lunes, 14 de marzo de 2011

Me estiro menos que el portero de un futbolín

Uno no sabe lo mal (o bien) que está hasta que la cruda e inmisericorde realidad te da un guantazo en la cara.

Esta semana he tenido fisio, por primera vez. Dados mis recientes problemas en los isquios, se centró en estos nuestros queridos amigos. Menuda paliza me dio el cabrón.

Para empezar, y recurriendo al chiste fácil, me hizo tumbarme en una camilla con la única compañía de los gayumbos mientras él se echaba una especie de aceite/lubricante en las manos… mal empezamos si te tumban y empiezan a frotarse las manos.

Después de varias presiones, descompresiones, estiramientos, aberturas de piernas (sí, hijo, sí), codazos y tareas varias, terminó su tarea en poco más de veinte minutos. Uno, destrozado como si lo hubiese atropellado un Land Rover, pero con la inmediata sensación de haber alcanzado el karma a mediodía.

Mientras me estiraba los músculos, el pollo se dio cuenta en poco tiempo que tenía los músculos muy contraídos, de lo que dedujo que no estiro bien, o, mejor dicho, que estiro poco, lo cual hace que los los músculos se encuentren algo rígidos pudiendo ocasionar lesiones en el futuro, y no sólo en los músculos ligados directamente con el ejercicio (isquios, cuádriceps, gemelos, sóleos…) sino que pueden afectar a otros anexos a ellos como por ejemplo lumbares o ciática.

Dentro de todo runner hay un soberbio más o menos desarrollado que reduce al máximo los estiramientos (sobre todo al final) para ganar algo de ejercicio con la errónea convicción de que las lesiones no van con uno, lo cual viene sin duda motivado en gran medida por el hecho de que no se suele disponer de todo el tiempo necesario para el ejercicio. En mi caso, al correr a mediodía durante la jornada laboral el tiempo es escaso, no más de dos horas, tiempo en el que hay que cambiarse, correr, ducharse, comer y vuelta al curro… demasiado poco tiempo como para no intentar arañar cinco minutos más de carrera. Al fin y al cabo, lo que nos gusta es correr, no estirar.

A partir de ahora estiraré más (de verdad de la buena). El calentamiento no supone ningún problema, ya que entre que voy y el pulsómetro se engancha al GPS, caliento de sobra. Tal y como estaba corriendo ahora, diez kilómetros por sesión entre semana, con hacer sólo nueve no voy a dar ningún paso atrás. Paso atrás que sí daría con alguna rotura fibrilar. Quién sabe si el pinchazo del isquio del mes pasado fue un aviso.

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