miércoles, 23 de abril de 2014

Maratón de París: logística t desarrollo

Continuando con el tema de París 2014 os paso a contar temas más logísticos y periféricos.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que si queremos correr un maratón como éste es ir pensándoselo con tiempo. Hasta el año pasado las inscripciones se abrían a mediados de Septiembre y el precio iba creciendo desde 75 euros. Yo me despisté un par de días y la gracia fue de 25 pavos más, 100 en total. Insisto en lo de “hasta el año pasado” porque desde el año que viene han instaurado un sistema de pre-inscripción/sorteo gratuito que se abre este mismo mes de abril. También hay una ventana VIP (con área de descanso propia, salida inmediata y alguna facilidad más). Por otra parte, hasta última hora se podía uno apuntar por un módulo especial de “Charity”, a través del cual aportas un buen donativo a alguna ONG.

Existe la posibilidad de contratar un seguro de lesiones por 11 pavos más. Como todo seguro tiene que tener más letra pequeña que una hipoteca (no cubre patologías previas).

En esta carrera, como en muchas, te piden un certificado médico cuyo formulario te puedes descargar. Es algo que me parece bien si no se convierte en un negocio como el del carnet de conducir. Como tenía que ir al cardiólogo a hacerme un seguimiento me lo extendió sin problemas y de gañote.

Lo bueno de apuntarse tan pronto es que puedes anticiparte con la logística. Nosotros escogimos un apartahotel en la zona de Bastille/Gare de Lyon, bien comunicado con el París “señorial” y… con Disneyland. No tuvimos que abonar nada a ninguna central de reservas, lo cual es tranquilizador dada la imprevisibilidad que supone planificar un viaje con niños y tener que reclamar una pasta que ya no tienes. Además suelen tener lavadora-secadora, muy importante a la hora de preparar la maleta.

¿Coche, tren, avión? Desde Madrid hay poco más de 1.000 kms y en Francia las carreteras buenas son de peaje (en el trayecto se “pierden” dos días si se considera el viaje como una pérdida de tiempo). Lo del tren suena romántico pero es caro, tiene pocas frecuencias y tarda mucho. Los aviones con las low-cost no se podían gestionar en Octubre. Sin embargo con Iberia y Air France sí que se puede y a unos precios muy competitivos que incluyen franquicia de equipaje (importante para viajes de una semana) y posibilidad de cambio o reembolso (tranquilizador).
Y poco más antes de viajar.

Feria del Corredor

No tiene nada especial que contar. Yo no viví ninguna aglomeración y eso que había que acreditar el certificado médico junto con la convocatoria. Más grande y merchandising que en Madrid pero nada nuevo; bueno, sí, no hay camiseta conmemorativa: sólo los “finishers” se la merecen. La bolsa del corredor es eso, una bolsa con alguna gilipollez tipo banda reflectante y gominolas.

El acceso a la carrera

La zona está comunicada por varias líneas de metro y RER (Cercanías). Dado que hay 50.000 inscritos hay que tener en cuenta que hay que andar bastante entre el ropero (en la zona de meta) y la salida (en los Campos Elíseos, delante del Arco del Triunfo). También hay que contar con que se puede tardar más de media hora en salir ya que se va dando la salida de forma escalonada a los distintos cajones que sí son de verdad… y hay espacio suficiente, hasta para unos urinarios que hay en los lados. La Organización te informa de dónde está tu cajón, a la altura de qué calle y cuál es la hora estimada de salida. En esto, nuevamente, todo fue perfecto.

La Carrera

Una vez pasada la línea de salida no se producen aglomeraciones. Mi cajón, 3:45, puede que sea el más numeroso junto con el de 4:00. El recorrido va petado de corredores, sí, pero no se producen embotellamientos.

Los avituallamientos están identificados y desde el segundo te dan más que agua: naranjas, plátanos, azúcar, frutos secos… que te ayudan a superar la pérdida de minerales. En estos puntos sí que se produce un cierto estrangulamiento sobre todo en los primeros puestos.

