lunes, 22 de diciembre de 2014

Resumen 2014, propósitos 2015, proyectos...

Uno de los efectos de correr es que aunque te propongas hacer una salida “ligera” de 7-8 kms siempre puede haber alguien que te termina liando y terminas haciendo 14 kms por un monte embarrado a 4:50. Eso me pasó el martes pasado cuando quedé con dos compañeros. Por supuesto que la culpa fue mía: sabía con quién iba, a dónde iba y era consciente de por dónde me metía, por lo que siempre podía haberme dado la vuelta. No cabe echarle la culpa a ningún gobierno, a ningún país, a ningún banco o a la mismísima Yoko Ono.

Desde el primer momento me sentí como el tonto de “La Cena de los Idiotas”, pero esta vez era plenamente consciente de que corría con dos keniatas descoloridos. En las cuestas abajo, los únicos tramos en los que podía hablar sin quedarme con aire, comentábamos la posibilidad ya avanzada de crear una comunidad de corredores en la empresa y parece que pinta bien la cosa. Además siempre queda el “orgullo y satisfacción” de participar desde el principio.

Dado que nos adentramos en “estas fechas tan entrañables” uno siempre tiende a analizar qué ha hecho y qué había esperado hacer.

Sólo he corrido una carrera planificada, el Maratón de París en el que “pinché”  por llevar unas expectativas demasiado altas pero en el que disfruté como un enano con la familia en los días previos y en los posteriores y que no olvidaré nunca. En total han sido casi 2.000 kilómetros de los que 165 han sido en competición. Aparte he ido más al gimnasio donde he hecho GAP, Pilates en la primera parte del año y Body Balance. Seguramente a causa de estas actividades las lesiones se han reducido drásticamente.

Por el contrario, me he apuntado a seis carreras más que no había previsto ni por asomo. Dos diezmiles, CSIC y BBVA de los que saqué una MMP (41:39) que no me merezco por no haber preparado la distancia en un recorrido bastante exigente. Me queda la esperanza de que si me la preparo y me apunto a alguna con un perfil más benévolo me podría acercar a los 40:00. Incido en el “si” condicional por lo condicional y lo condicionado que supone hacer series (qué poco me gustan), que tendría que hacer en solitario.

París aparte, lo mejor del año deportivo ha estado en el descubrimiento del trail. Nuevamente me dejé liar (me lie yo solito) un día de Mayo en el que después de pinchar una rueda, sin darme cuenta, al día siguiente ya estaba dándole a “Aceptar” en el formulario del “Maratón Desafío Somiedo”. Yo, que el Maratón de Madrid me parecía duro, voy y me inscribo a uno con 5.000 metros de desnivel: los de Bilbao son la señorita Pepis al lado de los de Córdoba, que nos da por ganar nuestro primer partido en primera en San Mamés. Para probar me inscribo en un trail de 18 kms en Riaza (Segovia) y lo termino dignamente (2:38, con 900+ y muy buenas sensaciones). Subidón y euforia desbordada me llevan a Somiedo donde me doy un baño de realidad bajando La Farrapona. Con un tramo no excesivamente técnico me falló la cabeza y en punto de control de Saliencia me retiro ante la posibilidad de otro descenso similar con menos fuerzas y peor tiempo. También jugó su parte el corredor escoba con el que me encontré llegando a este pueblo quien, cumpliendo su función, nos arengaba a los más lentos para ir subiendo el colchón de quince minutos que llevábamos sobre el cierre. Pequé de pardillo, me dejé llevar por la euforia y lo pagué.

Este sabor agridulce mejoró con la Media de Somosierra en Octubre. Con un perfil duro pero no técnico (1.900 metros de desnivel en 21 kms) hago 2:26 (posición 113 de 199) y me confirmo en mi estrategia de ir curtiéndome en trails de perfil menos técnico e ir incrementando la dificultad poco a poco para quitarme la espina en Somiedo en un par de años.

Para 2015… mi cuarto maratón, seguramente Madrid. Si el principal patrocinador deportivo sigue “regalando” el dorsal sin tocar aún más los cojones (este año compra de material sin rebajar en febrero por valor de más de 120 euros en determinadas tiendas, etc), sin duda, y repetiré proveedor a pesar de que después de nueve pares ya empiezo a tener ganas de cambiar. Alguna media (Latina, Fuencarral) le precederá.

Y a partir de Mayo trails en las cercanías de Madrid. Si se puede distancias “cortas” de 18-25 kms y eventualmente dar el salto a alguna distancia más larga (hasta 40 kms) por la dificultad añadida de preparar estas pruebas in situ y la necesidad de estar con la familia en el escaso tiempo libre que tenemos. No me veo con fuerzas ni con ganas de afrontar un GTP corto (60 kms y estar durante las campanadas pendiente de la inscripción) ni un MAM, por lo que iré poco a poco cogiéndole el gusto y disfrutando de los pequeños logros.

Prometo llevar una “conducta ejemplar”, con series y cuidando la alimentación. Nada que me haga decir “Lo siento mucho no volverá a ocurrir”. Desde la semana que viene me pongo en modo maratón.

… Pues para pasarme por el forro los discursitos del rey de copas me ha quedado un post muy monárquico. SI es que me estoy haciendo mayor :D


¡¡Felices Fiestas a todos!!!

viernes, 19 de diciembre de 2014

Cosas de viejo

Llevo unas semanas en las que me están llamando viejo sin quererlo.

Dejando por imposible la cara de sorpresa que pusieron mis hijos cuando se enteraron que tanto mi mujer como yo nacimos el siglo pasado cuando nos preguntaron “¿de qué dos mil sois?”

Para empezar la cardióloga. Por antecedentes familiares me hago una revisión anual que incluye electro, ecocardiografía y prueba de esfuerzo. Para la prueba de esfuerzo, atención, recomiendan ir con ropa cómoda (¡¡¡chándal o pijama!!!, textual.. sólo falta la batamanta). Pero cuando llegas te lo explicas… no es una prueba de esfuerzo como la podemos concebir los corredores donde nos van a calcular nuestros umbrales a partir de una espirometría, no. Sobre una cinta y enganchados a unos electrodos (única similitud) la pendiente va creciendo progresivamente hasta llegar a un máximo en el que las pulsaciones no suben. Está concebida para gente sedentaria o con problemas  de corazón a quiénes subir una pendiente normalita les supone un esfuerzo considerable y enseguida llegan a su máximo de pulsaciones.

La doctora me dijo que los corredores tenemos unos parámetros cardiacos que se salen de la normalidad porque no todo el mundo puede estar corriendo dos horas contando chistes sin romperse y al día siguiente también, pero que aún así a partir de los 40 el chequeo anual tenía que ser como la ITV de los coches viejos, anual.

Lo del gimnasio del otro día fue de traca. Después de un par de semanas con molestias en la zona baja del abdomen le comenté al monitor que tenía una ligera molestia al hacer (abdominales) inferiores y que me molestaba algo al empezar a correr. Me dice que podía deberse bien a una falta de tono lumbar (que repercutía en las abdominales) o bien , pero que era más difícil, que a a los hombres a partir de cierta edad empezaban a tener problemas con la próstata :0!! “¡qué edad?” “no te preocupes, a partir de los 40..” “Mus” “¿tienes 40? Será por el dorsal”.

El monitor no sabía dónde meterse en una sala diáfana donde lo más que cubría eran los steps o las barras de Body Pump. Intentando arreglarlo me dijo que lo habitual era que debía hacer un poco de gimnasia hipopresiva (la de las preñadas). Explicándome un ejercicio le pregunté “eso es lo del abdomen de pilates, para ejercitar el transverso” “¡ekilikuá!”, con lo que ya tenemos otra vez al Sr. Pilates en mi vida. “Sí, y si levantas el culo, mejor”, que viene a ser lo de elevar el suelo pélvico. ¡¡Cómo me han cundido  las 7 u 8 clases de pilates que di!!

Así que ahora me veo desfilando por la oficina más tieso que un ajo. Abdomen apretado, culo levantado y barbilla al frente… el Tercio del Gran Capitán a mi lado (incluida la cabra) desfila con menos estilo que yo. Sólo me falta cantar el “Ardor Guerrero”, pero eso son cancioncitas de infantes, que el menda es un Ingeniero de Transmisiones. Afortunadamente no tenemos a la Ofelia que acosaba al bueno de Mortadelo, que si no me come literalmente.


Suelo pélvico levantado, transverso apretado... ¡¡coño, La Legión!!

