miércoles, 24 de marzo de 2010

Corriendo en la playa

Una de las ventajas/consecuencias de correr en la Gran Ciudad, con su contaminación, estrés, altura y cuestas, es que cuando sales de ella y tienes tiempo para correr tranquilamente tus marcas normalmente son mejores, bien porque hay menos altura, menos cuestas, menos contaminación o, simplemente, menos estrés, con lo que tu rendimiento es notoriamente mejor. El pasado fin de semana, aprovechando el puente de San José, nos fuimos de visita familiar a Asturias (Gijón), con el consabido atasco tanto a la salida como a la vuelta (menor de lo esperado).

El sábado, a mediodía, tuve tiempo de hacer la tirada larga (15 kilómetros), para lo cual me fui al Muro (Paseo Marítimo), un paseo pavimentado de algo más de tres kilómetros sin apenas desniveles, a pesar de que la acera sea el archienemigo de las rodillas, pero bueno, una vez de vez en cuando no pasa nada, y el poder correr en un sitio plano con tres kilómetros de recorrido y la brisa marina compensan con creces las posibles molestias puntuales. Además, es mucho más entretenido que darle vueltas a un parque con la posibilidad de rallarse dando vueltas.

Como inconvenientes, los normales: con tanta gente paseando hay que prever los movimientos de la masa y, últimamente, de las bicicletas. Por cierto, y hablando de bicis, cualquier día alguno que vaya despistado va a provocar un accidente con tanto niño que hay correteando; está bien que queramos ir en bici a pasear, pero hay que tener cuenta que una bici es un vehículo, y que como tal debe ir por las zonas habilitadas (es decir, la calzada o el carril bici, a pesar de que lo invadan continuamente los peatones…no seamos igual de inconscientes); todo lo más pienso que podrían circular excepcionalmente por las aceras si no hay mucha gente y si se trata de un tramo no muy largo. Además de correr, cuando puedo, salgo en bici, y trato de limitar al máximo el paso por jardines y zonas peatonales; aparte de la hostia que te puedes meter, tienes una responsabilidad civil idéntica a la de circular en coche.

Otras zonas en las que he corrido son el “kilometrín” (bueno para las series hasta 400 metros, por tener dos rectas de casi 500 metros, y dos giros de 180 muy pronunciadas, además de ser totalmente plano y tener el firme de tierra; desaconsejable para tiradas y series largas), el Parque de Isabel la Católica (totalmente desaconsejable: pequeño, mucha curva y algunos caminos adoquinados), el Parque Fluvial (firme de tierra, bueno para series largas y no tanto para tiradas de más de 10-12 kms) y el Parque Inglés, del que no tengo una opinión definitiva por ser una asignatura pendiente.

En cuanto a las marcas, ligeramente por debajo de 4:40; a este paso el objetivo personal de 1h 40’ en alguna de las medias de Abril se antoja como asequible, echándole huevos, que no hay marca sin dolor ni hortera sin transistor.

martes, 16 de marzo de 2010

¿La primavera ha venido?

Hoy, 15 de Marzo, he salido a correr a mediodía, mi hora habitual y la de muchos runners de oficina, que han encontrado en esta franja horaria tan “inútil” el momento de evasión y entrenamiento habitual.

Después de un duro invierno (la semana pasada nevó en Madrid, aunque fue tan temprano que pocos se dieron cuenta), parece que la primavera empieza a hacer acto de presencia, a ver si nos dura lo suficiente como para disfrutarla.

Si ya de por sí es agradable salir a correr, con buen tiempo aún lo es más (bueno, eso y tomarse unas cañitas bien tiradas con una de bravas en cualquier terracita), por lo que hoy he disfrutado como un enano. Además, en los parques en los que corro hay muchos pinos, cerezos, romero que llenan con un olor muy agradable el ambiente, si no eres alérgico, porque si lo eres te espera una buena primavera.

Vamos, que por un momento te olvidas por completo que a apenas 50 metros tienes una de las carreteras con más tráfico de España (la M40). Aunque, todo hay que decirlo, tampoco se nota apenas normalmente. Digo yo que la gran cantidad de parques (Juan Carlos I, el proyectado Parque Forestal de Valdebebas, la franja que acompaña al carril bici, y otros parques “menores” como Silvano/Los Llanos, Villarrosa, etc). No es que uno emule a Heidi y Pedro corriendo por los Alpes (se admiten todo tipo de chistes soeces), pero que duda cabe que te ayuda a evadirte de la rutina y te evoca muchos recuerdos de la infancia.

Volviendo a lo estrictamente deportivo, mi próximo objetivo son dos medias maratones, en Madrid (la MMM y el MAPOMA). La experiencia del año pasado fue muy buena, y este año espero bajar de 1h 40’. La preparación no está siendo muy intensiva, pero viendo que estoy entrenando a 4’30 (media de 10kms) sin forzar mucho, una mejor colocación en la salida y que el efecto dorsal sí que es importante, espero cumplir sin problemas. A buscar al tío del globo y marcarle como a Messi, y tratar de desmarcarse en torno al kilómetro 10/11, cuando empiece el tramo rápido (con excepción de los 2 últimos).

sábado, 6 de marzo de 2010

¿Por qué correr? ¿Por qué no?

