miércoles, 2 de junio de 2010

De compras

Salvo contadas excepciones, el genero masculino retrasa hasta lo inevitable el ir de compras, con las excepciones de comprar cervezas, ropa deportiva y fricadas tecnológicas (no necesariamente de forma conjunta), y tiende más a “ir a comprar” que a “ir de compras”, dos términos que no necesariamente tienen que coincidir. El primero responde más a una necesidad que se concreta en una relativamente compra rápida (unos zapatos negros no dejan de ser unos zapatos negros, donde el corte, cordones, hebillas u otras mariconadas aportan el mismo valor que Guti al juego del Madrid), mientras que el segundo se aplica más a una afición o necesidad secundaria, implica andar más que un tonto, ver/probarse la prenda en cuestión en infinidad de tiendas y no implica compra necesariamente, en ocasiones por peregrinos motivos (“me hace gord@”, “en esta tienda son unos bordes, que les den”, “me espero a las rebajas”, “la semana que viene traen género nuevo”…).

Debido a esta necesidad constatable (llevaba dos años –que recuerde- sin comprarme un traje de verano), el pasado sábado fui a comprarme un traje y alguna camisa. En las últimas semanas venía observando que la talla 52 que venía utilizando se me estaba quedando algo grande, hecho que confirmé al probarme una 50, talla ignota para mí desde hace muchos años (de hecho creo que nunca he tenido un traje de esta talla); el pantalón, incluso, me quedaba algo grande (también hay que decir que me lo probé con una camiseta), pero la chaqueta andaba algo justa en la espalda. Notable excepción la mía en eso de “ancho de espalda y estrecho de culo”.

Por lo que respecta a la semana deportiva, el calor va haciendo mella tanto en el rendimiento como en la cantidad o el tipo de entrenamiento. Tres salidas, al trantrán, contando la tirada larga que se redujo a una hora pelada y las clásicas de cuarenta minutos a mediodía, con una parada en boxes para repostar agua. Es obvio que no se corre tan bien a 30 grados que a 20; si además, tratas de correr a mediodía porque es la mejor hora disponible, peor. Se impone una mayor hidratación, antes, durante (parar a beber agua cada 15/20 minutos) y después (cerveza te quiero, cerveza te adoro, te compro un loro). Además, de series nada de nada. Así que a correr menos veces (dos ó tres como máximo a la semana) y por la mañana temprano o por la tarde-noche, según posibilidades, alternándolo con la bici, que cansa menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario