viernes, 8 de octubre de 2010

Que se rompa la barrera del sonido

Deportivamente hablando, acabo de romper una barrera de ésas que pueden ser consideradas como históricas, memorables o dignas de recordar. Por primera vez he realizado las series de mil metros (dentro de un fartlek) por debajo de cuatro minutos de media (3:58), con troticochineo (andando, vamos) durante 300 metros entre acelerones (unos dos minutos). En principio, la primera debe realizarse al ritmo de competición, e ir bajando progresivamente-en torno a cuatro segundos- hasta darlo todo en la última. Sin embargo, esta vez ha sido al revés, la primera la más rápida y la última la más lenta, aunque en realidad sin diferencias (3:56, 3:57, 3:58, 4:02). Las pulsaciones medias, ligeramente por debajo del umbral anaeróbico, lo que significa que tengo cierto recorrido de mejora inmediata.

¿Qué cuál es mi ritmo de competición? Teniendo en cuenta que apenas compito salvo contadas excepciones (me da pereza perder una mañana para correr algo menos de 45 minutos, y, encima pagar), pienso que debe estar en torno a 4:15/4:20 para los 10.000 y 4:30/4:35 para un medio maratón rápido. Dentro de cuatro semanas tengo una carrerita, y podré confirmar si mis cálculos son correctos o no.

Aparte de esto, continúo corriendo por la mañana (o de noche); cuando empieza a amanecer ya llevo unos pocos kilómetros. Ya no va quedando casi nadie en el parque salvo mis amigos los perritos, que, por cierto, hoy casi piso a uno, y es que el gilipollas del dueño lo puso a restregarse con el suelo en mitad del camino; y encima me dice que tenga cuidado… vamos que tendría que haber salido con dos bozales, uno para él y otro para el perro. Si lo sé lo piso, pero bueno, como somos arrieritos y en el parque nos encontraremos, la semana que viene igual se lleva un viaje. A pesar del incidente perruno, la calidad la he hecho a 4:35 de media, siete kilómetros del tirón.

Este hito numérico, sin embargo, no ha tenido efectos sobre el organismo: ni me han salido los abdominales de Cristiano Ronaldo ni tengo el brazo de Nadal ni voy en bici con el desarrollo de Contador, por lo que puede ser reducido a la categoría de anécdota.

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