¿Y lo de las cremitas? Por favor, que si antes tirabas con una simple crema hidratante (y ni eso, que ahora tiene que tener ácido hilaurónico)  ahora tiene que ser una “crema anti-edad” que, por lo visto, atenúan las líneas de expresión (lo que vienen a ser las arrugas). A este paso me veo paseándome por la oficina dos rodajas de pepino (de lo que se pone se cría).  Joder, que la idea que tenía de una crema hace cinco años era una vichisoisse y ni siquiera sé si escribe bien así.

Así me veo delante del ordenador



¿Viejo? ¡¡NO!!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Carrera BBVA 2014

No soy muy de carreras de 10.000, se me hacen muy estresantes. Entre que tienes que llegar con tiempo para colocarte bien y que debes andar sorteando a los que se ponen delante sin hacerle ni puto caso a los carteles/cajones uno termina dicendo “nunca mais” hasta la siguiente.

Pero el domingo hice una excepción con la carrera BBVA. Una carrera totalmente solidaria, que discurre por Castellana y Recoletos y la posibilidad (nada desdeñable) de tapar alguna boca que se había apuntado.

El sábado estuvimos en una exposición de Ibáñez con los enanos en el Círculo de Bellas Artes donde nos quedamos alucinados con la cantidad de peña que estaba haciendo cola para hacer cola por subir en un ascensor a ver las vistas desde la terraza y tomarse algo (si se podía porque estaba petado). Y es que la terraza del Círculo se ha puesto de moda, con un bar muy cuqui. Las vistas, por lo que se ve en las cuquirevistas o en los blogs de las cebs como diría mi coach, tienen que ser chulas. Pero pasar más frío que pelando nabos cuando está ahí todo el año… en fin, somos gregarios para esto y para las carreras también. Después hamburguesón en el Hard Rock, donde se nos olvida de un año para otro el descomunal tamaño de sus nachos (joder, otra vez estoy salivando) pero no lo buenos que están.

Amaneció un día muy frío (en Diciembre), helado. Descarté la opción de ir en bici porque podría llegar arrecido e iba a estar más tiempo buscando el ropero que yendo vestido de faena en metro (tres paradas).

No tenía un objetivo de tiempo, tan sólo una referencia, 42:13, de mi último 10k de Octubre (CSIC) con un recorrido prácticamente calcado (3 kms de bajada, 5kms de subida y otros 2kms de bajada). No hago series, por tanto no sé cuál es mi “ritmo de competición” aunque lo puedo intuir. Pensaba ir a 4:00-4:05 en las bajadas y a 4:20-4:25 en las subidas. Con un viento de cola y una salida rápida a pesar de meter dos carreras en una (5 y 10 kms) los dos primeros kilómetros fui a 4:01. En manada llegamos casi hasta Cibeles (nos vemos en Mayo, diosa mía, pero respeta a mi Córdoba en Enero) donde después de un giro empezamos a subir.

Al principio la subida es suave (si has corrido por el monte, Castellana es suave) pero poco a poco se iba dejando notar. Y es que cuesta abajo todos sabemos correr pero cuando nos damos la vuelta es cuesta arriba y hay que subirla. Además el viento fresco actuaba de freno. Con precisión de martillo pilón el 4º lo hago a 4:23 y el quinto (no hay quinto malo) a 4:22. El reguero de adelantados al principio es lento pero constante pero ya a la altura del ABC de Serrano noto que voy muy bien… de tiempo. El sexto, 4:14. Iba bien de tiempo, 25:11, veinte segundos menos que mi referencia. Veo el “obelisco” de Plaza Castilla a lo lejos, veo la figura de la pezuña de la bestia (qué clarividencia tuvo Álex de la Iglesia al elegir la sede de Bankia como imagen de su peli) y pienso que ya está… sí, sí, los cojones. Me quedaban dos kilómetros, que andaba todavía por el Bernabéu.

El kilómetro 7 para mí siempre es el peor en un 10.000. Se me hace eterno porque todavía te queda un mundo para terminar, vas al tope de tu ritmo y piensas que no puedes. Además la cara la nota tiesa como un ajo con el vientecito serrano que nos baja desde Peñalara con amor. Pero es todo psicológico. Llego a Cuzco en 4:26 y aún me queda colchón de mejora. Vamos ya de uno en uno y ahora sí, estoy llegando a Plaza de Castilla con el mejor árbol de Navidad del Mundo, todo rojo y con una “M” de Mahou que se te hace la boca agua a pesar del frío y de la hora. Vuelta al ruedo donde hago mi peor kilómetro en 4:32 y ya estoy diez segundos por encima de mi tiempo objetivo.

Llegando a Plaza de Castilla para dar la vuelta...

Los corredores de 5 kms se entremezclan con nosotros y acelero... viento de cola, meta a la vista, sólo diez segundos que recuperar  y diferencia de ritmos brutales… me dejo llevar, alargo la zancada y mantengo las pulsaciones en unas increíbles 166 ppm y el pulsómetro quejándose más que Neymar. ¡¡3:53!! En el 9… ahora estoy justo con el mismo tiempo que había tomado como referencia. Aprieto más, “from lost to the river”, sigo adelantando a gente pero pocos. 100 últimos metros, esprinto porque veo un 41:30 en el cronómetro que me pone pimpón y termino con un ¡¡41:39!! MMP a la buchaca, último kilómetro en 3:37, mi mejor kilómetro de siempre. Entro con un “¡toma!” al estilo Nadal porque le he pegado un bocado de 14 segundos a mi MMP.

Puesto 246 absoluto (de 5.346) y 137 de mi categoría, todo un percentil 95 (si bien pienso que la distribución se asemeja más a la ballena que a la normal, pero eso son pajas mentales de mi retorcida mente; rarito que es uno, que le gusta la econometría).


En conclusión…

Si me tomara en serio las series.. corrijo, si hiciera series ser un sub40 lo tendría ahí cerca. Este recorrido es duro, pero si en cinco kilómetros de subida constante, con aire en contra y con un desnivel de unos 150 metros, mantengo una velocidad implacablemente constante de 4:23 es que hay materia prima (no tengo abuela); si puedo hacer un último kilómetro por debajo de 3:40 es que sé regularme.

Más allá… en media maratón tengo 1:33, también muy regular en todo el trayecto.

Con estas referencias tendría que ser un 3:25-3:30 en maratón y no  un 3:51. Pero falla quizás esa preparación específica de series. El lado más analítico y racional me pide que las incluya pero el más pasional y vitalista me dice que las mande a tomar por culo. De momento gana el vitalista porque el racional es un tocapelotas de cojones y termina diciendo que “un récord sólo sirve para batirlo”. Pues a disfrutar de las carreras.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Meterse en el barro

Entre las cosas buenas que tiene la lluvia están que se llenan los pantanos, limpian la mierda del aire (daba asco ver la boina que se cernía sobre Madrid hace un par de semanas) y se corre con menos presión (atmosférica).

Los caminos, por el contrario, se convierten en barro lo cual hace que correr suponga un extra de fuerza al hundirse los pies en el barro. Valdelatas, con sus cuestas y sus caminos sin tratar ofrece unas posibilidades únicas para resbalar, derrapar, hundirse y ponerse de barro hasta arriba. Y lo mejor de todo sin que tu madre se entere ni te eche la bronca ;)… el martes de la semana pasada, literalmente, llegué de barro hasta el culo y las zapatillas en fin… debajo del grifo al llegar y puestas a secar.

Tengo compañeros que cuando llueve ni salen a comer: entre peinados, zapatitos de charol o corbatas que-no-se-pueden-mojar son capaces de comerse tres sándwiches de máquina con tal de no mojarse. Y te ven desde la ventana en su zona de confort llegando con el gorro del cortavientos calado y lleno de barro y lo flipan. “Mira que salir con este tiempo…” No llegan a entender la sensación de la lluvia en la cara, el olor a tierra mojada y cuando tienes alguna lesión te dicen que deberías” hacer menos deporte”. A lo mejor el “hacer deporte” tiene algo que ver en que lleve seis ó siete años sin tener un resfriado (no lo recuerdo, francamente); algún dolor leve de garganta y poco más. Lo que para un “no deportista” supone un esguince (pisar un bordillo) para un corredor no deja de ser un resbalón. Y para un “ultra-runner” no deja de ser una chinita, que con las bajadas de la muerte que hacen tienen los tobillos hiperextendidos.
Esta época de “crosses” me la estoy tomando con tranquilidad. Hay que ser un pura sangre para correrlos y no me llegan a gustar. Estoy con un trabajo más de fondo de cara al maratón del año que viene. Y me están tentando con las series… que en compañía dan menos pereza sobre todo si son largas. Además últimamente me ha dado por apretar los dos ó tres últimos kilómetros en los que llego a bajar de 4:00.

