viernes, 21 de septiembre de 2012

Fresquito otoñal


Hoy, y para celebrar el equinoccio otoñal, he decidido que ya estaba bien de madrugar. Entre la nocturnidad, alevosía (por querer salir), la miopía y el sudor en los ojos las posibilidades de meterse un hostión empezaban a crecer preocupantemente.

Total, que viendo que estos días de atrás que a mediodía corría  una brisa marina de lo más agradable del mundo por el carril-bici decidí correr a mediodía.

Error. A pesar de que el aire del este hacía que la sensación térmica fuese algo menor, cuando el aire dejaba de soplar hacía un calor del copón para estas fechas. Y al sol ni te cuento. Parezco nuevo, joder, me tenía que haber quedado en Villarrosa o haber ido hasta el pinar de Conde Orgaz en lugar de ir al JC1.

Con todos estos condicionantes me he ido hasta las 153ppm (recuerdo que mi FCmáx son 166ppm) en doce kilómetros, a 4:52. Y sudando como un cerdo. Eso sí, lo bueno de  correr a mediodía es que te ganas el premio Mahou cinco estrellas, y qué bien que siente un cervezón a eso de las 14:30 después de un carrerón. Ni Aquarius, ni Gatorade ni tonterías en vinagre. Malta y lúpulo fermentados.¡¡¡¡¡¡¡ Mmmmmmm¡¡¡

A esas horas, en esos sitios, con esa temperatura y siendo viernes no me he cruzado con nadie, lo cual es noticia con la fiebre “runner” que vivimos.

La verdad, no sé si volveré a correr a mediodía la semana que viene a mediodía. A las horas a las que voy por la ¿mañana? Meto más miedo que otra cosa. Imaginaos, aún de noche, enfrascados en vuestros pensamientos mientras vais al tajo pasando por un descampado debajo de uno de los accesos a la M40 y oís detrás algo que se acerca respirando fuerte/jadeando. He visto más de un respingón, y no me extraña. Hace uno o dos meses, al menos, era de día, y psicológicamente estamos más preparados ante estas sorpresas que cuando nos pasa a oscuras.

En cuanto a las otras dos salidas sigo afinando la máquina. El martes fui a 4:36, cerca ya de los 4:30 de hace un par se meses. Lo que no se van son los dos kilitos del verano, pero bueno, tranquilo en ese sentido porque ya se irán.

lunes, 17 de septiembre de 2012

El Apanrrán


¿Alguno de vosotros conoce este deporte? Yo sí. La verdad, Fernández el de Contabilidad se está volviendo entrañable para mí por la cantidad de información que me proporciona. O de “feedback” como se suele decir ahora en ámbitos empresariales y pedantes.

Y es que el otro día me dijo que se había pasado al “Apanrrán”. ¿Qué es eso del “apanrrán”? me preguntaba a mí mismo. ¿Será algo como la “zumba”? que todo cristo habla de ella? ¿será el punto que le faltaba a los de Les Milles para cerrar el círculo de deportes embotellados otrora practicados al aire libre y ahora bajo techo o “in door”? ¿Se habrá hecho musulmán? Total, “Apanrrán” tiene rima consonante con “Abderramán” o con "Ramadán".

Me hice el interesante y, como Rajoy, le respondí con una pregunta inteligente (nada de “smart question”, que para eso hay que ser muy inteligente).

“¿Y eso?”. Léase con un tono de sorpresa, en lugar de “¿Y eso qué es?” que denota más ignorancia.

“Apanrrán”. Que madrugo para correr porque a mediodía hace mucho calor y por la tarde no tengo tiempo con baños, cenas y cuentos. Y es que el pobre no tiene tiempo porque es padre de un niño de corta edad como los tres míos que se bañan solos y, mientras el pequeño pone la lavadora, el mediano prepara un pescado al horno y el mayor va al supermercado a descargar unos palés porque la cosa está muy mal mientras su madre y yo nos tomamos una cervecita en la terraza.

¡¡Acabáramos!!. Ahora me entero que llevo seis años apanrraneando de mayo a septiembre.

“Up and run”, españolizado como “apanrrán”, con esa doble erre tan española como euskalduna y que no existe en ningún otro idioma. Y con tilde en la “a” final” por ser el español silábico frente al inglés, que es acentual como me ha dicho Cristina que sabe más que Google.

Y es que uno debe ser muy cateto por madrugar para correr en verano. Ya que uno madruga por lo menos que sea en inglés.

