
            6
0:04:16
            7
0:04:21
            8
0:04:23
            9
0:04:23
          10
0:04:25

He llegado, eso sí, roto. Salvo el primer kilómetro en que me he “probado” para decidir si me metía caña o iba más tranqui y el tercero en el que el perfil era cuesta arriba, el resto han estado en 4:21, y lo que es mejor desde mi punto de vista, la frecuencia (laps) ha sido asombrosamente estable teniendo en cuenta que es un recorrido urbano, con sus cuestas, sus perros y sus coches.

¿Pulsaciones? Dándolo todo, 154ppm, el 92% de mi FCmáx: 135, 143, 152, 152, 158, 159, 161, 162, 161 y 164.

Ayer, sin embargo, carrera algo más suave, a 5:00 durante nueve kilómetros y 140ppm (84% FCmax), que no tenía muchas ganas de forzar la patata.

¿Próximas carreras? Mapoma es un uno fijo, ya que París se ha caído de mi calendario. La que cobra enteros con uan fuerza inusitada es Lisboa, allá por el puente de la Constitución. Una media de quince grados, totalmente plano (increíble, pero en Lisboa se pueden sacar 42,195kms planos), a nivel del mar y una ciudad encantadora. Además se come de puta madre y la logística familiar es de lo más sencillo que puede ser con carnet de familia numerosa.. Entre medias ya se verá, puede que alguna media y algún 10.000, que este año me he salido (una media y tres diezmiles).

miércoles, 5 de diciembre de 2012

GArmin forerunner 405CX 5.0


Ayer recibí el Garmin que había enviado la semana pasada para que me lo cambiaran. Sí, sé que tenéis la sensación de que habéis leído esta entrada antes, y no me extraña, porque yo tengo la sensación de haberla escrito antes también, no una, ni dos, sino tres veces, sube la mano y grita gol, ooo, no hay dos sin tres..

Éste es el ¡¡quinto¡¡¡ que “estreno” en menos de dos años, y entrecomillo lo de “estreno” porque como comentó Javi sabiamente los piratas de Garmin han aprendido los modos trileros de los de Apple, ya que por lo visto reciben los cacharros viejos “que no tienen arreglo”, le cambian el plástico exterior, le ponen una pegatina a la pantalla, lo resetean, le hacen una reparación de verdad para que tire hasta que cumpla la garantía y, voilà, se lo mandamos a un pringao que se cree que es nuevo. Por obra y gracia del marketing, lo que siempre ha sido un recauchutado pasa a llamarse “refurbished”.


 Operario de Garmin reparando pulsómetros

En fin, de aquí a Julio que vence la garantía y espero que aguante.

Ayer, con la alegría por “estrenar” otro Garmin lo configuré con la seguridad que da la experiencia, y salí dispuesto a oír ese “Autolap” cada kilómetro. Cruzando la M40 vi una cola del copón en la salida de Ribera del Loira, ésa que está delante de la empresa italiana travestida de española que se está forrando a nuestra costa, perdón, que nos proporciona luz y calor ¿no era el astro rey quien nos lo brindaba?. En fin, que sigo corriendo pasando por entre los coches (puta manía española de pararse en un paso de cebra en un atasco, como si se nos fuesen a colar trescientos coches por no ocupar la posición). Conforme me acercaba al JC1 el atasco estaba a las alturas de las grandes noches europeas del Madrid, ésas que empiezan ya a adquirir un tono sepia por obra y gracia de Floren-timo y su cohorte de comepollas. ¿Qué pasa? Algún accidente.

A pesar de las dos porras que me apreté en el desayuno y que me recordaban contínuamente que soy mortal iba a buen ritmo, 4:35. Hacía mucho aire, aire del sur que trae agua y unos ocho grados más. Mantengo el ritmo, y me cuesta mucho en una cuesta arriba en la que la segunda porra se ancla a un olivo que tiene unas aceitunas como melocotones y tengo que arrastrarlo prácticamente. El churro del postre se engancha después en un castaño de indias (que están en plena recolección). EL ritmo sigue igual, incluso más vivo, ya que termino a 4:33 diez kilómetros, un tiempo cojonudo a pesar del viento y del homenaje en forma de churros.

Cuando llego al curro me entero que el atasco no se debía a ningún accidente, sino a algo más frívolo. Por lo visto a los de Samsung les ha dado por regalar hasta 50 pavos en gasolina a quien tenga un teléfono de esos caros. Vivir para ver, tenemos 500 pavos para gastarnos en un teléfono y luego tenemos que aguantar tres horas de cola para que nos metan lo que nos quepa (sin segundas) en el depósito. Alguno decía “es que tal y como está la cosa hay que aprovechar estas oportunidades”. Ya sé que es cuestión de prioridades, que cada cual hace con su dinero lo que quiere, pero quitarse de comer por tener un teléfono de 500 pavos tiene su aquel. Triste.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Corriendo con frío y viento


Me gusta correr con frío. Calarme el gorro, ponerme la braga al cuello. Camiseta térmica de manga larga. Otra capa encima “u dos”, según el frío que haga. Ponerme los guantes finitos del decartón. Notar cómo condensa el vaho de mi respiración o el de mi transpiración a través de las mallas. Ver cómo sale vapor de las entrañas del averno en forma de alcantarilla. Perder tracción, mínimamente, en las zonas sombrías por el hielo aún no derretido y ver una incipiente capa helada sobre el lago del JC1 o el “río” de Villarrosa. Y correr, correr tranquilo.



