miércoles, 30 de octubre de 2013

OT: El Samsung Galaxy Y es una castaña (y tiene más humedades que la Cueva de Altamira)



Quien me conoce sabe que no soy precisamente un friqui de los cacharros tecnológicos. Vaya por delante que cada uno puede gastarse su dinero en lo que le dé la gana, que para eso es suyo y se lo ha ganado.

Precisamente por lo que cuesta ganar el dinero veo una salvajada gastarse 700 pavos en un cacharro que, aparte de para hablar por teléfono y mandar gilipolleces por el guasá tiene poca utilidad marginal adicional (al menos para mi particular curva de la demanda), más que nada porque hay que cambiarlo cada dos años porque ha salido el modelo 5c de (c de chupiguay) o no se puede actualizar el nuevo sistema operativo( qué cosas pasan cuando muerdes la manzana).
Joder, que con 600 pavos te compras una bici cojonuda que te dura toda la vida y que te garantizan el cuadro de por vida. Si, además, eres un temerario o un perroflauta te puedes ahorrar el abono transporte (como yo).

EL caso es que a mediados de año, y como consecuencia de que mi Nokia antiguo petó, me compré un teléfono “inteligente” (es curioso, por lo visto los aparatos han adquirido un atributo tan humano como la inteligencia a la par que los humanos lo estamos perdiendo). No era el más fardón del mercado pero es que me negaba a gastarme un pastón en un cacharro que cabe en un bote de colacao pequeño (hay que llenar muchos carros en el Mercadona para llegar a los 600 pavos).

Después de navegar un poco encontré lo que en ese momento y, por comparables, consideré una “ganga”. Por 89 pavos me compré un Samsung Galaxy y-S5360. Más feliz que una perdiz (sarcasmo) me di de alta por primera vez en mi vida como cliente de contrato y tarifa de datos, con dos cojones, por nueve pavos al mes más IVA (lo que se dice tirar la casa por la ventana).
Cargué de música el teléfono, le compré una funda y empecé a salir a correr con él resguardado (infeliz de mí) en una funda de neopreno. Con eso y con el guasá me sentía estar construyendo el siglo XXI… hasta que a los cinco meses el teléfono empezó a dejar de oírse salvo con los auriculares. A veces se oía y a veces no, cuando a él le salía de los cojones porque para eso los tenía y era inteligente.

Afortunadamente el teléfono estaba en garantía y lo llevé al servicio técnico. El chaval, al abrirlo, vio una gota “ a este teléfono le ha entrado humedad”. Menudo lince.
-          “Sí, hoy he estado corriendo”.
-          “Será eso, hay que protegerlo”
-          “Llevaba una funda de neopreno”
-          “Qué raro, yo también corro con el teléfono y no le ha entrado humedad”
-          “¿Cuánto corres tú?”
-          “20-25 minutos” todo orgulloso, empleando la unidad absoluta del tiempo en lugar de la relativa de minutos por kilómetro.
-          “Eso lo hago yo para calentar antes de empezar a correr”.


Al abrir el teléfono vio una pegatina que estaba teñida de lila (otra metáfora). “¿Lo ves? Éste es un chivato de que le ha entrado humedad”. “¿Por correr? No me jodas, ¿es que Samsung no diseña sus productos para que no le entre el sudor?” Por lo visto no. Abrió el teléfono y me enseñó dónde había tenido un cortocircuito, señales de óxido…. A ver, que no estaba siendo pesca submarina ni hice un descenso por aguas bravas. Sólo he corrido, y me dicen que no me lo cubre la garantía.

Casi todas estar marcas emprenden campañas con fotos de pivones corriendo y eslóganes tan sugerentes como “siéntete libre”, “a tu aire” y polladas varias.

Supongo que el resto de fabricantes serán igual de hijos de puta. Yo, por si acaso, he vuelto a Nokia. En los tres años que llevo corriendo con música no ha fallado por humedades. Se me ha caído al váter, lo he sacado y al par de horas estaba funcionando. Más de uno se haría el harakiri con el cuchillo jamonero si el Aifon 5 megachupi se le cae a un charco.