También estoy tratando de retomar mis salidas en bici. Ahora que han abierto Valdebebas al tráfico en su práctica totalidad tenemos kilómetros y kilómetros de asfalto sin tráfico y sin semáforos… un chollo desde el punto de vista ciclista porque los desniveles tampoco son muy grandes. Te puedes montar un circuito de 10-12 kilómetros sin repetir. Si, además, eres merengón podrás admirar la Ciudad Deportiva o el Estadio Alfredo Di Stéfano una y otra vez , ver el autobús, y, quién sabe, cruzarte con algún jugador despistado en su coche (el autobús de la EMT todavía no llega, pobrecitos). Eso sí, con un poco de viento no lo recomiendo porque está pelado. El miércoles estuve dándole a algo más de 27kmh


Y hablando de Valdebebas… todos los días veo impoluto e impecable el futuro parque cuando voy a trabajar, un parque que, dicen es tres ó cuatro veces más grande que el Retiro. Tendrá una extensión de unos 500 campos de fútbol, la única medida que entiende la mayor parte de la sociedad (no les hables del sistema métrico con sus metros cuadrados ni del más medieval de las varas y las fanegas). De vez en cuando le zumbo a la bici por sus calles desiertas, donde es fácil sacar un circuito pintón de 8 kms sin semáforos ni desniveles significativos. Este parque se va a inaugurar (de verdad de la buena) en Abril de 2015, curiosamente unas semanas antes de las elecciones. Panda de cabrones los políticos, que por puro cálculo electoral son capaces de dilatar la apertura de algo tan beneficioso para la salud de la gente como un paruqe o un hospital. Mientras tanto ellos a su rollo, que si tú tienes tantas malayas, gúrteles, palaus, púnicos… o regalándole dinero en forma de recalificaciones a todos los equipos de fútbol mientras que con todo el cinismo del mundo desalojan a unos chavales de un equipo de barrio modesto de Madrid como el CD Aviación para consturir ¡¡pisos!! Pa mear y no echar gota.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Cuando hablo de correr en Valdelatas

Normalmente no llevo la cámara corriendo. Ni siquiera el esmarfon desde que tuviese un incidente con el sudor de la carrera (vamos, que se jodió el puto Samsung Galaxy Y por salir a correr con él).

Esta mañana cuando venía a currar vi la sierra al fondo justo en el momento que amanecía con el sol dándole por la derecha y brillaba como pocas veces. Con este precedente decidí hacer una excepción y llevarme el teléfono a correr a mediodía.

¿Os he dicho alguna vez que a mediodía corro en Valdelatas? Nunca ¿no? Pues sí, a mediodía me fui para allá. El camino por Las Tablas es normalito, cansino, se puede elegir carril-bici (más tendido) o camino de tierra (más cañero). Después de 2 kms y pasando por una subestación eléctrica rodeada de escombros que presagian lo peor se llega a Valdelatas… y allí cambia todo.
Pinos, encinas, álamos blancos... multitud de caminos por donde perderse hasta la Autónoma y la carretera de Colmenar. Todo un lujo para los que trabajamos cerca.

Me siento afortunado por poder correr por aquí a diario. Eso sí, es duro de cojones que no tiene apenas caminos rectos. Pero ¿a quién le importa? Mira que quería ir tranquilito (a 5:15) pero un par de canciones de Body Combat y ya la hemos liado.., los dos primeros kilómetros a 4:47 y 4:48 cuesta arriba… eso, me vengo arriba. Con 10º, sol, nada de viento, esos olores a campoo y vistas como la de la foto mantengo el ritmo e incluso lo bajo. Ya nieva en Madrid (al menos en la sierra) y sigo flipado.



Al fondo la sierra de Guadarrama.... por la mañana totalmente blanca y a mediodía sólo en las cumbres


Esas ovejitas pastando al lado de la M-40...



Correr en un día como éste es un regalo. Hay que disfrutarlo porque hay que volver pronto. Cuando hablo de correr no hablo de marcas ni de cacharros ni de carreras. Una marca sólo sirve para ser batida una y otra vez ya que no es absoluta sino referencial. Al final 13 kms a 4:39… menos mal que quería ir tranquilito. Eso sí, el martes las pasé putas para hacer 10 kms a 4:55 (en mi defensa he de alegar que hacía mucho viento y el piso estaba muy blando por las lluvias). Pero es que el lunes me permití hacer 6 kms sólo a 4:19 (eso sí, por Las Tablas).


Cuidado con la bajada....


Sin embargo ese olor a pino se queda ahí, en la mente. ¿Y el regusto que te queda hacer los dos últimos kilómetros dándolo todo a 4:00 pelados? Esto es correr, unos días vas como un tiro sin proponértelo y otros sufres para mantener un ritmo decente… pero a veces no se puede luchar contra los elementos.

jueves, 30 de octubre de 2014

El corredor en el club de pádel o-sea

Antes de apuntarme al gym tuve una primera experiencia algo traumática en esto de los vestuarios colectivos. Me apunté a un club de pádel. “¡¡Ya era hora!” “Con todo lo que rajabas del pádel y vas y te apuntas!”. Dejadme continuar, coño, que un defecto que tenemos es que no dejamos hablar en general.

Sí, me apunté  a un club de pádel PEROOOOO sólo para usar el vestuario, complemento circunstancial que cambia todo el sentido de la frase.

El precio era baratito si sólo entraba al vestuario, lo que estaba muy bien.

Lo primero que me sorprendió fue el tipito apolíneo o silfídico que gastan los padeleros en general, versión pija urbana de las raquetas de playa con la gitana o el toro estampado de toda la vida pero que por arte del birbilirloque se metamorfosea en una pala un poco más ancha y de 60 pavos p’arriba. De hecho pensé que me cobraban tan poco porque abarcaba la mitad que la mayor parte de todos ellos. Al tener una talla 48, pensé, mi consumo de agua debía ser de por lo menos la tercera parte de estos padeleros. Y es que los abdominales, más que para rallar limones los tienen para robarlos (escondidos) en el Mercadona.

Me sorprendió también el equipo que hace falta para “jugar” una hora al pádel. Tres raquetas, dos polos (uno con un caballo y otro con la banderita de España), dos pantalones (uno corto y otro largo por si refresca), gafas de sol polarizadas, cinta para el pelo, gorra sahariana, muñequeras, sudadera “por si refresca”, funda para móvil de 600 pavos, seis paquetes de pelotas, toalla grande (para la ducha) y pequeña (para el sudor, nos ha jodido mayo con las flores), albornoz, pantunflas, los mandos del Scalextric y una estampa de Nuestra Señora de la Cabeza, patrona de Andújar por aquello de dame-lo-que-no-tengo. Ah, y la espada láser por si se caldean los ánimos, que todo el mundo sabe que es un deporte de alto riesgo.

Para movilizar tamaño equipaje, por supuesto, hay que maniobrar antes de entrar en el aparcamiento (perdón, en el vestuario). Ah, si llueve (aunque sea orballo) no se juega, que la lluvia en Madrid mata. Para la transpirenaica que se apretó Kilian desde Fuenterrabía a la Costa Brava hizo falta menos equipo.

Y yo con mi mariconera del Kipsta, donde caben las zapatillas, el champú+desodorante, banda HRM más la mochila de travesía de niños con la toalla-tanga superabsorbente del Decartón, las mallas cortas y la camiseta.

Todo este equipo, al final, implica que cuando juegan cuatro amigos al pádel tengan que delimitar un perímetro de seguridad en el vestuario fuertemente protegido con alambres de espino en forma de convoy de mochilones colocados en batería a lo largo del pasillo que ríete tú del check-point Charli de Berlín ¿se nota que estoy leyendo “El Umbral de la Eternidad?”. La comunicación tiene que hacerse a grito pelado, enumerando glorias pasadas y vacilando con la camiseta que nos regalaron de un campeonato de pádel del hotel “all inclusive” de Gandía donde pasamos el verano, más meritorio a su entender que el IM de Lanzarote. Y es que el todo incluido es para alicatadores de extrarradio, pero para nosotros los pijos existe el “all inclusive”.

Una maquina de bebida isotónica (hay que recuperar) colocada al lado de otra de envasados en la que lo más equilibrado que  había era una palmera de chocolate.

También me llamó la atención en que para “hacer deporte” haya que ir en un coche lo más grande posible a con una pegatina de Tarifa Surf (haría falta una tabla tipo carguero para que no se hundiese con estas sílfides) y otra de Pádel Lobb. La medalla del Rocío en el retrovisor es opcional. Si no tienes un coche de más de dos toneladas no te permiten entrar al aparcamiento, oye.

