miércoles, 10 de octubre de 2012

NAcidos para correr ¿por qué?


El verano pasado leí “Nacidos para correr”. Sí, ya sé que gramaticalmente sería más correcto decir “este verano”, pero es que queda tan lejos que para mí ya se encuentra en esa nebulosa que incluye todos los recuerdos convenientemente filtrados por esa amnesia selectiva con la que hemos sido dotados y que nos permite evolucionar sin mirar atrás más allá de lo necesario.



Llevo tiempo queriendo escribir sobre este libro porque me gustó muchísimo pero con tantos marcadores que metí junto con la falta de tiempo hacen que tenga el tema un poco aparcado, si bien inconscientemente he ido opinando del libro.

¿Por qué corremos? En uno de los pasajes del libro el autor nos revela que, de forma individual, corremos para canalizar las reacciones más primarias. Corremos cuando experimentamos una explosión de alegría, cuando sentimos pavor, cuando nos invade la rabia o cuando hay un poco de todo.




Es por ello, y ya es cosecha propia, que al segregarse endorfina mientras se corre uno termine con una sensación de trabajo bien hecho o de tensión aliviada rápidamente nada más terminar que le impulsa a querer volver a correr al poco tiempo.

Sí, nos volvemos adictos a las endorfinas ¿y quién no? Al fin y al cabo la llaman “la hormona de la felicidad”. Cuando uno se acostumbre a tal torrente de endorfinas pararlo en seco supone la aparición de un síndrome de abstinencia que hace que tengas unas ganas tremendas de salir a correr en cuanto puedas. Tantas que, normalmente, sales más rápido de lo habitual de después de un periodo de abstinencia. Las lesiones musculares las solemos llevar bastante mal, en la medida que la vitalidad es la habitual pero no se puede.

“Si no se puede, no se puede”, como diría Rajoy pero ¿cómo se puede estar sin poder? En fin, que me voy por los cerros de Úbeda.

Las endorfinas, además, no sólo las genera el  ejercicio. Respirar hondo, correr por un pinar, por un parque como El Capricho en otoño, por la Quinta de los Molinos en primavera con su intenso olor a miel de almendro o La Casa de Campo forma parte del cóctel. La lluvia en la cara, un amanecer o un atardecer en un día despejado le añaden unas notas de color rojo intenso con las que disfrutamos cuando podemos. Pisar una alfombra de nieve, correr en la playa o por medio del campo también te proporciona unas sensaciones tan efímeras como imborrables.

Por eso cuando viajamos echamos siempre las zapas “por si acaso” … nos lo perdemos.

De forma colectiva, y sigo con el libro, la sociedad corre cuando se enfrenta a momentos de catarsis, normalmente relacionadas con severas crisis económicas. El autor revela tres momentos álgidos donde correr se puso de moda: en los años 30 (Gran Depresión), época en la que se pusieron de moda las carreras transcontinentales (costa a costa) en EE.UU, en los años 70, con el fin de la Guerra en Vietnam y las sucesivas crisis petrolíferas, época en la que aparecieron términos como “jogging” o “footing”. La tercera es ésta que vivimos, que el autor la localiza primariamente en el impacto que supuso en la sociedad estadounidense el 11-S (nuevamente lo de correr por rabia o miedo).

Me parece una explicación bastante sólida. Cuando todo iba bien te consideraban poco menos que un gilipollas o un paria si no te ibas una semana a Baqueira, otra a hacer “esnórquel” a Punta Cana y entre tanto a jugar al pádel a ser posible con un mochilón donde por espacio se podía meter una familia un verano entero con tabla de surf incluida. Correr era de pobres en 2005. Pero ahora que pintan bastos, ah, amigo, es fashion. Para empezar no se corre, sino que se hace running. Somos tan estúpidos que hemos pasado de no hacer nada a ser “runners” con un “personal Best” en 10.000 metros “sub60”.