Lo que no me gusta tanto es el viento que de estos últimos días, ese viento del norte que nos acompaña en las olas de frío. Por mucho cortavientos que te pongas no hay viento que se pueda cortar, son como las provisiones anticíclicas del Banco de España que, por lo visto, hacían que tuviésemos “el mejor sistema financiero del menudo”, vivir para ver.

Esta semana el viento de marras me ha acompañado en mis salidas, y, por el sentido de la carrera me empujaba cuesta abajo y me lastraba cuesta arriba. ¿Ritmos? Sigo con los “más o menos” gracias a que el “Servicio Técnico” de Garmin se está tomando su tiempo para enviarme otro 405. “Más o menos” me salieron diez kilómetros como diez cortijos a 4:33 (segundo arriba, segundo abajo) el martes y a 4:50 el miércoles.

Hoy me he ido hasta los doce kilómetros a 4:48, y es que iba a un ritmo de 5:00 pero me he flipado los últimos cuatro, poniéndome a 4:30, ejemplo vivo de lo que significa una media: ocho kilómetros a ritmo “normal”, aeróbico, a 5:00 y cuatro por debajo de 4:30 hacen un ritmo “vivo” de media, a 4:48, lo mismo que esa media que dice que los españoles somos más ricos…si incluimos a Amancio Ortega (40.000 millones de euros, 850 euros de media más por español) o no.

Además este tiempo hace que seamos cuatro gatos en el JC1, sobre todo en comparación con la semana pasada en la que empezaron a verse las desempolvadas camisetas de la San Silvestre; se notan los que empiezan a “entrenar” ésta su prueba cumbre (y única) de la temporada, que hay que dosificarse. Además hoy viernes aún había menos personas. Si ya de por sí los viernes a mediodía hay una caída drástica en el número de corredores (bienaventurados aquellos que, teniendo trabajo, los viernes tienen jornada reducida y pueden irse a casa a mediodía) con este tiempo es que ni los grajos se dejan ver.

Pero lo mejor de todo es apretarse un cocido a la vuelta.

¿Carreras en perspectiva? De aquí a finales de año una o ninguna. Y en cuanto al año que viene alguna media y MAPOMA, al menos en el primer cuatrimestre. Me apetece meterle caña en alguna media, y hay varias.

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Mala suerte o mala idea?


Esto es de chiste. Parece que me ha mirado no ya un tuerto, sino todos los Jack Sparrows del mundo pero con parche.

Hace un par de semanas noté que el Garmin se le formaban gotas de condensación cuando salía de la ofi. Y no, no era por la alegría lógica de salir para casa con el trabajo bien hecho. Es por un defecto de fabricación que hace que la estanqueidad no sea perfecta y que ante cambios de temperatura se formen estas humedades que van a más y que en pocos meses hacen que se joda la unidad.

¿Qué por qué lo sé? Porque es la segunda vez que me pasa. En las Navidades de 2010 recibí con alborozo mi primer Garmin 405CX después de haber estado usando un Polar 200RS durante cinco años sin más incidencias que algún que otro cambio de correa o de pila.

El cacharro funcionaba de puta madre, sin ningún problema. Era preciso a más no poder. Lo tenía configurado para hacer series que apenas hice, modos de pantalla que apenas consultaba (altimetría, inclinación…) o itinerarios que bien podía haber hecho con los ojos cerrados porque eran los que solía hacer.

Sin embargo, en una mañana épica de Agosto de 2011  la pantalla se rompió tal y como conté entonces. Por 150 pavos tenía uno nuevo, con su cajita y sus accesorios. ¿Persistí en mi error? A la vista de los acontecimientos puede que sí.

En la primavera de 2012 noto que se forman unas gotitas en la pantalla que desaparecían al momento. Al principio lo veía con curiosidad porque el fenómeno duraba unos minutos y se debía a la diferencia de temperatura entre el ambiente caliente de la oficina y el todavía frío de la calle. Sin embargo, esto fue más. Aunque estaba en lo cierto, el fenómeno no era inocuo, ni mucho menos. La mancha de humedad era cada vez más grande y duraba más hasta que el peluco petó en Julio estando de vacaciones. Qué curioso, en un ambiente cargado de humedad como también conté. En el Servicio “Técnico” me contaron que probablemente se debía a un defecto de fabricación y que se lo tenía que enviar para una posible reparación que, básicamente, consistía en cogerlo, tirarlo a la basura y mandarme otro nuevo.

Así que empiezo Agosto con otro pulsómetro nuevo. La configuración la hice de memoria. No cargué itinerarios ¿para qué? Sólo configuré una pantalla y en cuanto a los recorridos tampoco hice nada, más que nada porque no tenía intención de hacer una serie en los siguientes tres meses como mínimo.

“A la tercera va la vencida”, pensada. Los cojones de Mahoma. Más bien “no hay dos sin tres”… averías. Las mismas gotitas empiezan a aparecer un día que iba en bici de vuelta a casa a mediodía justo cuando empiezan a poner la calefacción en el curro. “¿Deja vú?” Miro nuevamente la pantalla. Se han ido las gotitas, ¿falsa alarma? No, empieza a suceder varios días. Blanco y en botella. Nuevamente solicito reparación, los operadores ya me preguntan por la familia, hablamos de fútbol, de la crisis, del cole de los niños y esas cosas de las que sólo se habla con quien tienes un trato cercano, continuo y familiar. Vamos, que al final por poco se nos olvida que llamaba para solicitar una reparación en garantía. Me confiesan que les salió una remesa de Forerunners 405CX con ese problema. Y a mí, como con los Petits-Suisses, me dieron dos.

