martes, 27 de abril de 2010

NO, SI YO NO ES QUE ME IBA A CORRER, PERO ES QUE ME HAN LIAO!!!

Parafraseando al célebre grupo del feisbuk que se hizo aún más famoso cuando la Policía pilló al gilipollas (aparte de hijoputa) del etarra ése que colgaba fotos con la camiseta de la selección (le faltaba otra con un par de banderillas negras, pero clavadas en la chepa), el viernes fui a recoger la camiseta del MAPOMA (maratón Popular de Madrid), que no tenía intención de correr. Cuando llegué a casa y vi el recorrido dije “¡¡coño!!, si al fin y al cabo voy a salir a correr quince kilómetros el domingo, ¿por qué no lo hago por el centro y me marco una media?”.

Así que, al igual que dos semanas antes, madrugón para estar con tiempo y al metro.

Antes de la salida, cada cual con su ritual, algunos rayando en el mariconismo (tú me das vaselina, yo te doy vaselina), pero sin mariconadas. Voluntarios y voluntarias en patines ofreciendo agua, gatorade, tiritas (para los pezones) y vaselina (comentarios jocosos).

Por cierto, un detalle que se le pasó a la Organización es haber dejado de hacer un minuto de silencio por el corredor fallecido dos semanas antes en el Medio Maratón de Madrid, que muchos de los presentes corrieron. Además, y con el único objetivo de hacerle la foto a Gebre, la salida de los 10k y el Maratón fue conjunta, pero pasando por dos arcos separados para el control de tiempos. Una pena, porque el resto fue impecable.

El recorrido, la verdad, era espectacular. Para empezar, el ropero está en Cibeles, lugar de tantas celebraciones pasadas, esperemos que presentes, y futuras. Saliendo desde Recoletos/Colón, cuando llevas 195 metros salta el típico cachondo “vamos campeones, que sólo os quedan 42 kilómetros”. Con todos los carriles cortados, hay que subir hasta el Templo, rendirle pleitesía y celebrar el postrero gol de Kaká de la noche anterior. Al poco tiempo la gente empieza a gritar como si Cristiano hubiese marcado el gol definitivo, pero no, lo que pasaba (mejor dicho, quien pasaba) es que Gebreselassie ya estaba de vuelta. Menudo cabrón, ha venido a hacer un 10.000 entrenándose y haciendo poco más de 28 minutos, y fumándose un puro por el camino.

Luego hay que subir por Príncipe de Vergara y doblar por Mateo Inurria. Ya en el primer avituallamiento líquido, de nuevo otro cachondo con ganas de guasa pregunta “¿me pones una Mahou?” y la voluntaria, con no menos guasa, “¡¡ya se la han bebido los keniatas!!”. Seguimos bajando por Pío XII/Príncipe de Vergara/República Argentina… hasta cruzar por Joaquín Costa, para entrar en Chamberí, en cuya plaza hay unos gaiteros animando al personal…. U llegamos a Fuencarral, metiéndonos en el centro. Las calles se estrechan, apretándonos. El tramo desde Gran Vía hasta el Palacio Real, en dos palabras IM PRESIONANTE: lleno de gente animando a propios y ajenos que hacen que aprietes y adoptes una pose gallarda; ante todo dignidad y salir bien en las fotos que multitud de fotógrafos toman bien por afición, bien para el concurso de fotografía del Maratón o bien para su posterior venta en las webs “oficiales”. En Callao, otra charanga animando, tocando “La mirada del Tigre” (al menos cuando pasé), y uno se ve como Rocky Balboa, viniéndose arriba. Pasando por un lateral de Plaza de España, al compás de otra charanga, encaramos Ferraz (dejo abiertos los comentarios a gusto del consumidor), al final de la cual está el cartel del Medio Maratón; trote cochinero durante cinco minutos para descargar y para casa, que para ir al Retiro en metro y hacer la farsa de pasar por meta para una medallita como que no. Dos cervezones de los grandes bien tirados que no hicieron falta ni tragarlos; el cuerpo los asimiló como una ameba gigante, rodeando la cerveza.

En cuanto a los tiempos, 1:41:00, cuatro minutos más que hace dos semanas, con medias crecientes desde los 05:00 hasta los 04:30. La intención era correr a un ritmo ligero pero sin llegar a pasarlas putas, disfrutando del día, de la carrera y del recorrido. Una vez pasado el cartel del Medio, y viendo que no llegué a sobrepasar el umbral anaeróbico (ése que en el kilómetro 30 te da de bruces contra el muro, o te provoca la “pájara” en término ciclísticos), pienso que estoy preparado para terminar dignamente en 4 horas, algo más de 5 minutos y medio por kilómetro. Pero bueno, luego te sale un día de calor como el domingo y la cagas, sobre todo porque los últimos 17 kilómetros son de subida y ya hacen 30 grados al sol, aguantando el paso por la pocilga (perdón, por el Calderón).
El año que viene (¡¡Sevilla-Cordobaaa!!) me lo plantearé, a ver si al menos puedo terminarlo.

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