lunes, 22 de noviembre de 2010

Leyes de Murphy

Definitivamente las Leyes de Murphy son inexcrutables, sobre todo ésa que establece que si lavas el coche después de nosécuántosmeses, al día siguiente llueve. Bien, eso me pasó la semana pasada, pero con la bici. La dejé como una patena, incluso la cadena, piñones y platos, que limpié a conciencia (recomendable el uso para estos menesteres de toallitas, mucho mejor que los desengrasantes que te venden los del Decartón a precio de Reserva de Rioja y contaminan muchísimo más). Creo que nunca habían estado tan limpios (salvo cuando estaba nueva). ¿Qué pasó? Pues eso, que al día siguiente llovió, y vuelta el barro a la bici… en fin, como sólo se trataba de barro manguerazo al canto, y a correr.

Semana deportiva en línea con las anteriores, salvo que sustituí el troticochineo de fin de semana por una salida en bici de un par de horas, descansando con ello las rodillas y trabajando los cuádriceps; vaya a ser que me pase lo mismo que a Zapatero con Aznar, que el único comentario que le dedicó sobre la cumbre del G-20 es que no tenía cuádriceps. Me parece demasiado genial la frase como para venir de quien viene, cortito y limitado donde los haya (vamos, un border-line en toda regla); pienso que se trata más bien una casualidad que un certero análisis que lo más destacado haya sido su carrera con Cameron que lo que pudo hablar (poco) en la cumbre de Seúl o en la de Lisboa de la semana siguiente (impresionante –por lo risible- su foto tipo Wally entre Obama y Cameron que apareció en El País).

Dos sesiones de caña controlada a 4:30 y 4:40 (con viento, y algo de barro por la lluvia previa) y algo más de 40 kms en bici en casi dos horas. Este mediodía, carrerita por el JC1 con un tiempo espectacular para correr, diez grados, sol, casi nada de viento y sin domingueros culocentristas. Impresionante.

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