viernes, 28 de marzo de 2014

Psicosis

No sé vosotros, pero yo cuando se acerca el maratón me entra cierta psicosis (parafraseando a la entrada de Yolanda).

Para empezar no hago esfuerzos deportivos que puedan implicar riesgo de lesión alguna. El domingo estuve dando unos pelotazos con los enanos y como tenía la derecha un poco cargada intentaba darle con la zurda. Y lo de intentar no es una metáfora sino una realidad: si soy malo con la derecha con la zurda soy pésimo... los enanos se reían de mí, pero pasaba de hacer el gilipollas.

Runner en pleno tapering descubriendo una sobrecarga en el cuádriceps esprintando para pillar el metro

Con esto, lo de la bici al curro me lo estoy tomando con tranquilidad; en el alzado noto el trabajo de la fascia y en el pedaleo (sobre todo en las cuestas arriba) llego a notar cómo van trabajando los cuádriceps, las fascias y el glúteo. Y con los episodios de viento tengo la excusa perfecta: 80 kmh es un viento fuerte de cojones.

¿Esprintar al final de la carrera? ¿Pa’ qué, pa’ cagal-la? Ni de coña. Carreras suaves, cortas (o no tanto, que el miércoles cayeron 13 en Valdelatas) y sin cambios de ritmo… o esa es la intención.

Voy al fisio a que me dé un repaso.

Veo la previsión del tiempo para Europa (bueno, desde hace semanas); me he puesto en el Accuweather a París. Consulto el viento en la “Ille-de-France”, los niveles de contaminación provocados por el anticiclón…

El cuerpo me va pidiendo carbohidratos y proteínas; nada de forraje. Y aderazados con cerveza.

Los estreptococos se tornan del tamaño de una comadreja: uyuuy.. .vaya a ser que me salte al cuello.

Las zapatillas estoy empezando a reservarlas, saliendo con otras. A pesar de que sólo tengan 400 kms “por si acaso”.

Por cierto, estos gabachos son la leche. Como el “Lobo de Wall Street” te venden un bolígrafo como si fuese lo único que necesitases. El día anterior al Maratón se montan un maratón infantil a los pies de la Torre Eiffel, en el Campo de Marte. ¿Podéis imaginar un marco mejor para correr? Plano, con el Arco del Triunfo detrás para la foto “Induráin in Heaven”. Vamos, que los hemos apuntado. Y no es una carrera testimonial: 1.200 metros hasta 7 años y 2.200 a partir de 8 años. No tenía pensado correr pero con estas tentaciones resistirse es imposible.

¿Psicosis o MARATÓN en ciernes?


viernes, 21 de marzo de 2014

Estas zapatillas de autodestruirán en 1.000 kilómetros

Bueno, ya me hallo en pleno “tapering”. Me quedan dos semanas  para el maratón y estoy empezando a recortar las salidas; no en número pero sí en intensidad y velocidad. Metiendo Pilates y spinning, que hay que fortalecer el glúteo. También estoy yendo al fisio para que intente hacer un apaño con las piernas tan cargadas que empiezo a tener. Y es que cuando se confunde la molestia (que no dolor) lumbar con la fascia lata o el glúteo por ahí metido dando literalmente por culo lo mejor es meterse una paliza con el dedo percutor. ¡¡Joder, cómo duele la fascia cuando te tocan!! Además por lo visto los problemas en la fascia lata pueden venir por un glúteo debilitado. Y no, por lo visto no vale apretarse 15 kms diarios en bici porque se hacen sentados. En fin…

El fin de semana haré una prueba en llano de 14-15 kms a ver cómo voy a 5:10-5:15.

Cambiando de tema…  las zapatillas con las que estoy preparando este maratón están empezando a petar. Las pobres ya corrieron MAPOMA 2013 y son las que gasto de lunes a viernes. Tienen algo más de mil kilómetros y ya empiezan a desarmarse.

Como en la serie del Superagente 86 en la que los mensajes se autodestruían en veinte segundos, la obsolescencia programada de cualquier producto hace que unas zapatillas no duren más de un determinado kilometraje. 

En mi caso todas duran en torno a 1.000-1.200 kilómetros. Bien sea por el peso que no consigo bajar de 78 kilos o por los materiales en sí, el caso es que en torno a los 800-900 aparecen señales de alarma en forma de hilos que se van soltando de la entresuela, el puente del talón que se agrieta, que pierdo más tracción que Raikonen o que siento las piedrecitas del camino como si fuese descalzo.

