viernes, 27 de septiembre de 2013

Apurando el membrillo

El veranillo del membrillo está haciendo que aún madrugue para correr.  Hace dos semanas hice una intentona de correr a mediodía pero lo pasé tan mal que casi digo “never, never, never…” como dijo el Florentino.

Al igual que los últimos años, a finales de septiembre nos encontramos con unas temperaturas “inusualmente” altas (¿por qué son “inusuales si se repiten año tras año?) que hacen que las tardes de septiembre los parques y jardines rocen el lleno para disfrute de los enanos: Octubre, con su frío y el cole por las tardes, está a la vuelta de la esquina y hay que aprovechar.

Sigo madrugando para correr. Sigo disfrutando de esos amaneceres espectaculares llenos de colores con la consciencia de que me quedan pocos; pocos ahora y pocos de ahora en adelante. Ahora salgo casi de noche, los primeros kilómetros lo hago en penumbra y con ropa clara para que los amables conductores se paren si tienen un buen día en los pasos de peatones

Eso sí, el fresquito de septiembre sí que se hace notar por la mañana; esos 12 grados se disfrutan mucho corriendo. Y en Riaza mucho más, que ya ando pensando si ponerme o no alguna manga larga.


Algún día subiré corriendo al mirador de Piedras Llanas. Curioso nombre

Hasta la semana pasada no me encontraba con la velocidad suficiente como para afrontar un 10.000 ya que a duras penas llegaba a correr mis 9-10 kms de rigor por debajo de 4:45. Hoy, sin embargo me han salido a 4:32, con los cuatro últimos a 4:28. Como colofón el “Eye of the Tiger” me ha sorprendido en los últimos quinientos metros; ni que decir tiene que el kilómetro final (a pesar de ser cuesta arriba) me salió a 4:20. El “rodaje” del domingo, además, se me fue de las manos hasta los 4:47. El genio ése adormilado se ha despertado y ya está por ahí comiéndome la oreja. Que “nunca me llevas a ninguna carrera”, “Yo quiero oír a David Guetta en el cajón de sub40, no viendo los patos del JC” y lindezas de esas tan románticas con las que a veces nos sorprende.

Esto me hace plantearme correr algún 10.000 en Octubre, probablemente la carrera del CSIC si es que quedan plazas. El buen sabor de boca del año pasado puede hacer que me haga repetir, la fecha también, la camiseta de la carrera es un plus… y algún medio maratón en Noviembre. En 10.000 no estoy para bajar de 41:50 pero sí de 43:00. Y ya en Noviembre plantearme bajar de 1:35 en Media Maratón. Tampoco es que tenga muchas referencias; de hecho no he corrido recientemente medias maratones sin la sombra de ningún maratón detrás: Segovia 2012, 1:38 y La Latina 2013 (con el piramidal dando por culo, valga la redundancia) 1:39 como aperitivo de sendos MAPOMAs. La anterior, Madrid 2010, 1:37. Joder, pues sí que he corrido pocas oficiales… eso sí, en entrenos llevo unas pocas: entre tiradas largas premaratón y rodajes de 16-18 kms.



viernes, 20 de septiembre de 2013

Equinoccio de otoño

Hay veces que uno no necesita una razón para correr. Simplemente te lo pide el cuerpo, sales y ya está. Sin metas.  Sin ritmos predefinidos. Aunque no pongas el despertador madrugas o el despertador de la casa de ocho años te hace madrugar con un “no quiero dormir más”.

Mecánicamente te pones la ropa de correr, te atas las zapas y sales a correr con la música en modo aleatorio.

Hoy ha sido uno de esos días. Temperatura perfecta (12ºC), sin viento. Al despuntar el alba en ese momento del equinoccio en el que la salida del sol por un noreste que está cada vez más al sur se solapa con el ocaso de una luna llena pletórica de luminosidad.

La infinita variedad cromática del cielo al amanecer se une al cielo aún oscuro que envuelve a la luna. Y todo esto con sólo girar la cabeza.

La soledad reflexiva en el parque compartida con otros runners, los patos, las ardillas, la humedad. La burbuja de silencio en medio de carreteras atestadas en plena hora punta.

Suenan canciones como “Fortunate Song”, “Sultans of swing”, “Crazy in love”  o “Entre dos tierras”; plagios como “Viva la Vida” o aberraciones como “Feel this moment”, “Hello”, “The edge of glory” o “Stronger” que pongo sólo para correr.

De verdad, no pretendo hacer proselitismo aunque lo parezca, pero hay veces que no hay que buscar argumentos para correr sino para no hacerlo.

Por lo demás…

Agosto (qué lejos quedas ya, cabrón) lo cerré con 133 kms acumulados (récord, personal) de carrera más algunos de senderismo y Septiembre lo he empezado fuerte en carga de kilómetros (llevo 125 hasta hoy). Algún rodaje que se me ha ido de las manos tiene la culpa. Eso sí, no tengo el “punch” que tenía a finales de Julio cuando me salían rodajes de 16-17 kms a 4:45. No, ahora no puedo.


