miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡Qué buenos son los reyes!

Debo haberme portado la hostia de bien este año, porque los reyes me han dejado probar el GARMIN que me traerán el día 6 a pesar de mi republicanismo militante. Como las condiciones de venta a distancia en materia de devoluciones no contemplan que el reparto de sus majestades se aplace hasta ese día, ayer lo probé, previa configuración que me costó lo suyo; manazas que es uno y negado para esto de la técnica (así podéis ver lo simplón del diseño del blog).

Al final me salieron 11 kilómetros pelaos, a 5 minutos el kilómetro clavao, y eso a pesar de la lluvia que caía. Para refutar por enésima vez la Ley de Murphy que establece que “el momento en que se ponga a llover será aquél en que te encuentres más alejado de casa, y su intensidad será directamente proporcional al cuadrado de la misma”, cuando estaba en el JC1 se puso a llover intensamente. A ver, no es que hasta entonces los pajaritos cantaran, pero las nubes sí que estaban levantadas, y empezó a llover con ganas. Los pocos que corríamos en el parque nos saludábamos con un sentimiento de solidaridad y una sonrisa “from lost to the river”, de perdidos al río; total, ya estábamos mojados. Eso sí, ni viento ni frío… pero mucho agua en el suelo; alguno hasta avisaba de la inminente presencia de un charco, como si no los hubiera. Con lo miope que es uno, me los comía doblados.

En cuanto a las sensaciones del peluco, mejores de las esperadas. Medición precisa (joder, es un GPS), con una aportación de datos que, de momento, los considero anécdota (posición, dirección, altura, etc) pero a los que muy probablemente me acostumbraré. Eso sí, hay acoples técnicos que todavía hay que mejorar, como el movimiento por los menús, y es que uno tiene unos dedos que son morcillas. Ahora a ver si consigo conectarlo al ordenador para descargarme todos esos datos que desde fuera son innecesarios pero que para analizar tus frikadas son muy útiles.

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