Usuario de IPhone5 cuando le cae una gotita de lluvia a su tesoro

De todo esto saco unas conclusiones y una reafirmación:

-          El Samsung Galaxy es una puta mierda.
-          El Samsung Galaxy es más delicado que Gareth Bale, que se jode con un par de carreras.
-          No merece la pena gastarse el dinero más de lo necesario en unos cacharros que cuando se joden la carga de la prueba se invierte: eres tú quien tiene que demostrar tu inocencia y no al revés.
-          Si quieres fiabilidad y durabilidad cómprate un Nokia; son menos fardones pero no te sientes sodomizado; pagas por lo que recibes.


jueves, 24 de octubre de 2013

Descubriendo el Parque Forestal de Valdebebas

Continúo con mi proceso de adaptación al nuevo entorno para correr. Gracias a uno de los comentarios en el bolg (gracias, “Anónimo”), el viernes me dirigí hasta Sanchinarro y, desde allí, crucé el puente con Valdebebas.

Conocía la zona de ir con la bici, si bien desde hace un año que no pasaba por allí. Entonces la calle se cortaba en una rotonda justo en ese puente por arriba y por abajo en otra rotonda que enlazaba Las Cárcavas con la Ciudad Deportiva.

Bordeando el futuro Parque Forestal de Valdebebas, con los dientes largos de “corriendo espero al parque más quiero” pasé como dije por el borde Norte de Las Cárcavas, barrio rebautizado como Valdebebas Oeste por motivos de mercadotecnia. Al llegar a la rotonda de abajo, sorpresa, vi que estaba abierto el paso y continué. Con casi cinco kilómetros recorridos debería haber dado media vuelta pero… era viernes, hacía un tiempo cojonudo (ligera brisa del sur), un camino terroso pero duro, casi plano, nuevo, qué coño con una ligera bajada me fui animando y tiré para delante. ¡¡Oh, sorpresa!! ¡¡Es la Ciudad Deportiva!! En medio de una planicie aún por urbanizar di una vuelta hasta que me di cuenta de que ya eran 6,5 kms los que llevaba corriendo. Había que pensar en dar la vuelta. ¿Por dónde? Si le doy la vuelta bordeando el parque no tengo ni idea de dónde voy a salir ni cuántos kilómetros van a salir (dicen que va a ser tan grande como la Casa de Campo). Una cosa es tomarse un ratito más y otra es meterse 15-17 kms a mediodía. Además, qué coño, no llevaba ni agua ni geles de ningún tipo, por lo que la cordura hizo acto de presencia y di media vuelta retrocediendo sobre mis pasos.

Buscando los senderos paralelos a las aceras iba disfrutando del camino. Veía el parque cerrado con ganas de meterme; alguna puerta abierta para entrada y salida de los vehículos… uyuyuy…. Pero, por lo visto, hasta Abril de 2015, unas semanas antes de las elecciones municipales (qué casualidad) no se abrirá. Eso sí, sólo una parte, que hay que esperar a inaugurarlo dos veces.
Corriendo como en “El Señor de los Anillos” por los senderos de la línea de aguas de los montes de Sanchinarro (¿se nota mi origen cordobés?) me iba acercando a mi punto de partida. Lo que había previsto que fuese una relajada carrera finisemanal se convertió en un semirrodaje de 12 kms a 4:40 min/km de ritmo.

Runner en Las Tablas gritando "Eureka" al encontrar ese camino deseado

Más feliz que una perdiz por el redescubrimiento de un nuevo sendero/alternativa me volví al curro.

Y es que el espíritu aventuro sigue en pleno desarrollo. Más por necesidad que por vocación (como la mayoría de los aventureros), ando metiéndome por caminos a la búsqueda de ese vergel desconocido. Valdelatas me pilla un poco lejos para una salida estándar de 10-12 kms pero no cejo en el empeño.

Las Tablas tendrá mucha urbanización mona de cinco alturas con “pistadepádelypiscinaosea”, mucha avenida ancha y muchos parques infantiles prefabricados pero sitios chulos donde correr tiene más bien pocos: o están muy bien escondidos o yo no los encuentro (por si acaso "sigo buscando" como en las tapas del danone de los '80). Entre semana se ven pocos runners y poco acostumbrados a devolver el saludo ¿qué coño os cuesta ser educados?  que es gratis saludar y genera una complicidad implícita. En el JC1, a mediodía, aunque sea se devuelve un saludo tipo señal de mus.

martes, 15 de octubre de 2013

Hayedo de la Pedrosa

El domingo fuimos al Hayedo de La Pedrosa después de que volviese de rodar por Riaza. El cambio de temperatura me pilló con unas mallas piratas (sigo intentando verle la utilidad a algo que se queda a medio camino entre las mallas largas y las cortas), una camiseta de manga larga y otra corta. A 1.100-1.200 metros de altura, con aire del noreste, el cielo encapotado y cuatro grados de temperatura el choque térmico fue cuanto menos llamativo (el jueves corrí con 25ºC).