Por lo demás sigo haciendo pequeñas mejoras en términos de tiempo. El domingo rodé a 4:59 y 145 ppm. Lo mejor de todo fue que los últimos kilómetros los fui mejorando progresivamente, pasando de una media de 5:04min/km en los diez primeros a 4:48min/km en los seis siguientes, con el último a 4:24 min/km a pesar de que había apanrraneado para no pasar mucho calor.

Ah, me he apuntado a la carrera del CSIC. Parece que este año la han bajado de precio ¿preludio de un pinchazo de la “burbuja runner” como dice Javi o detalle con los sufridos corredores en su vida diaria con la su-vida del IVA?

viernes, 14 de septiembre de 2012

El Invierno se acerca


Aunque andemos aún con 30 grados a mediodía y nos apetezca horrores tomarnos una cerveza a esas horas, ya se ve que al verano le quedan dos telediarios.



Para empezar que amanece cada vez más tarde. Parte del entrenamiento lo hago en penumbra; al sol cada vez le cuesta salir más y, cuando sale, lo hace desde una posición menos septentrional. Si uno corre en Madrid, para que me entienda, en verano sale por la carretera de Burgos, mientras que en invierno sale por la de Barcelona. El resto del año se mueve entre estas dos latitudes, lenta e inexorablemente según nos acerquemos al solsticio correspondiente.

Los chopos, que suelen ser los primeros árboles que echan hojas en los estertores del invierno, empiezan a perderlas. Este año incluso antes, como consecuencia de las olas de calor tardías de finales de agosto. Los pobres no han aguantado y se han desecho de tanta carga, con lo que el parque ya está lleno de hojas amarillas.

LA operación bikini ha quedado abortada. Los propósitos son menos agresivos y no madrugan, sino que se apuntan a un gimnasio o corren a mediodía.

Desde esta semana, la vuelta al cole. Madres (mayoritariamente) histéricas y padres estresados se dan cuenta que el recorrido que la semana pasada les llevaba veinte minutos de verdad  ahora se dan cuenta que el resto del mundo mundial ha tenido la brillante, genial y original idea de llevar los niños al cole. Como los niños son de cristal, hay que llevarles en coche hasta la puta puerta del cole, se les vaya a romper los huevos/ovarios si andan doscientos metros. Ahora siguen tardando veinte minutos pero de la escala del extrarradio madrileño, donde todo el mundo dice vivir a “veinte minutos del centro”.

La “feliz idea” origina un atasco del copón por aparcar “un momentito” el monovolumen, vehículo mínimo imprescindible para  cualquier familia madrileña con un niño, en la puerta del cole y que cuando pillen cincuenta metros despejados aceleren como Fernando Alonso a la salida de boxes cuando ve por el retrovisor a Hamilton a punto de adelantarle… solo que este caso Hamilton puede tomar la forma de un corredor. Cualquiera que corra por las mañanas en Madrid sabrá de lo que hablo.

De verdad, cada vez que paso por los puentes de la M-40 (y son varias a la semana, bien en bici o bien corriendo) me alegro de no depender del coche. Montones de coches semiparados o avanzando lentamente emitiendo basura por doquier. Y luego dicen que la gasolina es cara, ¡¡y una mierda!! Si fuese cara no se formarían los atascos que se forman, e iríamos todos andando, en bici o en transporte público. Tampoco nos iríamos de “finde” a una casa rural con encanto del Pirineo o a hacer las compritas a NY porque el cambio nos compensa con ese billete baratito que hemos encontrado. Cuando el “medianito” se muere de ganas por meterse en un atasco para saber qué es eso y me pregunta que qué es le digo que viene a ser como si todos los niños del cole se pusieran en la misma fila todos los días para entrar a clase, con semáforos incluidos. “¡¡¡Aaaaalaaaa!!!”

Por eso estoy aprovechando mis últimos madrugones. ¿Cuánto me quedarán antes de volver a correr a mediodía?¿dos, tres semanas?

Entre tanto sigo con mi readaptación a la rutina. El rodaje del sábado me costó al principio, pero al final me vine arriba precisamente subiendo desde El Capricho hasta casa (casi cuatro kms) como Contador, de menos a más y dejando atrás poco a poco a los demás, saliéndome a 5:20 y 139ppm. El resto de salidas las estoy haciendo entre 4:37 y 4:40. Me falta ese punto de velocidad e intensidad que me haga recuperar mis ritmos de 4:30-4:32 de antes de las vacaciones. ¿Tendrá algo que ver la alforja de dos kilos que me he traído puesta de las vacaciones?

