El domingo pasado hice mi primera
incursión en lo que pienso que es un trail de cara a mi bautismo de fuego del
día 14.
Intenté salir “pronto”, pero no
fue hasta las 08:30. Craso error. Porque en la montaña hay que estar cuando la
abren Un error menor fue que hasta donde empezaba de verdad el sendero había
dos kilómetros: antes, terreno urbano y asfalto. Más errores… el calzado:
pensaba que las botas de trekking era suficiente pero no contaba con que son
pesadas para correr, son demasiado impermeables y la suela se gasta más que los
neumáticos de agua de un F1. Ah, se me olvidaron los bastones que me había
dejado Óscar.
Obviando todas estas cantadas
(preludio de la de Iker), el resto creo que me salió bien. Mochila con el peso
estimado de lo que llevaré. Hidratado. Con alimentos. Corriendo cuando se podía
y caminando cuando picaba par arriba. Y el pulsómetro configurado con
frivolidades como la altura o la inclinación.
La previsión era de sol, nueves,
lluvia, viento y meteoritos (por
predecir que no quede), por lo que llevaba de todo.
Me metí por un sendero que
descubrimos hace un par de semanas y que se mete por un robledal que está ahora
frondosísimo; tanto que hacía hasta frío. Partiendo de 1.200 metros enseguida
me planté en los 1.400 con la flora cambiando casi por completo. Cuando más
picaba el terreno salí a una pista que va desde Hontanares hasta Riofrío y
Riaza y decido seguirla. Camino rápido, 6-7 kmh, con un perfil del 6-7% y corro
en los falsos llanos. De vez en cuando hay que vadear algún arroyo que con mis botas parezco un
basilisco.
Prosélito de los trails con sus botas goretex pasando por un arroyo
Llego a Hontanares en medio de
olores intensísimos a primavera acentuados porque estaban talando unos pinos;
es lo que tiene madrugar. Aún no son las 09:15 y casi he llegado a mi objetivo,
el mirador de Piedras Llanas a un kilómetro escaso y cien metros más de
desnivel que los cubro dignamente.
Voy a un ritmo bastante más
alegre del que me esperaba. Disfrutando del paisaje, de los olores y sobre todo
del silencio. Y es que siempre hay un hortera con el Máxima FM en cualquier
sitio a partir de las 11:00. O un “me aburro” o un “el tata me ha pegado” o
“hay una mogggca” (así en madrileño).
Voy tan bien que incluso puedo
hablar por teléfono sin parecer Golum. Y ”corono” después de ocho kilómetros en un mirador desde el que se entiende la expresión de "Ancha es Castilla".
Toca volver, que son las 09:30. Llego nuevamente a Hontanares y busco el
sendero que baja a Riaza… pero un río baja por él: no way, mate. Como seguro
que me pierdo por el camino de ida tengo que bajar por la carretera, una de las
más bonitas que he visto porque se va literalmente por un túnel de robles.
Sin caer en la “trampa” de correr
en las subidas pronunciadas llegué a casa después de 15 kms y casi 500 metros
de desnivel. Sé que es muy poco y que me queda poco margen de maniobra. Para el
domingo que viene le tengo echado el ojo a un cortafuegos con ojos golosones
que hará que haga unos mil metros de desnivel con dos ó tres subidas.
Y por la noche prolongamos nuestra semana deportiva
con la final de la Champions. Siendo más merengue que Bernabéu un pelín de
amargura me quedó. Y es que mi hijo mediano es colchonero. Sí, como el del
anuncio. Y, claro, en una final como ésta la euforia tras el gol de Ramos no
puede ser completa si ves que tu hijo no lo pasa digamos bien (vamos, que las
pasó putas). Menos mal que podía decir eso de “no pasa nada, la liga está
ganada”. Mucha psicología, mucho el año que viene, que si la Liga son 38
partidos y la Champions 13…
Desde entonces me he comprado
unas zapas de trail de verdad, unas Salomon XT-WING3 que por lo visto son un
pepino y suben solas. Las he probado en Valdelatas y he comprobado que se
agarran más que un chotis. Llegué muy cansado para un triste ritmo de 5:19 pero
es que me metí por todas las cuestas y cortafuegos de Valdelatas.
El domingo pienso madrugar (a ver
si un día puedo ganarle a mi hijo mayor, que madruga más que el hambre).
También me llevaré los bastones y hasta que no llegue a los 1.000 metros no lo
dejo.
El Pilates al que no pude ir lo
he sustituido por GAP. No, aún no voy con las medias de rejilla, pero todo se
andará :D!! en serio, es un ejercicio súper-cañero. Se hacen las abdominales
que normalmente no se hacen por falta de ganas, para qué decir que no tengo
tiempo cuando siempre se puede correr un kilómetro menos. Se trabaja el glúteo
que de otra forma me da pereza al igual que las sentadillas. A ver si así supero las agujetas que tenía el domingo pasado en el culo.