viernes, 11 de noviembre de 2011

Correr es de pobres... y en Nueva York de ricos y famosos

Al igual que el boxeo, la carrera de fondo siempre ha sido un medio para que gente humilde pueda alcanzar fama, reconocimiento y, por supuesto, dinero. Al fin y al cabo, puede que sean los deportes más baratos de practicar ya que dar hostias o correr es, de momento, gratis, por muchas carreras "populares" que haya a 10-15 pavos.

Los grandes boxeadores siempre han salido de ambientes marginales y, últimamente, de países en desarrollo (República Dominicana, Georgia, Ucrania, etc), mientras que los grandes corredores de la actualidad son de origen keniata, eritreo o etíope aunque luego corran por Dinamarca, Catar o España sin hablar ninguno de sus respectivos idiomas, sin entrenar en dichos países o sin haber probado ninguno de sus platos típicos en una muestra más del doble e hipócrita rasero de nuestras autoridades en los procesos de naturalización de extranjeros.

El fin de semana pasado se celebró la maratón de NY, probablemente la más famosa y glamourosa del mundo. Como todos los maratones, mide 42,195 kms. Como muchos maratones tiene un recorrido casi plano, y está a nivel de mar. Pero tiene algo más que no tiene ningún otro maratón. O mucho más. Para empezar no todo el mundo puede correrlo, sino que hay una especie de lotería en el que hay que pagar unos 400 dólares si ganas. Los hoteles no hacen ofertas esos días, ya que saben que hay 47.000 corredores, la mayoría de ellos de fuera de NY, que tienen la mala costumbre de dormir ocho horas al día y que cuando terminan están muy cansados como para coger un avión e irse a casa.

Como suele ser habitual, hay personas tocadas por la varita de la fortuna a las que siempre le toca la lotería, como a Sandokán, el presidente de la Diputación de Castellón (el amigo Fabra, ése que se pasea por los aeropuertos fantasmas) … o, en el caso del maratón de NY, famosos o altos directivos de las empresas españolas. Algunos de ellos, por méritos deportivos, son entrenados por excampeones del mundo u olímpicos.

Unos días después de celebrarse esa carrera, siempre sale un ránking muy particular, donde el único requisito para entrar es el de tener cierto pedigrí, pasta por un tubo, salir por la tele o las tres cosas (ver aquí). El tiempo, como siempre, es lo de menos, porque entre otras cosas tampoco es para tirar cohetes. Cuando el primero de estos próceres llega exhausto el keniata de turno ha llegado, recogido el premio, se ha duchado, se ha hecho las fotos, se ha dado un homenaje y por poco no está en el avión de no ser por los estrictos controles del JFK ya que por tener pasaporte catarí le hacen hasta un scoring crediticio por si, en un arranque de ira por negarle una hipoteca, se quema a lo bonzo a 30.000 pies.

Como cuatro horas dan para mucho, podemos imaginar alguna de las múltiples conversaciones (aparte de lo vulgar que se ha vuelto Aspen, lo vulgar que es el servicio o lo poco que da de sí el último Ferrari):

“¿Borjamari, corremos el maratón de Valencia? Uf, ni loco, Jacobo, que se llena de paelleros!!”

“¿qué tal si preparamos el maratón de San Sebastián, Jaime Alberto?”¡¡Quita, quita, Felipe Juan Froilán, que eso está en las Provincias Rebeldes!!”

“¿y qué tal si preparamos el MAPOMA, Julián José?”¡¡uf, o sea, es que en MAPOMA, además de no conseguir “Personal Best” hay que pasar por la Casa de Campo y Aluche, y se estropea el gorro Chanel con el que corro”.

Mi intención, por cierto, no es la de despotricar de este maratón, sino todo lo contrario. Me encantaría correrlo, y también el de París, Roma, Londres, Lisboa o tantos otros. Correr por una ciudad con el tráfico cortado y miles de personas animado por unos perfectos desconocidos es una sensación indescriptible. Si además de correr te gusta viajar tienes una perspectiva única en el sentido de que sólo ese día y a esas horas puedes estar ahí, en las mejores zonas sin coches ni turistas al uso. Tú, y no la ciudad, eres el protagonista; la ciudad no deja de ser sino un escenario en el que corres. Aunque no he tenido el gusto, correr por los Campos Elíseos, cruzar el Puente de Brooklyn o dejar a un lado el Foro Itálico debe ser emocionante.

PD me surge una duda: ¿la habrá corrido Urdangarín haciendo honor a la película "Coge el dinero y corre"?. Al menos parece que ha volado. Makinavaja, Makipoeta, el último chorizo, el último profeta...






1 comentario: