miércoles, 21 de marzo de 2012

Cómo ir a IKEA sin comprar en IKEA

El domingo pasado fui al IKEA de San Sebastián de los Reyes. “Qué novedad, como muchos madrileños, que han visto que el dormitorio Magnus está de oferta y además regalan el florero Ülma”, “¡¡¡Buuhhhh!! Que te has cambiado de acera”. Perdón, reescribo. El domingo pasado fui al IKEA de San Sebastián de los Reyes corriendo. Punto y seguido. Ah, venga, a ver qué decís los que pensabais que me había vuelto un gafapasta con fular a juego con el polo del Factory, ávido de ver en directo la grandiosidad del catálogo recién recibido para comentarlo el viernes con el estilista, otrora barbero. Para que veais el cambio que implica pasar de una frase sencilla a otra compleja.

El caso es que salí a las 09:00 decidido a hacer un rodaje largo (muy largo) en torno a 30 kms. Nada más llegar al punto de encuentro en Villarrosa “me liaron” para ir al IKEA sin pasar por caja. “Eso es imposible, siempre compras una chorrada” Que no, que no, corriendo a paso ligero. Y allá que nos fuimos, subiendo por el carril-bici hasta Sanchinarro desde donde por caminos totalmente ignotos para mí empezamos a subir a ritmos relativamente vivos para lo que pensábamos (medias de 5:15 con unas increíbles 133 ppm en los diez primeros kilómetros).

Durante el camino me di cuenta de los contrastes de la gran ciudad. El campo está más seco que el ojo de un tuerto; la hierba amarilla en marzo, los caminos secos a más no poder y las regueras es que ni existen. Sin embargo, cosas del microclima mesetario, el campo de golf(os) de La Moraleja lucía en todo su esplendor en un ambiente primaveral. Verdecito, cuidadito, recortadito, árboles exóticos, setos exquisitos y adelfas exteriores que impedían ver la miseria de las chabolas cercanas a los distinguidos socios del Club, ya que se les podía cortar el brunch por el que habrían pagado 25 pavos.

Atravesando caminos en medio de sembrados llegamos finalmente a nuestro destino. No sé cómo no nos perdimos, porque ninguno de nosotros llevaba Iphone, ese factotum moderno que hace que encuentres el restaurante que tienes en frente y que no puedes ver porque estás en el Facebook colgando en tu muro un mensaje lo mal que te sientes por haber pisado una mierda por ir precisamente buscando un restaurante en el Iphone. Además, qué coño, seguro que esos caminos no estaban cartografiados, por lo que el cacharrito en cuestión se hubiese hecho la picha un lío intentando localizar el saiguiente cruce a la derecha para girar.

Bueno, para ser exactos no llegamos al IKEA, sino a una rotonda que le da acceso y que pasa delante del Plaza Norte desde donde nos fuimos hasta el Alcampo en donde hicimos una parada técnica para beber agua y probar los geles que había comprado.

Momento gel… hasta el domingo no había probado los dichosos geles y no sé si tienen un efecto más allá del psicosomático, porque mejoría, mejoría no noté. Sí, después fui algo más rápido, pero es que empezaron a meterle caña y a mí me costaba seguirles. Seguramente esperaba un efecto inmediato del estilo de las espinacas de Popeye, pero nada de eso. Probablemente su efecto puede notarse a lo largo de la carrera, precisamente no notando que uno se queda sin fuerzas, pero en ese momento no pensé que me supervitaminara ni mineralizara.

Emprendimos la vuelta por El Soto de la Moraleja. Club social de diseño, casoplones del copón, calles impolutas y coches de capricho. Después de una larga y tendida cuesta arriba, empezamos un descenso a tumba abierta (yo no, el ascenso me había pasado factura, y en el descenso notaba cómo los cuádriceps iban cargándose) que nos llevó hasta Sanchinarro, desde donde emprendimos la vuelta.

