La preparación de mi primer trail
de verdad (46km, 5.000 metros de desnivel) la voy a cerrar con seis entrenos en
montaña, uno de ellos en competición (18 km, 800 D+).
El domingo fui capaz de
despertarme antes que mi hijo mayor. Pronto, muy pronto. No eran ni las siete y
a las 07:30 ya estaba saliendo con mi camiseta de compresión que ni al puto
bipolar de Lobezno le sienta tan bien como a mí.
Ultra-runner con bastones en forma de garras y camiseta de compresión
EN un recorrido ”clásico” fui
hasta Riofrío (1.300m) y desde allí a Piedras Llanas (1.500m) donde metí una
variante, la de ir a Martín Muñoz de Ayllón (1.200m) en un descenso de la
muerte de 300 metros en 2,7kms (los 150 primeros en unos 700-800 metros) con un
montón de pizarra suelta la pizarra, la amiga de los niños. Esa variante la
“descubrimos” la semana anterior con los enanos.
Vistas hacia Martín Muñoz de Ayllón
Todo lo que baja sube, y al
llegar al pueblo me di la vuelta e inicié el ascenso. Con un calor que ya
empezaba a apretar a pesar de ser sólo las 09:00 e ir por la sombra, el consumo
de agua se disparaba (menos mal que llevaba dos litros en la joroba) . Comiendo
gominolas, almendras y alguna que otra pirula de sales (menudo descubrimiento)
los kilómetros caían sin parar.
Y qué decir de las zapatillas,
las Salomon XT-Wings… que se agarran más que un chotis. Estoy encantado con
ellas. Ligeras, transpirables, flexibles, cómodas…dentro de que son unas
zapatillas de montaña.
A esas horas, por esos sitios, te
encuentras más animales que personas. Recapitulando: a un kilómetro me encontré
con un par de perros tremendos (desconozco las raza) que me acojonaron; menos
mal que el pastor que iba con ellos los detuvo con un chiflido. Muchas ovejas.
Vacas a punta pala a lo largo del recorrido. Cigüeñas cazando algún ratón. Una
jabalina con sus cuatro jabatos que sí que me acojonaron de verdad ya casi de
vuelta, y es que estos animales son extremadamente defensivos y agresivos
cuando hay crías cerca. Que se cruce un bicho de estos gruñiendo con sus más de
100 kilos te hace pararte en seco.
¿Personas? El pastor del
principio, un viejete con traje mimeta y cuatro runners que, además, iban
juntos por una pista forestal.
El resto de entrenos… por Las
Tablas y Valdelatas y sobre 8-9 kms dos ó tres días a la semana. Corriendo por
la mañana es lo máximo que puedo correr si quiero entrar a mi hora. Alguna
clase de GAP y de Pilates por aquello de tonificar lumbares, abdominales,
glúteos y cuádriceps.
Sé que no es mucho bagaje para lo
que se avecina. Leyendo vuestros entrenos subís (y bajáis) al Everest varias
veces. Si el maratón nos pone a cada uno en nuestro sitio la montaña dicta
sentencia.
Me gusta ¿correr? Por la montaña.
Me gusta respirar, sentirme vivo. Gritar mentalmente un “¡Sí se puede!” y
comprobar que no tenemos más límites que los que nos queramos poner. Sentir
cómo cambia la temperatura en sólo cien metros de altura. Oler a pino, a jara,
a roble, a campo…
Ahora bien… me he dado las
suficientes duchas de realidad como para saber que el coche escoba y yo vamos a
tener una dura pugna por ver quién entra antes.
Mi táctica va a ser la del Cholo,
paso a paso, la de ir llegando sucesivamente a los distintos controles horarios
y decidir si seguir o no. Son 3 (km 14, km 21 y km 37), que en realidad serían
dos porque el del 37, con 9 km cuesta abajo hasta meta, casi que no cuenta.
Serán, pues tres “mini-trails” de 14, 7 y 16 kms.
No voy a correr cuesta arriba.
Nada. Mejor dicho, no quiero correr cuesta arriba, porque luego la realidad
puede ser otra. Voy a intentar correr cuesta abajo… y a ver hasta dónde llego.
En el km 21,5, en Saliencia, tengo hora de cierre en 4:30 por lo que ésa será
mi primera referencia.