El domingo me apreté 19 kms a 5:10 por un recorrido que sigue sin gustarme (desde casa hasta La Peineta, vuelta y un circuito por el JC1) pero que no tiene muchos desniveles, que hay que recrear el recorrido de París. De vuelta a casa ducha rápida y para Valdelatas con la familia, que me voy a hacer guardés de la finca.

Con los aparcamientos de la sierra totalmente llenos a las ¡¡8:30 de la mañana!!, la estampida fue masiva. Me puedo hacer una idea de cómo podía estar el Retiro. Joder, en el JC1 había atasco para entrar/salir el sábado. Pero Valdelatas no estaba atestado. Había ciclistas (muchos) y los domingueros se concentraban en el área de recreo adyacente a una entrada que hay por Alcobendas; los muy intrépidos llegaban desfallecidos hasta el banco que habían reservado con un mantel de los chinos. Y hay que entenderlo porque hay que ver cómo llevaban las neveras: algunas dobles y las tenían que transportar con carrito.

MI mujer y yo (cómo suena a “la Reina y yo”) nos preguntábamos qué podían llevar en esas neveras y, yendo más allá, ¿se pueden comer todo eso en dos horas? Porque calculando unos 15-20 litros por nevera no me salen las cuentas para una familia: torreznos para el aperitivo, dos kilos de filetes empanaos, una tortilla de papas “king size”,  una sandía, dos litros de cerveza, pan, un kilo de flan con galletas, un termo con café y sacarina caben de sobra pero ¿y en la segunda nevera que meten? ¿el sofá de escái, la tele y la manta para la siesta? Los carros del Mercadona deben andar así así en cuanto a capacidad. Joer, ¿cómo pasan el carro si hay una barrera en la entrada? ¿Cabe todo eso en el maletero con los niños, el perro y la suegra? “¡¡¡¡Borjaaaaaaaaaaaaaa…!!!!!!! ¡¡¡Ven acá p’acá, que te tienes que comer la hamburguesaaaaa!!!” Pues eso, el kétchup era lo que llevaban en la otra nevera; si es que no pienso porque no me pongo.

Domingueros en Valdelatas intentando encargar tres pizzas familiares. No pueden porque no hay cobertura de datos.

Eso sí, al otro lado del puente la nada, ardillas, liebres, vistas a la sierra aún nevada y silencio. 300 hectáreas de monte y el 90% de los humanos allí habidos concentrados en menos de media.

 “A más a más” como dicen en Cataluña, aparece un rebaño de ovejas en lontananza; como si de una metáfora se tratase venían todas juntas, por el camino, debidamente guiadas por perros y pastores. Las ovejas, más listas, iban parando a comer hierba por aquí, bellotas por allá y seguían su camino. ¿Quiénes son los borregos y quiénes los seres racionales? Y no me refiero a los que toman las raciones en los bares.


Y sigo flipando con los enanos y su imaginación: una reguera no es esa zanja porculera en medio del camino que si la pisas te destrozas el tobillo; no, una reguera es una pista de Scalextric.

jueves, 20 de marzo de 2014

Para qué sirve (también) correr


Hay infinidad de razones de salud estéticas por las que es bueno correr. Pérdida de peso, reducción de niveles de colesterol en sangre, incremento de la capacidad respiratoria, tonificación muscular, fortalecimiento del sistema cardiovascular… son unas pocas de las minucias en lo que a las consecuencias sobre la salud.

Otras también claramente visibles son la reducción del nivel de estrés que puede venir motivado por una generosa generación de endorfinas.

Sin embargo, hay otras razones en las que me quiero centrar y son menos evidentes porque son a largo plazo y aplicables en el mundo laboral, y ya se sabe, en nuestra sociedad todo lo que sea mirar más allá de la prima de riesgo de hoy o de las próximas elecciones es un ejercicio quimérico que no queremos realizar.