¿Y los estiramientos? Los del pádel cometen la temeridad de no estirar después de “hacer deporte”. ¿Hay necesidad?  Yo, a mi pesar, estiro menos de lo necesario (siempre tenemos la sensación de estirar menos de lo necesario) durante cinco minutos. “¿te pasa algo?” me preguntó la de recepción u estirando isquiotibiales con los pies en forma de cuatro. “no, es que yo soy así de estirado” le contesté con un juego de palabras que no sé si llegó a pillar. Y es que la pobre se enteró el mismo día (porque yo se lo conté) que el carril bici estaba en esos arbolitos que hay al otro lado de la calle. Mucha información que procesar, que la dejé hiperventilando con ese caudal de información..

¿Qué hay del nivel de los jugadores? Si hablas con cualquiera todos te dirán que son de “nivel medio”. ¿Nivel medio? ¿Como el nivel medio de inglés que dicen tener todos los españoles porque se aprendieron en el colegio la letra del “Yellow submarine”. En el running al menos tenemos medidas absolutas como “Mejor Marca Personal”, “ritmo de competición”; somos lentos, muy lentos o keniatas pero si nos preguntan por nuestro nivel respondemos por algo que sea tan interpretable en cualquier parte como el Sistema Métrico Internacional.

Por otra parte siempre está una de las eternas cuestiones; junto con el “¿quiénes somos?¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?” (grande Siniestro) está la CUESTIÓN POR ANTONOMASIA: el pádel: ¿juego o deporte? Sin lugar a dudas es juego; he visto a jugadores de dominó echar la caja de pesicolas (el seis doble) con más ahínco y resolución que un revés liftado en el pádel. ¿se suda jugando al pádel? Hay quien sí y hay quien no, depende del calor que haga, que el efecto Camacho aún perdura en nuestras retinas.

Pero una razón definitiva por la que no juego al pádel es que veo menos que un gato de escayola. Llamadlo coquetería o comodidad, el caso es que con mi miopía me comería hasta las bolas ésas del Pilates con dos cuernos y los ojos de Bob Esponja. Eso y una aprensión hiperbólica a meterme nada el ojo como una lentilla hacen que vaya con los ojos apretados como los de un oriental estreñido en plena faena más por la falta de visión que por el esfuerzo.

Paradojas de la vida, hay huevos para apretarse un maratón pero no para meterse el dedito (la puntita) en el ojo. Por mucho que diga mi padre que “un tío se arranca el ojo, le pone la lentilla, le echa el líquido y se vuelve a poner el ojo pero no dice no puedo, no puedo”. Yo no puedo, y es que hice la mili en el arma de Ingenieros y no en el de Infantería “Lepanto” nº 2.


Al final me invitaron a irme. Problemas para pagar (para uno que quiere pagar y lo sabotean), unos vestuarios manifiestamente mejorables, ausencia absoluta de corredores y la apertura de un gimnasio “low cost” cerca hicieron el resto. Eso sí, un año después todavía me mandan invitaciones para apuntarme a cuquitorneos de pádel.

jueves, 23 de octubre de 2014

El gimnasio y el corredor

Que para ser un corredor de larga distancia durante mucho tiempo hay que ir al gimnasio es algo conocido. Por mucho que “no pesen los años sino los kilos” el caso es que las recuperaciones se hacen cada vez más largas. ¿O acaso las resacas no duran más de una mañana pasada una cierta edad?

El caso es que por las diversas lesiones (leves todas ellas) de los dos últimos años y a una necesidad perentoria de contar con un vestuario para cambiarse (la principal) terminé apuntándome al gimnasio hace un año. El precio además ayudó, que es un “Low cost” de estos que tienen ducha de milagro.

Mi primer día en la sala de pesas (ahora es musculación) lo recuerdo horrible y aburrido. Subiendo y bajando mancuernas con movimientos rayanos en el onanismo, tíos sudados con ropas apretadas mirándose al espejo más que la madrastra de Cenicienta (¿era Cenicienta la del espejito?), las cintas de correr pilladísimas a pesar de ser uno de esos días esplendorosos de otoño y unos gritos de los cachitas del gimnasio que parecían que estaban matando a un cochino en cada serie del press de banca.

Siguiendo consejos de mi “entrenadora personal” (ella prefiere llamarse “Coach” pero para ser un coach tienes que vivir en California o cobrar por ello y así te puedes llamar entrenador, míster, coach o bombero torero), empecé a meterme por esa puerta oscura que separa al mundo masculino de la “sala Musculación” del más “femenino”.

Así estaba la monitora en la puerta de la Sala de Actividades captando prosélitos


Para que la transición no fuese muy traumática empecé por el Spinning. Duré tres clases intentando cogerle el gusto. Para empezar el monitor se pone a chillar “¡Vamos equipo, hoy lo vamos a conseguir!” Te subes, te bajas del sillín… Te dicen que te pongas a 120 revoluciones según el cacharro y sabes positivamente que no estás pasando de 70. Algún maillot del Tinkoff pero predominan pantalones de fútbol o del Domyos. Sin luz, con un pantallón con imágenes idílicas y el Hey Brother a todo trapo sólo faltaba una barra donde pedir un copazo, porque las bicis tenían en el hueco para el vaso de tubo. Para todo eso prefiero irme a Valdebebas (que no hay ni Dios) a zumbarle a mi bici que con 29 pulgadas, tres platos 28/38/48 y ocho piñones 11/32 se le puede sacar unas velocidades más que decentes.

Mi siguiente prueba fue el Body Combat del que guardo un mal recuerdo. Vale que en esa época tenía tocado el tensor (aún no lo sabía) y que no es precisamente la mejor actividad por las extensiones que se hacen de las extremidades. Al ver las estrellas en una de esas patadas estuve a punto de dejarlo. Y los gritos.. a ver… esos gritos que se estilan en el combat yo los reservo para goles como el de Mijatovic (la Séptima), Ramos (la Décima)  o Iniesta (huelga comentario) y no para una extensión cualquiera. Mi coach dice que hacía mal los moviemientos, que tenían que se r progresivos, vale… pero hasta aprenderlos no quería jugar con las lesiones en un momento que empezaba a preparar otro maratón. Eso sí, los tracks (no, no son canciones) me los bajo para ponérmelos cuando corro porque son muy cañeros.


El siguiente paso fue el Pilates de mi vida. Con más vergüenza que decisión me metí un día y me di cuenta que no era una copa de Veterano. Era el único tío. Y la verdad es que me encantó. Según iba contando la monitora, era un ejercicio de tonificación muscular con los que fortalecía el tren inferior, lumbares y abdominales, justo lo que necesitaba compensar. Controlando la respiración y apretando el abdomen (importante) el ejercicio podía ser muy intenso. Y no, no es de “señoras de más de 40” porque hay que estar muy fuerte para aguantar el modo macho-alfa, que el Pilates es como el FIFA 14, con modo principiante, experto y Pro. Desafortunadamente esa clase que tenía los miércoles a las 13:30 la quitaron y pusieron otra que fue mi siguiente paso en el descenso a los infiernos.

El Body Balance. Aquí sí que es difícil ver a un chico. Lo conocía de vistas porque mi santa lo hizo una temporada. Básicamente son posturitas y, según mi santa y mi “coach” es una mezcla de Pilates, Yoga y Tai Chi. Los ejercicios de tonificación, hay que decirlo, son flojitos pero…está el tema del equilibrio. Para los que tenemos garrotes en lugar de piernas esto es difícil; difícil de cojones. Imaginaos la estampa: echa el pecho hacia delante, abre los brazos, echa una pierna para atrás (totalmente recta) y aguanta… si tienes cojones… te recuerdo que estás apoyado sobre una pierna y todo tu peso hacia delante… bien, ahora gira a un lado: si no te pegas un ostión es que eres un puto hacha. Sigo yendo por el tema del equilibrio aunque si se tercia una carrerita lo dejo para la semana siguiente.
A ver si tienes huevos de hacer esto sin ostiarte ni romperte

Con el GAP (glúteo-abdomen-piernas) di un salto de calidad. Fue un viernes que no tenía ganas de correr y me metí a ver qué era eso. Se trata de un ejercicio muy intenso en el que se trabaja sobre todo los abductores (glúteo, sí, pero también el piramidal y el tensor), el cuádriceps y, en menor media, aductores y gemelos. Justo los que necesitaba reforzar en mi transición al trail (eso sí que es el lado oscuro). Aparte los abdominales. Además, a finales de Mayo que me metí sólo había máquinas del gym que metían mucha caña, y es que el pescado de la operación bikini ya estaba vendido. Mi coach me advirtió de que me podía afectar al tensor pero nada de nada; hay que entenderla: lleva con el tensor fastidiado mucho tiempo y la hipocondría se desarrolla en estos casos.

Otra actividad que la tengo pendiente por falta de horario es el “Stretching”. Según mi coach son estiramientos, lo cual me vendría muy bien. También sería interesante el Yoga, que el Pilates y el Balance beben de él pero igual, los horarios no son compatibles.