¿Algo a la vista? En Septiembre y Octubre no creo que me apunte a ninguna carrera, que hay que aprovechar que vamos a Segovia. En Noviembre está la Media de Moratalaz que aún no he corrido. ¿Más adelante? Hay alguna idea por ahí que bien vale una misa y que iré desgranando próximamente (más que nada porque aún no hay nada decidido).

viernes, 13 de septiembre de 2013

Running 2.0

No por inesperado, a finales de mes se me presenta un cambio total en la rutina habitual y, con ello, en todos los aspectos logísticos, familiares y deportivos.

En lo meramente deportivo, los últimos siete años lo he tenido “fácil, no, lo siguiente” (¿quién habrá sido el perla que ha puesto de moda esta coletilla tan absurda como estúpida y pegadiza para enfatizar el superlativo?): viviendo cerca del trabajo (o trabajando cerca de casa) he podido ir a casa a mediodía, ponerme las zapas (bueno, y las mallas más la camiseta, que el último que corrió con corbata fue “Con la muerte en los talones”) y a correr. Comer como un perdigón (engullir picoteando compulsivamente, que las piedras del estómago procederán a moler la comida ingerida), cafelazo de máquina al llegar y todo en 1:45h. Fin de la historia.


Runner corriendo cuando está hasta arriba de trabajo


Cuando apretaba el calor (de Mayo a Septiembre) madrugaba un poco y a las 07:30 ya estaba dándole, con tiempo para ducharme  y estar como un campeón a las 09:00 aporreando el teclado.

Me ahorraba (me ahorro) una pasta con esta organización, ya que muchos “runners” os veis obligados a pagar 50 pavos de media al mes si la única hora que tenéis disponible es la del mediodía (algunos afortunados tienen el abono vestuario en Madrid)

 En verano, además, con la carrera mañanera se eleva tanto el nivel de endorfinas que los marrones del curro tienen color de rosa por la mañana y hasta parece que huelen bien, si bien es cierto que conforme pasa el día se tornan hacia su verdadero color y olor.

Sin embargo, como he escrito antes, todo esto cambiará. Me cambian el centro de trabajo más al norte de la capital, a seis kilómetros de casa. Con ello no podré ir a casa a mediodía a cambiarme para entrenar, por lo que tendré que buscar una alternativa. Me considero una persona positiva en tanto en cuenta miro alrededor y me doy cuenta de que no me puedo quejar de nada, que soy un afortunado por todo lo que tengo y hago. Puedo ir en bici a currar tranquilamente, ya que hay carril-bici directo e, incluso, el tráfico rodado de entrada a los barrios periféricos no es muy intenso. En total no creo que lleve más de veinte minutos el recorrido. Me sigo ahorrando el abono transporte que, por otra parte, no me soluciona mucho por estar configurado radialmente (sí, en los barrios periféricos también sufrimos el centralismo). El coche, por otra parte, tampoco es una alternativa mínimamente racional: pudiendo llegar en veinte minutos puerta a puerta es de género tonto perder más del doble de tiempo más pasta más la mierda en forma de emisiones por andar en un atasco. Además, qué coño, se me va a poner un culito respingón que no veas.

Pese a que no comeré en casa sí que comeré comida de casa, en fiambrera (venga, vale, empleo el palabro bárbaro…en un “tupper”).

Durante la “temporada” mi estampa habitual será la misma que la de un pionero, con las alforjas llenas con la mochila para entrenar y la comida de mediodía. El Winchester del 73 me lo dejo en casa porque lo usaría en un arrebato 

Mi única duda es qué hacer los meses de más calor, de mayo a septiembre. A pesar de ser más cordobés que un flamenquín con salmorejo correr con calor no lo llevo bien.

Correr por las mañanas no es una opción muy viable, ya que por motivos logísticos antes de las 07:40 no empiezo a correr. Teniendo que estar a las 09:00 vestido de romano, duchado y con veinte minutos de camino las cuentas no salen ¿correr por ahí? Es una opción. Una alternativa aeróbica es rodar los fines de semana y salir en bici entre semana; total, ya que tengo la bici… es una opción, pero una hora en bici da para poco. ¿Apuntarme a un gimnasio? Sólo hay dos, el de Hortaleza y otro de una cadena al lado de Timofónica. ¿Qué hacer? Musculación lo  descarto, es aburrido de cojones y una epicondilitis me lo echa para atrás ¿Clases dirigidas? Dependería del horario, y sólo me atraen algunas más cañeras tipo Body Combat o Pump. ¿Spinning? No, por favor, con 15-20 kms diarios de bici como mínimo los ritmos me los pongo yo en función de la prisa que lleve. ¿Natación? Va a ser que no, de momento. El arrebato triatleta me duró lo que tardé en enterarme que la distancia a nadar era de 1.500 metros. ¡¡uf!!.


¿Alguno entrenáis a mediodía a la hora de la comida? ¿Cómo lo lleváis en verano?