Para empezar, distingues a los currantes de los encantadores de serpientes, esos que, conforme a sus comentarios, pasarían por ser el hermano pequeño de Gebreselassie salvo por el pequeño matiz del color de la piel. ¿Cuántos runners de estos conocemos? Hagamos memoria y visualicemos al fantasmilla de turno presumiendo de sus logros deportivos, nunca refrendados en competición alguna. O, por otra parte, se autoerigen en la quintaesencia de la mala suerte con sus discretos resultados. “Es que llovía, por eso hice 1h” “pues yo hice 43 minutos con la misma lluvia”. La culpa, como siempre, de los elementos y no del Duque de Alba y su impericia marinera.

Aprendes a separar la paja del trigo, lo anecdótico de lo  categórico. Un “runner” no es “runner” porque vaya vestido como un runner y equipado como si fuese a realizar el Desembarco de Normandía (bayoneta incluida, que uno nunca sabe), con su mp3 con 32 gigas (capacidad para 6.400 canciones, cuando corre media hora), con su GPS, cinturón de hidratación (en el Retiro, por lo visto, no hay fuentes), suplementos energéticos y ropa técnica que sólo llevan Chema Martínez y él. Por supuesto, él no lleva las gafas de Lance Armstrong, sino que es el propio Lance Armstrong el que se compra sus gafas. No; un runner es un tío que corre por el placer de correr. Como dice el publicista Michael Levine “tener hijos no le convierte a uno en padre de la misma forma que tener un piano no le convierte a uno en pianista”.



Pensar en positivo, que no es lo mismo que el pensamiento positivo que nos embarga y que pretende justificar que los que nos mandan lo hacen en virtud de unas capacidades tan escasas que sólo ellos tienen. Nosotros, pobres parias, no las tenemos porque no las deseamos ni ponemos medios para conseguirlas, y si nos va mal es porque queremos. Calvinismo del siglo XXI en estado puro. No, el pensamiento en positivo implica en hacer de la necesidad virtud. ¿Qué hoy no puedes entrenar porque el enano ha pasado una noche toledana con sus 39 de fiebre y el mayor no podía dormir con su dolor de garganta? Pues nada, tómatelo como un descanso. Mañana será otro día, al fin y al cabo lo que estás preparando es un maratón, no un entrenamiento por el parque.

Estrategia a largo plazo, táctica a corto plazo

Unido a lo anterior, cuando nos planificamos una maratón llevamos un bagaje de kilómetros elevado, marcándonos unos hitos a realizar durante cuatro meses. A veces no escuchamos cómo nuestro cuerpo nos avisa de que tenemos el cuádriceps a punto de petar y aún así salimos para no seguir ese programa que nos hemos bajado de Internet. Consecuencia: sobrecarga y una semana en el dique seco por hacer el gilipollas un rato. Cualquiera que haya trabajado por proyectos lo entenderá perfectamente.

Si te haces trampas en el solitario estás engañando a un gilipollas. De nada vale decir que estás preparando un maratón en 3:30 cuando no eres capaz de rodar quince kilómetros seguidos a ese ritmo. Quitar cinco ó diez segundos de boquilla a tus tiempos en los entrenamientos para vacilar a López, el de Presupuestación, sólo te vale para que éste te vacile al adelantarte en la Casa de Campo. Los que trabajan contigo, lo mismo que los que corren contigo, se dan cuenta.

Para conseguir resultados no existen atajos, sólo trabajo bien hecho y constancia. Los suplementos proteínicos esos que te inflan como un globo y que se venden en botes de cinco kilos vienen a ser como el padrino que tira del inepto de turno hasta los altares. Más dura será la caída. ¿Dónde andan ahora la Pajín y la Aído?

Autocontrol y conocimiento de uno mismo. ¿Qué la manada de búfalos tira que se las pela? Tranquilo, hay muchos kilómetros. La carrera pone a cada uno en su sitio, ya los irás pillando. Sólo tú eres consciente de tus posibilidades y limitaciones, no pretendas llegar más lejos de lo que puedes. Si nunca has hecho una serie de un kilómetro por debajo de cuatro minutos ¿para qué coño te pones en el cajón de 40 minutos? Si lo único que has pronunciado en inglés desde el COU ha sido “on”, “off”, “esmarfon”, “interné” o “chámpionlig” ¿por qué coño te empeñas en decir que tienes un nivel “medio” de inglés?. Luego explícale EN INGLÉS a tu nuevo jefe, que es un redneck de Idaho, eso de que tienes un nivel medio de inglés. Medio, sí, medio gilipollas.