En fin, paquetito de ida y a esperar a que me manden de vuelta otra unidad. Voy por cuatro.

Mientras tanto a correr con el Kalenji de nueve pavos, que falla menos que Casillas y que no se rompe a pesar de las hostias como panes que se lleva en casa porque Rayo Macqueen se ha quedado con su cara y cada vez que lo ve lo atropella. Winni the Pooh, conocedor de las circunstancias y un cabrón con ojos malos, lo arroja al suelo una y otra vez con mecánica habilidad. Mientras tanto el hermano mayor guardadito en su caja acolchada por si acaso y va y se jode. Puto delicado de mierda. A este paso tendré que envasarlo al vacío, como si fuese un cinco jotas (al menos cuesta como uno).

¿Dónde está el chiste? Pues que acabo de recibir uno que directamente no carga. Así de sencillo. Parece que los pulsómetros que se joden los tiran a un cubo, los limpian, le ponen una pegatina y se lo vuelven a enviar al primero que llega. Puta panda de cabrones.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Corriendo por sensaciones


Hasta que el GPS hizo acto de aparición, la larga distancia siempre se había corrido por sensaciones. La innovación tecnológica más destacable era la del Casio de la primera comunión, porque había quien iba con un cronómetro como Dustin Hoffman.


¿Te sientes bien? Corres más rápido. ¿Qué hay que hacer series? Pues se marcan “más o menos” 400, 1000 metros o los que sean. Los progresivos eran por tiempos y un poco más de caña. En fin, qué os voy a  contar.

El caso es que por una incidencia técnica estoy corriendo por sensaciones y lo cierto es que es gratificante el no tener el cacharro ése que te pita cada kilómetro y miras si van 5 ó 10 segundos por encima o por debajo o si vas largo o corto de pulsaciones.

Confieso que de vez en cuando corro así, unas veces porque el GPS se queda sin batería, otras por no ponerme la banda y otras, simplemente, por gusto. Y tiene un gran encanto liberador.

A ver, a uno le gusta saber cómo va cuando le metes caña, cuando quieres hacer un rodaje a un ritmo determinado, algún progresivo más o menos planificado. Pero el resto de las veces  el cacharro no deja de constreñirte por no ir lo suficientemente rápido o lento, por tener pocas o muchas pulsaciones o por no hacer ese tramo de 4:20 en 4:15.

Siendo animales de costumbres como somos, todos los “runners” tenemos varios recorridos predefinidos, esos recorridos que realizamos prácticamente sin pensar en función del tiempo que queramos correr, de la caña que queramos meter (con perdón) o de la meteorología que haga (buscando la sombra con calor o una zona más resguardada con viento) por lo que, “Caeteribus paribus”, para ver cómo vamos sólo se necesita un cronómetro. Joder, si nos conocemos hasta los tiempos de paso de cada parcial (o “laps”). En las carreras, incluso, sabemos cómo vamos a terminar cuando vamos por la mitad, equivocándonos en muy poco.

La semana pasada salí tres veces “más o menos”. En una hice “más o menos” 12 kms a 5:00. En la segunda “más o menos” 10 a 4:45 y el domingo “más o menos” otros 12 a 5:15. ¿Sabéis qué? Que sólo me equivoqué en “más o menos” 100 metros, y eso suponiendo que el mapeo de USATF sea 100% preciso.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Disfrutando como un enano


Llevo un par de semanas disfrutando como un enano con los entrenos que estoy haciendo. Probablemente sea por el hecho de que salgo a correr, sin más pretensiones que las de disfrutar mientras corro. A lo mejor tiene que ver el hecho de que en este tiempo ha llovido mucho en sentido estricto.

EL sábado hice un rodaje de 18 kilómetros por Gijón a 5:08 y 144ppm  acompañado gran parte del camino por la lluvia. ¿Truco? Sí, algo. Al fin y al cabo estaba corriendo a nivel del mar y por un recorrido plano en su práctica totalidad. Por cierto, mi FCMax es de 162ppm, de ahí que parezca que vaya sobrado tanto en los rodajes como en mis sesiones en el umbral anaeróbico (a 150-152ppm).

El jueves pasado igual, llovía cuando salí, después paró un poco y finalmente empezó a jarrear al final. De perdidos al río, “from lost to the river”. Como dicen los pingüinos de Madagascar, “sonreíd y saludad”, “cucos y coquetos”. Así que cabeza bien alta, sacando pecho  y gracilidad.



Me faltó ponerme a cantar el “Ardor guerrero” que no me sé porque uno hizo la mili en el arma de Ingenieros para cuyos integrantes los infantes eran carne de cañón (paradójico, por otra parte, cuando los zapadores son igualmente soldados valerosos del arma de Ingenieros). Llegué de barro hasta arriba, literalmente. Las zapatillas, blancas cuando las compré, tienen esa pátina que les confiere el viento y el barro asienta.

Ayer  hacía un tiempo espectacular. No más de 10ºC, sin viento y ninguna nube y decidí irme al JC1 en bici. Al final me salieron  21 kms a 22 kmh puerta a puerta. Qué pena que tuviese que volver, porque me he quedado con ganas de más. Hacía tiempo que no iba en bici con fines deportivos, y la verdad, tenía de ganas de meter desarrollos largos con cadencias altas, ya que el ciclismo urbano no permite apenas este tipo de caprichos. El problema es que para “enterarse” del ejercicio uno necesita un tiempo precioso, ya que he estado algo más de 53 minutos y las pulsaciones se han quedado en 122ppm.

