jueves, 22 de diciembre de 2011

Su mierda, gracias

Al igual que con el “pack lunch” de los niños que se van tres semanas a Inglaterra en verano a “aprender inglés”, cuando saliésemos de casa nos tendrían que dar la racioncita o plato combinado de mierda que generamos por el mero de hecho de salir. Impresionado me he quedado con el gráfico que podéis ver a la derecha del blog y que ha sido confeccionado por la ECF (Federación Europea de Ciclistas), gráfico que, sorpredentemente, mantiene una escala fiel a la realidad porque ésta, tozuda, no admite manipulaciones como las de los gráficos de la mayoría de medios de comunicación en materia de encuestas de cualquier índole.

¿Qué os da pereza pinchar, o ampliar la imagen? Pues os lo cuento. Se trata del impacto en términos de CO2 equivalente que generamos por persona por el hecho de movernos en coche, autobús o bicicleta. Impacto en el que se considera la alimentación (común en los tres medios), el consumo de combustible, el proceso productivo y el mantenimiento.
 
Los cálculos se basan en el uso medio por medio de transporte (1,16 personas por coche, diez por autobús y uno por bici). Bien; considerando todo esto, el impacto en términos de mierda de ir en coche es de 229 grs por kilómetro. ¿Qué haces dos kilómetros en coche? Pues cuarto y mitad de mierda, para echárselo al cocido. ¿Qué trabajas en Las Rozas y te comes un atasco del copón para entrar en Madrid? Pues estás echando al aire todos los días algo más de 9 kilos de mierda. “A ver, niños, daos prisa, que llegamos tarde, poneos en fila que os eche estos nueve kilos de mierda encima porque Antoñito, el del quinto, se me ha escapado”. ¿Y si haces el desplazamiento medio en Madrid, de 6 kilómetros? Pues kilo y medio de mierda, que la tengo muy fresquita y de oferta ¿se la envuelvo para regalo? No, me la llevo puesta, que con el anticiclón y la inversión térmica no va a ir a ningún sitio. Eres como un pulgarcito, pero que en lugar de tirar pedacitos de pan vas tirando cagarrutas.

¿Es mucho? Imaginaos si cada mañana cogemos la bolsita o el paquete de mierda y lo metemos en el maletero, en nuestra espalda, para que nos dé calor en invierno y frío en verano. Nueve kilos de mierda son muchos kilos por vivir cerca de la naturaleza en una urbanización de ladrillo visto, cuatro alturas, piscina y pádel de las afueras. Eso sí, luego nos quejamos de que el tráfico está insoportable y de que la gasolina está cara, menuda inconsistencia: caro sería que tuviésemos que echarle Moët Chandon. No puede ser que esté cara la gasolina cuando se forman los atascos que se forman.
 
Seguro que salta el listo “es que yo vengo en Metro, que es eléctrico”. Ya, perlita, pero resulta que para que le des al botón de la luz antes tienes que quemar carbón en esas centrales térmicas tan limpias que tienen que quemar carbón nacional (con altas concentraciones de azufre, SO2, y que, al reaccionar con el agua ambiental, H2O, genera una sustancia tan inocua como el ácido sulfúrico, pura química de 2º BUP). O gas natural licuado producido en un país tan cercano como Catar, así que tú mismo con tus pajas mentales.

¿Y la bici? 16 grs por kilómetro, catorce veces menos que el coche medio.
 
Desconozco cuál es el nivel medio de reposición sostenible del CO2, pero seguro que se acerca más al desplazamiento en bici que al del coche.
 
Con todo esto, tampoco quiero dejar claro que no pretendo realizar un discurso anticoche, sino a favor de un uso racional del mismo, ya que si no seríamos unos Amish. Ir a comprar el pan en coche porque “nos da pereza”, “hace frío” o cualquier excusa es un ejercicio de suicidio/fratricidio colectivo a plazo. Eso sí, de paso nos llevamos de camino la bolsita con los envases, que hay que reciclar y ser respetuosos con el medioambiente.

Menos mal que nos van a poner a la Botella de alcaldesa, mujer concienciada donde las haya en la lucha por los derechos sociales y la sostenibilidad medioambiental. Ahora sí que Gallardón podrá decir eso de que "otro vendrá que bueno me hará".

viernes, 16 de diciembre de 2011

Pulsaciones

Es curioso observar cómo cambian las pulsaciones en función de que uno corra por la mañana, a mediodía o, supongo, por la tarde/noche.
 