Hay que salir llorado de casa. Esta es una de mis frases preferidas. Me tocan los cojones la gente que está todo el puto día llorando por cualquier cosa, como si los demás tuviésemos que entender el genocidio que supone que en su empresa sustituyan el papel higiénico de Scotex por uno de marca blanca. Esto lo escribo para preceder al axioma runner de que llueve, nieva, hace frío o calor cuando uno corre, y no al revés. Cuando nos quejamos de todo es que tenemos un problema con lo que hacemos, y lo peor de todo es que no queremos reconocerlo.

Muchas veces perdemos la perspectiva general cuando los medios se convierten en un fin en si mismos. ¿Cuántos supuestos runners hemos conocido que compiten en entrenamientos y ruedan en las competiciones? Los mismos que en el mundo laboral deben de ser la hostia de acuerdo a lo que cuentan de si mismos. El running, para ellos, es cruel, porque les desnudan cruelmente. No tienen a nadie que tire de ellos, ningún amigo que les cubra sus vergüenzas.


Dicho todo esto, todo el mundo conoce a algún encantador de serpientes que eleva a categoría la anécdota, que su visión no va más allá del próximo cierre mensual, que sigue las tres máximas de Homer Simpson: “No digas que fui yo”, “Cuando llegué ya estaba así” y “¡Bien dicho jefe!”, que andan quejándose de lo que trabajan (y, precisamente, el día que te quedas tarde tiene que irse antes) o de los gastos que tiene. Todo esto justificando su posición en el Pensamiento Positivo, Porque ellos lo valen.

Al final, y nunca mejor dicho, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Y yo soy de los cojos.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Ya es primavera en La Quinta de Los Molinos

Menudo fin de semana de buen tiempo que hemos tenido después de tantos seguidos con ciclogénesis, bajas presiones, fríos polares o, simplemente, mal tiempo, que para algo estamos en invierno.

EL sábado fuimos a Riaza (Segovia); pensábamos que íbamos a tener follón de salida por una supuesta espantada general para disfrutar del pueblo, de la montaña, de la nieve o de todo un poco y así fue. El día en Segovia era espectacular, como os muestro en la fotografía tomada desde la ermita de Hontanares con La Pinilla al fondo. Con lo que no contábamos era con otro follón de entrada, y es que muchos (como nosotros) volvimos al redil al atardecer. Lo que me flipó fue encontrar atasco también en las salidas del IKEA/Plaza Norte y esos centros comerciales de San Sebastián de los Reyes; con el día que hacía y vas y gastas la tarde en una de estas moles. En fin, hay gente p’ató, como diría mi paisano El Guerra.

La Sierra de Ayllón desde Hontanares
A principios de Marzo tengo una cita obligada en la Quinta de Los Molinos, uno de esos parques de Madrid desconocidos para la mayoría de los residentes de la Villa y Corte o que, a la sumo, han recibido noticias. No es la primera vez que escribo de este parque y siempre escribo en las mismas fechas. Lo que le hace especial es la cantidad de almendros que tiene y que florecen todos a la vez súbitamente.

El parque en sí es incómodo para correr porque muchos senderos están adoquinados pero merece la pena porque a las 09:00 no hay casi nadie. Además, teniendo que meter kilómetros es una variante muy buena. Yendo por Villarrosa, Los Llanos, Pinar de Monte Orgaz, Quinta de Los Molinos, El Capricho y el JC1 me salen esos 21-24 kms que quería correr el domingo.

Con un día espectacular (19ºC a mediodía pero frío de cojones a primera hora), el olor a miel era intensísisimo; pocas veces se puede disfrutar de un espectáculo visual y oloroso de estas características en la Villa.
A eso de las doce fuimos ya todos a pasear por el parque y echar unas fotos como las que os adjunto. Eso sí, tuvimos que negociar unas carreritas por las pistas de Suanzes porque se nos revelaba la marinería y no queríamos acabar como los del Bounty.



 Y ésta fue la concesión que tuvimos que hacer para ir a La Quinta.. menudo problema. Qué juego dio el foso de salto de longitud

En cuanto a la salida del domingo marqué el tope de 24 kms. A partir de ahora toca ir echando el freno de mano, que los músculos se van cansando. Y no fue precisamente un rodaje tranquilo, que me lo marqué a 4:57. Sabía perfectamente que tenía que ir más lento pero me permití que el cuerpo se dejase llevar. No hice el circuito habitual sino que esta vez me fui hasta el futuro campo del Atleti, la Quinta y me volví hasta el JC1 para meter kilómetros lo más planos posible.

