Para una familia numerosa, un virus
estomacal es como la familia Plómez en Zipi y Zape, que llegan de improviso con
el menor de los pretextos y se enquistan días condicionando la comida y el
descanso.
La difusión del susodicho nunca es
simultánea sino que juega al “tú-la-ligas” como dirían mis hijos saltando de
uno a uno. Y no se libra ni dios.
Así hemos estado una semana.
Afortunadamente no nos ha pillado recién iniciadas las vacaciones como hace dos
años, sino en el previo. Entre despertares nocturnos propios y ajenos no hemos
dormido mucho, la verdad.
Con este cuadro lo de menos ha sido
salir a correr, y cuando he salido, normal, la calidad se ha resentido.
EL domingo, además, aborté el rodaje
semanal. A pesar de estar en Riaza con diez-doce gradazos (sí, señores, en
plena canícula en Segovia hay que taparse para dormir) a las 08:00, el cuerpo
no estaba precisamente para meterle mucha caña. Cansancio acumulado,
deshidratación… son factores que hicieron que el domingo dijese “va a ser que
no”. En la eterna lucha entre ese ángel cabrón que te dice “vamos, sal un
ratito, diez kilómetros suaves y nos volvemos”(sabiendo que ni de coña) y el
tocapelotas “que no, quédate descansando, que te tienes que recuperar” terminó
ganando el último. Es curioso, sientes a la vez que estás perfecto
(muscularmente lo estás) y que andas como una braga (también lo estás, que has
practicado las salidas desde los tacos varias veces del sofá al baño).
Además, “salir ¿para qué? ¿pa
cagal-la?” Pues sí, pa cagal-la. En el cinturón de hidratación aparte del bidón
el paquete de toallitas del enano, que están perfumadas y pican menos que las
ortigas segovianas. No, en casita, que hay más rodajes que sandías.
Virus estomacal manifestándose en todo su esplendor
Así que lo más parecido a la carrera
que hemos practicado en casa (escatología aparte) ha sido ver los mundiales de
atletismo. Afortunadamente en Teledeporte han rectificado y lo emiten, no sé si
porque han encontrado un patrocinador, porque se lo han regalado o por
vergüenza.
Me he tenido que poner al día del récord
de Bolt (no recordaba exactamente que eran 9,58), he tenido que explicar la
diferencia entre la marcha y la carrera, explicar que el decathlon es una
prueba de atletismo aparte de una tienda de deportes, que un martillo puede ser
redondo y con una cuerda o que en las carreras en pista los chicos no corren
con las chicas. Y todo en los descansos entre el Clan y el Boing.
Por lo demás… contar que el domingo
anterior me marqué otro “rodaje” de esos antológicos a 4:44 y 17 kms. Lo
entrecomillo porque últimamente siempre me pasa lo mismo, que quiero rodar pero
me termino animando y corriendo algo más deprisa de lo que debiera. Y en el previo a lo que queda de escapada masiva, y ya en Madrid, rodé buscando la sombra por Villarrosa, Los Llanos y El Capricho. Qué frondosidad, qué espectacularidad tenemos en este parque: fácilmente pueden hacer 5-10 grados menos que fuera entre la sombra, humedad y corrientes que se forman. Mis dos kilómetros de circuito habitual dentro de este parque se fueron a seis por mor de aprovechar el lujo que supone rodar con sombra en pleno agosto en un paruqe solitario, salvo por un pintor y el personal de mantenimiento.