Fue uno de esos rodajes en los que uno no para de encontrar razones por qué correr: quince kilómetros a un ritmo más que decente (4:55 min/km) entre robledales que empiezan a amarillear,  cruzándome con más vacas que personas (hasta el detritus en forma de mina antipersona tenía su encanto)… alguna liebre suelta y ¡¡un zorro cazando a un pájaro cuando iba a beber en plan “El hombre y la tierra”!!.

Después de apretarme un café (qué bien sienta después de correr) con un buen pan de pueblo mojado en aceite virgen extra sin filtrar de Montemayor (Córdoba) nos fuimos a La Pedrosa, a diez kilómetros de Riaza y bajo la protección del Pico del Lobo, justo en la triple frontera de Segovia, Guadalajara y Madrid.

La Pedrosa forma junto con el Hayedo de Montejo (Madrid), el de La Tejera Negra (Guadalajara) y alguno más entre Castellón y Tarragona, los bosques de hayas más meridionales de la Península, vestigio de las últimas glaciaciones. Han pervivido gracias a su aislamiento y a su localización umbría en zonas montañosas que han podido tener un microclima.

Probablemente el de La Pedrosa sea el menos conocido de los tres. El de la Tejera Negra es el más grande, sí, pero… fue talado a matarrasa en los años sesenta, brotando con posterioridad nuevas hayas qye son las que pueden verse hoy día. En Madrid todo se magnifica y eso hace que el de Montejo sea “lo más de lo más”. Los dos comparten la obligatoriedad de adquirir un pase (gratuito, eso sí) para visitarlos, lo que los convierte en piezas codiciadas de los “yo-estuve-ahí”.

Es muy pequeñito y escarpado, pero se pueden ver ejemplares de cientos de años. Retorcidos, recubiertos de musgo, con un dedo de hojas en el suelo que hacen que se hundan los pies el entorno es precioso. Un sitio idílico por donde pasear (hay que tener buenas piernas, que es muy escarpado), echar fotos, vigilar que los niños no de despeñen muchas veces o las tres cosas a la vez mientras uno está convencido de ver a Sam Sagaz yendo a lomos de Bárbol.








Al poco de llegar me encontré en una situación surrealista, propia de estos tiempos.

Una pareja con un niño, “yo-estuve-allí-y-lo-cuelgo-en-mi-facebook-para-que-os-muráis-de-envidia” muy educadamente, me preguntó que dónde estaba el aparcamiento del hayedo.

-          “No hay”.
-          “Pero si ponía que había aparcamiento en la Tejera Negra”.
-          “Uy… esto es el hayedo de La Pedrosa; la Tejera Negra está en Guadalajara y hay que reservar ¿no te habrás equivocado de nombre?”
-          “No, si he reservado”
-          “Pues estás un poco lejos; tengo un mapa en el coche, si quieres lo miramos”.

Efectivamente estaba un poco lejos. Tenía que terminar de subir el puerto, bajar y luego bordear toda la sierra hasta la Tejera Negra. Eran las 12:00 y tenía por lo menos una hora de viaje o más. Y desde el aparcamiento hasta el hayedo había un par de kilómetros o así andando… vamos, que iba a verlas de lejos y poco más. Joer, yo cuando quiero ir a un sitio de estos madrugo, para poder estar pronto, verlo y, si no me gusta, volverme pronto.

Cuando estaba dándole las indicaciones otra pareja “no-sin-mi-GPS” nos preguntó si iban bien para el hayedo…

-          “Ya estás en el hayedo”
-          “¿El de la Tejera Negra? El GPS me dice que dé la vuelta, que Cantalejo está a 100 kms”
-          (Entro en bucle) “Estás en el Hayedo de La Pedrosa, el de la Tejera Negra está en Cantalojas, Guadalajara, no Cantalejo, Segovia”.