¿Carreras a la vista? Ninguna la verdad. Bueno, miento, sí que hay una, pero esta vez voy de espectador cámara en mano. Y es que el domingo los enanos tienen carrera en el Parque del Oeste. Se estrenan en la ultradistancia de los 300 y 400 metros. ¿Necesitarán gel de hidratos? Eso es para los parchosos de los padres, que nos da por correr y correr sin parar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

En la vida hay que elegir


Hoy tenía ganas de correr, pero a la hora de salir a correr a mediodía llovía sin parar. Y, claro, inmediatamente surgen las dudas:

  • ¿Malla larga o corta?
  • ¿Cortavientos o chubasquero?
  • ¿Adidas o Kalenji?
  • ¿Madonna o Kilye? Me refiero al MP3, malpensados. Además, uno no es tan fantasma.

En serio, a mediodía no llovía tan fuerte como por la mañana. Y tenía ganas de correr. Así que la las elecciones fueron:

  • Malla larga
  • Chubasquero
  • Adidas y Kalenji.
  • Para aprovechar el barro y el “shuffle” dejé que Madonna y Kilye se pelearan, que uno no puede hacerlo todo.


Y a correr. Mucho barro, mucho charco, por lo que el recorrido habitual hasta el JC1 lo iba modificando sobre la marcha. Un poco por Villarrosa (es increíble como todavía funciona el drenaje en este parque), el carril bici, Los Llanos por la acera que bordea el parque hasta El Corte Inglés del Campo de las Naciones y vuelta casa. Pim, pam, nueve kilómetros en 43:00 de menos a más (de 4:50 los primeros kilómetros a 4:40 los siguientes sin que las ppm se disparasen) a pesar de la pérdida de tracción como consecuencia de la gran cantidad de barro. ¿Qué si me mojé? Pues sí, pero terminé hiperhidratado. Tengo hoy la cara que ríete tú de los potingues esos “rinse-off”, “crema de día” “crema de noche” o “crema de pepino”, y gratis.

Llegué empapado por el cortavientos y por la borrasca atlántica. Y es que por mucho que prometan que el cortavientos favorece la transpirabilidad al final sudas como un cerdo. ¿Tendrá algo que ver que el cortavientos de Kalenji sólo me costó veinte pavos y que por ese precio no se le pueden pedir peras al olmo? Es posible. ¿Qué pensáis?

El resto de la semana correril se compone de un rodaje de 18 kms a 5:11 y 143ppm y una salida de calidad de 10 kms a 4:28 en las que las pulsaciones se me fueron a 154ppm.

martes, 6 de noviembre de 2012

Sol de otoño


En esta época del año el cielo se vuelve de un azul intensísimo cuando sale el sol. El aspecto del parque varía de un día para otro por el cambio de color de las hojas de árboles y vegetación y el tiempo tan cambiante propicia una sensación aún mayor de que todo cambia de un día para otro.

El árbol que el domingo estaba cargado de hojas con un amarillo intenso hoy está pelado y las que le quedan tienen un color ocre que sugiere que no llegan a este fin de semana.

Ver cómo la Sierra recién nevada refleja la luz naranja intensa del amanecer es algo tan espectacular como efímero bajo un cielo despejado que, todo junto, te da un contraste de colores espectacular.

Corriendo por varios parques a r2, tranquilamente, me da por pensar aún más. Y pienso que me gustaría llevar en ese momento la cámara para dejar constancia de esos colores tan amarillos como efímeros de los árboles cargados de hojas a punto de caerse y cómo se reflejan en el estanque del JC1 para, por pocos segundos, desgarrarse por una piragua que corta la imagen.

Inmediatamente desecho la idea, más que nada porque llevar una réflex es impracticable si uno sale a correr, ni siquiera una compacta. Lo dejo, pues, para cuando me jubile dentro de los años que diga al Gobierno, ahora a los 67 pero seguramente más tarde al paso que vamos.

Además, qué coño, una foto no deja constancia de la sensación de cómo se hunde ligeramente el pie en un camino saturado de agua cuando corres por un pinar después de la lluvia o de cómo ésta rebota en un cortavientos que supuestamente es impermeable, de tu respiración, de ese silencio que te acompaña asombrosamente a pesar de que estás a menos de medio kilómetro de la A-2 en el pinar de La Piovera o del halo que acompaña a tu respiración. ¿Y esa sensación de ligera pérdida de tracción cuando se pisan hojas recién caídas? ¿Y cómo se prensa la nieve virgen?¿y el olor del salitre o de la hierba o de la lluvia?

Tampoco se oye ese chorro apenas perceptible en El Capricho un domingo por la mañana, ni las hojas que pisas.

Para captar ese momento en que la Sierra refleja el sol del amanecer y lo refleja de un naranja intenso, además, hay que madrugar, tener un equipo cojonudo y un poco de suerte. Parafraseando a Picasso, la suerte es aleatoria, pero te tiene que pillar con la cámara en la mano. Al saber le llaman suerte.

Me conformo de momento con disfrutarlo cada vez que salgo a correr. Disfruto corriendo, disfruto del paisaje. Tan fácil de explicar como ponerse a correr. Tan difícil de explicar como no ponerse.

miércoles, 31 de octubre de 2012

La caída de los gigantes


No voy a hablar de esta gran novela histórica de Ken Follet ambientada en la I Guerra Mundial y en sus consecuencias geopolíticas y que, por otra parte, recomiendo.



