martes, 24 de diciembre de 2013

Carrera de la Solidaridad 2013 (Infantil)

Si hay una excusa que nos impulsa a apuntarnos a una carrera es que ésta sea solidaria. Nos gusta correr, somos animales gregarios y, como tales, nos gusta reunirnos con otros congéneres con las mismas inquietudes. Y si, además, la inscripción se destina a algún fin solidario mejor mejor que mejor.

Hacía tiempo que los enanos nos andaban pidiendo que les apuntásemos a una carrera. Eso de correr un rato, pasar por la “salida”, por la “meta”, el recuerdo de la carrera y su lata de bebida isotónica  tiene su aquel. Calentar antes (aunque vayan a correrse 500 metros) ponerse el dorsal, colocarse en la salida.. son actos que se incluyen en un incipiente ritual que con el tiempo es como el Rexona.

Los apuntamos un par de semanas antes a esta carrera que se celebra en la Casa de Campo. Al ser a las 11:30 no había que madrugar mucho, por lo que la logística podía ponerse en marcha sin problemas.

Pensando en que la Casa de Campo podía estar petada (hacía buen tiempo, era la hora del paseo, había carrera…) intentamos salir con tiempo. Llegamos sobre las 11:00, justo cuando la carrera de 10km estaba terminando.

¿Petada? Al contrario; de hecho creo que fue una de las veces que menos problemas hemos tenido. Sea por las compras navideñas, por el frío que hizo los días de atrás o porque las 11:00 de la mañana es “temprano” para según qué gente (a las 11:00 yo me he tomado el segundo desayuno de los hobbits), el caso es que no había casi nadie.

Las carreras infantiles empezaron a su hora. No había muchos niños y las distancias eran muy asequibles (1.500 metros para cadetes, 1.200 para infantiles, 500 para benjamines y 200 para prebenjamines). Sin aglomeraciones las salidas y las llegadas fueron muy rápidas.

En definitiva una carrera muy recomendable. Perfectamente organizada, sin aglomeraciones, un marco incomparable… vamos que si la organizan el año que viene repetiremos si los virus y los elementos no lo impiden.

A las 12:00 habíamos terminado ¿y qué mejor que hacer sino darse una vuelta por el lago y tomarse un aperitivo en “El Urogallo”? Pues eso, añadiendo momentos al ritual. QUe no todo va a ser correr, y la paella o el pollo frito que te ponen con la cerveza de este sitio son incomporables. Unas Mahous generosas, tres refrescos y una ración por 10 pavos; vamos que si pedimos un par de rondas más casi que comemos.

En cuanto al aspecto deportivo anda algo parado y no precisamente por estas fechas tan entrañables. Un dolor que no se va en el tensor fascia lata me está haciendo ir más despacio y corriendo menos. Me hace andar como Chiquito en ocasiones y he tenido que aparcar la bici para ir a trabajar. Lo que no consiguieron los elementos lo ha logrado un músculo tan pequeño y aparentemente inútil como éste. Y el fisio, que me ha dicho que repose. Vi las estrella con ese dedo que pasaba por todo el contorno del músculo, menudo cabrón. En fin, que a veces hay que parar para llegar más lejos.

Felices fiestas a todos


jueves, 5 de diciembre de 2013

El comienzo del comienzo

Comienzo a preparar el maratón de primavera. ¿Pronto? Es posible, depende también cuál sea serán 16 ó 18 semanas. Por lo pronto el de Sevilla no es porque ni es en primavera ni hay dorsales. El punto de partida lo he puesto en la Media de Córdoba de la semana pasada; ahora toca subir progresivamente el kilometraje, la carga, las tiradas largas…

Por primera vez me he prometido a mí mismo que no me voy a engañar. No voy a meter series en mis entrenos. No voy a ganar, no disfruto con las series. Si voy con alguien y nos picamos sí que puedo ponerme a 3:45 min/km en tramos de mil metros varias veces. Pero en solitario no hago esas cosas. Y es que pienso que es más divertido disfrutar de esos momentos tan intensos en compañía que en solitario. No está mal, un propósito de año nuevo cuando se está terminando éste.

Para empezar la semana pasada fue muy suave; sólo salí tres días y uno de ellos porque en el gimnasio no había nada programado a las horas a las que fui. Y, como un autómata, salí a correr disfrutando de uno de esos días de invierno mesetario en los que no corre nada de aire pero que brillan sin una nube.

Los tiempos, discretos, a 4:45. Tres entrenos prácticamente calcados no así la progresión (en el último tenía prisas por llegar y bajé de 4:15 los últimos tres kilómetros).

El rodaje del domingo, bien abrigado, fue algo lento. Y es que los que habían triunfado en el maratón de Donosti no tenían cuerpo para rodar muy rápido. No digo mucho a conciencia porque al final se apretaron quince kilómetros como unos campeones, pero rápido rápido no fue precisamente.

Después hice lo que llevaba muchos años sin hacer: jugar tranquilo al BA LON CES TO. Un uno contra uno, sin prisas, sin más interés que hacer una filigrana, meter una canasta imposible o rememorar el “sky-hook” que si salió alguna vez fue más fruto de la casualidad que de la técnica. Una serie de tapones seguidos hizo que me acordara de que no estaba en una cancha de Harlem ni jugaba contra Barkley sino con mi hijo mayor. Algún 21, entradas a canasta... Primera lección: no se tira a cuchara (es de los tiempos de Buscató), que te clavarán a tapones. Lo mejor de todo es que la epicondilitis no dio señales de vida ni entonces ni después; parece que el colágeno ése funciona.

Fruto del rodaje, de la pachanga o de todo, el domingo por la tarde tenía una ligera molestia en el abductor. Manda huevos, 21 km a 4:24, dos platos de albóndigas con caldo y 400 kms de vuelta y como una rosa el domingo anterior. Rodaje pisando huevos a 5:18 y molestias. “Eso es asín” como dirían los sevillanos esos.



En cuanto a esta semana aún va floja en kilómetros, pero no en intensidad.  El lunes spinning paea que descansara la pierna. El martes quería ir tranquilo pero esto de tener los dos primeros kilómetros de tu recorrido habitual con un perfil descendente es muy peligroso porque a nada que se te den un poco bien te puedes flipar y mandar a la mierda todos tus planteamientos previos.