martes, 6 de noviembre de 2012

Sol de otoño


En esta época del año el cielo se vuelve de un azul intensísimo cuando sale el sol. El aspecto del parque varía de un día para otro por el cambio de color de las hojas de árboles y vegetación y el tiempo tan cambiante propicia una sensación aún mayor de que todo cambia de un día para otro.

El árbol que el domingo estaba cargado de hojas con un amarillo intenso hoy está pelado y las que le quedan tienen un color ocre que sugiere que no llegan a este fin de semana.

Ver cómo la Sierra recién nevada refleja la luz naranja intensa del amanecer es algo tan espectacular como efímero bajo un cielo despejado que, todo junto, te da un contraste de colores espectacular.

Corriendo por varios parques a r2, tranquilamente, me da por pensar aún más. Y pienso que me gustaría llevar en ese momento la cámara para dejar constancia de esos colores tan amarillos como efímeros de los árboles cargados de hojas a punto de caerse y cómo se reflejan en el estanque del JC1 para, por pocos segundos, desgarrarse por una piragua que corta la imagen.

Inmediatamente desecho la idea, más que nada porque llevar una réflex es impracticable si uno sale a correr, ni siquiera una compacta. Lo dejo, pues, para cuando me jubile dentro de los años que diga al Gobierno, ahora a los 67 pero seguramente más tarde al paso que vamos.

Además, qué coño, una foto no deja constancia de la sensación de cómo se hunde ligeramente el pie en un camino saturado de agua cuando corres por un pinar después de la lluvia o de cómo ésta rebota en un cortavientos que supuestamente es impermeable, de tu respiración, de ese silencio que te acompaña asombrosamente a pesar de que estás a menos de medio kilómetro de la A-2 en el pinar de La Piovera o del halo que acompaña a tu respiración. ¿Y esa sensación de ligera pérdida de tracción cuando se pisan hojas recién caídas? ¿Y cómo se prensa la nieve virgen?¿y el olor del salitre o de la hierba o de la lluvia?

Tampoco se oye ese chorro apenas perceptible en El Capricho un domingo por la mañana, ni las hojas que pisas.

Para captar ese momento en que la Sierra refleja el sol del amanecer y lo refleja de un naranja intenso, además, hay que madrugar, tener un equipo cojonudo y un poco de suerte. Parafraseando a Picasso, la suerte es aleatoria, pero te tiene que pillar con la cámara en la mano. Al saber le llaman suerte.

Me conformo de momento con disfrutarlo cada vez que salgo a correr. Disfruto corriendo, disfruto del paisaje. Tan fácil de explicar como ponerse a correr. Tan difícil de explicar como no ponerse.

4 comentarios:

  1. El premio por madrugar es este. Disfrutar de esas sensaciones en el momento, en foto no creo que salgan igual.

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  2. Joder, que reflexión mas interesante. La verdad es que hace tiempo que me viene rondando a la cabeza el
    Comprarme una cámara de las buenas y hacer fotos como las que has descrito antes...pero habrá que dejarlo para los 67 de momento...

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    1. a nada q te aficionas un poco a la fotografía la progresión es espectacular si te fijas en pequeños detalles. no sólo es la cámara; la composición juega un papel fundamental. La suerte también, pero menos. Hay que estar ahí para tener esa suerte.

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