Poco antes de las cocheras de la EMT alcancé a mis compis que se habían distanciado unos 50-100 metros en el descenso ¿o fueron ellos los que aflojaron para que me incorporara?, pero cuando empezaron a apretar los tres últimos kilómetros a ¡¡4:40!! (llevábamos 25 del tirón) Dije, “lo siento, no puedo, sigo en mis 5:15”. Me notaba las piernas rígidas, no sé si eso es el temido muro o que, simplemente, las cuestas por caminos de tierra donde hay que hacer un gran esfuerzo muscular me pasaron factura. En este sentido, siento discrepar con Yolanda; los caminos de tierra son muy jodidos, porque se pierde tracción y hay que esforzarse un poco más para recorrer las mismas distancias. Además hay toboganes que requieren un esfuerzo adicional para subirlos y bajarlos que el entorno urbano no tiene. También puede ser que en los cuatro últimos kilómetros no encontré ninguna fuente que funcionara (y eso que había cuatro).

Al final me salieron 28 kilómetros, no tenía fuerzas para hacer los dos que había planificado, pero lo di por bueno. Al fin y al cabo, el esfuerzo fue mayor.
Las sensaciones, como en los chistes, fueron buenas y malas.

Por el lado positivo quiero destacar la perfecta adaptación a la ropa técnica. Sin llegar a embadurnarme en vaselina, no tuve ninguna rozadura en los pies, ni en las axilas (me protegí los pezones con sendas tiritas), a pesar de que en muchas de las torsiones de los tobillos por esos “andurriales” pensaba “hostia, ampolla al canto” con tanta presión ejercida sobre las zonas de fricción de los pies por la pérdida de tracción. También que puedo mantener un ritmo constante sin dejarme llevar por tirones de los demás.

En cuanto al negativo… que puede que el tío del mazo exista de verdad. Tendré que ser reservón, y sobre todo, hincharme de glucógeno (carbohidratos) los días de antes. E hidratarme. Por medio del campo, obviamente, había pocos puntos donde beber, salvo el del Alcampo, ya en el km 16. Durante la vuelta no encontré nada de nada. POr no haber, no había ni charcos donde abrevar. Mucho Soto de la Moraleja y mucha polla, pero en cuanto a fuentes nada de nada. Se nota que son ricos, que no dan ni agua los cabrones, como si fuera agua de Vichy lo que tuvieran que dar.

Ah, se me olvidaba, el perchero Lïllestromme, que hacía juego por su veteado con el sinfonier Nikaüs, está descatalogado. Si es que estos putos suecos nos tienen manía. Cómo se nota que el Rey de Suecia desciende de un general de Napoleón.


Afortunadamente para mí, la decisión de ir al IKEA no fue premeditada, sino sobrevenida. De haberlo planificado probablemente hubiese tenido que volver a casa con el perchero Lïllestrom a la funerala, con cuidado para no rayarlo.

4 comentarios:

  1. Buen entreno por lo tanto y mas si conseguistes evitar la temida cola de pago en los "ikea".

    Yo tambien discrepo cuando dicen que la mejor superficie para correr es la tierra, tierra lisa si acaso, por donde corremos nos vamos jugando constantemente la integridad de nuestras articulaciones.

    De hecho, la mejor superficie por absorción de impacto es el asfalto bien puesto, siendo la peor el cemento cuya absorción es nula.

    Vas a correr finalmente como el viento en ese mapoma. A tope tiarron!

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    1. tú lo has dicho "bien puesto". en este país de comisionistas y urdangarines me da q si uno puede trincar q le den por culo a las hechuras

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  2. Jejeje maquina eres, corriendo y sobre todo contandolo ;-)

    Buena tirada te has marcado, lo de los caminos de tierra..... es cuestion de acostumbrarse, es cierto que se pierde traccion y claro que hay que esforzarse más, (de eso se trata no?) luego cuando pillas el asfalto en las carreras vas que vuelas. de todos modos tambien sufren menos las rodillas yendo por caminos, que al final de año sumas los km y te asustas de lo que han tenido que soportar las articulaciones.

    saludos crack.

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    1. desde luego. normalmente voy por los caminos de tierra prensada q tanto hay por los parques madrileños. las aceras las evito siempre q puedo; prefiero ir por el asfalto si se puede.
      gracias

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