¿Enlaza esto con la “burbuja runner” en la supuestamente vivimos? Evidentemente sí. Aunque pienso que la burbuja se está pinchando. Bien sea porque las carreras han proliferado como setas o porque se han desmadrado con los precios o porque estamos hartos de pagar por algo tan sencillo como correr, el caso es que salvo contadas excepciones las inscripciones no se agotan en un par de días como hace un para de años. Todavía uno puede inscribirse en la carrera del CSIC, acojonante, y eso que “sólo” cuesta diez pavos. Hace un par de años anduve despistado, lo intenté una semana después de que se abriese el plazo y no pude. ¿Y el por culo que han dado este año con lo de Madrid corre por Madrid, que me han abraso por correo electrónico?

Al final la razón prevalece, aunque lo que flote sea la mierda.

8 comentarios:

  1. Gran libro, he tenido que interrumpir su lectura dado que el regalo de mi SUEGRA es la biografía de David Millar, un "ex-dopao de cuidao".
    Si bien en principio esta muy bien, creo que se enrolla demasiado a mi gusto con los Tarahumaras...

    Respecto a lo de que la gente corre... la moda se instalara por las crisis, pero, pienso que los verdaderos corredores, los que lo hacemos a diario mientras otros van sucumbiendo al paso de los días, de los dolores y del "objetivo tableta veraniega",en definitiva los que corremos a diario lo hemos echo siempre...mas o menos en serio.

    Q me vas a contar por las carreras, hoy se abría el plazo de inscripción de la carrera popular de Aranjuez, 14 €!!!!!!!!!!!!!!!!!!, si se mira el calendario 2012 para los últimos 3 meses, es la carrera mas cara de la C.Madrid incluyendo medias maratones. Lo siento pero no pago 14 pavos por correr, me los guardo para unas futuras zapatillas o para unos cuantos pañales, un puñetero abuso...

    Un saludo maquina

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    1. ya verás como luego se "olvida" de los tarahumaras. No te cuento más. es la parte q más me gusta.

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  2. También leí el libro y me pareció fabuloso! y has dado en el clavo! ahora correr está de moda, pero como bien dices tampoco somos tan tontos, por ejemplo, carrera Trofeo José Cano, mejor conocida como Canillejas enviando emails para inscribirte a la carrera? cuándo se a visto eso? si antes las inscripciones se acababan el mismo día! lo mismo con el CSIC, etc..etc!
    Excelente entrada!
    bss
    Tania

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    1. Grcs,
      quiero seguir escribiendo con él, de cómo nos venden la moto con las zapatillas, de la curva del rendimiento descendente (q quiero matizar).

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  3. Tienes razón con lo de que ahora no se agotan los dorsales tan rápido. No me extraña, con los precios que ponen a ver quién es el guapo/a que sigue apuntándose a tantas carreras. Calcula: las de por aquí no te bajan de los 15 euros, si corres una al mes (sin calcular las medias o alguna maratón que es donde te clavan) pues te sale por unos 180 euros al año en inscripciones. Una burrada.
    A mi también me mandan publicidad por mail para inscribirme a carreras. Lo de la moda "runner" se ve más en primavera y en otoño, luego se meten a la sombra por el calor o debajo de la manta por el frío. ;-)

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    1. han estirado tanto el globo q se ha terminado pinchando. entre la pasta y q hay más carreras con un número limitado de dorsales cada vez más alto las cuentas no salen. ¿a qué me suena?

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  4. Lo de la moda runner pasará aunque nosotros permanezcamos...quien sabe, igual dentro de 5 años se rían de nosotros cuando nos vean corriendo por un parque mientras la lluvia nos empapa. El tema de las carreras populares alucine cuando volví a correr y vi que se hacían carreras por todo y que encima estaban masificadas...yo en
    mi caso no creo que corra mas de 3 al año...

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  5. yo he hecho cuatro diez miles en mi vida, cinco MMs y un maratón. Este año estoy q lo tiro, una media, dos diezmiles y MAPOMA. Y MAPOMA gratis. No, no me dejo engañar

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