En cuanto a las que no haré (de momento) está el Body Pump. Mientras tenga GAP lo prefiero a las pesas porque estamos como al principio.

¿Y qué decir de Zumba o Shbam? Os contestaré a la gallega ¿habéis visto bailar a Robocop? Pues a mi lado parecería Joaquín Cortés. Tengo menos sentido del ritmo que Alkorta cuando jugaba contra Romario. A ver, no es que tenga nada en contra de Ricky Martin, del perro o de la mermelada o de Enrique Iglesias. Tampoco tengo nada en contra del reguetón. Ni siquiera de bailar. Pero todo junto, en estado sobrio y sin una copa en la mano como que no. Que mi coach dice que es muy divertido y aeróbico, pero mi ideal de bailar es cantar el “thunderstruck” con los dedos índices y meñique levantado moviendo la pierna izquierda que “más que baile es un temblor entre el monillo y la paraplejia”.

¿Y vosotros? ¿os habeís pasado al lado oscuro? ¿conocéis alguno más oscuro aún que no haya citado?

lunes, 20 de octubre de 2014

Carrera CISIC 2014, crónica

Al final la disputé. Salvo lesión compromisos con alguien, no conozco a ningún corredor que no salga a disputar ninguna carrera. Ni siquiera en ese “Medio Maratón a ritmo de Maratón” que se aconseja correr 3-4 semanas antes que al final nos dejamos llevar por el ambiente/euforia/dorsal/manada. Joder ¿no os suena a eso de “venga, la última y nos vamos” y terminar seis horas después haciendo la coreo de “Paquito el Chocolatero”, una conga o similar?

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas pero es una gilipollez. No son buenas si no te va bien pero si te va bien por supuesto que son buenas; que se lo digan a Ramos y a su minuto 93. Mi segunda participación en esta carrera la califico como de muy buena. Y eso que no hice MMP (41:53) pero cuando corres más rápido de lo que piensas te quedas la sensación de haber triunfado.

Esta vez me tocó recoger el dorsal cerca de la entrada del CSIC (no del Ramiro) y pasé por la Residencia de Estudiantes; menudo sitio con pedigrí por donde pasó lo más ilustre de la Cultura Española de los siglos XIX y XX  (Lorca, Dalí, Unamuno, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Alberti…).

No fui a rodar pero fui rodando…en bici. Con 6-7 kms desde casa ésta era, en mi opinión, la mejor opción. 20 minutos, sin transbordos ni espera y aparcamiento en la puerta. En pleno veranillo del membrillo un poco de aire fresco en la cara a esas horas se agradece.

Muchos corredores habituales, de esos que se apuntan por costumbre desde hace años y se conocen el exigente recorrido e instruyen a sus Paddawan: “no te flipes con la bajada” se oye sin parar.

La salida es rápida y limpia, y es que un una calle de cuatro ó cinco carriles como Serrano no puede ser de otra forma. Como siempre, hay que esquivar a mucha gente mal colocada pero se hace sin problemas.

Mi idea original, bajar de 43:00, suponía bajar de 4:10 en los tramos de bajada y aguantar a 4:30 en las subidas porque llano, lo que se dice llano, en esta carrera poco. Los tres primeros kilómetros los clavo a 4:08 (frente a 3:53 en 2012) pero me encuentro bien de pulsaciones. En Recoletos giramos para llegar hasta Colón en una subida que todavía no se nota. Justo a partir de Colón la subida ya empieza notarse en forma de ritmos (me voy a 4.20). En esos momentos tiro de oficio o, más bien, el oficio tira de mí… 4:21, 4:22, 4:26 del 4 al 6 y empiezo a adelantar a más corredores de los que me adelantan. En el Bernabéu me vengo arriba y paso a 4:16… sólo me queda un repecho en Alberto Alcocer y sigo aligerando: 4:09. Me encuentro bien y en los dos últimos kilómetros acelero: 3:59 y 3:53!! Al final 42:14, puesto 357 de más de 7.000. Pues menos mal que no iba a disputarla pero es que la segunda parte se me ha dado de puta madre; de hecho hice el mismo tiempo en los primeros cinco que en los siguientes, 21:07, precisión suiza travestida de cordobesa.


Aunque resulte paradójico, los diezmiles se me siguen haciendo largos que un maratón. Tienes que salir enchufado, andar pendiente de los ritmos, de los demás corredores y dándolo todo desde el principio. Nada (o casi nada) de regularte, sólo lo mínimo para no petar en esos fatídicos kilómetros del 6 al 8. En esta carrera, al menos, se corre muy bien y cómodo por lo ancho del trazado y la experiencia de los corredores. ¿Seguiré corriendo diezmiles? Probablemente, aunque sólo he corrido seis. Además en éste la chispa de la vida me regaló el dorsal y, como dice Javi, a un dorsal no hay que hacerle un feo. Y es que sigo sin ver eso de levantarse a las siete para correr sólo diez kilómetros. Eso sí, el empujón que se le da a la autoestima entrando en un selecto percentil 95 no tiene precio. Sigo siendo un manta; siempre lo seré. Sigo sin hacer series y no creo que las haga al correr más por sensaciones que por objetivos. Si hago MMP estupendo, si no la hago pues también. Por otra parte lo tengo difícil si me apunto a una carrera cada dos años y, como en este caso, seis días antes.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Corriendo con lluvia y Carrera CSIC 2014

Después de meses sin  llover apenas la lluvia ha vuelto a Madrid. Con ella el número de gente corriendo ha descendido.

Te miran mal cuando sales a correr con lluvia. Más que mal con ese aire de “y el loco éste… seguro que se coge una pulmonía”.

Tengo que confesar que cuando está jarreando no salgo a correr en ese momento; me espero un rato porque Madrid no es el Caribe ni la borrasca de las Azores es un Tifón de Categoría 4, por lo que esperando un rato todo vuelve a la calma. Que sí, que los runners somos muy espartanos pero yo al menos soy de la Nueva Esparta, de esos espartanos de aluvión.

EL jueves pasado me cayeron chuzos de punta. Iba a Valdelatas feliz como una perdiz en un receso de la lluvia cuando vi una nube negra de por el oeste digna del mismísimo Mordor. Como suele suceder en estos casos, se puso a jarrear de improviso justo en el punto más alejado. En ese momento, como les digo a los escépticos, sólo cabe seguir corriendo, relajarse y disfrutar porque  te vas a mojar de todas formas. Estaba justo dando la vuelta a seis kilómetros y medio del curro.

Con lo que había caído ese día  y los anteriores los caminos de Valdelatas estaban ya blandos, con charcos y con barro en algunas zonas. Vamos, la delicia de los señores Ariel, Dixan o Colón. “Con la gorra calada y sin los guantes de seda” podía ver mínimamente sin las gafas. La tracción empezaba a alargarse con lo que metí la reductora y volví. Escuchando (que no oyendo) el "Have you ever seen the Rain" de la Creedence o (momento del que me arrepentiré) el "Play Hard" la lluvia era una agradable acompañante.

En la glorieta que une Alcobendas con Fuencarral (Montecarmelo y Las Tablas son Fuencarral, por mucho que digan los moradores de estos barrios de Autocad) los charcos ya eran gigantescos y las calles empezaban a colapsarse a mediodía. Es curioso… sólo hay charcos en las calles, no en los caminos. Tendrá algo que ver que las alcantarillas estén colapsadas de mierda por la falta de mantenimiento. Putos recortes…

Lo que llevo peor, sin duda, es el viento. EL domingo en Riaza aborté la salida porque literalmente podía salir volando. Las nubes se movían rapidísimo. Subimos a La Pedrosa  y de pronto llovía como hacía sol en cuestión de segundos.

Esta semana sigo corriendo a veces con lluvia y sin ella; llevo la mochila al curro algo más mullida con cortavientos y gorra.

Como novedad deciros que uno de mis patrocinadores en la sombra me ha regalado un dorsal para la carrera del CSIC. No pensaba correrla pero lo que es gratis tiene demanda infinita. Lo aprovecharé, que me dejó muy buen sabor de boca hace un par de años. Se trata de una clásica entre las clásicas y con un recorrido en mi opinión exigente: si bien los 3 primeros son cuesta abajo (Serrano hacia abajo, hasta la Biblioteca Nacional), sin embargo los cuatro ó cinco siguientes son cuesta arriba tendida por Castellana, justo entre el 6 y el 7 en los que psicológicamente dices “no puedo, estoy hecho una braga, bajo el ritmo, que le den”; los dós últimos, cuesta abajo, son para recuperar y la entrada en el Ramiro en plan “Carros de Fuego” aporta un punto de solera que pocas carreras tienen. Ah, te dan camiseta de manga larga de buena calidad, que para el invierno viene bien.