En cuanto a próximas carreras.. como os dije sólo me he inscrito en la carrera del corazón, que es totalmente benéfica y “sólo” cuesta ocho pavos. A lo mejor no tiene ni el glamour ni el esnobismo de otras carreras, pero se acerca a lo que pienso que debería costar una carrera. Salvo en MAPOMA no he corrido en la Casa de Campo, y tengo ganas. Probablemente corra alguna más, con o sin dorsal, pero en estos tiempos de crisis pedir (y pagar) 19 pavos por la San Silvestre Vallecana me parece un atraco a mano armada cuando hay 35.000 corredores y Niké debe gastarse una pasta tremenda por patrocinarla y empapelar el  Metro. Pero en fin, vivimos una burbuja runner y este es el precio que hay que pagar por correr una carrera homologada. Comos siempre confundiendo los medios con los fines.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Si es que me conozco...


Dicen los que saben de correr que después de unas merecidas vacaciones en las que no se haya hecho ninguna actividad lo mejor es empezar a entrenar de forma suave, con ritmos controlados y distancias inferiores a las que habitualmente se recorrían previamente.

Los que no sabemos, después de un par de semanas sin ponerse unas zapatillas, tenemos un mono del copón y salimos a correr como un novillo cualquiera. El lunes pasado salí a correr temprano para poder aprovechar el resto del día y evitar algo del calor que aún hacía en Madrid.

Quería ir tranquilo, a 130-140 ppm, pero desde el principio iba algo más subido de pulsaciones. El mono me impulsaba a mantener el ritmo, pero la cabeza y el Body Combat me decían que fuese más rápido. Con un poco de viento fresco, la sensación de ir corriendo solo era muy agradable, por lo que, qué coño, tiré p’adelante, corriendo por sensaciones.

A los once kilómetros empezó a pesarme el ácido láctico. Una mierda. Lo que me pesaban eran las cervecitas y el pescaíto de Málaga. Hay que ver qué rápido se pierde el fondo, que a los 50 minutos estaba pidiendo la hora. Lógicamente estaba a cuatro kilómetros de casa, así que me puse en modo Chiquito y para casa.

A pesar de haber estirado, el martes tenía las piernas rígidas como pocas veces. Eso, y una contractura en el hombro derecho por hacer el gilipollas en la piscina a mis 38 tacos (como veis me he dedicado a los deportes de riesgo), hacían que el martes tuviese la misma gracilidad que Hulk en mallitas en “El Lago de los cisnes”. En fin, nada que no arregle el ibuprofeno, a su inventor había que darle el premio ése que le han dado a Xavi y Casillas por hacer las paces, al fin y al cabo sin ibuprofeno no jugarían muchos deportistas.

El miércoles, ya recuperado, le metí caña e hice diez kilómetros a 4:37. Me falta ese puntito de velocidad sostenida que me haga llegar a los 4:30 en los que me movía antes de las vacaciones. Hoy, más tranquilo, he ido a 4:46.

En esta época del año, con los días cada vez más cortos, veo amanecer a diario, pero lo de hoy ha sido espectacular. Conforme iba bajando por un camino del JC1 veía cómo el globo solar emergía el horizonte, pasando de media esfera a esfera completa, igualito que en “El Hombre y la Tierra” . Cuando giré para rodear el lago que cercano al Olivar, la sombra que yo proyectaba se hacía casi infinita al tener el sol tan bajo a la espalda. Cuando una madruga presencia estos pequeños espectáculos que te hacen sentirte vivo.



Cuando vas encabronado en tu todoterreno porque el León amarillo que iba por la izquierda ha tenido la osadía de ponerse delante de ti (habráse visto, esto no le pasaba a la gente de bien con Franco), sencillamente te lo pierdes porque no alcanzas a ver más de lo que te ofrece el parabrisas.

Con respecto a próxima carreras, me he apuntado a la Carrera del Corazón, que se celebra en la Casa de Campo a finales de mes. Tiene el aliciente de que hay carreras infantiles, por lo que los enanos quieren ir. A este paso pillan al Phelps coleccionando medallas.

¿Después? Quién sabe; sigo sin cogerle el gusto a esto de pagar por correr. Aparte de que pierdes más tiempo yendo a correr que corriendo, también te dejas una pasta en carreras a cambio de una camiseta que no sueles utilizar. Lo único que me atrae es el ambientillo “runner”, ése de de música chunda-chunda, aglomeraciones, gafitas pastilleras, pirulas (de ibuprofeno), vaselina, gorra y camisetas de color chillón. ¿Estoy hablando de cualquier carrera o de un alter cualquiera?