jueves, 8 de septiembre de 2011

Y el parque se llenó de propósitos



La última semana de Agosto, los pocos redactores de las noticias que no se han ido de vacaciones abren la carpeta de “noticias para la última semana de agosto” y llenan la mitad de los telediarios con una entrevista con algún psicólogo donde explica cómo afrontar la vuelta al trabajo. El calendario de fondo, de 2007, pone de manifiesto que esa noticia viene repitiéndose desde ese año sin que nadie repare en que sería conveniente volver a entrevistarlo. Entre sus “recomendaciones” siempre se encontrará incluir una nueva rutina tipo “Aprenda inglés”, “haga deporte”, “póngase a dieta para perder esos kilos de más”, que sirva al “sufrido” trabajador (más bien afortunado, con la que está cayendo, pero claro, recordemos que la entrevista es de 2007) como reto para volver a una rutina ya de por sí cargada.
 
Esto, y la autosugestión propia del español hace que la misma noche del 31 de agosto miles de personas piensen lo mismo: “Mañana… empiezo a correr”. A este respecto, no pienso añadir nada nuevo que no haya contado magistralmente Leo Harlem en un monólogo antológico:

y el parque se llena de gente con camisetas de marca (de ron), chándales Domyos recién estrenados modelo Alcalá-Meco y zapatillas Kalenji de esas rompe-rodillas.
 
Que conste que el menda volvió a correr de uno de esos propósitos, y que levante la mano el que no. En muchos aspectos, el ser humano es tan previsible que asusta.
 
Desde el mismo día uno me he cruzado con bastantes runners (aparte de los habituales, con los que un mero gesto digno de partida de mus por lo inapreciable sirve de saludo cómplice) tanto a las horas indecentes a las que me levanto paro correr como a mediodía, a pesar de que aún aprieta el calor. Es lo que tiene septiembre, que se disparan las ventas de ropa del Decartón y yogures desnatados.
 
En lo meramente deportivo, acabo de empezar a correr después de tres semanas de vacaciones, y lo que al principio era un “si estoy de puta madre, cómo voy” a la media hora notaba que me faltaba el aliento. Y es que me he flipado con no sentir ninguna molestia en los isquios. ¿Ritmos? Altos, entre 4:40 y 4:45 el km y 150-155ppm. Es lo que tiene correr por los mismos sitios sin GPS, que cuando éste falla te vale un Casio para intuir cómo vas, y a veces ni eso. Correr por sensaciones lo llaman.
 
También he salido con la bici, con unas sensaciones estupendas. 40 kms a 26 kmh, en el umbral del globerismo. ¿Qué si tiene truco? Sí, no ir por el carril-vieja. ¿Dónde? En Valdebebas. Entre el futuro parque no inaugurado, las miles de viviendas no construidas, Las Cárcavas y la Ciudad Deportiva hay una especie de circuito de 4 kms de asfalto totalmente nuevo sin tráfico, ideal para meterle caña, y por dónde sólo van ciclistas, algún runner y poco más. Rectas largas, cuestas poco pronunciadas (salvo un repecho de 300 metros), donde me salían medias de 28-30 kmh. SI uno quiere esquivar gente ya sabe, al carril-vieja o al JC1.

1 comentario:

  1. Que razón tienes con lo de los propósitos. Yo más bien vengo de uno pero de otra época del año también propicia para la autopromesa, la primavera.
    Y a la lista de sitios donde esquivar gente yo añadiría uno que se lleva la palma en hora punta de paseo en día soleado: Madrid Rio, un infierno!

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