Lo que es seguro es que no me acercaré a la marca de entonces, 41:50, dándome con un canto en los dientes si me quedo en 43:00. Entre que me falta ese punch de velocidad y que llevo sin disputar un diez mil dos años (precisamente en el CSIC) lo albergo grandes esperanzas; de hecho estoy planteándome hacer uno de los dos trayectos (ida o vuelta) corriendo para convertirlo en un rodaje.

jueves, 9 de octubre de 2014

Media Maratón Solidaria Somosierra 2014

Tenía ganas de quitarme el mal sabor de boca que me dejó el abandono en Somiedo. Por eso me apunté a la Media Maratón Solidaria de Somosierra. Dura pero no técnica. Ni larga ni corta. Sin mucha logística porque desde Riaza sólo hay 20 kms… vamos, una carrera perfecta para ir asimilando de verdad lo que es un trail.

No me tocó madrugar más de lo habitual un domingo. A las 10:30 empezaba la carrera por lo que a las 9:15 ya salíamos de casa. Escribo “salíamos” porque se apuntó la familia. EL hecho de que hiciese bueno, de que fuese cerca y que el sitio lo mereciese les hizo apuntarse. Bueno, eso y que venían unos amigos.

Por casualidad aparcamos al lado de una ermita junto a la cual españoles y polacos se dieron pal pelo en la Guerra de la Independencia para gloria de Napoleón, qué listo el hijodeputa, hecho que documentó Galdós en su Episodio Nacional de “Napoleón en Chamartín” y que recomiendo a cualquiera que viva o conozca Madrid para conocer cómo era la ciudad hace 200 años.

Hacía fresquete al principio, 8-10ºC. Sin nubes, sin viento… una temperatura perfecta para correr o ir por el monte. “En mi opinión” Octubre es el mejor mes con diferencia para ir por el monte en Madrid. Los días aún son largos y, a nada que sale el sol, calienta y se puede ir en camiseta tranquilamente. Sigue apeteciendo horrores tomarse una Mahou en “El Urogallo” (bueno, eso incluso el 22 de Diciembre con lluvia). Tampoco hace calor por lo que no se suda tanto y la autonomía en las caminatas sube mucho. El paisaje cambia de un día para otro; incluso un mismo árbol tiene hojas verdes, amarillas y marrones. El azul del cielo es intensísimo, los atardeceres, por la humedad latente, son de un naranja intenso que ríete tú de las camisetas técnicas fosforitas.

Sobre la marcha Sensei Óscar me dice que la mochila no hace falta, que con los avituallamientos es suficiente así que, sin más, me desprendo de ella (se la encalomo a la jefa para más señas, en plan MonyPeny).

El primer kilómetro es de subida pura y difícil pero avanzamos ¿corriendo? El caso es no ser el primero en andar. Que sí, que todos hacemos CaCos, pero cuando salimos nos sale ese deje runner que nos embarga y antes muerto que sencillo. Enseguida se termina la pista de cemento y salimos a camino. Con algo más de 200 inscritos no se producen aglomeraciones, lo cual se agradece, que para algo estamos en el campo. Camino ancho, pulsaciones contenidas (alrededor de 135ppm), braceando… voy adelantando poco a poco a alguno que otro. Hay alguna bajada en la que puedo correr y corro. Pasamos por un pinar muy chulo en el que se puede correr (sigue sin gustarme el suelo blando de los pinares). En el km 5 avituallamiento justo antes de un ascenso tremendo… 300-400 metros en poco menos de un kilómetro y p’arriba. Entre jaramagos me decido a comprar una de esas medias de compresión cuya función principal es la de no arañarte los gemelos. Entre el km 7 y el 8 el paisaje ya es espectacular. Mirando hacia atrás Madrid, a la derecha Guadalajara con su Tejera Negra y de frente Segovia, más allá el Valle del Duero… pero porque sé que están ahí, que por mucho que nos empeñemos en dibujar rayas para las fronteras en los atlas en la naturaleza no he visto todavía ninguna. Foto de rigor, que no todo es trail, coño.

Vista hacia Madrid

Vista hacia Segovia (al frente) y  Guadalajara (a la izquierda)



Llego al km 9 a 2.148 metros en 1:15 y lo flipo. Hace fresco, los de la organización tienen unos chorizos y una morcilla por ahí colgados y nos dicen que son para el último, joder, si soy el último, que los de atrás me están persiguiendo. Unas risas. A pesar del buen tiempo no hay avíos para el perol que dice Costa, por lo que hay que bajar a por ellos y echárselos al hombro. Vaya, momento bajada… yo y mis cagadas, digo bajadas… piedra suelta, camino muy pendiente… bajo bien, mejor de lo que esperaba. Me adelantan unos pocos a una velocidad que piensas que se van a estampar en la curva, pero qué va. Todo está en la bajada. Afortunadamente las Salomon se agarran que es una maravilla y el camino se hace menos pendiente. 

Me permito el lujo de mirar un kilómetro después… y lo flipo. Estoy disfrutando como un enano, soy consciente de que soy un privilegiado por estar corriendo ahí arriba, de poder verlo, de poder contarlo… y me acelero. A pesar de que me adelantan bastantes pillo a alguno que otro bajando y sobre todo en los llanos. Los cuádriceps los noto cargados y agradezco haber hecho GAP estos meses, que no sólo vale para tener un culo prieto y bonito. Desde el km 11-12 nos vamos alternando una chica que va cuarta y un chico que va con mochila y bastones ceñidos, dándonos relevos. Cuando parece que todo es cuesta abajo hay algún repecho en el que intento correr y casi lo consigo pero qué va. El camino de vuelta es mucho más tendido que el de ido (13 kms de bajada frente a 9 de subida), y es muy chulo. Sin darme cuenta (estaba corriendo por debajo de 6:00 desde el principio de la bajada) llegamos al último avituallamiento “sólo quedan cinco kilómetros” y para abajo. Hago cálculos rápidos, que llevaba 1:59 y me planteo bajar de las 2:30. “A por ellos, oéee”. Por primera vez hago un parcial por debajo de 5:00 y otro también.. quedan dos kilómetros y corriendo y todo soy capaz de hablar con la familia para que se vaya colocando cerca de la meta. Repecho inesperado (más bien olvidado) y cuesta abajo a tumba abierta… otra vez bajo de cinco minutos… hasta que veo a mi mujer, los enanos y dos amigos. Le doy la mano al pequeño (tres años) y nos lanzamos a tumba abierta en la medida que le dan sus piernas “¿vamos a entrar en la meta, papá?” “Sí””Vamos volando” Entre vítores enfilo la meta ¡¡nunca había entrado así!!

Al final 2:26, mucho mejor de lo que esperaba. Tanto en las subidas como en las bajadas fui más rápido de lo que esperaba. Sé que tengo margen de mejora, mucho. Sobre todo en las bajadas que tengo que ir perfeccionando. Contento por quitarme el mal sabor de boca, por el tiempo, por la carrera pero sobre todo por entrar con mis hijos en meta.


Una carrera muy recomendable, nada técnica, muy bien balizada y con avituallamientos más que correctos. La Organización impecable y los fines encomiables. Impresionante ver cómo corrían unos invidentes agarrados de una barra. ¿Repetir? Sí, si se puede sí. 

viernes, 3 de octubre de 2014

Los cuquirunners están de enhorabuena

Esta entrada es una continuación de la anterior fruto de la casualidad, os lo juro por Snoopy. En los periódicos digitales cada vez hay más entradas del tipo “correr es chupi”, “zapatillas cool para correr” o similares en los que una ¿periodista? más pija que Snoopy nos quiere enseñar cómo ha descubierto la pólvora en esto del running.

Una vez creada la necesidad (hay que ser guay) en el mercado objetivo (los pijos) hace falta darle la metadona y un lugar donde se reúnan para ver y ser vistos. Y ése sitio parece que ha llegado porque me ha llegado un correo invitándome a conocerlos (soy de un distinguido que no veas)… No pienso dar el nombre del sitio, pero está en una de las zonas más nobles de Madrid de ésas en las que hablar de dinero es ordinario.

Este sitio es guay porque ofrece la posibilidad de asistir tres días a la semana al Retiro (si eres guay sólo se puede correr en el Retiro) con un entrenador y otros cuquirunners. Te visten con la mejor ropa. Nutricionistas a tutiplén. Fisios. Puedes correr con un GPS lo más de lo más. Master classes con invitados de lujo. Visitas de profesionales (no dicen de qué tipo).

Y, por si eres un asocial, siempre te dan la opción de “entrenar de manera personal” como los parias.