Qué va, quería escribir de Lance Armstrong. Ahora que se desmonta su castillo de naipes resulta que, como con la crisis todo el mundo suelta por esa boquita “¡si ya lo decía yo…!”. Leña al mono, que es de goma. Y es que todos somos muy listos. Con lo que me joden los listos.

Que el ciclismo en ruta no es un deporte cualquiera es una obviedad. Apretarse durante tres semanas cuatro mil kilómetros a cuarenta kilómetros por hora de media no se puede hacer con barritas energéticas, sueros de glucosa, aquarius y solomillos de ternera sin riesgo de sufrir ninguna pájara. Y más en los noventa y buena parte de la década pasada en las que las etapas de montaña eran aún más largas, tenían mucho más desnivel y no había jornadas de descanso como ahora. Los que sabéis de ciclismo más que yo (casi todos) conocéis los desarrollos tan grandes que mueven estos bestias y la cadencia que llevan sin parar durante horas.

Antes de que Armstrong fuese el campeón que fue en el Tour era un deportista excepcional. Había ganado el Iron Man de Hawai, deporte desde el que dio el salto al ciclismo profesional. ¿Se dopaba entonces? Seguro que sí, pero no creo que menos que otros “Iron Men” más modestos.

Después vino el Campeonato del Mundo de Ciclismo de 1993 y poco más hasta su enfermedad. Probablemente su prepotencia, su soberbia y su inexperiencia (tenía 26 años cuando se le detectó el cáncer) impidieron que mostrara todo su potencial. En 1999 eclosiona ganando un Tour, y otro, y hasta siete seguidos con la misma autoridad con la que ganaba Induráin.

En un deporte donde los únicos ingresos provienen de un patrocinador que evalúa a diario la cantidad de impactos en los medios audiovisuales no cabe un líder con perfil bajo sino mediático, no cabe sólo el trabajo bien hecho sino quién cruza primero la línea de meta o quién se sube al podium. Si todo esto se adereza con unas gotas de sentimentalismo como la historia personal de Armstrong ya tenemos el cóctel perfecto en forma de icono

¿Era tan bueno entonces? Sin lugar a dudas, sí. No hay nada más que ver quiénes le acompañaron en los siete podia del Tour, Ullrich (tres ó cuatro veces), Ivan Basso, Escartín, Vinoukurov… todos pillados con el carrito del helado en la Operación Puerto y diversos controles antidoping. Esto hace pensar que todos hacían trampas. Lo cual puede llegar a ser comprensible en un deporte tan exigente en el que un minuto sobre más de noventa horas de competición te puede llevar al infierno o a la gloria.

Armstrong era una mina de oro de la que todos sacaban tajada. Nike pagaba sobornos para silenciar positivos. ¿Y las pulseritas amarillas que se pusieron de moda entonces, para las que se desarrolló un mercado negro por su desabastecimiento planificado? Había que llevar una de esas pulseritas amarillas de los cojones, daba igual si ibas a tirar la basura en zapatillas como a la boda del Principito de los Cojones.

¿Por qué sale ahora tanta mierda? Primero porque las ratas son las primeras en abandonar el barco. Cuando se intuye que algo va a pasar, y al grito de “maricón el último” todos hablan de la mentira en la que vivían. Y ahí tenemos a sus ex”compañeros” rajando como perras, quienes, por otra parte, también se llevaron su buen pellizco. Una mentira tan bien sustentada y en la que participa tanta gente siempre se rompe por el mismo lado, el de la codicia, que nos mueve a denunciar como despecho porque el otro no ha cedido a la extorsión. Porque, además, la hipocresía está a la orden del día. ¿Es que nadie se olía la tostada antes? ¿Tan gilipollas eran sus patrocinadores acerca de algo que era vox pópuli? Vamos, no me jodas.

Si nos vamos más atrás ¿estamos seguros de que Induráin no participó de una mentira de éstas? Su médico, Sabino Pastilla, perdón, Sabino Padilla no tiene precisamente una gran reputación en el mundo del deporte. Cuando se hizo cargo de la preparación de la primera plantilla del Athletic, sus jugadores empezaron a rendir como leones haciendo honor a su nombre. Por lo visto tenía una marmita donde elaboraba una pócima secreta. Misteriosamente cesó su colaboración a los pocos años. ¿No era eso de lo que se trataba?



¿Servirá de algo dejar el palmarés del Tour en blanco? Creo que de nada. Estas cosas podían intentarse en la Unión Soviética en los años 20 con las manipulaciones que se hicieron para eliminar cualquier rastro de Trostki pero ¿hoy en día? El nombre de Armstrong y del Tour (por su necesaria participación en la mentira) están lo suficientemente manchados como para no olvidarlo. Los dos únicos periodos en los que esto ah sucedido fue por dos lindezas como las Guerras Mundiales de 1914-1918 y la del 39-45, casi nada.

Si saliesen historias similares sobre Induráin ¿reaccionaríamos tan vehementemente acusándolo y desposeyéndolo de todo? Recordemos que a Contador la Federación Española de Ciclismo no lo sancionó hasta que la UCI no les pusieron entre la espada y la pared, y en el caso de Armstrong ha sido justo al contrario.

