jueves, 28 de enero de 2016

A dios pongo por testigo...

 ...que jamás esperaré a la inscripción “gratuita” de Adidas del Maratón de Madrid. En los últimos años Adidas, como patrocinador oficial, venía “regalando” una inscripción a MAPOMA si te comprabas unas zapatillas de gama media-alta en los meses previos. La promoción era realmente interesante pero, al igual que las ofertas de telefonía, poco a poco empezaron a caparla.

Un año dijeron que sólo podía hacerse a través de tiendas especializadas y los grandes almacenes que nos anuncian los cambios de estaciones con esas semanas tan fantásticas (excluyendo con ello a tiendas online). . Otro año elevaron el gasto mínimo a 125 pavazos. Y éste han dado una vuelta de tuerca acotando la oferta al modelo tope de gama, Ultraboost, cuyo precio de partida son 180 pavazos. Independientemente de que aún pueda parecer una buena oferta (teniendo en cuenta que piden 84 pavos por la inscripción ahora), a mí no me lo pareció tanto…

Me explico. He estado leyendo que las zapatillas ésas tienen una amortiguación un tanto particular. El aspecto externo es de corchopán. El tacto es de corchopán. Y todos los comentarios que leo van el mismo sentido: zapas muy rápidas y cómodas para correr… en asfalto, que justo es la superficie que menos trabajo ¿no habíamos quedado que es mejor correr por parques y jardines para preservar las articulaciones? Además me meto por sotomontes como Valdelatas, por lo que tener otro par de zapas más sólo para correr por asfalto me parece poco práctico a la par que caro.

Así que este maratón lo voy a preparar y correr con unas Mizuno Wave Rider 18, que tienen esa amortiguación mínima para ir punta-tacón y que sin embargo no llega a cargar. Ah, y por menos de la mitad.

En cuanto a la inscripción, trasteando por la red encontré tres “ofertas”, una solidaria en la que me ahorraba once leuros y otra de una tienda especializada en la que por una compra de 150 leuros te daban a cambio el dorsal… que estaría muy bien porque podría comprar el material que quisiera… si me hiciera falta. O un 3 carreras x 85 lebros (10k+Media Maratón de Madrid+ Maratón) Por finalidad (Aldeas Infantiles) opté por la primera. Por cierto, que esta oferta aún está disponible.

Por lo que respecta a la preparación en sí, el domingo me apreté 20k con las zapas nuevas. Sí, sé que aún es pronto para esos rodajes, pero quería probar las zapas y sobre todo probarme a mí. A un ritmo medio de 5:15 empecé a notar una falta de fuerzas a eso del km 15.. que se pasaron en el 18. No sé si se debieron a la falta de sueño (me acosté a las 01:00), a la cena (mexicano con dos chelas) o al Legendario con Cola-zero (para no engordar)… el caso es que aún ando flojo de fondo.


No voy a hacer series. No pretendo hacer cambios de ritmo controlados. Lo que sí estoy haciendo son cambios de ritmos no controlados (lo que viene a ser picarse con el compañero de entrenamiento). Lo que sí he metido es algo de zumba en la lista de reproducción, quién me ha visto y quién me ve...con mallas y camisetas de compresión.





jueves, 21 de enero de 2016

San Silvestre Cordobesa 2015

Días de ajetreo han hecho que me retrasara algo en escribir una crónica de una carrera.

Llevaban los enanos desde hace tiempo con ganas de apuntarse a una carrera. Eso y que el año pasado tuvimos un fallo logístico en la San Silvestre de Gijón al quedarnos sin dorsales (sí, también existe burbuja runner lejos de la capital del Imperio y también en categoría infantil) hicieron que este año nos tomáramos en serio eso de la San Silvestre…nos apuntamos tres días antes a la vista del ritmo que llevaban las inscripciones.

Con 33 ediciones celebradas es una de las carreras con más solera en Córdoba junto con las Medias de Córdoba, la Córdoba-Almodóvar o la subida a las Ermitas (seguro que me dejo alguna en el tintero).

Con precios realmente populares (dos euros los niños, cinco los adultos), la salida era a las 15:15 (niños) y 16:30 (adultos), un horario que se me antoja pronto para una carrera de tarde o tarde para una de mañana. De hecho ése fue uno de los principales motivos para que no me apuntara. Porque seamos sinceros, entre apretarse unos macarrones ligeritos a las 13:00 y apretarse un señor rabo de toro con papas fritas (barquitos de telera incluidos) de mi señora madre  no hay color. Carreras hay a patadas, todos los días pero ese menú pocas.

La Carrera se celebra en el Parque Figueroa, otrora jocosamente conocido como “Brillante Bajo” y hoy encajonado en medio del Arroyo del Moro. La salida y llegada en la Plaza de la Marina Española, en cuyo centro está emplazada un ancla casi idéntica a la que hay en la plaza del mismo nombre en El Retiro.
Los nombres de las calles son de insignes marinos españoles como un tal Marino (Gabriel de)  Castilla quien, entre otras cosas, avistó la Antártida. O Blas de Lezo, quien impidió una cacareada victoria de Vernon en Cartagena de Indias que hubiese estrangulado el Imperio Español y de la que incluso se acuñaron monedas en su conmemoración.

Monedas conmemorativas de la victoria de Cartagena que se comieron con papas los hijos de la Gran Bretaña incluido Washington, el hermano mayor del otro Washington y capitán de los voluntarios de Virginia


La distancia era de algo más de 1.000 metros la carrera de benjamines e infantiles y 2.000 para categorías superiores en un recorrido totalmente plano y cuadrado. Pocos inscritos y muchos menos presentados por la lluvia que había ido cayendo a lo largo del día y la que presuponía. Plaza llena de gente celebrando el fin de año. La salida, conjunta para ambas categorías, fue rápida por los pocos niños que había y una ligerísima cuesta abajo. Sobre el mapa se recorría un rectángulo con lo que pocas curvas había que pudiesen hacer lenta la carrera.

Y en medio de la carrera aparecen los “recortadores” quienes, a esa edad, confirman que un recortador nace y no se hace. En un recorrido rectangular, con calles que cruzan el perímetro, es muy tentador meterte por la calle de antes para ganar la carrera. No estamos hablando de recortar la esquina por la acera para lo que siempre existe alguna excusa (forma parte del recorrido, no quería atropellar a nadie, la abuela fumaba…) sino de meterte por otra calle. Si, además, te delata tu primo en lugar de un árbitro entonces tenemos lío familiar para tres generaciones.

En el filo de los cinco minutos los chavales empiezan a llegar en plan chorreo. Con sus dorsales, con sus zapatillas de “Física”, con sus zapatos. Algunos con ropa de calle. Pocos con ropa técnica. No paran el GPS que no tienen nada más entrar. Pero cuando ven la línea de meta aceleran para adelantar al que llevan delante (no hay nada que te motive más en una carrera que meter la cabeza delante de ése en el último momento en plan foto finish).

“Noto los músculos como si se hubieran vaciado, pegados al cuerpo” me dice el mayor. “Eso es que lo has dado todo”. ¿Tiempo? Seis minutos o así y el mediano unos pocos más.


Nos ponemos rápido el abrigo que, a pesar del cambio climático, estamos sudados y empieza a llover. Mola correr. Mola esa cara que se te queda después de haberlo dado todo. Y mola que se acuerden de “Medio Hombre” (Blas de Lezo) cuando ven una alegoría en el acceso del Templo de Debod dos semanas más tarde.

Por otro lado, ya estoy en modo maratón. Los tres kilos de las navidade se han quedado en uno; "aesy come easy go", como en Bohemian Rapsody.