Hay mucho adoquín, o por lo menos ésa es la sensación que uno tiene a partir de cierto kilometraje. A mí no me gusta nada; siento como si el gemelo se quedase rígido como una tabla.

Túneles por el Sena. Supongo que forma parte del encanto (yo no se lo encontré). Pero París no es para topos. En cualquier caso no creo que llegase a dos kilómetros el total.

Animación

Hay varias bandas por el camino (no sé si espontáneas o contratadas). También charangas. Y gente, muchísima gente. Entre familiares/amigos de corredores y espontáneos hay tramos muy trepidantes en cuanto a animación. Que lean tu nombre y te animen te hace venirte arriba.

La Meta

Antes de correr te avisan que puedes estar hasta una hora para dejar la zona de llegada por las aglomeraciones y de las salidas que tienes si hay que recoger bolsa o no, lo cual es exagerado. Sin parar de andar te dan bebidas y fruta. También un poncho verde, tu camiseta de finisher (ahora sí) y la medalla. La zona es muy amplia, por lo que la dispersión no provoca aglomeraciones en el reencuentro.

La post-carrera

Ni esa tarde ni al día siguiente me encontraba para el arrastre. Bien sea porque el recorrido no es tan duro como en Madrid o porque los músculos ya van teniendo memoria y capacidad de asimilación el caso es que al día siguiente sólo me costaba bajar escaleras. Y mucho menos que el año pasado. Ayudó que por la tarde hiciéramos la “turistada” del Batobús en plan Imserso (no, no saludamos a los japoneses que se agolpaban en los puentes, que uno conservaba trazas de dignidad) para tranquilidad de mis piernas y disfrute de los enanos.

Al día siguiente caña en Eurodisney, y es que para superar el síndrome de abstinencia nada mejor que un chute con un placebo, pero eso lo dejo para más adelante.

martes, 15 de abril de 2014

Maratón de París 2014, mi crónica

Muchas sensaciones las vividas en París la semana pasada. Tantas que para no aburrir las dosificaré en dos ó tres entradas empezando por la crónica en sí de la carrera. Lo primero, y más importante, darle las gracias a mi familia antes (preparación del viaje, de la carrera), durante (de la ceca a la meca como el hombre orquesta) y después de la carrera (con esos cuádriceps de cristal y andares de Chiquito de la Calzada). Sólo ellos saben/padecen lo coñazo que podemos llegar a ser los corredores con nuestro rollo (sí, somos muy pesados).

Lo primero que he de decir de la Organización (sí, con mayúsculas) es que fue perfecta. A pesar de tener 50.000 inscritos, en ningún momento tuve la sensación de aglomeraciones salvo en algún avituallamiento.

Ni en la feria del corredor, ni en el ropero ni en el acceso a unos cajones que sí se respetaban (y eso que la salida era escalonada por tiempos de referencia), ni en la llegada... sencillamente perfecta.

La previsión del tiempo era despejado a primera hora y nublado a última, con posibilidades de lluvia y una temperatura entre 4ºC y 16ºC. Decido correr con malla larga (craso error). Ya a las 08:00 hacía calor, desde luego mucho más que esos 4ºC anunciados y desde el ropero me dirijo a mi cajón. A pesar de hidratarme no sentía sus efectos (vamos, que no tenía ganas de mear, hablando en plata).

La carrera empezaba a las 08:45 para los profesionales y para los VIPs (tanto pagas tanto vales, y me parece bien, hay que sablear al que más tiene) y después se iba dando paso sucesivamente a los maratonianos de los diversos cajones.
En mi cajón de 3:45 me encontré con Gemma, su marido y un amigo que habían venido a correrla, a los que al fin les pongo voz.

Hasta el arco de salida bien pudieron pasar veinte minutos que no se hacían largos. Yo, mientras tanto, en plan cateto mirando para atrás para ver el Arco del Triunfo a mis espaldas en plan Induráin (“sí, Jose, estás aquí”, me repetía). Una vez empezamos a correr no hay tantas aglomeraciones: el “espacio vital” de cada uno es mucho más amplio que en Madrid (también los cajones parecen ser más grandes y el hecho de que se respeten ayuda a que no se peten). Se puede correr bien desde el principio… y yo a mi rollo de mirar para atrás, para los lados… Colón y la Castellana están muy bien pero París tiene más glamour; los Campos  Elíseos tienen ese sabor de siestas perdidas para ver a Induráin y su Espada volando (sin doparse, que todos sabemos que Sabino Pastilla, perdón Padilla, sólo le daba zumos de naranja a Miguelón) a su enésimo Tour.

El recorrido del Maratón puede calificarse como el de un City Tour pero ampliado y sin tráfico. París es la hostia. Y toda la ciudad. La parte más señorial del Barrio de Salamanca o Chamberí son cuatro calles literalmente pero París tiene ese aire de “grandeur” que los gabachos saben vender como nadie. Campos Elíseos, La Concorde (con su Obelisco, “oh, el Obelisco”), giro a la izquierda para bajar por la Rue de Rivolí pasando por delante de Juana de Arco, ese símbolo francés ahora manipulado (todos los símbolos sirven para ser manipulados porque por eso son símbolos) por el Frente Nacional de Le Pen. A la derecha las Tullerías y a continuación el Louvre… y uno de Córdoba flipado como Paco Martínez Soria.

Mi estrategia era la de ir a 5:10 en la primera Media Maratón, a ver qué pasaba. Pensaba terminar en torno a 3:40-3:45 lo cual podría darme un colchón.

En el km 5, en la Bastilla,  iba a 5:12 de media (contando con el primer kilómetro a 5:30), lo que me hacía ir en tiempo y a unas cómodas 134 ppm. Primer avituallamiento, con agua a discreción y fruta (qué bien sienta la naranja, qué pena que no pueda con el plátano) y el ritmo baja: tendemos a irnos al primer puesto que vemos olvidand que hay suficientes y nos agolpamos.

En el km 6,6 ¡¡ahí están!! Beso exprés para todos; había incluso para un niño que no era mío pero que estaba al lado de Álvaro y la madre descojonada (la del otro). Por la Avenida Daumesnil, tres kilómetros de larga, nos dirigimos hasta el Bois de Vincennes. Éste es mi mejor cincomil y lo hago a 5:09, clavando la planificación- Bieenn. Una entrada en boxes (el calor había bajado, las nubes salían y la hidratación hacía su efecto) hace que baje el ritmo algo (no mucho). Y el Bois de Vincennes… me esperaba algo parecido a la Casa de Campo pero estos gabachos lo hacen todo tan mono que muchas comparaciones son odiosas. Hay unos casoplones por allí tremendos, nada que ver con los adosados o pareados de ladrillo visto con cinco metros “de jardín” que se ven por aquí. A la derecha veo un lago de esos centroeuropeos; a la izquierda el castillo de Vincennes con la St. Chapelle.

El avituallamiento del km 15 es mejor aún que los anteriores: ahora hay terrones de azúcar y frutos secos (joder, seguro que en el siguiente hay bocatas de lomo con pimientos, y me reservo). No, en serio, pillo naranjas por un tubo que es lo que me pide el cuerpo, minerales a puntapala. La media de este tercer cincomil me sube algo, a 5:16 (5:13 la total).

En el 19 salimos de nuevo a París y hay más animación, lógico, al fin y al cabo 50.000 corredores arrastran 50.000 sufridos animadores. Conforme nos acercamos a la Gare de Lyon, donde está la media, el público empieza a rugir. Entre “Allez les bleus”, “Vas-y Papá”, “Go Forrest Go”, “Banzais” (digo yo que se dirá así) o nuestro “Vamos Rafa!!” vuelo. Paso la media en 1:51. Las pulsaciones ya las tengo subidísimas, 151, el punto de no retorno de mi deriva cardiaca.

