viernes, 10 de agosto de 2012

Espíritu Olímpico


El fin de semana pasado noté un fervor olímpico desbordado. Como si se tratase de una nueva operación bikini o una época de propósitos, el caso es que el JC1 estaba petado el domingo bien temprano.

Como casi todos los domingos de verano, salí a eso de las 08:30, que hay que aprovechar que no hace tanto calor y que precisamente por ese calor hay que ir después a la piscina.

Buscando la sombra como los perros, me fui por Villarrosa y el carril bici hasta El Capricho. Es impresionante la frondosidad de este parque en verano. Apenas hay sol, lo que lo hace perfecto para correr si no es porque sólo abre los fines de semana. Para entrar, además, no puedes llevar bicicletas, ni balones ni calcetines blancos. Abren a las nueve, y a esa hora estaba como un clavo. Hasta que me fui, seis kilómetros más tarde, era el único visitante. “Buenos días”, me daba palo cruzarme con los jardineros sin saludarlos.

Los patos se asustaban al notar mi presencia, y los gorriones ni te cuento. Entre la humedad y la frondosidad de la vegetación es fácil que haya más de cinco grados de diferencia con el exterior.

Volviendo para casa por el JC1 noté, como contaba antes, que había mucha más gente corriendo que cualquier otro domingo a esas horas. ¿Émulos de Usain Bolt que se habían empalmado con la carrera del día anterior? ¿Operación bikini una semana antes de irse a la playa por haber reventado el susodicho probándolo? ¿salida tempranera para ir a la piscina después o ver la maratón femenina? 




Me imagino que un poco de todo. El caso es que ninguno de los que corríamos teníamos ni el estilo ni la gracilidad ni el tipito ni por supuesto la velocidad de los keniatas/eritreos/etíopes que habían corrido el 10.000 la noche anterior.

Al final, y para ser pleno verano, me salió un rodaje más que decente de algo más 15 kms a 5:02. Eso sí, con dos paradas técnicas para beber, que el Lorenzo picaba que no veas.

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