El resto de la semana… disfrutando y descubriendo Valdelatas; el jueves subí hasta la valla y estuve bordeándola hasta que nos dimos cuenta de que llevábamos seis kilómetros; tocaba volver, qué pena, con el día que estaba haciendo. EL ritmo “lento”, 5:15, pero intenso, que menudas cuestas hay hasta ahí arriba. Una salida más hasta el gym (el viento pudo conmigo el lunes y me subí a la cinta) . Y otra salida más cañera con un compañero a Valdelatas a 4:45.


viernes, 7 de marzo de 2014

¿Tapering a la vista?

A cinco semanas peladas de París 2014 ya se intuye el freno de mano progresivo del tapering. Hablando con un compañero que lleva unas pocas tiradas largas de 28-30 kilómetros de cara a MAPOMA le comento que el domingo hice 24 kms y que muy probablemente mi tirada más larga se quede ahí o como mucho repetirla. EL cuerpo se va cansando con los kilómetros acumulados y la azotea más aún con el tiempo que lleva en modo maratón.

Supongo que esto de las “tiradas largas” en forma de test de cara a un maratón tiene dos bandos, los que opinan que hay que hacer unas pocas de 28-30 kms y los que piensan que no hacen falta tanta.

¿Argumentos a favor del primero? Que el cuerpo se acostumbra a sentir qué hay más allá de los 25-30 kms, al esfuerzo, a estar en el límite, que no hay sorpresas en cuanto a agotamiento, que se pueden medir tanto la hidratación como la alimentación en carrera o que uno se queda más tranquilo llegando al km 30 sin. Por el contrario podemos llegar al sobreentrenamiento tanto físico (lesión) como mental (maratón blues posterior).

¿Qué pasa con el segundo bando? Se pueden entrenar más días (sobre todo después de las tiradas largas), el riesgo de lesión es menor (por exposición), no es tan cansado psicológicamente en la medida que nos retiramos en el momento ¿justo? Sin caer en la trampa de “venga, una más y nos vamos”. ¿En contra? Que efectivamente nuestro cuerpo no tiene un conocimiento reciente de qué son 30 kms corriendo.

Como todo en la vida, cada uno se adscribe a una u otra teoría en función de su experiencia pasada, tendiendo a repetir lo que (pensamos) nos ha ido bien el pasado; todos tenemos un “método infalible” para ligar, todos sabemos si el arroz se echa antes o después que el agua en la paella (perol cordobés), todos sabemos que Del Bosque no tiene ni puta idea por no llevar a Soldado, Llorente o Villa-Pedorrilla.

Yo personalmente me adscribo a la segunda facción. Cuando oigo/leo las kilometradas de algunos alucino; meterse 100-120 kms a las semana implica que te pongan una gatera en casa para que entres y salgas cuando quieras sin necesitar llave. ¿Tiradas semanales de 30 kms? Uf, o se sale muy temprano (ya salgo a las 08:30, como para salir antes en estas fechas tan entrañables) o te cargas el domingo por la mañana.

Tampoco es que sea un ejemplo porque no soy un sub3:00; ni un sub3:15; ni un sub3:30; tampoco un sub3:45 aunque espero serlo pronto. Un sub4:00 y basta.

Evidentemente si quieres se un sub3:00 o sub3:15 tienes que hacer más kilómetros que el Correcaminos y con un trabajo muy específico. Pero para un “manta” como yo no considero necesario pasar esa línea roja.

Cierro, por otra parte, una semana “floja”, dos salidas por Valdelatas de 12 km (a unos increíbles 4:33) y 14 km (a unos más terrestres 4:51) y una tirada larga de 24 km a 5:08 (pienso que fui muy rápido). Con los ritmos pienso que andaré entre 3:40 y 3:45; pienso que puedo ir holgadamente a 5:20 en llano y a nivel del mar, coño, que me ha salido un hematocrito de 47,9 (dos más y sería positivo por EPO), que se note el entrenamiento en altura.


No perdono todavía el Pilates y es que descarga las piernas y la espalda una barbaridad, y es que por mucho que digamos lo contrario estiramos menos de lo que debiéramos.