En mi caso, a mediodía suelo tener un 10% más de pulsaciones para el mismo ejercicio que si lo hago por la mañana, y si es en fin de semana más aún, lo que puede ser una señal de cómo nos vamos cargando a lo largo del día con esas cosas que nos van pasando y que nos cargan, convirtiendo en axioma ese cartel que dice “Hoy hace un día maravilloso, seguro que viene alguien y lo jode”.
 
El menda, que tiene la manía de apuntar en un Excel los ejercicios que realiza (tiempo total, distancia recorrida y PPM), ha llegado a la conclusión de que por la mañana temprano los rodajes no suelen pasar de 140/142ppm de media en 15 kms. Estos mismos rodajes a mediodía se me van un poco por encima 150ppm, y las mismas diferencias se manifiestan para carreras más intensas.
 
Circunstancias como el teléfono (bueno, la gente que te llama, el pobre cacharro sólo cumple la función para la que se inventó, que dos personas hablen… lo del Iphone vino 125 años después), los informes inaplazables (lo que los pedantes denominan “deadline”), el café de máquina, los momentitos del jefe de turno y demás tonterías superficiales y superfluas hacen que te vayas poniendo de mala hostia al trantrán, por mucho que trates de dejarlo en paso.
 
Afortunadamente puedo irme a correr a mediodía a costa de comer como un pavo. Puede que no gane en eficiencia en el aspecto cardiaco, pero la mala hostia diaria se queda en el camino, y son esos días precisamente los que aprovecho para meter más caña (en realidad te sale sin darte cuenta, después de que Fernández, el de Contabilidad, te haya tenido “un momentito” de media hora al teléfono con una gilipollez sin saber para qué cuando estabas levantándote). Para los fines de semana dejo el rodaje tranquilo.
 
Es paradójico, para correr no hay que tener prisa.

En cuanto a las carreras, sigo sacudiéndome el miedo. Ayer 10 kms a 4:38, un registro que no hago desde Mayo. Y nada de molestias en el isquio al día siguiente. A ver si vuelvo a la tónica habitual de meter caña una vez a la semana.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

Invernalia

Como se dice en la serie “Juego de Tronos”, el invierno se acerca. O, según la hora, puede que ya esté aquí.
 
El domingo pasado salí a eso de las 09:30 a hacer una tirada larga tranquilamente y alejar de paso los fantasmas de las lesiones.
 
El día amaneció frío incluso hasta para estar al sol (dos grados en el JC1) pero ideal para correr. No hacía nada de viento, ninguna nube. Un cielo azul intenso. Me imagino que de aquí a nada tendré que pertrecharme con algo más que una simple camiseta de manga larga, porque tardé en entrar en calor.

Es curioso esto del cambio climático: en cinco semanas he pasado de palntearme madrugar para correr sin calor a tener que buscar la ropa térmica.
 
Todavía quedan árboles con hojas, pero de amarillas o marrones que están no aguantan otro “temporal”. Escuchar (y no oír) el “Eye of the Tiger”, “La mirada del Tigre” de Rocky 3 corriendo alrededor del estanque del JC1 es impagable. Lo sé, es una “frikada”, pero quien esté libre de pecado-friki que tire la primera piedra (¡ah, que me guardo la piedra en el bolsillo!).
 
Con más miedo que desgana, rodaba a ritmos más bien bajos, pero es que el recuerdo de la contractura lo tengo muy reciente (tan reciente que volví a correr el martes pasado). Al final 15 kms a 5:14 y 144ppm, y lo mejor de todo con la sensación de tener fuerzas para haber estado corriendo un buen rato más, pero ¿para qué forzar?
 
De momento seguiré troticochineando esta semana. Si venzo al miedo la que viene empezaré a meterle caña, fun, fun, fun, casi en Navidad.
 
Esta mañana los coches ya tenían el techo blanco, y el césped también tenía ese color. El cuadro de la bici ya no se llena tanto de polvo como hace un mes, señal de que la arena está más pesada y compactada. Los del Carreful ya están poniendo las lucecitas. Fun, fun, fun, se acerca la Navidad.