Hace un par de meses un cuquirunner de estos que llevan tres días corriendo me preguntó sorprendido por qué llevaba un pulsómetro si con el Aifon (acabáramos) tenías una chupiapp que te medía lo mismo que el GPS y no perdías tiempo en “subir los tracks” ni en compartirlos con sus “followers”. Le respondí a la gallega “¿tú coges el Aifon cuando llueve?” “No, yo cuando llueve no corro” “Ahí lo tienes, crack, cuando yo corro llueve, hace frío o sol pero corro… y el GPS lo puedes llevar sin problemas”.

Cuquirunner de la rama "barefoot"


Espero que esta moda del cuquirunning se pase pronto; estos son los que inflan de verdad la burbuja porque si hay pasta para apuntarse a un club fashion cómo no va a haber para una carrera que haya elegido tu personal trainer en base a los objetivos que te había puesto.


Estoy seguro que hay campeones olímpicos que han necesitado menos parafernalia para ganar. Hay cosas que el dinero no puede comprar; para todo lo demás….

viernes, 26 de septiembre de 2014

Correr es “trendy” y si tienes un “personal trainer” eres “cool” (ironic)

Que correr está de moda desde hace dos ó tres años no es ninguna novedad. A todos nos han respondido alguna vez cuando decimos que corremos algo del estilo “claro, es que correr está de moda…”. En estos días de Septiembre todos los parques están petados de gente y, por lo visto, hasta en los blogs para It Girls se hablan de estiramientos (en lugar de tarjeta de crédito), tipos de pisada (más allá de tacones altos o planos) o zonas aeróbicas/anaeróbicas (en lugar de de centros comerciales).

El look runner ahora es “trendy”. EL chándal con tacones ha sido desterrado a Alcalá-Meco y a la casa de la Pantoja (tanto da), pero en cambio el Mercadona está cada vez más lleno de mallas (oh, no, que hay que llamarlas leggins!!) y zapatillas microperforadas que dan el pego y no precisamente de la marca Hacendado.

Es “cool” llevar zapas de correr. Qué bien, ya era hora de ser “fashion” sin morir en el intento, y es que me resisto a tirar esas zapas con las que he pasado tanto tiempo juntos.

Prototipo de Pegasus... menos mal que rebajaron un poco el tacón después

EL chándal tenía su aquel y daba su juego por los amplios tallajes y colores disponibles. ¿Cómo olvidar el de la mili, ese verde picoleto con la rojigualda bajando por el brazo y la pierna a imagen y semejanza de Adidas? Pero las mallas, ah, amigo, nos empeñamos en meternos en una XXS y pasa lo que pasa, que algunas parecen que en lugar de piernas tienen el dos de bastos debajo de la cadera. Y no pasa nada porque el color negro adelgaza ¡ja! Adelgaza el que gasta calorías más de las que se mete, que eso de que me cambia el metabolismo suena a que el perro se comió los deberes (así estaba de gordo el puto perro).

 ¿De verdad que no tienen a nadie que les quiera y les diga cómo les queda? Que el fetichismo hay que dejarlo para casa colgado entre el disfraz de enfermera y el del bombero machoman. Y es que los borrachos, los niños y los leggins no mienten.

Pasa lo mismo que con el tanga o el turbo en la playa, qué puta manía con ponerse una prenda que no va a verse porque la lorza lo tapa. Mi santa dice que a lo único que se puede aspirar es a que no te quede mal. Y tiene razón (como siempre).

Y para los que se atreven a dar el primer paso…cualquier pelagatos tiene un “personal trainer” que le oriente en esto del correr, de los estiramientos y para que le ponga un “target”, lo que viene a ser un objetivo. Pero ¿qué coño es un personal trainer?  Un “personal trainer” puede ser cualquiera hoy en día. Basta con hacer un curso CCC o apuntarse (de verdad) a uno de la Junta de Andalucía. Por lo visto hay cursos de 100-150 horas para los que no te piden ni el carnet de la biblioteca ¿biblioqué? en los que se aprende sobre nutrición, biomecánica, técnicas de entrenamiento y marina mercante ¿quién quiere estudiar Medicina o INEF un porrón de años pudiendo hacer un curso on-line de personal trainer con un 80% de descuento de Groupon?

Con este curriculum hace un par de meses en el gimnasio se me presentó un Personal Trainer para “orientarme” en mi entrenamiento mientras tenía la cinta al máximo de inclinación en mi preparación para Somiedo. Empezó diciéndome que me tenía que poner un “target”, que la cinta estaba bien para “empezar a correr” para que había que ir poniéndose metas alcanzables.

Por vacilarle (y ponerle a prueba, que soy un poco cabroncete) le dije que ya lo tenía, el UTMB. “Es que hay muchas carreras de montaña últimamente, ésa no la conozco”. Vale que, como dice mi padre, las iniciales son como los cuernos porque sólo las entiendo quien los pone, pero os podéis hacer una idea de la idea que podía tener.


En lo que viene a ser entrenos sigo revisitando Valdelatas. Los caminos están aún duros aunque las últimas lluvias están dejando los charcos que no se irán hasta mayo. Ya huele a pino y las lagartijas se están escondiendo. Los militares están volviendo a correr a mediodía porque se les está acabando la jornada continua. Me cuesta bajar de cinco minutos el kilómetro pero es que no hay apenas rectas por los caminos de tierra de Las Tablas. Estoy disfrutando que no veas con esto de correr por el monte a mediodía viendo zorros y conejos; tanto disfruto que cuando vuelvo al curro parece que he hecho la Spartathlon. 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Septiembre

Septiembre comienza con muchas bicis por la calle y por el carril bici. El otro día fui en “pelotón” de tres bicis desde la estación de Hortaleza hasta el colegio de las Cortes de Cádiz (unos dos kilómetros), todos vestidos de calle y al curro. He notado que me cruzo con muchos más ciclistas que hace dos ó tres meses y espero que sea la confirmación de una tendencia en lugar de el volátil propósito de la vuelta al curro. Si en Junio me cruzaba con dos ó tres, ahora fácilmente me cruzo con ocho ó diez. No es que sea para tirar cohetes pero por lo menos la visualización de ciclistas “normales” (vestidos para ir a currar o a estudiar, no para batir el récord de la hora) puede tener un efecto llamada a largo plazo.

Hasta la semana pasada estuve yendo prontito al curro para correr un poco antes por lo que mis entrenos siguen siendo “cortos” (9 kms frente a los 12 kms de media de antes), más que nada por no entrar muy tarde. La transición bici-carrera, eso sí, la tengo dominada, candado incluido.


Esta versión reducida me hizo dejar de ir a Valdelatas (3,8kms de camino) hasta esta semana, disfrutando de la fauna de Las Tablas. Y menuda fauna, que se nota ya que la gente se ha olvidado del buen rollito de las vacaciones y va en plan kamikaze por unas calles llenas de pasos de cebra.

Mi recorrido habitual de verano ha sido el de la carrera Proniño, sólo que buscando los caminos de tierra y en su defecto el carril-bici. Lo bueno es que los tres últimos kilómetros tienen un perfil descendente y me permito alegrías como hacerlos a ritmos “endiablados” (4:10-4:15 de media con el último por debajo de 4:00).

Entraba en la oficina en plan zen, paz y amor estimados compañeros y sin embargo amigos, el buen rollito se iba diluyendo a medida que pasaba el tiempo.

EL martes volví a Valdelatas ¡¡al fin!! Eso sí, sólo de manera testimonial (entrada por el camino de la subestación, giro a izquierda donde el arroyo y subida por el camino del cuartel)  pero suficiente para valorar la suerte de poder correr a diario por este sitio.

También estoy yendo algo más al gimnasio. Lo del GAP me ha gustado; hago los abdominales que no haría y fortalezco los músculos de las piernas que necesitaría fortalecer. Ya no hay Pilates a mediodía (qué pena, los martes los tenía en rojo reservados al Pilates) pero lo he cambiado por Body Balance. ¿Cómo describir el Body Balance? Todos te dicen que es una mezcla de Pilates, Yoga y Tai-Chi.. pero en la práctica es algo de Pilates con momentos dar cera-pulir cera. Sí señores, por momentos uno llega a creerse el puto Daniel San haciendo la grulla contra el malo del Kobra Khan en la mítica final pero con menos equilibrio que los Presupuestos de Montoro. Estoy convencido que a Daniel San le pusieron cuatro remaches en el pie para que no se moviera. Pero lo peor no fue la postura de la grulla sino que ¡¡hay que echar el tronco hacia delante con los brazos extendidos!! ¡¡y moverlos como si uno estuviera bailando sevillanas!! El truco (por lo visto) está en apretar el abdomen y en controlar la respiración… vamos, como los partos que no he tenido. Encima de que hay que estar pendiente de no ostiarse hay que apretar el “six-pack”. Sin llegar a entusiasmarme he de decir que volveré porque los estiramientos me vienen muy bien. Eso sí, no lo apunto en mi hoja de ejercicios.
Track de equilibrio de Body Balance... donde se ven los remaches en los pies de Daniel-San


La carrera que tengo en el horizonte, la del Pico de las Tres Provincias (Media de Somosierra) la voy a preparar con una salida ligerita por montaña y alguna furtiva por Valdelatas si las temperaturas lo permiten, que parece que sí. Y si no se va más lento.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Desafío Somiedo, Media Crónica

Ésta no va a ser una crónica al uso. De hecho si buscáis épica os aconsejo que no sigáis leyendo o que os descarguéis “300” porque no terminé la carrera. Si queréis saber porqué continuad…

El día anterior las previsiones eran de sol, lluvia, chuzos de punta, tormentas, meteoritos  y viento a punta pala. Vamos, las siete plagas bíblicas. Aún así decidimos ir y plantearlo como una excursión abortable.

