martes, 29 de junio de 2010

Esos calores...

Existe una creencia generalizada de que por el mero hecho de ser andaluz, extremeño o de cualquier otra provincia/región “del Sur” (entendiéndose este vago concepto como la tierra situada allende del Sistema Central) eres feliz como una perdiz cuando la temperatura supera los 30 grados, lo cual es un ejercicio de reduccionismo al absurdo casi tan audaz como lo primero.

Esta falsa conclusión, probablemente, sea una reinterpretación de otra que sí es cierta, como es la diferenciación fisiológica entre poblaciones que viven en altura extrema con respecto a otras que viven a otras más “normales”.

Y es que una cosa es la costumbre a unas determinadas condiciones ambientales (y, en consecuencia, de los hábitos adquiridos para una mejor “calidad de vida”) y otra cosa es la predisposición y selección genética.

Toda esta chapa viene a cuento de las últimas y definitivas subidas temperaturas y sus consecuencias en forma de preparación y rendimiento de la carrera. Definitivamente, y hasta Septiembre, me voy a quitar de correr a mediodía salvo bajadas coyunturales y pronunciadas de las temperaturas.

Para empezar, los rendimientos son menores. La mayor sensación de “agobio” en ritmos veloces se mitiga inconscientemente acortando el ritmo.

Dado que el cuerpo suda más para mantener la misma temperatura corporal, la pérdida de minerales, vitaminas y sales se agudiza, por lo que la sensación de cansancio aparece mucho antes.

Dicha sudoración, lógicamente, implica una deshidratación progresiva que hay que recuperar durante el ejercicio y, aunque no se tenga sed, hay que pararse cada cierto tiempo a beber agua.

Obviamente, estas consecuencias se mitigan yendo a correr a horas más “intempestivas” como primera hora de la mañana o última de la tarde. Por circunstancias personales me he decantado por la primera. La segunda la intenté el año pasado, y si bien es buena en cuanto a temperatura es más benigno que a mediodía y que hay más gente corriendo, no lo es tanto si tienes una jornada laboral más o menos intensa (que redunda en cansancio) y determinadas obligaciones/necesidades familiares mucho más importantes que irte en mallitas a correr al parque. Ya cuento con la experiencia dominguera, pero a ver cómo se integra en una jornada más estricta en cuanto a horarios.

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