El ciclismo es tan grande que sobrevivirá a esta época turbia. Volverán a salir campeones, si bien la sombra de la sospecha les perseguirá mucho tiempo. Qué pena.

lunes, 22 de octubre de 2012

Carrera del CSIC 2012


Cómo me gustó la carrera del domingo. Se nota que es una de las clásicas y que está muy bien organizada. Me habían dicho que era rápida. También que era dura. Y lo cierto es que fue ambas cosas.

Rápida porque los dos kilómetros y medio primeros son de bajada. Exigente porque los cinco y medios siguientes son de una subida tendida pero constante que te obliga a regularte para no desfallecer. Los últimos kilómetros, con un perfil más bien descendente y con la mente en meta, se hacen rápidos también.

Me sorprendió que la entrega de dorsales y el chip fuese el día de la carrera, pero estando tan bien organizada no hubo que esperar apenas. Me ahorré, pues, el viaje al consabido Centro Comercial el día de antes. Nunca había estado dentro del Ramiro y me gustó encontrar estas instalaciones deportivas (Magariños) y educativas tan grandes en pleno distrito “glamoroso” de Madrid. Y es que aquí el que no juega al ba-lon-ces-to es que es porque no quiere, hay una canasta en los rincones más insospechados. Hasta las papeleras de los baños estaban a 2,5 metros de altura para poder ejercitar el “sky-hook” después de “dar de vientre”.


El día era perfecto para correr, nublado y 10-12 grados, sin viento y sin un animador en modo locutor de Máxima FM que nos aturullase. La salida en Serrano es bastante rápida, pero SIEMPRE HAY UN GILIPOLLAS QUE SE DEDICA A DAR CODAZOS EN LA SALIDA. Qué manía, coño, la de empujar al de delante tuya para pasar. Un compañero de La Panda del Muro se metió un hostión porque alguien le dio un codazo en su afán de adelantar en la salida. Ni que se estuviese jugando la medalla de oro en la final de los 10.000. La malo de estas hostias, aparte del golpe que te llevas, es que que te puedes llevar más de un pisotón por la masificación de la salida. Afortunadamente todo quedó en un moratón.

A pesar de este incidente, el primer kilómetro lo hice a 3:53, el segundo a 3:52 y el tercero a 3:55. Los compañeros del Muro me aconsejaron que no me flipase en estos primeros kilómetros porque luego la subida de Recoletos y Castellana se podía hacer muy dura a pesar de que la subida no era muy pronunciada. De pulsaciones iba en modo carrera, es decir, entre el 95%-100% (157-160). Girando a mano derecha, terminamos de subir por la acera de Recoletos y la Biblioteca Nacional y cruzamos Colón.

Para un tiempo previsto de 42:00-42:30 ya llevaba un buen colchón de un minuto que, bien administrado, me haría cumplir el objetivo temporal.

La subida empieza a notarse. Con las pulsaciones casi al máximo  tengo que bajar el ritmo, pero aún así empiezo a adelantar a más corredores de los que me rebasan. Los siguientes cuatro kilómetros los hago a una notable media de 4:21, consumiendo parte del colchón pero manteniendo aún una reserva considerable de tiempo. Las pulsaciones al 100%, pero pasando por delante del Bernabéu uno tiene que darlo todo. La cuesta de Alberto Alcocer no se me hace tan pesada, en el JC1 hay cuestas peores, si bien no las subo tan forzado como ya entonces.

Giramos a mano derecha por Príncipe de Vergara. EL camino es mucho más plano e incluso tiene algo de bajada salvo por la tachuela en Serrano donde se sitúa el Hospital de San Rafael. 4:03 en el km8, el colchón se agranda. Con bajada ya hasta el final me embalo. 4:08 el km9 y ¡4:00! en el último. A pesar de pensar que no daba más de mí pude acelerar (más bien alargué el paso por la bajada). En un giro inesperado por lo desconocido nos metimos en el Ramiro. Me sorprendió (y me gustó) que la carrera no terminase en Serrano sino que se metiese dentro del Ramiro. Todo un guiño hacia la Residencia de Estudiantes y a los orígenes de la Carrera.

Paro el pulsómetro en 41:51. ¿Habemus MMP?. Uyuyuyyyy…mi MMP era de 41:50, en la carrera de Proniño de Timofónica. Había que esperar. EL tiempo final fue de ¡41:53! Por tres segundos no bajo de mi MMP, pero este tiempo me sabe mejor que el de Junio por varias razones: la caída del principio, que algo te retrasa; el perfil más exigente que Proniño; la mayor presencia de corredores al principio o la curva tan cerrada del final te hacen perder algo de tiempo. Mi posición fue la 484 del total, ganando 54 puestos con respecto a la salida y en un percentil 93, en línea con mis resultados de este año.

La buena organización se nota en detalles como no tener que esperar en el ropero, lo cual se agradece en estos días que empieza a refrescar. O en la buena idea de que te den la camiseta de manga larga al final de la carrera para ponerte algo seco encima. El precio de la carrera, diez pavos, está en línea con cualquier carrera popular, pero poniendo todo en valor (tradición, organización, recorrido, camiseta)  hace que sea una carrera muy recomendable. No soy muy amigo de hacer planes, pero si puedo el año que viene repetiré.

viernes, 19 de octubre de 2012

Otro récord que cae


En mi última entrada escribía de que tenía la intención de hacer una salida “rápida” y otra más tranquila esta semana como previo a la carrera del domingo. El martes hice la rápida, y desde el principio salí enchufado (con ABBA ;)).

Con los escasos 15ºC de mediodía y con viento de costado, el primer kilómetro me salió a 4:35. Bien, Pepe, bien. Con el “Rain over me” (versión Body Combat) cayó otro a 4:06 y el siguiente, con la  cuesta de acceso al JC1, a 4:26. Del cuarto al séptimo, dentro del parque, a 4:22 de media. Intuyendo ya la gloria del inminente récord mantuve y retuve los últimos tres kilómetros, haciendo una media de 4:30. En total 10 kms a 4:25, con un total de 44:09,. Las pulsaciones, eso sí, se me fueron a 154ppm, el 95% de mi FCMáx. Ésta es la secuencia:

Km
tiempo
1
0:04:35
2
0:04:06
3
0:04:26
4
0:04:14
5
0:04:26
6
0:04:24
7
0:04:25
8
0:04:32
9
0:04:28
10
0:04:32



Mis viejas Adidas, como en “La carga de la Brigada Ligera” aún están prestando un servicio insuperable con sus 1.000 kms acumulados y los que te rondaré morena.

¿Sensaciones? Muy buenas, a pesar de ir casi al máximo de pulsaciones. El isquio no dio muestras de dolor en ningún momento (puede que, al final, esté “sodomizando”, como dirían en Los Serrano)


La salida “larga” la he adelantado al jueves en versión reducida, y es que uno no puede escaquearse del curro tanto tiempo. Con un tiempo que amenazaba lluvia he disfrutado como un enano de la carrera. Once kilómetros a 5:10, 140ppm y para casa. Me he quedado con ganas de más porque andaba pletórico. Además los cinco minutos escasos que llovió a eso de las 13:00 hizo que el JC1 tuviese un unos olores muy intensos.

Pienso que de cara a la carrera del domingo el objetivo de los 43:00 es muy conservador, y que estaré más cerca de las 42:00 que de los 43:00. ¿Es probable bajar de 41:50, mi MMP de Proniño 2012? Puede que sí, a ver cómo se da el día y cómo me coloco en la salida.

Ah, se me olvidaba, me queda una última carrera mañana… para comprar unos coches de Scalextric, que se avecina cumple, que no nos vale cualquiera:




Hagan juego señores, ¿Rayo Macqueen o Francesco Bernouilli? Exquisitos que son estos enanos. Vamos Rayito, Rayo.

martes, 16 de octubre de 2012

..Y ABBA entró en mi MP3


Lo que me faltaba. Si el MP3 se me estaba llenando progresivamente de ¿música? que en mis años adolescentes no hubiese oído ni el primer acorde ahora voy y cruzo una de esas líneas rojas que había trazado.

¿Será que uno termina oyendo la música que le ponen en las carreras? ¿A que va a ser verdad que esta música incita a correr? ¿Será que me hago mayor y más moña?¿Será por un oculto –ya no- culto a Madonna? ¿Será, simplemente, que por exposición prolongada goebbeliana uno termina creyéndose de verdad una mentira como ésa de que nos iban a bajar los impuestos?

Pues sí, acabo de cruzar una de estas líneas rojas grabando el Gimme Gimme. Y lo peor de todo es que no puedo alegar en mi defensa que sufro al Síndrome de Diógenes porque la oigo (y escucho) cuando corro. Bueno, sí, podría, pero mentiría.

Eso sí, mientras suena no puedo evitar la imagen mental ochentera del corredor, con su chándal de algodón, las Paredes, calcetines blancos con dibujo de raquetas cruzadas, muñequeras a juego con la ferpa. Vale, sí, aún conservo (y oigo) el Appetite for destruction, el Black Album ¿cómo no emocionarse con el “The Unforgiven”?


Por lo demás sigo disfrutando de mis mañanas y mediodías otoñales. El domingo rodaje fresquito en Córdoba (volveré a escribir de ello). Cómo se nota que está a 60 metros y que es plana, hice 15 kms a 5:03 (con el último a 4:20) y 142ppm. El domingo me toca la carrera del CSIC en la que espero bajar de 43:00. Un entrenamiento rápido para probarme y otro más tranquilo, a ver qué tal se da.

jueves, 11 de octubre de 2012

Me encanta que los planes salgan bien



¿Quién no reconoce esta frase? ¿Quién no la ha dicho nunca viéndose a sí mismo como Aníbal?

EL miércoles me sentí como Aníbal, purazo incluido. Y es que después de un par de meses he vuelto a correr a 4:30 a pesar del calor. Lo más curioso es que no me había planteado correr a ese ritmo pero, como suele suceder, después de un par de kilómetros dije “¡qué coño!¡a echarle huevos!” Con una media de 4:42 hasta la entrada al JC1 empecé a apretar casi sin darme cuenta “moving like Jagger”. Los siguientes kilómetros fueron una progresión modélica de lo que debe ser una carrera cualquiera atacando el umbral anaeróbico: 4:32, 4:28, 4:24, 4:21, 4:31 (un gilipollas no quiso respetar el paso de cebra), 4:26 (cuesta arriba del Luis Aragonés) y 4:15. Al final 45:07 tiempo total, a 158ppm (94% FCMáx). No había nadie que me diese medalla alguna, pero a cambio me trinqué un tercio de Mahou cinco estrellas del tirón, pin-pan, a la hora de la comida que me sentó a gloria.



Y es que siempre noto un salto de calidad después de cada carrera en forma de rodaje rápido más rápido. Luego, como suele suceder, vuelvo a registros normales, pero durante unas semanas voy ligero como una moto, potente como un camión.

