jueves, 23 de enero de 2014

Corriendo por Valdelatas

"Cuando estás a punto de morir es cuando te sientes más vivo" (Finn McMissil, Cars 2)

Menuda frase para una película de niños ¿no? ayer me le recordó mi hijo mediano. Y es que cuando uno lo da todo es cuando más satisfecho se queda.

El martes volví a correr por Valdelatas, que me tiene alucinado. Entre autopistas (Carretera de Colmenar, M40, etc), una subestación eléctrica, barrios periféricos desarrollados en plena burbuja existe un reducto de bosque mediterráneo por donde hacer el cabra con la MTB, ir con los enanos a un área recreativa, pasear o correr. Pese a que reúne todas las condiciones para estar transitado al lado de barrios que supuestamente no tienen servicios (que se vayan a un barrio periférico de verdad, a ver qué servicios tienen y cuáles no), oficinas (Timofónica está a menos de un kilómetro), una Universidad (la Autónoma) y un cuartel el caso es que a mediodía sólo me he cruzado con militares de los que sólo saludaba el sargento que cerraba el grupo.

Por situaros, es un espacio cercado a la izquierda por la carretera de Colmenar y al norte por la Autónoma y el Club de Tiro de Cantoblanco.

Vale que el acceso desde Las Tablas no hace presagiar nada bueno (se pasa por la carretera que va a Alcobendas, ésa donde está el Decartón), por una subestación eléctrica y un camino que parece un vertedero pero “enllegando” a la puerta todo cambia.

Por lo visto tiene unas dimensiones de 300 hectáreas. A un lado encinas, a otro pinares; “entrambos” vaguadas con dos ó tres arroyos. Se huele a jaras y cantueso, las piñas están ahora “reventás” de piñones (es la época) y, a pesar de la miopía, llegué a ver alguna seta. Se oyen los pájaros o alguna oveja cuando tres minutos antes estábamos esperando a que el hijoputa del Q7 se dignara en pararse en un paso de cebra para dejarnos pasar (se ve que cinco ó diez tíos como carros corriendo a mediodía con ropa fosforita son más difíciles de ver que un urogallo).

Entrando por el camino eléctrico (el del sur) hay una bajada de casi un kilómetro en el que es muy fácil fliparse y cargarse los cuádriceps; a partir de ahí, y olvidándose de un camino que sigue de frente y que no tiene salida, se gira a mano izquierda y empieza lo bueno; subidas y bajadas cortas que son el preludio de una subida muy larga (unos 500-700 metros). Tras una meseta de otro tanto hay dos opciones: girar a la izquierda y, por otro camino, volver hacia donde entramos o… sí, girar a la derecha y tras un descenso tremendo con la reductora puesta alargar tres kilómetros más el recorrido. De fondo el "skyline" de Madrid, presidido por las torres de Mordor, perdón, de la antigua Ciudad Deportiva.

Tenía tiempo, así que opté por ir con un compañero de esos que corrían antes de que hubiese distintos tipos de pisada que me llevó en volandas. Pisando senderos apenas distinguibles, cubiertos de hojas de pinos iba encantado con lo que veía. Dos ó tres arroyos (o el mismo pasado varias veces).


Al final los diez kilómetros que pensaba hacer se convirtieron en casi catorce; el ritmo tranquilo que pensaba llevar se quedó en el país de los propósitos pero es que me dejé llevar. Por el entorno y por el día, que, también hay que decirlo, era espectacular: unos diez grados, sol, sin apenas viento y con la atmósfera limpia por las recientes lluvias… un lujo que había que disfrutar. El ritmo, como comprenderéis, fue lo de menos. Con toboganes y el suelo húmedo lo mismo me salían a 5:50 que a 4:30. Al final 4:57 con el corazón en la boca y la sensación de haberlo dado todo.

14 comentarios:

  1. Hoy era un día perfecto para correr por allí.

    Estas pelis infantiles se las gastan. A veces tienen diálogos escalofriantes

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  2. Cuando uno da lo que tiene no esta obligado a dar más

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  3. El ritmo no se pero disfrutar se nota que lo has hecho, me has transportado allí con tanto detalle y se agradece... Así que sigue disfrutando de esa manera que los ritmos salen solos..un beso

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    1. Desde luego... estás describiendo perfectamente lo que los psicólogos llaman motivación. ¡¡gracias!!

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  4. Thunder me ha encantado tu descripción, parece mentira que tan cerca de la ciudad uno pueda evadirse de tal modo.

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    1. gracias!! es hacer de la necesidad virtud. Ya que estamos en la zona hay q buscar sitios donde correr más allá del asfalto.

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  5. Buenas rutas estás localizando, amigo! Un abrazo

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  6. Algún día nos cruzamos por allí, ese también es mi patio de recreo, a ver lo que nos dura ahora que lo han abierto por detrás y cada vez va más dominguero...
    Seguro que reconoces alguna foto de mi blog
    Con tu permiso me quedo por aquí

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  7. bienvenido!! no tiene pinta de que vaya mucho dominguero. lo bueno es q está escondido y que todo sitio donde no haya un parking aleja a los domingueros. me doy una vuelta x tu blog

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  8. Leyéndote, me muero de envidia, se nota que lo has disfrutado, que pese a llegar matao tenías una sonrisa y ganas de repetir!

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    1. pues sí; esa sensación de haberlo dado todo mezclada con un paseo por el campo en plena jornada laboral no tiene precio.

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