lunes, 7 de noviembre de 2011

Síndrome de abstinencia

Uno de los efectos perversos de “hacer deporte” en general y de correr en particular es que cuando reduces bruscamente la carga de entrenamiento algo en el hipotálamo empieza a demandarte su ración diaria de endorfinas. Si a esto se le añade algún que otro día intenso de trabajo, la necesidad empieza a tener un carácter perentorio. Me hace falta esa carrerita a mediodía que me reduzca la tensión arterial, que me haga olvidarme de hojas de cálculo, tablas dinámicas, presupuestos y tipos de cambio. Esa carrera rodeada de hojas de plátanos, cerezos, castaños y demás árboles que tanto hay en el JC1. Esa carrera al lado de la “ría” y del lago, con sus piragüistas, patos y tortugas. Saludar a los corredores habituales con la señal de duples, treintayuna o solomillo. Esa carrera que hace que, cuando vuelves a trabajar, te dé la sensación de que vuelves a tu sitio después de un largo tiempo de tanto que has desconectado.

Y es que el isquio de mis entretelas no termina de recuperarse. Ya sea por las ganas de volver a meterle caña o de no guardar el reposo suficiente, el caso es que cada vez que salgo a correr empiezo a notar cómo se carga lenta pero progresivamente; no puedo salir a correr en días alternos, y mucho menos seguidos. El martes fui a hacer la tirada larga que no pude hacer el domingo por notarme cargado…y cargado me quedé, con erre y sin erre, al ver que todo estaba más o menos igual.

Por eso motivo tengo un tanto desatendido el blog. Como me gusta escribir de correr, cuando no corro simplemente tengo poco que contar. Ya me gustaría haber competido en la carrera a la que me apunté (y pagué) el domingo. La expectación se tornó en inquietud ¿podría correr al menos dignamente? En el mejor de los casos, si no hubiese tenido molestias podría haber aspirado a 44:00, una marca más que aceptable dadas las circunstancias. Pero ¿arrastrarse durante cinco ó seis kilómetros? No, me quedé en casa y me fui a trotar el domingo 13 kilómetroa a 5:15.

Tampoco era plan de romperse del todo por no perder la inscripción. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de pasárselo bien corriendo, no de competir. Hay mucho advenedizo que ha traído a este mundillo el afán de competir por competir, probablemente trasladado desde su puesto de trabajo, sin darse cuenta de que por mucho que corran siempre va a haber alguien mejor. Eso sí, ellos contentos por ganarle a Fernández, el de Producción.

2 comentarios:

  1. Con tu permiso me quedo por este blog, soy de los que sufre este sindrome de abstinencia cuando no puedo salir a correr tras una larga jornada laboral llena de usuarios melones...
    Y mas lloviendo como hoy, un saludo!

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  2. bienvenido. ¡¡agüita pa mis melones!!

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