Lo que se me antojaba como una salida tranquila yo mismo la convertí en rápida. De hecho pensaba haber ido a correr por el Pinar de la Piovera pero la presunción de barro a espuertas me hizo desistir porque me había puesto las zapas nuevas, unas Adistar que me compré en las rebajas por 90 pavos. Y no es que sea precisamente pulcro, pero imaginarme a semejante maravilla hasta arriba de barro me daba pena.

Parece que estoy llegando a ese punto de forma que alcancé en verano, a ver si dura. Repasando tiempos pasados acabo de darme cuenta de que por estas fechas tuve una sobrecarga en el isquio el año pasado, por lo que he empezado a ver fantasmas de los que hacen pupa, porque los otros los veo de continuo.


miércoles, 10 de octubre de 2012

NAcidos para correr ¿por qué?


El verano pasado leí “Nacidos para correr”. Sí, ya sé que gramaticalmente sería más correcto decir “este verano”, pero es que queda tan lejos que para mí ya se encuentra en esa nebulosa que incluye todos los recuerdos convenientemente filtrados por esa amnesia selectiva con la que hemos sido dotados y que nos permite evolucionar sin mirar atrás más allá de lo necesario.



Llevo tiempo queriendo escribir sobre este libro porque me gustó muchísimo pero con tantos marcadores que metí junto con la falta de tiempo hacen que tenga el tema un poco aparcado, si bien inconscientemente he ido opinando del libro.

¿Por qué corremos? En uno de los pasajes del libro el autor nos revela que, de forma individual, corremos para canalizar las reacciones más primarias. Corremos cuando experimentamos una explosión de alegría, cuando sentimos pavor, cuando nos invade la rabia o cuando hay un poco de todo.




Es por ello, y ya es cosecha propia, que al segregarse endorfina mientras se corre uno termine con una sensación de trabajo bien hecho o de tensión aliviada rápidamente nada más terminar que le impulsa a querer volver a correr al poco tiempo.

Sí, nos volvemos adictos a las endorfinas ¿y quién no? Al fin y al cabo la llaman “la hormona de la felicidad”. Cuando uno se acostumbre a tal torrente de endorfinas pararlo en seco supone la aparición de un síndrome de abstinencia que hace que tengas unas ganas tremendas de salir a correr en cuanto puedas. Tantas que, normalmente, sales más rápido de lo habitual de después de un periodo de abstinencia. Las lesiones musculares las solemos llevar bastante mal, en la medida que la vitalidad es la habitual pero no se puede.

“Si no se puede, no se puede”, como diría Rajoy pero ¿cómo se puede estar sin poder? En fin, que me voy por los cerros de Úbeda.

Las endorfinas, además, no sólo las genera el  ejercicio. Respirar hondo, correr por un pinar, por un parque como El Capricho en otoño, por la Quinta de los Molinos en primavera con su intenso olor a miel de almendro o La Casa de Campo forma parte del cóctel. La lluvia en la cara, un amanecer o un atardecer en un día despejado le añaden unas notas de color rojo intenso con las que disfrutamos cuando podemos. Pisar una alfombra de nieve, correr en la playa o por medio del campo también te proporciona unas sensaciones tan efímeras como imborrables.

Por eso cuando viajamos echamos siempre las zapas “por si acaso” … nos lo perdemos.

De forma colectiva, y sigo con el libro, la sociedad corre cuando se enfrenta a momentos de catarsis, normalmente relacionadas con severas crisis económicas. El autor revela tres momentos álgidos donde correr se puso de moda: en los años 30 (Gran Depresión), época en la que se pusieron de moda las carreras transcontinentales (costa a costa) en EE.UU, en los años 70, con el fin de la Guerra en Vietnam y las sucesivas crisis petrolíferas, época en la que aparecieron términos como “jogging” o “footing”. La tercera es ésta que vivimos, que el autor la localiza primariamente en el impacto que supuso en la sociedad estadounidense el 11-S (nuevamente lo de correr por rabia o miedo).

Me parece una explicación bastante sólida. Cuando todo iba bien te consideraban poco menos que un gilipollas o un paria si no te ibas una semana a Baqueira, otra a hacer “esnórquel” a Punta Cana y entre tanto a jugar al pádel a ser posible con un mochilón donde por espacio se podía meter una familia un verano entero con tabla de surf incluida. Correr era de pobres en 2005. Pero ahora que pintan bastos, ah, amigo, es fashion. Para empezar no se corre, sino que se hace running. Somos tan estúpidos que hemos pasado de no hacer nada a ser “runners” con un “personal Best” en 10.000 metros “sub60”.

¿Enlaza esto con la “burbuja runner” en la supuestamente vivimos? Evidentemente sí. Aunque pienso que la burbuja se está pinchando. Bien sea porque las carreras han proliferado como setas o porque se han desmadrado con los precios o porque estamos hartos de pagar por algo tan sencillo como correr, el caso es que salvo contadas excepciones las inscripciones no se agotan en un par de días como hace un para de años. Todavía uno puede inscribirse en la carrera del CSIC, acojonante, y eso que “sólo” cuesta diez pavos. Hace un par de años anduve despistado, lo intenté una semana después de que se abriese el plazo y no pude. ¿Y el por culo que han dado este año con lo de Madrid corre por Madrid, que me han abraso por correo electrónico?

Al final la razón prevalece, aunque lo que flote sea la mierda.