Tienes dos por el precio de uno ¿qué más quieres? bájate, míralo y sigue tu camino. Es como si yendo a Granada para ver la Alhambra te equivocas, te metes en Córdoba y, en el Patio de los Naranjos le preguntas a alguien que dónde está el Sacromonte; ya que la has cagado aprovecha tu error, disfruta lo que ves y sigue luego, que probablemente no vuelvas a pasar por ahí ¿no?

Supongo que al final se fueron juntos ¿llegarían antes de la hora de comer? andaría la cosa así, así… mientras tanto nosotros nos quedamos tranquilamente en La Pedrosa. Muy poca gente y un lugar totalmente recomendable. Además, a diez kilómetros, uno puede apretarse un buen lechazo, un buen cochinillo o un buen solomillo de ternera segoviana regado con un buen ribera ¿quién puede resistirse?. Yo no.

martes, 8 de octubre de 2013

Cambios

Semana de cambios la que estoy viviendo. Más que “semana” es un punto y aparte.

Tal y como comenté el mes pasado, desde principios de mes he tenido que cambiar mi rutina de entrenamiento como consecuencia de una mudanza laboral.

Como muchos de vosotros que corréis a mediodía, he tenido que empezar a pagar un gimnasio para usarlo como vestuario; afortunadamente el precio es de “amigo”.

Al ir a casa hasta ahora no pagaba a mediodía (bueno, sí, que Gas Natural se alegraba cada vez que me veía volver y no precisamente porque despertase sus instintos más básicos).

De momento estoy ensayando caminos alternativos que merezcan la pena. Acostumbrado como estaba (y estoy) a los parques de Hortaleza en los que una ardilla puede correr medio maratón sin salirse del parque, correr por las anchas y desangeladas avenidas alrededor del Distrito C me parece horrible.

Ayer la carrera me llevó a La Moraleja Green Osea por la avenida de Europa, horrible camino donde los haya. Hoy he ido por el carril-bici, le he dado la vuelta al Distro C por el costado de un campo de golf(os), he seguido por el carril-bici hasta el túnel de Fuencarral y he bajado pegadito la valla por un camino de lo más parecido a un parque, sin pasos de cebra ni hostias.

Para la próxima tengo en mente rememorar mi primera gran salida pre-maratón yendo hasta el Shangai (un vivero, mal pensados, manda huevos con el nombre por otra parte) y de ahí por un sendero en medio de sembrados, chabolas y otro campo de golf.

¿Comer? De la tartera y como un perdigón, engulle que luego las piedras del buche molerán la comida tragada casi sin masticar. El menú, afortunadamente, es de casa.

¿Lo peor que voy a llevar? A corto plazo ese ratito que pasaba a mediodía en casa con los enanos. A medio plazo la rutina de hacer pequeños recados a mediodía que facilitaban mucho la logística familiar. Y a largo plazo los entrenos en época de calor (mayo-septiembre). El vestuario lo abren a las 10:00, por lo que sólo me queda el mediodía. Soy incapaz de correr con más de 25-27ºC.

Muchos de vosotros pensaréis que siendo más cordobés que un flamenquín con salmorejo tendría que estar acostumbrado al calor pero no lo estoy. Una cosa es vivir con calor (haces tus recados temprano, vas por la sombra como los bombones, bajas las persianas a mediodía –que para eso se inventaron y no para dormir-, te hidratas… pero no haces el gilipollas a mediodía, que los golpes de calor son muy jodidos) y otra muy distinta es desarrollar una ventaja adaptativa al medio como los quechuas del altiplano. Para eso hacen falta muchas generaciones expuestas a las mismas condiciones.

Por lo demás… Septiembre lo cerré con récord mensual de septiembre de kilómetros (174) y Octubre lo he empezado algo flojo. Llevo dos fines de semana sin rodar. Y éste fue por un problema en el abductor. Me gustaría decir que fue la consecuencia de uno de los múltiples ultras que hay ahora. Pero no, fue ¡¡¡durmiendo!!! ¿o es dormido? Ya sabéis que no es lo mismo estar jodido que jodiendo. Sí, mientras dormía noté como el abductor se me tensaba.

Estaba profundamente dormido (es decir, durmiendo) cuando noté ese "clack" que hace que se te suba el abductor a la altura de la cintura. Coño, que me tuve que poner de lado para levantarme ir como Chiquito para buscar un ibuprofeno ora andando ora reptando. Afortunadamente al par de horas sólo me molestaba al hacer alguna torsión forzada y a mediodía nada de nada.

¿Conocéis algún itinerario chulo por la zona?