Por un lateral de la Bastilla bajamos hasta el Sena, viéndose a lo lejos la aguja de Notre Dame en la Cité. Bajamos al Quai des Celestines y desde allí por la Voie George Pompidou. Unos cuatro kilómetros entrando y saliendo por los túneles que se me hicieron largos. Llámese agobio, falta de oxígeno en el aire… el caso es que no andaba bien. A pesar de que en el más largo de ellos habían montado una especie de after con Kool and the Gang a todo trapo (“Get down on it… if u really want it…), no se me hizo ameno. Quería salir…. No, no me encontraba ya tan fino. EN esa parte las pulsaciones las tenía ya a 160, mi límite, y la deriva cardiaca había tocado techo. Del 24 al 28 ya iba a 5:24 (5:16 acumulado) e intuía que no iba a mejorar. AL fin vi la luz y la Torre Eiffel quedaba a mano izquierda… intento mantener el ritmo pero me cuesta. La peña empieza a andar (ya llevaba unos pocos kilómetros). El avituallamiento se hace más lento: los que antes pasaban rápido y cogían al vuelo el agua ahora se paran, más aún si el POwerade se empeñan en dártelo en vasos en París también.

Noto como el talón derecho se me tensa pero no quiero andar en París. Noto esa sensación en la patata de estar dándolo todo pero ahora no, no es el momento. Andar lo dejamos para el parque. En lugar de fijarme en el kilómetro me fijo en las millas que son menos, menuda paja mental, pero a esas alturas de la carrera todo es mental.

Milla 21 (km 34), sólo me quedan 5 millas. Cinco mil pasos de un legionario romano de los que iban abriendo caminos por las Galias, Hispania, Dacia, Britania o Germania. SI ellos, con todo su equipo y sus sandalias podían yo con mi Formotion, Adiprene y equarea tengo que poder. Otra paja mental, para que luego digan que el hachís coloca: los cojones, naranjas, powerade y treinta kilómetros sin parar y verás que colocón pillas. Mantengo un digno 5:35 de media.

En el bois de Boulogne pillo a un español que había reconocido mi camiseta de La Panda del Muro de Hortaleza 25 kms antes, y es que el mundo runner es tan pequeño como el mundo. Intento tirar de él pero no puede, “anda tira tú, que vas rápido”… me descojono yo de lo rápido que iba, instalado ya en los 6:00 min/km. Entre el km 35 y el 36 ando 300 metros. “Ni uno más” me digo y sigo corriendo. Empiezo a adelantar a muchos a mis increíbles 5:43. UN “Allez Yosé” de una gabacha me hace ¿apretar? Cómo anima el público; cómo se agradece que gente totalmente desconocida te griten esto. Entre el 38 y el 39 otros 300 andando; una cuesta que mi mente decía que por ahí no escalaba y que me obligué a subirla a 6 kmh (dignidad ante todo).

El objetivo sobrevenido de sub 4:00 lo tengo ahí y en el km 40 vuelo, 5:24, el mejor desde el km 16. En el 41 un “Bienvenue a Paris” debajo de un cartel de gominolas me hace decir “otro p’al pecho, Jose, qué huevos tienes” y un par de gominolas me da ese toque de energía como la del T-1000 en Terminator-2. Estamos ya viendo la Porte Dauphine y a continuación la Avenida de Foch y, más lejos, el Arco del Triunfo (que no se ve). Aprieto, esprinto, adelanto a un montón de gente… 4:47 en el km 42. Manda huevos con las putas gominolas, me las podían haber dado antes… 195 metros más en las que aprieto.. creo volar.. pero no, viendo el vídeo de la entrada voy fundido (algo más rápido que los demás pero fundido).

En seguida te dan bebida isotónica, agua, frutas, frutos secos… la camiseta de FINISHER y un poncho verde tipo Elfo que luego veríamos por París muchas veces. Sin esperas en el ropero.. vamos, la logística perfecta. En Madrid, con cuatro veces menos participantes hay cola asegurada para todo. Ésta es la diferencia entre una Organización (con mayúsculas) y un chiringuito (con minúsculas): ¡¡son los detalles, estúpidos!!