Teniendo la salida a las 09:30, puse el despertador a las 05:30 (tenía casi dos horas de viaje desde Gijón). A esas horas, un sábado y por la autovía lo único que se veían eran coches poligoneros (lo siento, un Seat León amarillo con llamas en el lateral estilo Hot Wheels, lunas tintadas de negro y Juan Magán a todo trapo es de poligoneros por mucho que le pese a mi hijo mediano).

La hidratación hizo su efecto y al inicio del desvío para Somiedo tuve que entrar en boxes. “Está entrando en el concejo de  Somiedo” o algo así. Acaba de amanecer y empieza a sonar el “Welcome to Paradise” de Greenday, menuda metáfora.


Llego a la Pola de Somiedo a eso de las 08:00 y el pueblo ya estaba petado. A eso de las 09:00 ya estaba en Valle del Lago, lugar de salida y tenía que buscar mi dorsal que por error se lo habían dado a otro. Cinco minutos antes de salir llega la familia y retrocedo para despedirme. Segunda vez que me llaman desde la organización, esta vez porque salgo cinco minutos tarde.

Con el coche escoba (premonición al canto) empiezo a correr una cuesta asfaltada muy tendida que en menos de un kilómetro abandonamos para empezar el trail de verdad. Andando rápido empiezo a alcanzar corredores desde el segundo kilómetro. Voy como un tiro (eso creo), los bastones los llevo como si los hubiese llevado toda la vida. Da tiempo para hablar (u oír, en mi caso), que si el trail de Mallorca, el de Pirineos, el de Marte… y yo con menos pedigrí que un perro de escayola me limito a oír. El tiempo es perfecto: nublado pero sin llover y sin viento. El terreno con alguna piedra pero en continua subida me permite alegrías como correr en algún tramo. EL sol se asoma y permite ver los picos en todo su esplendor. Con unos ritmos muy controlados llego a Lago del Valle. En un entorno idílico toca reponer agua mirando al Lago y aprovechando para echar alguna foto.



Mi retorcida mente financiera-runner (menudo cóctel explosivo) calcula que debo ir unos 20 minutos por encima del cierre por lo que me relajo y disfruto del paisaje. Estoy a 1.500 metros y feliz como una perdiz.

A partir de ese momento el camino se difumina y pica hacia arriba durante un par de kilómetros. Las Salomon empiezan a demostrar sus cualidades agarrándose como pulpo a la piedra viva. Girando en una curva uno se da cuenta de porqué Somiedo es Somiedo.

Aquí iba como una bala. Sólo faltaban los hobbits saltando

Altitud 1.750 y empieza una bajada por una pista que va bordeando los distintos lagos de Saliencia (Cerveiriz, Negro, de la Cueva). El suelo es oscuro, casi color caldera. Y es que hasta durante siglos se extrajo mineral de hierro por aquí. Con continuos toboganes en los que me lo paso teta sigo incrementando mi “colchón” hasta más allá de los 40 minutos en el km 15, justo la tercera parte del recorrido y el avituallamiento en La Farrapona, a 1.750 metros de altura. Me vengo arriba cuando veo a mis dos hijos pequeños y a mi mujer que llevan esperando un bien rato allí. De estraperlo consigo dos nubes para los enanos y me pongo gincho de nubes, frutos secos, acuarios y chocolate. Estoy exultante y pienso que no es para tanto. La ignorancia es atrevida y osada.

Justo encima del puerto, en la frontera con León, se alza el puerto de Los Bígaros, una peña que hay que subir… y bajar. En poco menos de un kilómetro hay que subir unos 300 metros, entre jaramagos al principio y roca pelada al final. No pasa nada, en fila india voy subiendo…y justo al final a gatas. En ese momento se levanta un viento del sur bastante tocapelotas… en 29 minutos he subido. Pero todo lo que sube baja… si hay cojones. Los mismos voluntarios te dicen que bajes con cuidado “¡¡coño!! Si estos son más de monte que un muflón ¿cómo será la cuesta?” La puta cuesta de Los Bígaros es una puta pared de la que cuelgan piedras con más miedo que vergüenza. Sigo las banderillas porque debe ser lo menos difícil “¿Vertigo?” me pregunta uno “No, miedo” “¿Y qué diferencia hay?” “El vértigo paraliza, el miedo ralentiza”. Para más INRI el helicóptero de rescate da más vueltas que la Noria del Tívoli. La escena de Frodo y Sam Sagaz bajando a Mordor me viene a la cabeza; cómo se despeñan las putas piedras, que cogen una velocidad que no veas. Poquito a poco y con ese pensamiento de “¿quién coño me mandaría apuntarme?” bajo al trantrán. En 33 minutos hago un kilómetro con un tramo en el que puedo andar… imaginad el ritmo que llevaba. Ha dejado de llover, el aire no lo noto (menos mal).

Una vez abajo me meto por la braña de La Mesa y la Foz de los Arroyos. Un tramo chulísimo. De nuevo vuelvo a disfrutar con el paisaje, con la carrera, con el agua. Sigue haciendo buen tiempo… y recupero algo de tiempo porque puedo correr. Pero la (mala) experiencia de la bajada se va extendiendo. El perfil del siguiente puerto (parecido, pero más bajo), unas nubes negras realmente amenazadores y el coche escoba en Saliencia son factores que van sumando. No tengo ganas de echar fotos al que considero el mejor tramo (por bello) que he corrido. Para colmo el corredor-cierre  me alcanza y empieza a ¿motivarnos? A los que vamos con él a base de meternos caña. Joder, lo que me faltaba, en Somiedo metiéndome prisa, coño, para eso no está una cosa que se hace por gusto.

Llegamos a Saliencia con diez minutos por encima del cierre de control. Y en ese momento decido abandonar. Sí, abandonar. La expectativa de una nueva bajada parecida y un tormentón por ahí no me atrae. Y llevar durante cuatro horas a un Pepito Grillo al lado tampoco. Ojo, que esa tiene que ser su función, pero no me atraía nada. Los macarrones con tomate me saben como dos cuartos de lechazo bien servidos, qué buenos. Cuando voy a darle el dorsal a la voluntaria me pregunta “¿de verdad vas a abandonar?” y me da razones para no hacerlo.. que si el siguiente puerto no es tan duro, que lo intentes y si no abandonas en el siguiente punto… después de la bajada. Físicamente me encuentro bien: he hecho los CaCos de manual, no me he flipado; me he hidratado y comido gominolas o frutos secos en las subidas. He corrido en las bajadas. Por un momento dudo pero me reafirmo en mi decisión. Km 23 y 4:20. No es lo mismo “sufrir” media hora o una hora que cuatro horas con dos mil metros más de desnivel. Fin.

Cojo el autobús de regreso a Pola de Somiedo y, casualidades, allí está la familia. Ya en Pola me encuentro con Óscar que ha abandonado lesionado y nos tomamos el reglamentario tercio de Mahou (éste sí que debería ser material obligatorio en todas las carreras). A eso de las cuatro se desata una tormenta de esas que pondría cachondo al mismísimo Noé. Nos alegramos de haber abandonado.

Sin embargo… UNA NUEVA ESPERANZA … al día siguiente ya estaba dándole vueltas a qué había hecho mal porque mi intención es la de volver y terminarla.

Mi hijo mayor me decía “ya sé porqué se llama SoMIEDO”. Pues va a ser que sí, que otro año será Sofrito, Soterrado, Sefiní pero no SoMIEDO. “Volveré”.

Estoy convencido de que he empezado la casa por el tejado, por lo que toca cambiar de estrategia y reinventarse. Me ha gustado demasiado el trail como para dejarlo por tres piedras de nada. Pero este análisis da para otro post.

PD: Acabo de apuntarme al Medio Maratón de Somosierra, con 900D+ y subida al Pico de las Tres Provincias