El mundo friki es ancho y ajeno. Es ancho porque ahí fuera hay un montón de gente cuyas costumbres y gustos nos parecen cuanto menos excéntricos. Y es ajeno porque no alcanzamos a entender la fascinación que pueda sentir un coleccionista de Playmobil con el Barco Pirata, otro de coches de Scalextrix con el Porsche Carrera Original o cómo un frikitecnológico puede llegar a hacer una espera de un día ó dos para hacerse con el último prototipo del iphone.

Aunque nos cueste reconocerlo, todos tenemos un lado friki, que denominamos “afición”, o, con un aire de pedantería “hobby”, si lo que pretendemos es destacarlo sobre las aficiones de los demás que no dejan de ser “frikadas”.

En mi caso es correr, últimamente conocido como “running”, en la variante de atletismo popular de fondo (concretamente en las distancias de 10.000 metros a media maratón, de momento).

Como en toda afición se sabe cómo empieza (hacer algo de deporte, liberar estrés, bajar de peso…) pero el límite no está muy claro, y lo ha de poner cada uno.

Para empezar están los límites técnicos (o equipamiento). Si al principio basta con unas zapatillas cualquiera (Yumas, J’hayber Pista…), poco a poco vas descubriendo que existen diversos tipos de pisada, para lo cual existe un tipo de zapatilla; dependiendo del tipo de pisada, tu zapatilla de referencia será cara o muy cara. ¿los calcetines? También al principio te valen esos viejos que tienes en el cajón con dos raquetas cruzadas, pero poco a poco ves que existen otros “de competición” o “transpirables” a diez euros el par que te prometen que te olvidarás de las rozaduras. ¿Camisetas técnicas? Al principio ni de coña, porque son ajustadas y, aparte de quedarte como una morcilla, son de maricones. ¿Mallas? Ja, ja, menuda panda de delicados hay por el parque; teniendo un chándal que vale para todo… hasta que te das cuenta que te quitan todo el frío y son muy cómodas.

Los límites tecnológicos. Empiezas corriendo con un Casio (total vas a aguantar veinte minutos, y no vas a tener fuerzas ni para el ver el reloj, sólo la vuelta) y terminas con un Pulsómetro GPS edición limitada Paris-Dakar réplica del que utilizó Carlos Sainz en el desierto de Atacama para encontrar el camino correcto hasta Buenos Aires. Poco a poco programarás diversos programas para hacer series (cortas y largas), tiradas largas (con prioridad a la zona aeróbica o rangos de velocidades), etc. Vamos, que como se descuide Gebreselassie en Londres 2012 le quito el oro.

Los límites atmosféricos. Al principio tienes cualquier argumento para no ir un día a correr (hace frío, hace calor, llueve, nieva, juega el Madrid…), pero haciendo uso de toda la ropa deportiva que te has ido comprando en el Decartón sales con cero grados (no hace ni frío ni calor), en Agosto (tempranito o al final de la tarde, a un ritmo más bajo) o con lluvia (con un cortavientos e, incluso, una gorra de goretex ¿a que no sabías que existían?).

Los límites temporales, prácticamente inamovibles. Teniendo en cuenta que tienes que trabajar (con suerte) de 8 a 10 horas diarias, más dormir otro tanto, y ciertas funciones logísticas y de intendencia, poco tienes donde rascar, con lo que tienes que organizar: te olvidas de comidas entre semana de hora y media (comiendo como un pavo en diez minutos es suficiente), levantas el culo del sofá un poco antes… ¿no vas a sacar 2-3 horas a la semana? ¿cuánto dedicas a hacer el gilipollas en Internet sin nada útil que buscar?.

Y ya está hecho. Ya eres un friki a los ojos del mundo. “¡Hay que ser gilipollas para irse a correr con lo bien que se está en primavera en esta terracita!”; “¿Te vas a correr, con el frío que hace?”. Te han catalogado, seguramente alguien que se empalma con la última película del director iraní de turno o con la última colección de camisas a 180 lerenles de Tommy Hilpopjazz.

Y por supuesto está el día de la carrera, que para explicarlo hay que hacer con sumo cuidado. Para empezar, el día de antes, normalmente sábado, te vas prontito a la cama habiendo cenado ligero y bebido dos cervezas como máximo, por eso de que los hidratos de carbono son buenos. Madruga, ponte vaselina en los sobacos, en las ingles y en el culito; ponte las mallas…. Vamos, que si dices que la carrera es en la Casa de Campo, nadie te va a creer que vas a correr de verdad. Por supuesto has pagado como un gilipollas 10-20 leuros por una camiseta, y estás recogiendo el chip una hora antes de la carrera, donde te encuentras a un montón de chiflaos, tanto o más que tú. Meada de última hora (previa cola en los siempre insuficientes baños portátiles) y a correr. Terminas y te dan una lata de Gatorade o similar y una medallita de recuerdo. Ala, campeón, a casa, a ver si puedes aprovechar el domingo. Al día siguiente, a buscar en qué puesto has quedado, porque el tiempo ya lo sabes (para eso tienes el pulsómetro ¿no?).

Y ya está, eres un friki. Puedes dar multitud de explicaciones (o excusas) de porqué corres. Para mí, la mejor es ¿Por qué no?