Ya van tres...


Toca buscar a la familia, que están ahí, justo al lado del Arco del Triunfo en la Avda Foch, con sus Oranginas y Gofrés en la buchaca. Más francés imposible; estos no se los llevan a Madrid ni con una retroexcavadora.

Una hamburguesa del Quick me espera como a otros corredores. No, no hay comida basura sino hábitos basura.

En cuanto a la organización, logística el tercer tiempo y algunas sensaciones lo dejo para el siguiente post.,

miércoles, 2 de abril de 2014

Resumen y expectativas: Maratón de París 2014

A 28 de Marzo di por cerrada mi preparación para el Maratón del 6 de Abril. En estas quince semanas (o trece, que las dos primeras estaba medio lesionado y esta última no pienso hacer nada) he corrido 689 kms, repartidos en 50 salidas, lo que da una media de casi 13 kms.

Mis rodajes han sido algo más cortos (los mayores han sido de 24 kms, dos) que el año pasado (uno de 28); a cambio he hecho  cuatro medias maratones en entreno (entre ellos el de Fuencarral). No he competido y el año pasado sí (La Latina, 1:39).

Mis entrenos han sido más largos y creo que más intensos: por Valdelatas me ha salido una media de 12 kms a 4:55 y desniveles de 150-180 metros. EN el JC1 el año pasado me salían 10 kilómetros pelados y los desniveles no creo que pasasen de 50 metros.

No he hecho ninguna cuesta ¿para qué? Además tampoco las he hecho nunca de forma premeditada; demasiadas cuestas tiene Madrid como para ir buscándolas.

Series las justas; tan justas que no he hecho ninguna. Entre correr solo por el carril bici y sólo ahí frente a ver chaparros, pinos, zorros y resto de fauna me quedo con lo segundo. El barro del camino te da fuerza. EL pique con los compañeros también. Pasárselo bien te da fuerza. Y me lo he pasado bien.
Esto en cuanto al pasado.

Por lo que respecta a la logística y a la carrera….

Viajamos un par de días antes, para estar con tiempo y evitar posibles sustos de retrasos. En principio pienso ir a la Feria del Corredor el viernes siguiendo los consejos de la Organización que indica que el sábado se peta.

No va a hacer frío ni calor (mínimas de 11ºC máximas de 16ºC). La previsión apunta nublado con lluvias a mediodía. Viento del suroeste que en principio no tiene que afectar mucho.

La salida es a las 08:45 desde el penúltimo cajón (3:45), el de los lilas ;). Los pasos de control para la familia serían en el km 6 y en el 21, en el Boulevard Diderot.

¿Objetivo de tiempo? Pienso salir a 5:10-5:15, lo que me daría 3:40 de tiempo final. Plantearse ir más rápido suena a temerario pero si me encuentro bien a mitad de carrera pienso apretar.

Lo que menos me gusta del recorrida son los últimos seis kilómetros, por el Bois de Boulogne; los parques están bien para correr pero no para una carrera. Supongo que será una cuestión de tradición o de desnivel, a saber, porque al otro lado del Sena también hay bulevares espectaculares por donde correr.

El cuerpo me pide hidratos. Me pide proteínas. Pero sobre todo hidratos. Me siento como las sandías a las que le pegan un manguerazo antes de cogerlas que crujen de todo lo que absorben.

Y me pide correr. Ayer fui a Pilates corriendo, dos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. A pesar de querer ir flojo me dejé llevar y fui rápido. Será la acumulación de endorfinas, pero cuando les abra la compuerta espero contenerlas como Charlton Heston con las cuadrigas en Ben-Hur.

El pinchazo de Diego Costa de ayer en el isquio lo viví como si me diese a mí, más por empatía deportiva (sé lo que es un pinchazo ahí) que afectiva. A pesar de que no sea santo de mi devoción mi hijo mediano se está haciendo colchonero y eso influye.